Ni espacios acotados ni súper pantallas de vídeo ni paneles electrónicos. Tampoco se ven atuendos deportivos ni banderas ni bufandas ni pancartas ni instrumentos de percusión.
Todas esas cosas, tan cotidianas hoy cuando de hinchismo hablamos, podrían sonar por entonces a ciencia ficción o a lujos asiáticos. Porque la tarde del 6 de abril de 1941, en Granada, Domingo de Ramos, el hincha que quiera saber cuanto antes si su equipo ha ascendido a Primera no tiene más alternativa que unirse a los varios miles que en la plaza del Carmen siguen de cerca los resultados de la tarde en liga de ascenso y copa, mirando con atención los pizarrones que cuelgan del balcón de la agencia publicitaria “Alas Azules”, justo encima de La Bernina en su parte que da a la plaza. La única emisora local, EAJ 16, Radio Granada, no ha podido retransmitir el partido porque los castellonenses pedían demasiado, pero el diario del Movimiento, Patria, ha destacado en Castellón a Zubeldia (Ideal a Fernández de Burgos), que cada treinta minutos debe telefonear a la agencia Alas para que su compañero plumilla Saucedo lo transmita a la torcida por medio de unos altavoces colocados al efecto.
Merchandising por entonces era una palabra, además de prohibida, como todo lo que sonara a poco nacional, por completo desconocida. Pero entonces, como ahora y siempre cuando de balompié se trata, sí que es visible en la multitud, sin distinción de edades ni clases sociales, la alegría y la ilusión que alcanza incluso hasta a los guindillas de servicio. Alegría que llegará a auténtica explosión cuando al filo de las seis se anuncie que César ha culminado en gol una gran jugada muy trenzada y larga con el pequeño y genial Trompi. Sucesivas informaciones confirmarán el resultado y a la vez pondrán un nudo en las gargantas cuando se sepa que a poco del final el Granada mantiene el 0-1 en El Sequiol pero sólo cuenta con ocho efectivos útiles pues Liz ha sido expulsado y Mesa y Martínez andan dando cojetadas, que por entonces no se podía cambiar ni siquiera a un portero lesionado.
Y la locura se desatará cuando a eso de las siete se confirme que el que está a punto de cumplir diez años y desde hace menos de uno responde al nombre de Granada CF jugará en Primera la temporada siguiente. No habrá baño en alguna fuente pública. Tampoco a primeros de abril suele hacer en Granada tiempo como para remojarse mucho. Además de que estaría muy mal visto por la estricta moral de la época. Lo que cuenta es que Granada es de primera y felices lo celebran los que están en esta vieja foto. No sonará ningún tambor ni ninguna bocina, pero sí se oirá con fuerza el ¡Ra, ra, ra! y el pegadizo nuevo himno de Megías, que ya se lo saben muchos hinchas. Y las palabras del camarada Martín Campos por la megafonía, convocando a la hinchada a recibir a los equipiers como se merecen, se saludarán con una ovación de varios minutos y vivas al Granada, sus futbolistas y su presidente.
Sufriendo, como es nota distintiva de este club desde que existe, pero finalmente el magnífico gol del gran César valió la victoria y con ella la Primera División.
Las infraestructuras ferroviarias de posguerra no daban para mucho, así que nada más que tres días después, con los comercios cerrados para la ocasión, toda Granada saldrá a recibir a los héroes rojiblancos que llegan desde Castellón, vía Córdoba.
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