EL ONCE FANTASMA

Pedro Escartín bautizó al Granada CF (el Recreativo Granada) con el apodo de "Once Fantasma" cuando este club era un recién llegado a la competición pero ya andaba codeándose con equipos de solera y aspiraba a lo máximo.
En este libro se narran las vicisitudes por las que atravesó el Recreativo en sus cinco primeros años de existencia y también se recogen los sucedidos ciudadanos más impactantes de aquella época revuelta que fue la de la II República.
En la foto de cabecera se ve al Recreativo que se enfrentó al Gimnástico de Valencia en el campo madrileño de El Parral, 21 de febrero de 1934. De pie: Sosa, Tomé, Calderón, Luque, Itarte, Carrera, Victorio y Tabales; agachados: Gomar, Morales y Herranz.
Para adquirir un ejemplar firmado y dedicado por el autor (20 €), dirigirse a
jlramostorres@gmail.com


Historia del Granada CF



miércoles, 1 de agosto de 2012

LOS CÁRMENES Y EL REALISMO DECIMONÓNICO



El Granada CF fue propietario durante sesenta y tres años (de 17 de noviembre de 1933 a 16 de mayo de 1996) de unos terrenos sobre los que construyó su estadio, que se estrenó el 23 de diciembre de 1934 y, como sabemos, nunca fue oficialmente inaugurado. Su nombre, Los Cármenes, con ser muy bonito no está claro quién se lo puso ni por qué ni cuándo.




Buceando en la prensa de la época, nos encontramos con que desde ese primer partido de la víspera de Nochebuena 1934 frente al Malacitano hasta más de un mes después, los gacetilleros de por entonces se refieren al campo con el nombre de “nuevo stadium del Recreativo”. Es el 29 de enero de 1935 cuando por primera vez aparece en El Defensor de Granada la denominación que a partir de entonces va a ser definitiva. En la reseña que firma Martinenc sobre la importante victoria recreativista (0-2) en Vallejo frente al Gimnástico de Valencia de dos días antes, se lee: «…el domingo próximo, cuando reaparezca nuestro equipo en el Stadium de los Cármenes, nombre con el que se debe bautizar el nuevo terreno…». Lo que no encontramos en la prensa de la época, por más que busquemos, es si esto obedeció a un acuerdo de la junta directiva o fue decisión unipersonal.



Lo más seguro es que quien tomó la decisión última de que ése fuera el nombre del estadio fue el que en esos momentos regía los destinos del club, o sea, Matías Fernández-Fígares, que es a su vez el gran impulsor con su trabajo y su propio peculio de que Los Cármenes fuera una realidad.



Y la razón por la que se eligió ese nombre y no otro tampoco la sabemos a ciencia cierta. El estadio podía haber tomado la denominación del paraje en que se levantó y haberse llamado “Cercado de Muriel”, que era el nombre de la casería donde se ubicaban las dos hectáreas de terreno rústico en la carretera de Jaén que adquirió el club en noviembre de 1933, por entonces muy en las afueras de la ciudad. También podía haber adoptado el nombre de algún prócer con significación en la corta historia de la entidad. Pero quienes eran responsables de los destinos del club eligieron Los Cármenes, lo que nos da pie (gracias Ramón) a suponer que el bonito nombre se lo inspiró una novela de un autor de éxito por entonces, el asturiano Armando Palacio Valdés, que en 1927 había publicado “Los cármenes de Granada”, relato de ambiente andalusí que tuvo en su tiempo gran difusión y que en 1935 conoció una reedición, ahora ya dentro de un volumen con las obras completas de Palacio Valdés. Es este escritor uno de los más claros exponentes de lo que en literatura española se conoce como realismo del XIX, y hoy está más bien olvidado pero en su tiempo gozó de gran prestigio. Su novela más famosa, “La hermana San Sulpicio”, también se desarrolla en gran parte en escenarios granadinos.



Algo parecido a lo que se puede decir sobre el estadio y su denominación se puede aplicar a otras señas de identidad del club, como sus colores, su mismo nombre o su escudo. Y es que, como se ve, nunca se caracterizó el Granada CF por su celo en la salvaguarda de sus símbolos y tradiciones. Entre el mucho tiempo transcurrido y los escasos documentos que se pueden consultar, a los maniáticos como el que suscribe, que nos pirramos por el estudio de las esencias y avatares del club de nuestros amores, no deja de resultarnos en cierto modo frustrante tener que recurrir a suposiciones en éstas y otras cuestiones que atañen a nuestro equipo.

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