En la historia del Granada CF hay dos récords, ambos de dudosa honorabilidad, que ostenta un mismo futbolista: el de haber sido “obsequiado” con la mayor bronca hacia un jugador local en Los Cármenes, y el de haberle sido impuesta por las autoridades federativas la mayor sanción que nunca recibiera un futbolista del Granada.
Hablamos de Amaro, delantero centro gallego (tío de Amancio Amaro) fichado por el Granada para la temporada 1953-54, que venía precedido de fama de goleador después de haber militado en Orensana, Cartagena y Murcia, y precedido también de fama de violento y conflictivo. Su debut de rojiblanco en partido oficial fue afortunado, ante su anterior equipo, el Murcia, al que marcó en el último suspiro el gol que daba la victoria al Granada en la primera jornada y en Los Cármenes. Ya en su debut dejó detalles de su fiereza, que confirmó dos partidos después ante el Alcoyano, con el que provocó incidentes en los vestuarios.
Quizás por eso Manolo Ibáñez, míster granadinista, lo mandó los siguientes partidos a jugar en el filial Recreativo, del grupo sexto de Tercera, donde siguió marcando goles y destacando, y también dando que hablar por su conducta muy poco deportiva, en especial en su partido frente al Betis. Así hasta que en la jornada diez, ante la visita del Linense, vuelve a ser convocado para el primer equipo y se destapa con una gran actuación personal y dos goles, por lo que vuelve a contar para Ibáñez.
Dos jornadas después, en la doce, nos visitaba el Málaga. Los Granada-Málaga siempre fueron algo más que un simple partido de fútbol para convertirse en una especie de plebiscito entre dos ciudades en el que andaba por medio la primacía de una sobre la otra, como corresponde a buenos vecinos. En este caso además había más leña que echar al fuego puesto que los “odiados” boquerones venían como líderes del grupo Sur y el Granada andaba clasificado en el cuarto puesto, a tres puntos, y sus aspiraciones a todo, a estas alturas de la liga, todavía estaban intactas. Así que en un clima de gran pasión y con las gradas a rebosar, en las que había más de cinco mil malagueños llegados en trenes botijo y mil vehículos más, echó a rodar este derbi en el que muy pronto subió aún más de tono la calentura general, cuando, según las crónicas locales, el delantero malacitano Juan fue el que dio primero, lesionando a González de un cabezazo y después a Piris, de un puntapié en el hombro. En ese clima cada vez más caldeado y abundante en juego subterráneo por las dos partes, a poco del descanso Amaro ponía una escalofriante plancha al medio malagueño Serrano, que no había intervenido en ninguna de las varias acciones antideportivas, y le producía fractura abierta de tibia y peroné. Amaro fue expulsado a continuación por el árbitro Casals, pero la pita que recibió mientras se retiraba fue, además de ensordecedora, general, sin distinguir los colores de su camiseta. Rafa marcó el solitario gol que dejaba los dos puntos en casa.
Algunos días después en Ideal se podía leer: «El Comité de Competición en reunión de 10 de diciembre de 1953 impuso, entre otras, la sanción siguiente: Jugadores. Segunda división. Suspender por dos años a Norberto Amaro Domínguez (Granada F.C. (sic)), por acción violenta e intencionada a un contrario, lesionándole gravemente, teniendo además reiteradas notas desfavorables, por haber sido sancionado anteriormente ocho veces por faltas y violencias cometidas; caso de que el jugador lesionado quedase imposibilitado para la práctica del fútbol, se le retirará la licencia (Arts. 102, 103 y 136)».
La víctima, el prometedor joven de 21 años Antonio Serrano Ocaña, natural de Almería y que pertenecía al R. Madrid, que lo tenía cedido al Málaga, ya no volvió a jugar en lo que quedaba de temporada ni en la siguiente. Hasta la 55-56 no volvió a pisar un terreno de juego. Esa temporada volvió por Los Cármenes faltando poco para el final del campeonato, enrolado en el Jaén que con Millán de insustituible en la defensa tenía ya pie y medio en Primera, y arrancó un empate a tres siendo uno de los destacados de su equipo. Al año siguiente jugó en el Jaén en máxima categoría y posteriormente en el Hércules, ya de segunda.
Amaro después de aquella tarde de diciembre de 1953 frente al Málaga no volvió a jugar más en el Granada ni en su filial. Pero al finalizar la temporada 53-54 se benefició de un indulto general que concedió la Federación como homenaje a Zarra y fichó para la 54-55 por el Hércules, recién ascendido a Primera, con el que empezó jugando y goleando para pronto desaparecer de las alineaciones por una lesión y pasar ese mismo año al Levante, de Segunda. Que sepamos, ya no volvió a dar que hablar su vena violenta y su carrera continuó por varios equipos hasta encontrar acomodo definitivo en Cartagena, donde es recordado como uno de los mejores futbolistas que por allí pasaron.
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