Victoria ante el Córdoba y coliderato
La gran victoria en Mallorca unida a
la posibilidad de que por fin pudiera jugar Otto (quien finalmente no fue
alineado), más el hecho de que nos visitaba el líder, el Córdoba, dos puntos
por encima del Granada, con el añadido de los cientos de seguidores que se
desplazarían previsiblemente, todo en conjunto decidió a la directiva a fijar
la jornada 17, en Los Cármenes, como día del club. El Córdoba, con un futuro
granadinista, Japón I, llevaba varias jornadas encaramado a la primera
posición, pero en la recta final no dará la talla y acabará cuarto.
Los Cármenes registró un lleno
absoluto, con más de dos mil cordobeses y otros venidos de provincias vecinas,
y en un emocionante partido jugado por ambos cuadros con gran intensidad, se
impuso un Granada muy mejorado 2-1, produciéndose así un triple empate en
cabeza entre Córdoba, Granada y Salamanca, que se convirtió en el nuevo líder
del grupo II. Fue justo vencedor el equipo rojiblanco y pudo ganar por más
margen, pero se fallaron varias ocasiones claras. Repitió el Granada la
alineación de los dos últimos y exitosos choques y Sosa volvió a actuar de
falso 9.
La prensa local destaca la labor de
los dos interiores, Cea y Licker (que marcó un gol). El Córdoba acreditó su
calidad y la posición ocupada en la tabla y tuvo a su mejor hombre en el
delantero centro Jorge, Manuel Jorge Sosa, hermano del granadinista Sosa, ya
veterano, pero con una amplia trayectoria en primera, en el Atlético de Madrid,
un futbolista por cierto que alguna vez sonó como posible granadinista sin
llegar a serlo.
Empate del Recreativo en Jerez
El Recreativo por su parte redujo a
-3 su cuenta de negativos dando la sorpresa en el campo del Jerez, el estadio
Domecq, donde empató a un gol. Era casi una tradición que cuando algún equipo
granadino jugaba en Jerez ocurrieran incidentes. No fue ésta la excepción y los
recreativistas tuvieron que abandonar el terreno de juego a la terminación del
partido entre una lluvia de piedras que alcanzaron a varios blanquiazules. El
más perjudicado fue el defensa central Montilla, con una brecha sangrante en
una ceja. Precisamente fue Montilla el que cercano al final consiguió de
penalti el gol del empate, el desencadenante de la trifulca. Días después el
comité de competición sancionó económicamente al club jerezano por estos
incidentes.
El Recreativo realizó un gran partido
defensivo, y el portero Julio, que volvía a la titularidad, detuvo un penalti.
También fue novedad en la alineación del filial la vuelta del buen defensa
Paquito, ausente más de dos meses por una lesión. El que ni siquiera viajó fue
el delantero Plata por impedírselo sus deberes militares. El punto supuso al
filial subir al puesto 12º.
Derrota en el Insular
Para viajar a Las Palmas, en
principio era el club canario el que debía abonar a los equipos que recibía una
parte importante del coste de su desplazamiento, pero a mitad de temporada se
desencadenó el problema de que los canarios no aportaban lo que estaba
estipulado. De esta manera intervino la Federación y determinó que abonaría la
diferencia entre el gasto de desplazamiento más costoso de la temporada
anterior y el viaje a Las Palmas, para lo cual estableció un fondo de
compensación que debían nutrir con sus aportaciones todos los clubes de primera
y segunda. Así estaba ya establecido cuando llegó el momento de viajar a la
islas para el Granada, jornada 18 o tercera de la segunda vuelta, a mediados de
enero, aunque, claro, el cobro de las cantidades subvencionadas por la Federación
no era automático, sino que se difería bastante en el tiempo. No quedaba más
remedio que economizar ya que el largo viaje más la estancia salían por un
pico.
Las comunicaciones en 1951 y en
España no se parecían ni de lejos a las actuales, así que un desplazamiento
como éste había que preverlo con bastante antelación, por lo que nuestro equipo
emprendió la marcha el miércoles previo, camino de Sevilla, para donde
partieron en la Alsina regular que cubría esa línea los once titulares,
incluido el jugador-entrenador, Paco Mas, acompañados solamente por el portero
suplente, Carbelo, y el masajista del equipo, José Fernández Bravo, Fernández,
el ex futbolista que vistió de rojiblanco entre 1939 y 1942, ahora dedicado a
estos menesteres. Y es que el viaje y la estancia a las islas suponían por
entonces toda una odisea y descuadraban los presupuestos por su alto coste.
Desde Sevilla, al día siguiente y en avión viajarían los rojiblancos a Las
Palmas. Para que el viaje fuera menos costoso se concertó un amistoso en
Tenerife, de manera que lo previsto era que el Granada permaneciera una semana
en las islas y la vuelta se realizara en barco de línea hasta Cádiz, debido a
que no se habían podido encontrar plazas vacantes en los vuelos con la
Península para esos días.
En el estadio Insular los rojiblancos
fueron recibidos con la pita más grande que se recordaba por aquellos pagos,
refieren las crónicas, todas de periodistas canarios, en recuerdo del partido
en Granada de la primera vuelta. La causa fue lo que contaron los jugadores
canarios a la vuelta de Granada en su partido de la jornada tercera, muy
dolidos por haber encajado la primera derrota de su historia en categoría
nacional, 4-1. Por lo visto, dijeron que en Granada habían sido tratados de
manera poco cortés: que les fue negada el agua para su masajista, que a un
lesionado no se le prestó asistencia y cosas por el estilo. Ya en su día,
finales de septiembre, jornada 3, se pudo leer en Ideal que los jugadores
canarios en la caseta de Los Cármenes se mostraron muy enfadados y hasta hubo
uno, Tacoronte de nombre, al que se le oyó decir que cuando vayan los
granadinos a Las Palmas «tengo que
echarles vinagre y sal en la bolsa del agua», pero las crónicas granadinas
de aquel partido dicen que si algún equipo se mostró incorrecto éste fue el que
vestía de amarillo, que empleó bastante juego subterráneo.
El partido en tierras canarias no
tuvo más historia para los nuestros que la de sumar una nueva derrota, 3-1,
todos los goles en la primera parte. En esos momentos el Las Palmas andaba en
la clasificación lejos de los puestos altos, pero la liga la terminará en
tercera posición y logrará el ascenso a primera en liguilla. Lo que se lee en
la prensa es que los locales fueron muy superiores y el resultado fue corto.
Ambos equipos acabaron jugando con diez, los de casa por sufrir una expulsión,
y los rojiblancos por lesión de Verde, quien sufrió la fractura de su muñeca
derecha que le obligó a retirarse para no reaparecer. Fue una sensible baja de
uno de los jugadores más regulares de la plantilla que le obligará a permanecer
más de dos meses ausente de las alineaciones. El Granada con esta derrota se
quedó en el puesto que ya ocupaba, tercero, pero se rompió el triple empate y
los nuestros se distanciaron dos puntos del líder, el Córdoba.
Victoria del Recreativo frente al Maghreb
Mientras el Granada caía derrotado en
Las Palmas, en Los Cármenes el Recreativo sumaba dos puntos más frente al Maghreb
de Tánger, equipo de la zona media de la tabla que contaba en sus filas con el
ex granadinista Gárate, extremo derecho que vistió de rojiblanco entre 1940 y
1943 (que apenas jugó), y también con un futuro granadinista, Jaco, que
militará en el Granada sólo la 57-58 y también jugará poco. Su máxima figura
era el extremo marroquí de color Chicha, del que se decía que equipos de
primera, entre ellos el Barcelona, andaban tras sus pasos, y que esta misma
temporada lo fichará el At. Tetuán, con el que ascenderá a primera. Pero no
pudo lucir apenas el extremo marroquí en Los Cármenes porque el gran marcaje de
Requena no le dejó hacer nada.
Fue un gran partido de la línea
defensiva del filial, que terminó imponiéndose por un solitario gol del
delantero largamente pretendido Plata, de quien a pesar del gol dice la crónica
de Hoja del Lunes que no mejoró actuaciones anteriores y que no está en forma
pues no entrena con el resto de compañeros ya que sus obligaciones militares le
obligan a viajar constantemente. Éste fue su último partido como recreativista,
al marcharse a seguir sirviendo a la patria. Los dos puntos colocaron al
Recreativo 10º, con un colchón de cinco puntos sobre los puestos de descenso.
Goleada al Recreativo en La Victoria
Esta temporada, al haberse
confeccionado los dos grupos de segunda con números impar de participantes,
tocaba cada jornada descansar a un club. En el grupo II o Sur tal cosa ocurría
siempre después de jugar contra el Las Palmas, así que al Granada le tocó
descansar el domingo 21 de enero de 1951. No así al filial, desplazado ese
domingo a la vecina Jaén donde le esperaba el líder destacado del grupo VI de
tercera que entrenado por Cholín le llevaba tres puntos de diferencia al
segundo, el Betis, aunque cuando se hayan disputado todas las jornadas acabará
tercero y no jugará siquiera promoción de ascenso.
En La Victoria, con presencia de un
centenar de granadinos desplazados, el Recreativo no fue rival para el Real
Jaén y salió apalizado 6-1. Unas crónicas dicen que el filial no mereció una
derrota tan amplia al dar validez el árbitro a dos goles en orsay (uno de ellos conseguido por
Trompi) y anular injustamente otro de los blanquiazules. Pero también
disponemos de otras en las lo que se dice es que la goleada pudo muy bien ser
mucho mayor. La figura de los blancos fue el ex granadinista Luiqui. La derrota
dejó al Recreativo a sólo tres puntos de los puestos de descenso y le hizo
bajar en la clasificación al 11º.
Accidente mortal del autobús del Melilla en Loja
Una tragedia ocurrida en una
carretera granadina sacudió el fútbol español el viernes 26 de enero de 1951.
El equipo de la UD Melilla, -como el Granada- del grupo Sur de segunda, viajaba
desde Málaga camino de nuestra ciudad, donde tenía previsto almorzar y después
continuar hasta Alicante para embarcar hacia Mallorca y disputar allí su
partido de la jornada 20. Pasado Loja, a unos seis kilómetros, en el paraje
denominado Gabarre, su autobús fue embestido en una curva por la caja de un
camión cargado de alcachofas con el que se cruzó y que circulaba en dirección a
Sevilla, que arrancó la parte izquierda del vehículo en el que viajaban los
norteafricanos, lanzando a la calzada a todos los de ese lado.
El choque fue tan violento que el
ayudante del masajista del equipo melillense, Manuel Salvador Martín, más los
futbolistas Francisco Mamblona Valverde (Mamblona para el fútbol) y Juan Martín
López, Martín de nombre deportivo, resultaron muertos en el acto. El último,
alcanzado de lleno por el camión y cuyo cuerpo sufrió grandes destrozos, era
granadino de nacimiento, albaicinero, y había militado en el Granada en la
temporada 42-43, aunque no llegó a estrenarse de rojiblanco en partido oficial.
Era en esos momentos el máximo goleador del equipo melillense con 12 tantos en
su haber.
Otros futbolistas resultaron heridos:
García Valle (éste de gravedad), Llopis y Muñoz. Y otro granadinista, aunque
éste lo será años después y como técnico, Constantino Errazquin, en esos
momentos defensa del Melilla, viajaba al lado del masajista fallecido, pero
resultó ileso.
El partido en Baleares estaba
programado para el lunes 29 al haberse aplazado de común acuerdo por verse
obligado el Melilla a desplazarse por carretera ya que se habían suspendido los
vuelos desde la ciudad norteafricana al estar su aeropuerto clausurado por
daños causados por el temporal.
Al conocerse la noticia, el
presidente rojiblanco Joaquín Serrano viajó al lugar del accidente acompañado
de un directivo para ofrecerse en lo que necesitaran, y la delegación en
Granada de la Federación Andaluza mandó taxis que recogieran a los accidentados
y trasladarlos a nuestra capital. El club hizo un llamamiento a los socios rojiblancos
para que se sumaran al cortejo del entierro previsto para el día siguiente. Por
su parte, los jugadores del Granada, a punto de partir en autocar hacia
Cartagena, se ofrecieron para jugar desinteresadamente un amistoso en beneficio
de las familias de los afectados.
El entierro, presidido por el
gobernador civil Fernández-Victorio, se verificó al día siguiente, 27 de enero
por la tarde, y al mismo acudieron varios miles de granadinos a pesar de que
llovía persistentemente y por momentos caía agua-nieve, todo acompañado de un
viento helador. Los cadáveres de los tres fallecidos, después de practicárseles
la autopsia, fueron recibidos, en el campo de Los Cármenes, cuyos vestuarios
sirvieron brevemente de improvisada capilla ardiente, y de allí salieron los
ataúdes a hombros, portados por jugadores del Melilla, del Granada y del
Recreativo, hasta depositarlos en los coches mortuorios. Al llegar al Triunfo
la lluvia dio una tregua, por lo que los féretros fueron cargados nuevamente a
hombros hasta la iglesia de Santa Ana, donde se despidió el duelo. Gran número
de coronas fúnebres se vieron, entre ellas la que costeó el Granada CF y otra
mandada por Millán desde La Coruña. El granadino Martín fue enterrado en el
cementerio de San José mientras que el cadáver de Mamblona partió hacia
Valencia, de donde era natural, y el del masajista Salvador fue trasladado a
Melilla, su tierra.
Numerosos telegramas de
agradecimiento por las atenciones del club hacia los accidentados se recibieron
en los días siguientes, y a la semana, también vía telegrama, se comunicó al
presidente del Granada, Joaquín Serrano, que había sido nombrado presidente
honorario del Melilla por la asamblea de socios recientemente celebrada en la
ciudad norteafricana. En otro telegrama recibido por el presidente de la
Federación Andaluza en Granada, el ex recreativista José Carmona Ros, se le
nombraba socio de honor del Melilla.
Apenas dos semanas después del
accidente de la expedición melillense y en el mismo lugar de la tragedia, un
turismo de matrícula extranjera chocó contra una camioneta que se dirigía a
Huétor-Tájar, quedando el vehículo destrozado por completo, aunque sus
ocupantes sólo sufrieron heridas menores. Ya en septiembre del mismo año y en
la misma curva, chocaron dos coches con turistas, uno francés y el otro
portugués, quedando ambos para el arrastre, pero sin heridos. Y por si esto
fuera poco, sólo un mes después del accidente de los turistas hubo otro choque
de turismos en el que varios de los ocupantes hubieron de ser hospitalizados. El
tal paraje conocido como Gabarre era sin duda un punto negro de nuestras
carreteras.
El huracán derrota al Granada en Cartagena
La expedición rojiblanca a Canarias
estuvo ausente de Granada más de una semana y en ese periodo nada supimos de
sus andanzas. Regresados por fin, enseguida empezó la preparación del siguiente
choque, el correspondiente a la jornada, 20 que llevaba al Granada a Cartagena.
Hacia la llamada ciudad departamental partieron en los últimos días del mes de
enero sin portero suplente al lesionarse Carbelo y con la gran novedad entre
los viajeros de la inclusión del larguísimamente esperado Otto, por haber
conseguido en la semana previa ¡¡¡por fin!!! la autorización federativa para
poder ser alineado.
En estos últimos días de enero de
1951 un temporal de frío, lluvia y viento hacía estragos por toda España y
además la gripe en forma de epidemia pendía como una amenaza sobre las cabezas
de los españolitos, haciendo aún más precaria la ya de por sí difícil
subsistencia. Por esa razón, al campo del Cartagena acudió poquísimo personal.
La crónica de El Noticiero de Cartagena
dice que apenas se podía controlar el balón sobre el rectángulo de juego y que
el equipo que jugaba a favor del enorme airazo reinante tenía una gran ventaja.
Quizá por esa razón el Granada perdía al descanso 3-0 sin que los locales
hubieran tenido que emplearse demasiado a fondo al jugar a favor del viento,
limitándose a lanzar balones hacia adelante, y el meta local quedó por completo
inédito en esos primeros cuarenta y cinco minutos. En la segunda parte el
Granada no supo aprovecharse del viento a favor, aunque Callejo acortó
distancias. Total, nueva derrota, 3-1. Del húngaro debutante Otto, la crónica
del diario cartagenero dice que ni se le vio.
Hoja del Lunes de Granada también le
echa la culpa al huracán, que estuvo a punto de causar la suspensión del
encuentro. También dice que, de los tres goles, en el primero el balón no llegó
a entrar, y que en el segundo le hicieron falta al portero Martín. No obstante,
ganó el Cartagena, continúa, porque puso muchas más ganas que el Granada. El
equipo local andaba clasificado en la zona baja, posiciones que ocupará al
finalizar la liga, y venía de encajar siete goles en su último partido en
Mestalla. La figura de los locales fue el futuro granadinista Amaro. Sobre Otto
coincide cien por cien con lo que dice la crónica de El Noticiero de
Cartagena, es decir, ni se le vio, haciendo extensivo el comentario a su
compatriota Licker. Con la derrota bajó el Granada al 7º puesto de la
clasificación, aunque todavía tenía bastantes opciones de clasificarse al menos
para liguilla de ascenso pues sólo un punto lo separaba del tercero.
El Recreativo golea al Cádiz
Mientras tanto en Los Cármenes,
también semi vacío de público por culpa de las inclemencias meteorológicas,
aunque sin huracán, el Recreativo goleaba 4-1 a todo un Cádiz aspirante al
ascenso. Para Jovi en Hoja del Lunes, fue el mejor partido del filial esta
temporada. Bajo la abundante lluvia, el Recreativo desbordó en todos los
sentidos a su oponente y pudo vencerle aún por más margen, con un Toto en
artista, recordando al mejor Trompi de sus buenos años, y que deleitó a los
escasos hinchas que acabaron coreando sus jugadas como si de un torero en faena
se tratara.
En Los Cármenes, como en todos los
campos de España, se guardó un minuto de silencio y todos los jugadores
lucieron lazos negros de luto por la tragedia del Melilla en Loja. El
Recreativo, formado íntegramente por granadinos, pasó a ocupar el puesto 9º de
la clasificación, el más alto que tuvo en toda la liga, y a ver ya los puestos
de descenso a cinco puntos. El Cádiz, que acabará la liga en la zona media de
la clasificación, había sido confeccionado a principios de temporada con el
único objetivo del ascenso de categoría, fichando de una tacada hasta a siete
futbolistas del Lérida (cuatro de ellos jugaron en Los Cármenes), ascendido a
primera de la mano del ex granadinista Emilio Vidal, pero en Granada evidenció
exceso de veteranía y quizá falta de motivación.
Debut de Otto en Los Cármenes en el empate sin goles ante el Mestalla
En la siguiente jornada, ya la 21,
volvía el Granada a Los Cármenes después de casi un mes de ausencia. El partido
de los rojiblancos contra el filial valencianista fue malísimo según todas las
crónicas, y el resultado fue empate sin goles (única vez que se dio en toda la
liga), llevándose por tanto los valencianos unos de los tres positivos que
todavía conservaba el Granada desde su visita a Mallorca. Sobre un terreno muy
embarrado y con un Mestalla dedicado sólo a defender, ninguna línea rojiblanca
funcionó y los plumillas locales sólo salvan del suspenso general al medio Vecino.
El temporal seguía enseñoreándose de toda la Península, por lo que casi no paró
de llover y hacer frío, pero el campo registró una buena entrada porque existía
el aliciente de ver a Otto, el cual en su presentación defraudó y pasó por
completo desapercibido
Otro aliciente era el cartel del
visitante, equipo que siempre había ofrecido buenos partidos en sus visitas
anteriores y además marchaba bien clasificado a pesar de no poder ascender. En
su alineación presentó el Mestalla a dos futuros internacionales, el medio
Sendra y el delantero Sócrates, y también figuraba en su plantilla otro futuro
internacional, Mañó, pero éste no viajó a Granada, como tampoco lo hizo toda
una vieja gloria del fútbol español, el defensa Juan Ramón, que los más viejos
recordarían pues en 1934 militaba en aquel Gimnástico de Valencia que jugó una
fase de ascenso a segunda contra el entonces Recreativo, el Once Fantasma,
y que a sus 38 apuraba sus últimos momentos futboleros jugando en el filial
valencianista. También jugaron en Granada los delanteros Ibáñez y Salvador,
rojiblancos a la temporada siguiente.
Fernández de Burgos para Ideal dice
que vimos otra vez al Granada de Gaspar Rubio: desganado, inarmónico en su
juego y de una nula eficacia en el ataque, y solicita la contratación de un
técnico ya que, dice, la solución de Mas es -o debía ser- aceptable como
transitoria, para un momento determinado, pero no para toda una vuelta de
calendario. De Otto dice que frustró todas las esperanzas de la hinchada,
jugando muy mal, lento y sin movilidad para buscar el desmarque.
El Granada quedó con +2, no obstante,
el empate obtenido sirvió para subir dos puestos en la tabla, hasta el 5º,
todavía con un solo punto de desventaja sobre el tercero, que jugaba liguilla
de ascenso.
El Recreativo derrotado en Almería
El Recreativo en esta jornada 21
salió derrotado 3-1 del campo de otro aspirante al ascenso, el Almería, que
acabaría cuarto clasificado. Fue casi un calco de lo que le ocurrió al primer
equipo una semana antes en Cartagena, o sea, durante la primera parte jugó el
filial en contra del fuerte viento y en ese periodo encajó tres goles que dejaron
sentenciado el tanteador para en la segunda mitad conseguir sólo acortar
distancias. Toto, que marcó el del honor, en un magnífico estado de forma y
confianza en sí mismo, volvió a ser el mejor blanquiazul. El fortísimo airazo,
que no permitía que el balón se quedara quieto cuando iba a lanzarse alguna
falta o saque de puerta, impidió que se pudiera ver un partido medianamente
jugado por unos y otros. El Recreativo perdió dos puestos en la clasificación,
pasando al 11º pero sin que sonaran las alarmas pues seguía conservando su
ventaja de cinco puntos sobre el descenso.
El Granada de baloncesto
A principios de febrero el Granada CF
decidió patrocinar un equipo de baloncesto ya formado al que daría la
denominación GCF. Entre sus componentes figuraba José Luis Piñero, el que años
después se convertirá en periodista de Patria y de Ideal y firmará innumerables
crónicas futboleras de los partidos del equipo rojiblanco. A los pocos días
fichó Cubilles, un portorriqueño estudiante en nuestra Universidad que ya era
experto. El equipo, que vestía de rojiblanco, ganó un mini trofeo local en el
que participaban un total de cinco clubes locales.
CALLEJEANDO
Cabalgata de Reyes
El 5 de enero de 1951 hubo en Granada dos cabalgatas de Reyes, la de
siempre, organizada por el Centro Artístico e integrada por socios de esa
entidad, como venía siendo costumbre desde 1912, que salió de la ya en desuso
plaza de toros del Triunfo y en la que participaron unas 400 personas, y otra
más modesta en la que figuraba una única carroza portando a los tres magos además
de una banda de música, y que partió de Plaza Nueva una hora más tarde para
desembocar en el Hospital de San Rafael, donde descendieron los tres Magos de
Oriente «y
subieron a llevar la alegría de su presencia a
los niños lisiaditos», además de unos cuantos regalos; esta segunda fue organizada e integrada
por los bienhechores de esa obra piadosa, se lee en Ideal.
La víspera de la fiesta de los Reyes Magos, Ideal en un artículo que
firma “X” nos descubre el intríngulis de las famosas y tradicionales subastas
de regalos que tenían lugar en los salones del Centro Artístico de cara a la
cabalgata. Se subastaban todo tipo de objetos donados por el comercio granadino
y por particulares, y con lo obtenido se financiaba la compra de juguetes para
regalarlos a los niños sin posibles, que fue la finalidad principal con la que
nació la cabalgata de Reyes Magos. En cada edición la entidad cultural en los días
previos pedía la colaboración económica de todos los ciudadanos y de las
instituciones públicas, y también la de sus socios artistas para que aportaran
sus obras, por ejemplo, un pequeño apunte con la firma de Apperley, fue
adquirido por alguien por 15 pesetas en una ocasión.
Expone X que estas subastas,
ya con bastante abolengo puesto que venían celebrándose desde hacía casi
cuarenta años, siempre las caracterizó el buen humor y los lances jocosos, y en
ellas abundaban las anécdotas graciosas, por ejemplo: se subastaba un peine de plexiglás
(nombre genérico con el que en aquellos años se denominaba todo lo que estaba
fabricado en plástico), regalo como muchos otros de un comercio granadino, y
después de varias pujas se queda con él por 30 pesetas un señor, pero no acaba
ahí la cosa porque alguien del público ofrece una cantidad mayor para que el
adquirente se peine allí mismo, pero resulta que el que se ha quedado el peine
es calvo por completo, por lo que estallan las carcajadas. Otra: se subasta un
cinturón de niño y una persona ofrece una cantidad, pero a condición de que el
cinturón se lo ponga el subastero Fernández Horques, que es un señor
ampliamente metido en carnes y con una cintura de gran perímetro, el cual
obedece abrochándose el cinturón alrededor del cuello. También se cuenta cómo
en otra subasta de allá por la década de los diez (del XX, claro), otro señor,
todo un prócer de luenga barba al uso de aquella época, sacrificó sus
pilosidades y se afeitó porque alguien había ofrecido por que lo hiciera la muy
enorme suma de 500 pesetas.
Refiriéndonos a la primera cabalgata
que organizó el Centro artístico (esto ya no lo hemos extraído del artículo de
Ideal citado más arriba, pero en los tiempos de Internet es fácil
reconstruirla), en 1912, transcurrió de esta manera: a las diez menos cuarto de
la noche, precedida de abundante cohetería, partió la comitiva desde Campillo
Alto, sede por entonces de la entidad, siguiendo por la acera del café de la
Alameda (plaza del Campillo), Embovedado, Puerta Real, Mesones, Trinidad,
Duquesa, San Juan de Dios y Avenida del Hospicio. Por las calles Mesones y Duquesa
fue apagado el alumbrado público para dar más realce a la cosa y que lucieran
los hachones embreados y bengalas que portaban los de a pie. Numerosísimo
público copaba las aceras durante todo el recorrido para ver el espectáculo,
toda una novedad, reinando la más alegre algarabía. Abriendo marcha iba una
sección montada de la guardia municipal de gala, e inmediatamente el rey
Melchor, jinete en un caballo negro, con corona dorada y manto rojo. El rey
Gaspar venía a continuación de igual guisa, pero luciendo amplia barba blanca.
Y detrás el rey Baltasar perfectamente caracterizado con betún, sobre caballo
blanco y con manto azul bordado, tocándose con una diadema. Todo entre un buen
número de servidores a pie, llevando tres acémilas cargadas con los regalos que
se iban a entregar a los niños, adquiridos por suscripción popular. También figuraba
un camello en el que cabalgaba un personaje ataviado como hebreo, que fue el
centro de las miradas y los comentarios. Cerraban el desfile la banda del
Centro de Gracia interpretando música festiva y más guardias municipales a
caballo.
En el Hospital de San Juan de Dios
fue la primera parada para entregar parte de los juguetes que llevaba el
cortejo con destino a los niños allí ingresados. La segunda, unos metros más
arriba, Asilo de San Rafael, para otro tanto, interpretándose la Marcha Real por
niños internos en el establecimiento utilizando un piano y panderos. Después
siguió la cohorte atravesando el Triunfo hasta hacer su tercera parada frente al
hospicio provincial (el Hospital Real), iluminado con focos para la ocasión. En
la puerta fue la cabalgata recibida por el director del centro y dos diputados
provinciales, «e infinidad de invitados, predominando las señoras elegantes y bellas». El himno tocado
por la banda del hospicio sonó nuevamente y después se procedió a la
distribución de los juguetes, uno a uno, a los huerfanitos asilados. «Niñas y niños
saltaban de gozo y bendecían a los Magos, que les habían llevado la felicidad». La comitiva
regresó por Plaza del Triunfo, Tinajilla, Gran Vía, Reyes Católicos, Príncipe,
Bib-Rambla, Arco de las Cucharas, Mesones, Puerta Real, Embovedado y Campillo,
hasta volver a la sede del Centro Artístico cuando ya eran las doce de la
noche. Todo el séquito que participó luciendo ricos trajes orientales,
así como los reyes, eran socios del Centro Artístico. Ni los propietarios de
las caballerías ni la banda de Gracia quisieron cobrar nada por su
participación. Termina la crónica del evento en el diario La Publicidad resaltando
el enorme éxito de la iniciativa del Centro Artístico, añadiendo que, si para
el año próximo se prepara con más tiempo, arraigará como uno de los festivales
más hermosos y seguramente más simpáticos de Granada.
Junto a columnas de opinión
congratulándose por la pronta construcción (¡¡¡por fin!!!) del ferrocarril a
Motril, ya por entonces una añeja reivindicación granadina (y seguimos
esperando más de un siglo después…), así describen los cuatro diarios
granadinos la primera cabalgata de Reyes que circuló por nuestras calles, el 5
de enero de 1912, por iniciativa de los socios del Centro Artístico, que fue
hasta 1982 el organizador del cortejo, que salió año tras año sin que ni siquiera
en la Guerra Civil se suspendiera. La idea al parecer surgió tiempo antes, en
1908, en una de las tertulias que en sus salones tenían lugar, y ya aquel año
se improvisó una pequeña comitiva que repartió juguetes a los niños pobres,
pero en años posteriores no tuvo continuidad.
Ésa de 1912 es también la primera cabalgata
de Reyes que desfiló en España y de la que copiaron después todas las ciudades
y pueblos e incluso algunos extranjeros, se afirma en determinados trabajos
sobre la cuestión. Sin embargo, otras ciudades le disputan a la nuestra ese
honor, y en la Red se lee que hasta tres localidades habrían tenido su
cabalgata de Reyes ya desde el siglo XIX, una alicantina y las otras dos
barcelonesas: Alcoy (1866), Igualada (1895) y San Vicente dels Horts (1896).
Por otro lado, en la web turística tradicionesyfiestas.com, se afirma
que la cabalgata del pueblo onubense de Higuera de la Sierra es la segunda en
antigüedad de España, tras Alcoy, y la más antigua de Andalucía, cosa que se
puede leer también en otras webs institucionales de la provincia de Huelva. Pero
no hay que darle credibilidad alguna a tal información puesto que a
continuación dan como año del estreno de este tipo de cortejo en ese pueblo el
de 1918.
Sea como fuere, nosotros no vamos a
polemizar sobre cuál es la cabalgata de Reyes más añeja de la Piel de Toro,
pero los que afirman que ese honor le corresponde a la granadina tampoco están
disparatando ya que -al parecer y sin meternos en honduras- esas otras
cabalgatas decimonónicas valencianas y catalanas que le discuten la invención eran
más bien un acto religioso, algo así como el famoso Auto de los Reyes Magos,
de tradicional y antiquísima representación cada 5 de enero en numerosas
poblaciones españolas, o bien consistían en otra cosa distinta del alegre y
cascabelero cortejo con protagonismo principal de la chiquillería que fue la de
aquí a partir de 1912, y que es el modelo de cabalgata que predomina hoy, más
de un siglo después, un modelo que, efectivamente, fue copiado de la nuestra
por otras muchas ciudades españolas y también algunas extranjeras. Aquellas cabalgatas
de finales del XIX y principios del XX serían más solemnes -al parecer-, las de
ahora y desde 1912, más frívolas, pero sin duda también más del gusto de la
gente menuda y los papás.
Últimos coletazos de la guerrilla
En los primeros días de enero de
1951, las calles de la ciudad volvieron a ser escenario de un suceso sangriento
de los que dejan helado a quien lo contempla pues ocurrió a la vista de
numerosos transeúntes. No era la primera vez ni mucho menos que algo similar
ocurría en aquellos años de plomo, y ya se contaba con los antecedentes de las
persecuciones a tiro limpio en plena calle y la muerte de distintos miembros de
la banda de los Quero, a la luz del día y en presencia de testigos: julio de
1945, con la persecución a tiros por el Albaicín de Pedro Quero, muerto dos
días después cercado en una cueva sacromontana; marzo de 1946, cuando la muerte
en el Barranco del Abogado del Modestico y a los pocos días las de El
Palomica y Paco Quero, en pleno centro de la ciudad tras una larga persecución
en la que de rebote murió una persona ajena por completo a lo que se ventilaba;
o como el que supuso último acto de la banda de los Quero, en mayo de 1947, en
una casa del Camino de Ronda, cuando cayeron acribillados Antonio Quero y los
dos que lo acompañaban en una acción en la que participó hasta un helicóptero
militar. El otro Quero, el primero en caer, noviembre de 1944, Pepe, tuvo una
muerte más discreta: en el interior de un comercio al que había entrado para
cometer un atraco. Todos ellos constituyeron sucesos espectaculares que
conmocionaron a la ciudad y fueron largo tiempo recordados y comentados.
Como decimos, en enero de 1951 volvió
a suceder algo parecido aunque no de tanta repercusión, pero desconocemos los
pormenores del hecho, así como la identidad de los abatidos por la fuerza
pública y el lugar de la capital donde ocurrió puesto que sólo disponemos de la
escueta nota del Gobierno Civil que en primera página publicaron los diarios
granadinos el 10 de enero de 1951, según la cual fuerzas de la Guardia Civil
del servicio de represión de bandoleros localizaron a tres individuos y los sorprendieron
a la salida de un establecimiento de bebidas, y tras un breve tiroteo acabaron
con la vida de dos de ellos, resultando herido el tercero, quien falleció esa
misma noche en el hospital de San Juan de Dios. Ése es todo el comentario ya
que era norma dar la mínima publicidad a los hechos de los alzados en armas
contra el Régimen.
Disueltas las partidas del Yatero y
de Ollafría desde hacía cuatro años, cuando sus líderes emigraron
respectivamente a Francia y a Marruecos, y aniquiladas por las fuerzas del
orden las de los Clares y los Quero, también desde hacía años, a las alturas de
comienzos de 1951 se puede decir que la guerrilla entra en su fase de
liquidación. Por esos montes de Dios, sobre todo por la parte de Loja, Alhama y
las sierras fronterizas entre las provincias de Granada y Málaga, aún quedaba
la que se llamó Agrupación, Granada-Málaga, que fue también la partida más
numerosa de todas cuantas actuaron en nuestra provincia y quizá la única bien
organizada y jerarquizada, también conocida por
Agrupación Roberto, alias guerrillero de Juan José Muñoz Lozano, el
máximo dirigente del grupo. Roberto, enviado a España por la dirección del
Partido Comunista de España en el exilio y a las órdenes directas de Santiago
Carrillo, había conseguido aglutinar a las muy numerosas partidas que por esas
zonas se movían cada una a salto de mata y para su bolsa, y desde 1946 actuó
esta agrupación disciplinada y uniformada militarmente y sostenida al principio
por el PCE. Sus integrantes cobraban (si había fondos) 500 pesetas al mes, que
era muchísimo más de lo que podían obtener trabajando en el campo, de donde
provenían la mayor parte de los escapados al monte, y quizá por esa razón nunca
le faltaron voluntarios dispuestos a reemplazar a los caídos.
Pero en 1951 habían cambiado las
cosas bastante. En primer lugar, había cundido el desánimo entre los huidos,
porque estaba ya muy claro que las potencias democráticas no iban a hacer nada
por acabar con el régimen del general Franco, beneficiado del apogeo de la
Guerra Fría, que produjo el efecto de que al dictador se le viera como un
aliado anticomunista y no como una amenaza para la paz. Por esa misma razón, ya
la ONU había revocado su resolución de repulsa hacia España, con lo que
comenzaban a regresar a Madrid los embajadores de todos los países. Por otra
parte, el Régimen había incrementado su lucha contra el maquis en hombres y en
medios, con la llegada del teniente coronel Limia y los Regulares para encabezar
y reforzar a las fuerzas del orden que por la zona actuaban, y esto se tradujo
en un gran aumento de las bajas y la desconexión entre sí de las diferentes
unidades del ejército de Roberto, y al mismo tiempo la pérdida de contacto de
éste con el PCE, donde para entonces se había cambiado la estrategia a seguir
en España y se propugnaba el abandono de las armas.
Como jefe de la comandancia de la
Benemérita de Torrox y destacado adalid en la lucha contra la guerrilla en
aquellos años, encontramos a alguien vinculado con la historia del GCF, el que
entonces era capitán y que años después alcanzaría el generalato, Manuel Prieto
López, a quien Candi impuso la insignia de oro y brillantes del club en 1973
por su labor de mediador en el enquistado contencioso Granada-Valencia, en
aquellos años de efervescente leyenda negra rojiblanca.
Por todo ello, en dos meses Roberto abandonará
la lucha y emprenderá el camino de Madrid para de ahí saltar al exilio, pero en
septiembre de 1951 será detenido sin poder llevar a cabo su huida. Los
distintos tratados que sobre el tema se pueden consultar nos presentan a un
Roberto en sus últimos días, derrotado y colaborador de la Guardia Civil, que
con las delaciones del otrora líder de la guerrilla consiguió acabar por
completo en nuestra tierra con ese quebradero de cabeza.
A pesar de haber cantado de plano y
de haber servido de gran ayuda a las fuerzas del orden, Roberto fue finalmente
fusilado en las tapias del cementerio de San José en febrero de 1953.
Con sábanas y a lo loco
La expedición rojiblanca estuvo
ausente de nuestra ciudad una semana cuando le tocó desplazarse a Canarias para
la devolución de visita al Las Palmas, y en esa semana, enero de 1951, los
diarios granadinos apenas nada publicaron en la sección de deportes. Pero mientras
que los futbolistas estaban -informativamente hablando- desaparecidos, en contraposición, surgieron varios
“aparecidos”, que irrumpieron de pronto en los periódicos granadinos: ¡tres
fantasmas, tres!, que en seguida se convirtieron en el principal tema de
conversación de la ciudad. Uno de los espectros había sido visto en el Realejo,
otro en el barrio del Matadero y el tercero en el bajo Albaicín.
Eran fantasmas urbanos, pero no en el
sentido que le dan ciertos trabajos literarios y sociológicos, o sea, no se
trataba de personas de profesiones modestas y que no cuentan para la sociedad
del éxito, sino que eran ensabanados en la más pura tradición castiza granatensis,
tal como nos los describen algunos relatos de tema local de tiempos de
maricastaña, en los que, por lo visto, existía en nuestra ciudad al menos un
fantasma urbano por barrio. El más famoso fue el Fantasma del Boquerón,
quizá también el primer espanto moderno puesto que además de la sábana
componía el tipo con velas a pilas, y que además, por su considerable estatura,
asustaba de verdad al personal. El duende del Boquerón anduvo a su
antojo por las calles de ese barrio granadino a caballo de los siglos XIX y XX,
y en el tiempo en que desempeñó su oficio de estantigua desvalijó de sus capas
y de todo cuanto llevaran de valor a no pocos noctámbulos y fue una pesadilla
para el cuerpo de serenos y para los agentes de la ley, que nunca pudieron
atraparlo. Algo más de un año estuvo este espectro boqueronil asustando a media
Granada, y desapareció cuando el municipio reforzó el alumbrado callejero (de
gas) y además se creó un nuevo cuerpo de vigilancia urbana, todo según contó el
periodista granadino José Cirre en un artículo publicado años atrás en el
diario Patria.
Sabemos de la existencia de otro que
más o menos por la misma época también gozó de cierta fama y también acumuló un
extenso currículo a base de grandes repullos a desprevenidos transeuntes
noctariegos. Éste se movía preferentemente por la zona de Torres Bermejas y la
Alcubilla del Caracol (así se llamó hasta no hace demasiados años a la parte de
la Cuesta del Realejo más cercana al hotel Alhambra Palace), y era un tontico,
o sea, un disminuido síquico o idiota (así de crudamente se les denominaba en
tiempos en que no existía el concepto de lo políticamente correcto); Joseíco,
que ése era su nombre, se echaba por encima una sábana y se dedicaba a espantar
a cualquier visitante inoportuno a razón de dos pesetas la sesión, que le
entregaban religiosamente unos matuteros por esa zona establecidos mientras
éstos se dedicaban, libres de molestos mirones, a introducir los productos con
los que traficaban: carne procedente de mataderos clandestinos. Esto lo he
extraído de un reportaje aparecido en Ideal en 1963 y que firmaba Antonio
Muñoz.
También fueron famosos en el pasado
distintos fantasmas del Albaicín, sobre los que disertó Pepe Ladrón de Guevara
en su sabrosísimo discurso de ingreso en la Academia de Buenas Letras de Granada
en 2004. En esa charla, Ladrón de Guevara dice que conoció al último fantasma
que hubo en Granada, Paco de nombre y “el tres huevos” de apodo, quien le contó
que su campo de actuación era la zona albaicinera de San Luis, Placeta del
Conde y Aljibe de la Vieja, y lo hacía por encargo a cambio de 15 duros que le
pagaba un señor (de los de comunión diaria, eso sí) para que mantuviera la zona
despejada de curiosos mientras visitaba a su querida: «Todo el mundo
encerrado en su casa. Cagaícos de miedo. Las mujeres, rezando a las ánimas
benditas y encendiendo mariposas para los santos. La gente menuda, debajo de la
mesa camilla, lloriqueando y comiendo boniatos. Los hombres estaban en las
tabernas. Entonces es cuando don Baldomero llegaba liado en su capa española,
embozado y con el sombrero alicaído, que imponía verlo así, y se colaba de
rondón en casa de la Mati, que era como se llamaba la susodicha. […] Pues nada, que mientras ellos se revolcaban a su gusto, yo montaba
guardia en la esquina. Y por allí no pasaba ni Dios. Garantizado. Que se lo
digo yo».
Que sepamos, la última vez que los
diarios granadinos habían informado de la presencia de fantasmas urbanos en
nuestras calles fue en 1939. Así que hacía ya bastantes años que en nuestra
tierra no teníamos un buen ensabanado que asustara al personal en las
tenebrosas y tortuosas calles granatensis nocturnas. El discurso de Ladrón de
Guevara no es desde luego un relato veraz, sino que su intención exclusiva es
claramente la de divertir, pero casi cuadran las fechas ya que estábamos en
1951 cuando reaparecieron esos espantos de última ola y según lo contado por el
tres huevos, aquello ocurrió en 1952.
Por su parte, en El Día en
Granada, de Ideal, Z comenta: «¡Señores, por Dios! ¡Que estamos en la era atómica! ¿No serán féminas
noctámbulas, de esas que van tan monas, con su pañuelito en la cabeza? ¿No será
algún sereno que se haya comprado impermeable de plexiglás? Desde luego, si es
verdad lo de las sábanas, así, para arrastrarlas por la calle, esos fantasmas
son fantasmas de lujo. Seguramente cada uno tiene su “haiga” dispuesto para la
huida en alguna placeta oculta».
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