EL ONCE FANTASMA

Pedro Escartín bautizó al Granada CF (el Recreativo Granada) con el apodo de "Once Fantasma" cuando este club era un recién llegado a la competición pero ya andaba codeándose con equipos de solera y aspiraba a lo máximo.
En este libro se narran las vicisitudes por las que atravesó el Recreativo en sus cinco primeros años de existencia y también se recogen los sucedidos ciudadanos más impactantes de aquella época revuelta que fue la de la II República.
En la foto de cabecera se ve al Recreativo que se enfrentó al Gimnástico de Valencia en el campo madrileño de El Parral, 21 de febrero de 1934. De pie: Sosa, Tomé, Calderón, Luque, Itarte, Carrera, Victorio y Tabales; agachados: Gomar, Morales y Herranz.
Para adquirir un ejemplar firmado y dedicado por el autor (20 €), dirigirse a
jlramostorres@gmail.com


Historia del Granada CF



lunes, 29 de agosto de 2022

SERRANO SE VA PERO SE QUEDA

 

López Font vuelve a ser presidente, pero sólo por unos pocos días

 

Dimite Joaquín Serrano

            La temporada futbolera 51-52 se inicia con la entrevista al presidente Joaquín Serrano que publica Ideal el 11 de julio. En ella Serrano dice que el club se halla en una situación crítica en la parte económica y que lo que se recauda de los aficionados es notoriamente inferior a sus aspiraciones deportivas y a la categoría de Granada como ciudad, «no se puede tener un equipo de primera con ingresos de tercera». Se necesitan urgentemente –continúa Serrano- las aportaciones de al menos 1.500 socios para poder cerrar los fichajes que se tienen en cartera, imprescindibles para afrontar una temporada que se presenta especialmente difícil ya que la mitad de los equipos bajarán de categoría al estar prevista la reducción de la segunda a un solo grupo. También dice que todo lo que hace es por amor al Granada, y que le da lo mismo ser presidente que conserje en el club, estando dispuesto a ceder su cargo a quien venga con soluciones.

            Cuando Ideal publica esa entrevista a Serrano, está muy viva en el otro periódico de la capital, Patria, una larga controversia en la que aficionados de todo tipo se pronuncian a diario acerca de la conveniencia o no de que la actual directiva dimita y deje paso libre a otros. En ese contexto, a mediados de julio el presidente Serrano convocó a los antiguos presidentes y aficionados notables a una reunión en la sede del club, de la que debían salir soluciones, en especial, la de disponer pronto de una cantidad cercana a las 400.000 pesetas que se estimaban necesarias para liquidar a jugadores y técnicos de la temporada anterior y a la vez poder fichar jugadores para la que acababa de empezar.

A esa reunión acudieron Martín Campos, Becerra Entrambasguas, López de Haro, López Font y José Carmona, éste como delegado de la Federación Andaluza, a los que expuso Serrano que la temporada recién terminada había arrojado un déficit cercano a las 300.000 pesetas, y que la deuda global del club ronda ya el millón, a pesar de que en la entrevista a que nos referimos más arriba había declarado que la deuda del club había disminuido gracias a sus gestiones. Los reunidos decidieron conceder al presidente Serrano González un plazo de tres días, como éste solicitó, para ultimar las gestiones que ya venía realizando de cara a la resolución definitiva de los problemas económicos y deportivos y para la confección de una nueva junta directiva, puesto que en esos momentos habían dimitido todos los que la componían. Pasado ese plazo volverían a reunirse.

            Transcurrido el plazo de tres días, el 19 de julio de 1951, volvieron a reunirse los ex presidentes con el actual, pero de esta nueva reunión lo único que salió fue la dimisión de Joaquín Serrano González, quedando por tanto el club regido por la junta de ex presidentes, también llamada junta consultiva.

            A los pocos días la prensa local recogía unas nuevas declaraciones del dimitido presidente en las que decía que la mejor solución a la necesidad inmediata de monetario sería que cada ex presidente adelantara 50.000 o 60.000 pesetas, porque el inicio de la parte deportiva de la nueva temporada se echa encima y no se cuenta con jugadores ni entrenador, y esperar a la constitución de una nueva directiva y que ésta después reúna el dinero necesario y haga los fichajes retrasaría más aún la cosa. Lo aportado por cada cual sería devuelto con los primeros ingresos que se recaudaran. No pareció calar en los demás componentes de la junta consultiva la propuesta del dimitido presidente y no se volvió a hablar de la cuestión.

 

Manuel López Font presidente fugaz

            Lo que sí que hicieron los ex presidentes fue dirigirse en demanda de ayuda al gobernador civil, Servando Fernández-Victorio. Sin duda los componentes de la junta se acordaron de que ya en 1945 otro gobernador civil, Fontana, el antecesor del actual, solucionó con su mediación otro vacío de poder que en aquellas fechas y con el equipo recién descendido se produjo. A la reunión en el Gobierno Civil con Fernández-Victorio acudieron los ex presidentes y también algunos notables del granadinismo, y en ese acto quedó designado el nuevo presidente del Granada, Manuel López Font, quien ya lo fuera de 1945 a 1947. En el texto de la noticia que da Ideal se lee que a López Font lo eligieron los presentes, pero más parece que fue una propuesta del gobernador a la que los demás se adhirieron. Precisamente la misma persona que designó en 1945 el ex gobernador Fontana.

En primera instancia el nuevo presidente trató de declinar el nombramiento, pero acabó aceptando e inmediatamente nombró a sus vicepresidentes: Luis Gómez López, Ángel Caballer Rodríguez y Juan Alonso Roda, así como la figura del secretario, cargo que recayó en la persona del eterno Paco Cristiá. Acto seguido, el delegado de la Federación, José Carmona Ros, comunicó a Sevilla el nombramiento. En el mismo acto se nombró presidente del Recreativo: Luis Moreno Molina.

            Lo primero que hizo el nuevo presidente fue, en unión de su secretario, revisar los contratos de los componentes de la plantilla, sacando la conclusión de que se necesitaban en esos precisos momentos 400.000 pesetas para renovar esos contratos, una cantidad que no englobaba lo necesario para nuevos fichajes. Reunidos nuevamente los designados, manifestaron a la prensa que si en 48 horas no se lograba reunir esa cantidad, pondrían sus cargos a disposición de la Federación. Efectivamente, dos días después, a últimos de julio, seguía sin solucionarse nada, así que presentaban su dimisión todos los recién nombrados, quedando nuevamente sin gobierno el Granada.

            Desde la fundación del club, prácticamente no hubo ejercicio en que la mala situación económica no lastrara su marcha. La más grave crisis hasta el momento se había producido en 1936, pocos días antes del comienzo de la Guerra Civil, pero esa crítica situación fue salvada precisamente por el estallido de la contienda y los consiguientes tres años de inactividad, que ayudaron a que la situación fuera muy distinta cuando en 1939 el club volvió a la competición. Pero esta crisis del verano de 1951 acababa de desatarse en toda su crudeza y amenazaba de forma directa la propia subsistencia a corto plazo del GCF ya que la Federación, además de la drástica reducción de equipos en categoría nacional, había dictado recientemente una norma según la cual los clubes que a 12 de agosto no hubieran satisfecho lo debido a sus jugadores y a la Federación, serían excluidos sin más. Para más inri, estaba a punto de quedarse el club sin su local de oficinas ya que el presidente Serrano antes de dimitir había suscrito un acuerdo para trasladar la sede del club a un piso en Acera del Darro, teniendo previsto abandonar su sede de Recogidas 6 el último día de julio, pero como finalmente no se hizo el traslado, el propietario de la sede antigua exigía el cumplimiento de lo acordado por escrito, esto es, que el Granada dejara libre el local de Recogidas. Las partes consiguieron ponerse de acuerdo y el Granada siguió teniendo como sede social el mismo local en bajo de la calle Recogidas.


Jiménez Callejas y Joaquín Serrano, presidentes del Recreativo y del Granada


Vuelve Serrano

            La situación de desgobierno quedó pronto resuelta tras la renuncia de López Font, ya que a los pocos días Joaquín Serrano volvió a ocupar la presidencia y enseguida designó a sus colaboradores más directos: Ángel Caballer Rodríguez, Pedro Graciani Brazal y José Bailón Verdejo, vicepresidentes; tesorero, Fernando Bex Cascales; secretario, José Quesada Pomares. Destaca la presencia en la directiva por primera vez de José Bailón, futuro presidente y hombre muy importante en la historia del club. También es de destacar el nombramiento como vocal del ex del Once Fantasma Miguel Herranz, que ocupará el cargo de delegado de campo. Como presidente del Recreativo fue nombrado otro antiguo directivo, Francisco Jiménez Callejas. También es de destacar la presencia como tesorero del eterno socio número uno y fundador del club: José Amigo Vico. La nueva directiva se puso manos a la obra de inmediato y consiguió liquidar las deudas con los futbolistas de la anterior plantilla, con lo que todo (al menos lo más urgente) pareció quedar resuelto.

            En entrevista para Ideal el flamante presidente del Recreativo, Francisco Jiménez Callejas, declaró que los objetivos del filial eran, en primer lugar, liberar el campo de Los Cármenes (recordemos que cuando se compraron los terrenos éstos se escrituraron a nombre del Recreativo Granada, denominación por entonces del Granada CF) para ofrecerlo al Granada libre de cargas y completamente a su disposición; mantenerse en tercera; y no renunciar a jugar liguilla de ascenso. Al filial le ocurría lo mismo que al primer equipo ya que la reestructuración de la segunda y la tercera perseguía reducir el número de clubes de esas categorías a la mitad, así que mantenerse en la categoría era aún más difícil que para el primer equipo porque aun realizando una buena campaña deportiva, podía verse arrastrado al descenso si el Granada descendía.

 

Cholín será el entrenador 51-52

            Consecuencia inmediata de esta situación de impasse fue que el entrenador que había quedado contratado antes de terminar la anterior temporada, Emilio Vidal, quedó por completo desligado del Granada al no habérsele satisfecho las cantidades que en su momento se acordaron. El técnico se encontraba en Sabadell desde mayo y gracias a sus gestiones se habían cerrado ya dos fichajes: Álvarez y Santi (ambos acabarán jugando en el Recreativo y no llegarán a debutar de rojiblanco en partido oficial), y también había dispuesto antes de marcharse que determinados futbolistas del filial pasaran a figurar como profesionales de la primera plantilla.

            La fecha que en principio estaba prevista para el inicio de los entrenamientos era el 10 de agosto, pero ese día se acercaba y el Granada seguía sin entrenador. En la prensa se barajaron los nombres de José Espada, que acababa de quedar libre en el Alcoyano, al que no había podido salvar del descenso a segunda, y también volvió a sonar el nombre de Emilio Vidal, que habría vuelto a comunicarse con el club y demandar la firma de un nuevo contrato, pero sus exigencias económicas fueron demasiado elevadas. Finalmente, la recién instaurada directiva se decidió por Cholín, libre después de su aventura al frente del Jaén, quien se ofreció desinteresadamente, siendo aceptado su ofrecimiento y prometiéndole una compensación monetaria al terminar la temporada.


Ríos y Toto oyeron cantos de sirenas y se despidieron a la francesa

Espantá de Toto y Ríos

            Mientras el primer equipo se hallaba sumido en una profunda crisis institucional y económica que ponía dudas acerca de su continuidad, el filial, el Recreativo, comenzó a primeros de agosto su preparación de cara a la inminente temporada, con su entrenador, Manolo Ibáñez, a la cabeza. La “bomba” estalló cuando los recreativistas Toto y Ríos, recientemente enrolados como profesionales en la primera plantilla y firmes promesas locales, se marcharon para probar en la Orensana, de segunda grupo norte, que –se dijo- les ofrecía 100.000 pesetas por dos temporadas. Resulta que ambos habían suscrito un contrato con el Granada, pero sin estar todavía diligenciadas las fichas, circunstancia que aprovecharon para este segundo fichaje, mucho más sustancioso que el que el Granada les ofrecía. La directiva al día siguiente insertó en los periódicos locales una nota en la que decía que se había enterado de la marcha de los dos jugadores por la prensa puesto que éstos habían llevado en secreto toda su negociación, y terminaba su comunicado oficial diciendo que no se sentían responsables de la falta de cariño de los dos canteranos por el club que los hizo jugadores ni de su falta de seriedad, y que su concurso habría sido muy estimable, pero no imprescindible.

Toto, a los pocos días de su marcha volvió todo compungido al no superar la prueba a que fue sometido en Orense. En ese momento dijo que se marchaba al Murcia para jugar en su filial, el Imperial, y días después que ficharía por el Almería, de tercera, rival del Recreativo, pero lo cierto fue que a mediados de septiembre estaba en Granada y cuando ya había alcanzado acuerdo para enrolarse de nuevo en el filial, volvió a arrepentirse y a dejar plantada a la directiva ahora para fichar por el Hércules, rival del Granada en el grupo sur de segunda, con quien dijo que debutaría el siguiente domingo. Pero, claro está, todo eran fantasías del carácter díscolo de este jugador y antes del fin de esa semana ya estaba de nuevo de vuelta, pero ahora con la actitud enemiga de las directivas del Granada y del Recreativo, que pronto manifestaron que ya no cabían más negociaciones con este jugador. No obstante, al poco tiempo y en vista de que filial era farolillo rojo tras jugarse la tercera jornada, la directiva se volvió atrás y fue reincorporado Toto al Recreativo, ahora con ficha nuevamente amateur, debutando como ariete en el partido de la cuarta jornada, jugado en Tánger contra el Maghreb.

En cuanto al otro huido, Ríos, éste sí convenció en su prueba en Orense y allí quedó fichado por tres temporadas a razón de 125.000 pesetas, perdiéndose así uno de los canteranos que mayores esperanzas levantaba. Pero tampoco se puede decir que le fuera de perlas en tierras gallegas porque al finalizar esta temporada se publicará en prensa que de lo prometido nada, y que el jugador andaba en pleitos para intentar cobrar lo mucho que le debía la Orensana, equipo que acabó tercero por la cola y descendido a tercera. Al menos su aventura gallega le sirvió para darse a conocer y así en la temporada 52-53 fichará por el Coruña, de primera, donde militará dos años. Tiempo después, en la 55-56 volverá por fin a su tierra y jugará de rojiblanco.


Bosque y Felipe Martín, fichajes que jugarán más bien poco


Fichan Bosque, Pérez y Felipe Martín

            La crisis vivida en el club en el verano de 1951 hizo que bien avanzado el mes de agosto aún no hubieran comenzado los entrenamientos de la primera plantilla y sólo se habían realizado dos fichajes, Álvarez y Santi (que sólo jugarán en el Recreativo y el primero no llegará a terminar la temporada siendo dado de baja en febrero), ambos recomendados por el que iba a ser entrenador, Emilio Vidal. Los primeros fichajes de la nueva directiva llegaron el 16 de agosto, el mismo día en que se realizó la primera sesión de entreno a la que apenas se presentaron ocho futbolistas: recomendado por Paco Mas, Bosque, un extremo catalán ya bastante veterano procedente del Igualada y que sólo jugará unos pocos partidos en el Recreativo y no llegará a completar la temporada al rescindir contrato a finales de enero. Este Bosque a medias con su compañero Álvarez abrieron un bar en nuestra ciudad, donde se encontraban de maravilla, según propias manifestaciones, a pesar de no jugar ni por casualidad.

Otra incorporación fue la de Pérez, medio procedente del San Andrés, también catalán, que sí será titular en la temporada a punto de arrancar, fichado por un año. Al día siguiente se presentó a prueba Felipe Martín, del Huelva y antes del Ferrol y del Gerona, otro medio (éste recomendado por Trompi), sevillano de nacimiento, que fichó por dos temporadas.

 

Renueva Mas y se van Sosa y Méndez

            Por otra parte, Mas, ya regresado de sus vacaciones catalanas, que había quedado en libertad al terminar su contrato, renovó por el Granada en blanco por un año. Mas fue esta temporada el único de la plantilla rojiblanca que todavía quedaba de primera ya que Sosa al terminar su compromiso recibió la carta de libertad y se fue -muy a su pesar puesto que se había ofrecido para ser incluido en el Recreativo- a Cartagena, donde fichó.

Otra muy sensible baja fue la de Méndez, quien seguía con ficha de amateur, condición que le dejaba plena libertad para gestionar su futuro, por lo que ante una muy sustanciosa oferta del Málaga, recién descendido de primera, no se lo pensó demasiado y a La Rosaleda se marchó. Gran torpeza la de la directiva fue dejarlo marchar puesto que, siendo una de las piezas más codiciadas de la plantilla rojiblanca por el que se podía haber obtenido un buen traspaso, lo dejaron ir sin nada a cambio; muy a última hora se le había ofrecido un buen contrato, pero por una sola temporada y sin ser calificado como profesional, de manera que el buen defensa se hartó de las largas de la directiva y de la promesa incumplida del regalo de una moto y suscribió contrato como profesional por tres temporadas por el Málaga, que hacía tiempo que lo pretendía.


Lamentable es la baja de Méndez, que se marcha al Málaga sin dejar ni un duro en caja


Muchos a prueba

Un sinfín de futbolistas vinieron a prueba en la pretemporada sin llegar a fichar. Otro futbolista catalán, Bosch, medio del Mataró, viajó hasta Granada, pero se marchó por donde había venido por no querer ser sometido a prueba; este Bosch será finalmente jugador rojiblanco, pero dos temporadas después, en la 53-54.

Con varios de los que habían venido a probar jugó el Granada su primer partido de pretemporada, en La Victoria de Jaén, de donde salió derrotado 5-4. A su término el míster Cholín fue muy crítico con los que componían el equipo y no tuvo pelos en la lengua para manifestar ante la directiva que el equipo necesitaba urgentemente un defensa central (acababa de marcharse Méndez al Málaga) y otro izquierdo, y además toda el ala derecha completa si se quiere hacer en la liga un mediano papel, lo contrario es tener engañada a la afición, y que con este equipo hay que descartar por completo alcanzar los puestos de liguilla de ascenso, todo lo contrario: no hay garantía alguna de poder conservar la categoría ante la drástica reducción prevista. Y esto lo decía el míster cuando apenas faltaban diez días para el comienzo de la liga. Lamentablemente llevaba toda la razón en sus apreciaciones.

Oyendo las peticiones de Cholín, a los pocos días fichó Ortega, extremo derecho que procedía del Cieza y que en sus primeros entrenamientos causó una muy positiva impresión pero que apenas jugará ocho partidos por una grave lesión en la tercera jornada y pese a haber firmado por dos temporadas sólo estará la presente.

Antes de terminar la semana vinieron tres más a prueba, los tres muy jóvenes y sevillanos: Miro (Casimiro Sánchez, aunque la prensa granadina lo llama Miró), un interior fichado del Coria y cedido por el Sevilla que se quedará y jugará poco de rojiblanco; Japón II, un lateral izquierdo que también fichará pero sólo jugará en el Recreativo; y Leoncito, interior izquierdo también cedido por el Sevilla, que no alcanzó acuerdo económico y al día siguiente por donde vino se marchó para no volver sin haber siquiera vestido de corto rojiblanco.


Otro fichaje 51-52 que apenas jugará, Miro


Otto, ese dolor

En la plantilla del Granada 51-52 figuraba el húngaro Otto quien, como sabemos, fichó la temporada anterior por ésa y la siguiente. Fiel a su pobrísima trayectoria como rojiblanco, antes de que empezara a rodar en serio el balón volvió a lesionarse (o eso decía él) en el segundo o tercer entrenamiento del verano y ya no hizo más pretemporada. La directiva, enfadada porque el jugador eludía someterse a algún tipo de prueba médica que confirmara su baja, barajó en primera instancia poner en conocimiento de la Federación la irregular situación del húngaro después de hablar directamente con el interesado. Éste expuso a la directiva que era su intención marchar a Barcelona para ser operado de su menisco izquierdo por el doctor Cabot, a lo que el club contestó que ya había sido reconocido por un médico local que dijo que no tenía tal lesión, y que tendría que someterse a un nuevo reconocimiento y en caso contrario se adoptarían medidas. Ese nuevo reconocimiento lo llevó a cabo otra vez el médico de la mutualidad, quien volvió a decir que Otto no padecía la lesión que pretextaba, con lo que se acordó someterlo a otro reconocimiento, ya definitivo, que nuevamente volvió a arrojar resultados negativos, así que el club por mediación de Cholín pidió a Otto que solicitara la carta de libertad, pero el magiar contestó que él quería cumplir su contrato con el Granada, y a los pocos días volvió a los entrenamientos, aunque en principio sin tocar balón.

Pero para cuando el húngaro se decidió a tratar de recuperar la forma física ya el Granada había puesto el caso en conocimiento de la Federación, subrayando su escasísimo rendimiento desde su llegada y la vida licenciosa y desordenada que el húngaro llevaba, así como los mil pretextos inventados para no entrenar, pidiendo la anulación del contrato. Otto por su parte, finalizando septiembre, también se dirigió a la Federación reclamando la prima de fichaje de la presente temporada (35.000 pesetas) más los sueldos de los dos últimos meses. El Granada CF hizo saber al delantero que no recibiría ni un céntimo del club hasta que la Federación no emitiera un dictamen.

Por fin, jugadas las tres primeras jornadas, se anunció que el míster Cholín volvía a contar con el húngaro y que éste jugaría en el siguiente partido después de haber perdido ¡doce kilos! La prensa local hizo un llamamiento a la afición para que ésta no se cebara con el delantero y que no lo desanimara con burlas y chanzas. Pero el voto de confianza solicitado por la prensa pronto, muy pronto, quedó en nada. En el primer minuto del partido de la cuarta jornada en el que el Granada ganó por la mínima al Salamanca, el húngaro, sin que nadie lo tocara, empezó a dar cojetadas para retirarse inmediatamente del terreno y dejar al equipo en inferioridad. En la segunda parte reapareció, pero apenas tocó el balón cuatro o cinco veces. Y ahí se acabó definitivamente Otto. Ya nunca más volvió a ser alineado de rojiblanco, ni siquiera en un amistoso. Pero no se marchó, nada de eso, por lo visto aquí se encontraba muy bien y se quedó hasta finalizar su contrato y no perdonó ni una gorda.

Durante la temporada volverá de vez en cuando a aparecer en los medios su nombre, pero nunca en una alineación rojiblanca sino para dar cuenta de sus cuitas. Así, finalizando el mes de octubre, los periódicos locales informan que Otto ha viajado a Sevilla para ser operado por el doctor Leal, médico de la Mutualidad de futbolistas, pero casi dos meses después, ya bien metidos en diciembre, aún no se había marchado. Finalmente fue operado en Navidad y a primeros de enero, ya en 1952, volvió a Granada para restablecerse. Incorporado a los entrenamientos, llegó a barajarse su posible alineación en el partido del Granada en Córdoba, a mediados de febrero, pero no estaba todavía en condiciones de reaparecer. Después se habló de su posible inclusión en el once que se había de enfrentar al Mallorca, pero nada. Y ya a mediados de marzo, cuando faltaban por disputarse sólo cuatro jornadas, hubo de viajar nuevamente a Sevilla para ser de nuevo visto por el médico de la Mutualidad al habérsele producido un derrame en la rodilla operada. Terminada la temporada y con ella su contrato, fuese por donde había venido y así acabó la tormentosa relación de este húngaro que no dejó precisamente un buen recuerdo en nuestra tierra.


Su compañero Licker se ha marchado, pero continúa Otto, ese dolor


Morales árbitro de segunda. Presentación de las dos plantillas

El ex del Recreativo de los años treinta, el Once Fantasma, Morales, convertido desde 1941 en el colegiado Antonio Rodríguez Morales, consiguió en esta temporada ascender a segunda división. La directiva del Recreativo acordó premiarlo con una medalla de oro de la Virgen de las Angustias, que le fue impuesta antes de comenzar el partido de presentación de las dos plantillas ante la afición, a comienzos de septiembre, que el propio Morales arbitró.

Igual que la temporada anterior, una semana antes de echar a andar la liga Granada y Recreativo se presentaron ante la afición mediante un amistoso entre ambos equipos en el que todos los asistentes debían pasar por taquilla. Ganaron los de rojiblanco 4-0, pero tanto en el primer equipo como en el Recreativo actuaron mezclados los componentes de una y otra plantilla. En la primera mitad jugó de rojiblanco a prueba Japón I, hermano del lateral izquierdo que también actuó a prueba (Japón II), veterano defensa central de 34 años que después de pertenecer a un sinfín de equipos quedó fichado. Lo mejor fue ver la completa recuperación del delantero Chaves, el mejor atacante de que disponíamos, lesionado de larga duración la temporada anterior. Por su parte, el Recreativo se presentó como un cuadro casi totalmente renovado y en el que faltaban elementos importantes en su alineación en temporadas anteriores, como el medio defensivo Montilla y el extremo Ros (ambos ya habían debutado en el primer equipo), que se habían marchado al Cuenca, de tercera, bajo las órdenes del míster Floro.

Sobre el nuevo Granada coinciden las crónicas en que lo mejor del equipo parece ser la media y que se cuenta con un conjunto discreto y sin grandes ambiciones pero que puede dar juego a lo largo del campeonato cuando todos se acoplen y el míster dé con los hombres idóneos. Como consecuencia de este partido y por indicación del míster Cholín, los jugadores de la primera plantilla Requena, Santi, Japón II, Bosque, Botella y Álvarez, pasaron a reforzar la plantilla del Recreativo en calidad de cedidos.


Antonio Rodríguez Morales, árbitro de segunda


Candi quiere volver

El portero Candi, marchado al Zaragoza al finalizar la temporada 49-50, quería volver a nuestra tierra y en su nombre estuvo negociando con el Granada su hermano. La prensa llegó a publicar que existía acuerdo con la directiva y que seguramente ficharía. No obstante, a los pocos días quedaron rotas las negociaciones y Candi no fichó porque –se dijo- le parecieron poca cosa las 60.000 de ficha que el club le ofreció frente a las 100.000 que pedía. Pero dos semanas después volvieron a restablecerse las negociaciones e incluso Candi participó en varias sesiones de entrenamiento del Granada. Al final no se reincorporó, pero no pasará mucho tiempo para volver a verlo en Los Cármenes.

 

 

CALLEJEANDO

 

 

Ya no vale la caraba

            A mediados de agosto de 1951 fueron retiradas de la circulación las populares monedas de 25 céntimos (un real), hechas de níquel y con un agujero en medio que sirvió para que algunos diseñadores domésticos las aprovecharan engarzándolas como adorno kitsch en cinturones y todo tipo de complementos. Las más antiguas databan de mediados de la década de los veinte y fueron puestas en circulación por la dictadura de Primo de Rivera. Recibían el nombre popular de “caraba” porque en una de sus caras aparecía una carabela. Según se dice, al principio no tenían su característico agujero central, pero hubo que añadírselo porque se confundían con facilidad con otras de distinto valor. El alto precio que había alcanzado el níquel a principios de los cincuenta fue la causa de su retirada de la circulación ya que su valor intrínseco había superado al nominal.

 

Buscando tesoros

            Actividad penibética por excelencia, más de tiempos pasados que de ahora, ha sido desde antiguo la búsqueda de tesoros ocultos. Hasta hace relativamente poco se podía ver a gentes apostadas en las riberas del Darro entregadas a la tarea de cribar las arenas tratando de encontrar un oro que tacañamente ofrecía el caudal, pero consta que la del escudriñe del Dauro persiguiendo riquezas es una industria milenaria. Era una labor de hormiga que requería muchas horas y que rara vez sacaba de la miseria a los pacientes esforzados del amocafre y el cedazo.

Otro tipo de buscadores de oro de no tanta constancia como los anteriores y que iban más bien a la caza del rápido enriquecimiento, también abundaron en este solar penibético; armados de pico y pala eran capaces en poco tiempo de dejar como campo de minas un monte o una huerta al aparecer en las inmediaciones, casualmente o de propósito, un puñado de monedas o joyas escondidas por nuestros antepasados. Y es que, en nuestra tierra, en siglos pasados, musulmanes y judíos fueron víctimas de pogromos y expulsiones en más de una ocasión, y se vieron obligados a huir a toda prisa sin poder llevar consigo los objetos de valor que poseían. De esta manera numerosas fortunas quedaron enterradas o emparedadas por sus dueños con la esperanza de en el futuro poder recuperarlas.  

            Sin ir más lejos, en las obras de apertura de la Gran Vía a principios de siglo, aparecieron en distintos puntos varios pucheros llenos de monedas y joyas del tiempo de los moros. Pero para tesoro de valor incalculable el que se encontraron los albañiles que procedían a abrir las zanjas para los cimientos de una casa lindera al ábside de la Catedral en 1904, según refiere Gabriel Pozo Felguera en un artículo aparecido en El Independiente de Granada. El propietario de la casa que se construía era Nicolás García Ruiz, quien tiene una vinculación importante con la historia del Granada CF puesto que fue el vendedor de las dos hectáreas de olivar en la Casería de Muriel donde después se levantó el campo de Los Cármenes, aunque en esa venta actuó como apoderado de su esposa, Angustias Alva Romero, que era la propietaria de la finca. Según cuenta Pozo, en las excavaciones se toparon con una olla de barro vidriado en la que había unas 600 monedas de Al Andalus, pero como estaban cubiertas de polvo y tenían adherido un barrillo parecían no tener gran valor, así que en un primer momento se vendieron una a una a los que por allí pasaban por el precio de un real (25 céntimos de peseta). Cuando quisieron acordar, al descubrir que se trataba de monedas de oro, sólo se pudo recuperar una tercera parte del tesoro.


Recorte de Ideal con cuatro de los expedicionarios al túnel del Darro

            La búsqueda de otro tesoro mucho más modesto fue noticia en plena canícula, julio de 1951. En la breve sección de curiosidades que se titulaba “Casos y cosas” y aparecía en la última página del diario Ideal se había publicado la siguiente nota: «Un matrimonio extranjero disputaba agriamente en el Embovedado, frente al hotel Victoria. De pronto, la señora se quitó una sortija de la mano y la entregó al caballero. El caballero, con gesto despectivo, tomó el anillo y lo tiró por uno de los respiraderos del Darro situados junto a la parada del tranvía en ese punto del Embovedado». Ese comentario de Ideal dio pie a la organización de varias expediciones a la búsqueda del presunto tesoro bajo la bóveda del Darro. Presunto, porque en realidad la noticia no decía que la sortija fuera de oro o tuviera gran valor.

El mismo diario un mes después (en verano normalmente no hay muchas noticias que comunicar) entrevistaba a los componentes de una de esas expediciones, formada por cinco animosos muchachotes de la Plaza de la Trinidad que respondían a los alias de el Malamaera, el Carpantas, el de Liria, el Gorila y el Cojo, todos rondando los veinte años de edad y de profesión mozos de cuerda o betuneros.

            Los expedicionarios contaron que habían entrado por el puente del Genil, o sea por la desembocadura del Darro, llevando una linterna y un aro de goma; con la goma, a la que pegaron fuego, alumbraban el camino, y con la linterna buscaban el anillo. Decidieron organizar la expedición al enterarse por las noticias del Ideal, que el Cojo compra todos los días para que sus clientes se entretengan mientras él lustra los zapatos.

            Previa suelta de un papel por el mismo sitio donde había desaparecido la sortija, para orientarse, entraron a las seis y media de la tarde y salieron pasadas las nueve de la noche en la más completa oscuridad al haberse agotado las pilas de la linterna y consumido por completo el invento de la goma. Recorrieron todo el cauce cubierto dos veces. Dicen que se despistaron y salieron por Santa Ana, pero volvieron a su labor rastreadora y acabaron su periplo por donde lo habían empezado. ¿Y qué encontraron? Pues ¡naaaa….!, dicen todos a coro, sólo unas cuantas ranas y varios gatos muertos.

            En este punto del relato se desata la sospecha porque -dicen los entrevistados-, el Cojo, que no los acompaña en su visita a la redacción de Ideal, el día de la andanza darrianesca no tenía ni una gorda y pidió prestado un duro para poder llevarle a su mujer una media nocturna (que explican que consiste en media hogaza de racionamiento), y desde hace dos días no se le ve el pelo por la Plaza de la Trinidad, de lo que deducen que a lo mejor él se encontró la sortija y se la guardó sin dar participación a sus conmilitones.

            Para terminar, afirman que no sintieron miedo en ningún momento, y que al que responde al alias de “el Gorila” se le perdieron las alpargatas y tuvo que completar la jornada calzando unos zapatos viejos de mujer que encontraron, unos zapatos de tacón que ha tenido puestos varios días hasta cambiarlos por unas alpargatillas. Toda una aventura la de estos jóvenes a la busca de un tesoro menor que seguro que no los habría quitado de trabajar, pero sí que hubiera aliviado sus hambres.


Gallego Burín ha sido nombrado director general de Bellas Artes y deja la alcaldía, recorte de Ideal


Gallego Burín Director General de Bellas Artes

            La noticia de más calado que produce el verano de 1951 es el nombramiento de Antonio Gallego Burín como nuevo director general de Bellas Artes, y esto sucedía el mismo día en que Manuel López Font accedía por segunda vez a la presidencia del Granada CF, el 27 de julio de 1951. El Consejo de Ministros de esa fecha decretó el nombramiento de diversas personalidades del Régimen como altos cargos ministeriales, entre ellos el que atañe al alcalde de Granada desde 1938, desde los tiempos de la Guerra Civil, con el paréntesis de un año (entre octubre de 1940 y noviembre de 1941), en que desempeñó las funciones de gobernador civil de la provincia (contra su voluntad, según manifestación del propio Gallego Burín), volviendo a la alcaldía de la capital al ser relevado de su cargo provincial. No obstante, su cese al frente de los destinos municipales no será instantáneo y seguirá ocupando el sillón de la Plaza del Carmen en funciones algo más de un mes.

            El último día de agosto, en pleno extraordinario en la casa consistorial presidido por el gobernador Fernández-Victorio, cesaba oficialmente Gallego Burín como alcalde. En el mismo acto le fue impuesta la medalla de oro de la ciudad a Manuel Gómez Moreno, el académico granadino que ya ocupó la dirección general de Bellas Artes (entre 1930 y 1931), de 81 años de edad. Un almuerzo de homenaje en el Parador de San Francisco le ofrecieron sus compañeros de corporación, seguido de visita a la Virgen de las Angustias para depositar a sus pies su bastón de mando como despedida. Al día siguiente partió para los madriles.

El día anterior había sido agasajado por las primeras autoridades provinciales, también en el parador de la Alhambra, donde concedió una entrevista para Ideal en la que manifestaba que en el día de su partida «tengo una murria que no veo», y que se sentía como la planta que se arranca de raíz de su tierra, porque si Granada es difícil olvidarla cuando se ha visto una vez, cuando se ha vivido siempre en ella lo difícil se hace imposible. El paisaje, la luz y el sonido de Granada son un veneno que, se vaya donde se vaya, siempre quedará en nuestra alma. Porque Granada es única en el mundo, y conviene que los granadinos en su abulia nunca lo olviden y siempre sea así, añade el alcalde saliente. Sobre los granadinos dice Gallego que somos el espíritu de la contradicción, siendo nuestra mejor virtud un sentido de trascendencia en todas las cosas, y la cualidad más acusada es la inteligencia clara, aguda, abierta a todo lo que tiene sentido universal; claro que esa misma cualidad, según Gallego Burín, lleva al peor defecto de los granadinos: creerse estar siempre de vuelta de todas las cosas.


Antonio Gallego Burín

            Como lo más importante de lo hecho en su mandato señala Gallego que ha sido devolverle a Granada el rango y el tono que le corresponde, así como el importantísimo logro que significa que por fin se haya resuelto el problema de las aguas potables y del alcantarillado.

En la entrevista manifiesta también Gallego Burín un dato poco conocido: dos antepasados suyos por vía materna ya fueron alcaldes de Granada. El primero fue Francisco Sánchez Gadeo, su tatarabuelo, corregidor en tiempos de Fernando VII (entre 1814 y 1815). El segundo, su bisabuelo, Manuel Sánchez-Gadeo y Subiza, hijo del anterior y alcalde entre 1846 y 1847, que fue el que mandó hacer los ya desaparecidos jardinillos del Triunfo. Seguramente (esto no lo dice en su entrevista), uno de los dos es el que da nombre a la callejuela del bajo Albaicín, afluente de la calle Elvira, denominada Cobertizo de Gadeo.

Algunos días después el pleno municipal, presidido por el alcalde accidental Santiago González Sola, a propuesta del concejal Morales Souvirón y por unanimidad, decidía nombrar a Antonio Gallego Burín Hijo Predilecto y Preclaro de Granada. Por cierto, en la misma sesión quedó sin someterse a votación por falta de quorum, una propuesta presentada por el Granada CF en demanda de una subvención.

Aparte de su notabilísima faceta como historiador del arte y como autor de numerosas obras en ese terreno, y de su trayectoria como catedrático en nuestra Universidad e intelectual fundador junto con otros de la famosísima tertulia del Rinconcillo en el café Alameda, en la política se inició Gallego Burín en las filas del maurismo, escisión del partido conservador y al que se puede calificar como derecha radical, para evolucionar posteriormente hacia el regionalismo de Cambó, de signo conservador y corriente contraria al nacionalismo federalista que propugnaba para Andalucía Blas Infante. Durante la dictadura de Primo de Rivera militó en Unión Patriótica, el partido fundado por el dictador, para pasar también por el Partido Centrista. Y de ahí a Falange Española Tradicionalista y de las JONS, ya en plena Guerra Civil, lo que facilitó su acceso en 1938 a la alcaldía de la capital.

Por designación a dedo accedió Gallego Burín a la política municipal, cosa que había intentado sin éxito en la década de los veinte por la vía de las urnas. El vestir la camisa azul le allanó el camino, pero consta que ni esa prenda ni la ideología que representaba fueron nunca de su agrado, y que la vestía obligado por las circunstancias (como decenas de miles de españoles en aquellos años), porque, de no ser por esa razón, puede que su pasado de militancias políticas “nonc santas” (para los vencedores de la Guerra Civil) le hubieran costado muy caras, como acabó ocurriéndole a muchos españoles cuyo único delito fue el haber participado en política cuando esa actividad no estaba proscrita.

Según distintos autores que sobre la cuestión han escrito, la hostilidad e incluso la persecución de Gallego Burín por los falangistas pata negra locales existió casi desde el mismo momento en que ingresó en el partido único, y se acrecentaron después de que el alcalde pusiera su firma al pie del famoso manifiesto monárquico de 1943 por el que numerosos próceres del franquismo pedían al general la pronta restauración de la monarquía en España. Hostilidades que alcanzaron su cénit con el desembarco en 1944 del camisa vieja y jonsista hasta la médula que fue aquel gobernador civil que se llamaba José María Fontana Tarrats, llegando al terreno de lo personal. Gallego Burín, cabeza visible en nuestra tierra de los defensores de la España nacionalcatólica y tradicional, recriminaba a Fontana sus políticas revolucionarias dentro de la ortodoxia falangista, lindera con el marxismo, y el abandono del orden público mientras por los montes y la ciudad campaban a sus anchas los maquis. Y el gobernador acusaba al alcalde de haber conseguido su buena reputación a base de sobornos a unos cuantos propagandistas y de regir la ciudad como un cacicato personal y, lo que es peor, de desafección a Falange y al Caudillo. Fue una guerra larvada alcalde-gobernador en la que acabó triunfando el primero porque, conforme el Eje iba de varapalo en varapalo en la II GM, el Régimen vio conveniente desfascistizar todos los aparatos del Estado y apartar a los que habían sido sus más fervientes servidores por lo que pudiera venir.

Así terminaba el mandato al frente de los destinos municipales de Granada del que sin duda es el alcalde que más huella dejó de su paso por la Plaza del Carmen. Él mismo señaló en la entrevista citada lo más importante de su gestión y de la que más se enorgullecía: promover importantes obras públicas de embellecimiento de la ciudad, a la que imprimió su sello personal y que resultaron en general un completo acierto; y, sobre todo, solucionar el antiquísimo problema de las aguas potables y el alcantarillado de Granada.


No hay teleférico

El teleférico fantasma

            En agosto se han terminado las obras de prolongación del Tranvía de la Sierra desde el Maitena hasta el Barranco de San Juan, que fueron promovidas y comenzadas bajo el mandato del entonces gobernador civil, Fontana, en 1947. No se ha inaugurado oficialmente pero ya pueden entrar en servicio los algo más de tres kilómetros de nuevo trazado. Al mismo tiempo pasa a las Cortes para su debate y aprobación el funicular que desde el fin de trayecto de las nuevas vías ascenderá hasta los albergues de la Hoya de la Mora y los Peñones de San Francisco.

            La prensa local publica que el Consejo de Ministros ha pasado a Las Cortes el proyecto de ley, aprobado por el Ministerio de Obras Públicas, para la construcción del teleférico. Es el último trámite para habilitar el crédito de 17 millones en que se tasan tanto las obras como las instalaciones necesarias para que el ferrocarril aéreo sea una realidad.

De la cota 1.170 en el inicio del trayecto, ascenderá a la de 2.500, con una distancia horizontal de 4.412 metros y con una estación intermedia en los Campos de Otero, donde se sitúa el albergue de la Sociedad Sierra Nevada o de San Francisco. Los coches de viajeros tendrán capacidad para 35 personas, calculándose que darán servicio a 210 personas a la hora en un sentido o en el otro. En 30 meses ya estará funcionando, dice Ideal con optimismo, y así, en menos de hora y media se podrá ir desde Puerta Real hasta la nieve, lo que sin duda supondrá añadir a los muchos encantos de nuestra tierra otro más, éste de primer orden y que rivalizará con la mismísima Alhambra.

            El proyecto de teleférico pasó a Las Cortes, como queda dicho, y obtuvo todas las bendiciones, y ya en diciembre de 1951 apareció aprobado el proyecto de ley en el boletín del cuasi parlamento franquista, publicándose poco después en el BOE. Los optimismos, desde luego, estaban más que justificados, pero, ya lo sabemos, ni siquiera llegaron a iniciarse las obras. Es éste quizás el más claro ejemplo de que lo que sucede en nuestra Granada con las obras públicas de infraestructura dudamos mucho que ocurra en otras tierras. A ver cómo se explica que contando con todas las bendiciones legales y estando aprobado incluso el desembolso de dineros públicos y publicado en el BOE, finalmente se quedara en el limbo este funicular fantasma que de existir en la actualidad (junto con el desaparecido tranvía serrano, del que iba a ser complemento), efectivamente, como decía Ideal, podría rivalizar con la Alhambra en atractivo turístico.

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