Si los cálculos no me fallan, 610 en total son los goles que el Granada CF consiguió en las diecisiete temporadas en que se contó entre los grandes. En esas 17 temporadas hay una clasificación de goleadores que encabeza el catalán Nicola, seguido de Porta, Marín y Vicente González. Pero prescindiendo de la cantidad, me gustaría destacar (esto para los amantes de los datos poco prácticos pero con su pizca de sal), contando de cien en cien, a Marín, Galvany, Luis Martínez, Hidalgo, Porta y Lis, como autores respectivamente de goles que redondean una centena. Y entre todos ellos me ocuparé del que supone la bonita cifra de 500, cuyo autor no fue otro que Porta.
El gran rematador que era Porta nos obsequió en sus siete temporadas entre nosotros con goles de todo tipo. Sus 43 goles en total como rojiblanco fueron muy variados. Se puede decir que fueron de casi todos los tipos que sobre un campo de fútbol pueden verse. Y digo casi porque al menos hay un gol que nunca estuvo en sus registros, y es ese gol que consigue un jugador muy concreto, el ariete rompedor, el delantero centro con poderío físico que suele salir ventajoso de los choques con sus marcadores. Una clase de delantero avasallador del que en la historia del Granada podemos citar como modelos a Carranza o a Barrios.
Enrique Porta no era ni mucho menos de ese tipo de futbolista. Al contrario. Era de estatura media tirando a bajito. Su peso no superaría los setenta kilos, y su complexión era muy poco musculosa. Un tío de lo más normal en apariencia. Pero lo que le faltaba de cachas lo suplía con fineza e inteligencia. En su gran temporada, la 71-72, la del pichichi, supo sacar excelente provecho a los medidos pases de gol de Vicente y a los muchos balones sueltos que propiciaba la pelea incansable con las defensas de Barrios.
El gol número 500 de la historia primerdivisionista del Granada es de la temporada siguiente, concretamente de la jornada 19, segunda de la segunda vuelta de la 72-73, disputada el domingo 28 de enero de 1973 en Los Cármenes. El rival era el Coruña de Arsenio, en aquellos momentos en puesto de descenso (bajó a Segunda ese año), y el gol que redondea la mágica cifra de 500 fue el segundo rojiblanco con el que completar el 2-0 final. A poco de iniciarse la segunda parte se había adelantado el Granada por un cabezazo de Quiles a saque de falta de Vicente. Después vivimos ciertos apuros hasta que faltando diez minutos apareció el mejor Porta: aprovechando un sensacional pase en profundidad de Vicente, el mañico quebró la cintura de dos defensas coruñeses para plantarse solo ante el meta Aguilar y superarlo por alto en su media salida con un remate sutil que el propio Porta remachó a la red casi en la misma línea; un golazo de pañuelos por el que fue felicitado hasta por los rivales y que volvió a poner en las gradas el cántico aquel de ¡Poooortaaaa! Un golazo para la ocasión, digno merecedor de ser el número quinientos de todos los rojiblancos en Primera. Gol puro Porta que daba la tranquilidad.
El gol de Porta fue lo mejor y casi lo único de un partido bastante flojo pero que al menos se ganó. Con los dos puntos el Granada se afianzaba en los puestos medios de la tabla que ocupó casi ininterrumpidamente hasta quedar decimotercer clasificado en esta regular tirando a mala temporada intermedia entre las dos mejores de la historia. Los traspasos de final de la gloriosa 71-72 transformaron bastante al equipo, sobre todo en la faceta atacante. Sin la velocidad de Lasa y la acometividad de Barrios, ni las cabalgadas por la derecha de De la Cruz, el Granada del conservador Pasieguito sólo fue capaz de conseguir 25 goles (de los que 10 llevan la firma de Enrique Porta), que es la segunda peor marca de toda la historia del Granada en lo que a goles a favor se refiere.
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