EL ONCE FANTASMA

Pedro Escartín bautizó al Granada CF (el Recreativo Granada) con el apodo de "Once Fantasma" cuando este club era un recién llegado a la competición pero ya andaba codeándose con equipos de solera y aspiraba a lo máximo.
En este libro se narran las vicisitudes por las que atravesó el Recreativo en sus cinco primeros años de existencia y también se recogen los sucedidos ciudadanos más impactantes de aquella época revuelta que fue la de la II República.
En la foto de cabecera se ve al Recreativo que se enfrentó al Gimnástico de Valencia en el campo madrileño de El Parral, 21 de febrero de 1934. De pie: Sosa, Tomé, Calderón, Luque, Itarte, Carrera, Victorio y Tabales; agachados: Gomar, Morales y Herranz.
Para adquirir un ejemplar firmado y dedicado por el autor (20 €), dirigirse a
jlramostorres@gmail.com


Historia del Granada CF



jueves, 3 de julio de 2008

EL SOMBRERO DE DI'STÉFANO


La quintilla de la tradicional caroca de tema futbolístico, en este caso del Corpus de 1972, dice: «Un entrenador de fama / pero a la vez muy severo, / puso a los hombres del pito / en contra de diez y “Ñito” / por no quitarse el sombrero». Se refiere a lo que ocurrió en Los Cármenes el 28 de noviembre de 1971, en la jornada 11, en la que el Granada, noveno clasificado, 10 puntos sin positivos ni negativos, recibía la visita del vigente campeón de liga, el Valencia de Alfredo Di’Stéfano. Los valencianos ocupaban el segundo puesto, empatados a puntos con el líder, el R. Madrid, cosa que fue la tónica de toda la temporada que al final acabaron ganando los merengues por sólo dos puntos sobre los ches.

El día anterior al choque el argentino había sido entrevistado por la prensa, quien, entre otras cosas, le preguntó qué pasaría si su equipo acababa derrotado, a lo que el míster che contestó que no pasaría nada, que se quitaría el sombrero en reconocimiento a la superioridad del rival y santas pascuas.

En un partido épico, trabado y muy emocionante, y que pudo ganar cualquiera de los dos, el Granada acabó derrotando al Valencia merced a un solitario gol casi sobre la campana de Barrios. Pero en las declaraciones pos partido D. Alfredo se mostró muy alterado y para nada se quitó sombrero alguno, aun simbólicamente, sino que lo que hizo fue arremeter contra los jugadores rojiblancos y en concreto contra su paisano Aguirre Suárez, al que culpaba de la excesiva dureza de que –dijo- se habían valido los nuestros para ganar el partido.

Se trata del prólogo del nacimiento del sambenito que a partir de esta temporada y durante dos más (las que fue granadinista Aguirre Suárez) perseguirá al Granada CF, ya saben, la “leyenda negra” o fama de equipo leñero, marrullero y feroz. Por su poca trascendencia se puede decir que lo ocurrido aquella tarde fue el prólogo, porque el primer capítulo, ya conocido en toda España y bien difundido por los medios, se desarrollará dos semanas más tarde, en el Bernabéu, cuando una trifulca entre rojiblancos y merengues, en la que participarán casi todos, se saldará con la expulsión de Amancio y Fernández (éste en camilla) y la correspondiente sanción por cuatro partidos para ambos. Leyenda negra (merecida, aunque nos duela) cuyo último capítulo tendrá como protagonistas a los dos mismos jugadores, pero ya después de jugarse la temporada en curso más las dos siguientes, y su escenario será Los Cármenes y en partido de copa.

Yo, que desde la preferencia del marcador vi de cerca el partido aquel contra el Valencia, no recuerdo la excesiva dureza ni las marrullerías de las que se quejaba Di’Stéfano, claro que hay que tener en cuenta que Aguirre Suárez era especialista en el zurriagazo a las higadillas contrarias mirando al tendido y sin que nadie se enterara, salvo, por supuesto, el perjudicado. Sí que recuerdo un campo abarrotado -como fue norma todo el año, el mejor rojiblanco de la historia- de un público enfervorizado que en el anterior envite en el mismo escenario había acabado de subir a los altares a Enrique Porta, que le hizo tres goles al Sabadell. Y sí que tengo muy vivo el recuerdo de la emoción y la gran alegría cuando Barrios remató desde cerca y logró a poco del final el gol de la victoria, con el plus de que esa victoria era ante un grande (aquella temporada ninguno de los grandes se llevó un solo punto de Los Cármenes).

Tras terminar la liga había que disputar la copa y quiso el destino que los dos equipos de aquella tarde volvieran a verse las caras en octavos de final, y que el partido de ida se jugara en Granada en pleno Corpus (justo cuando se exhibía la caroca que ilustra este escrito). Los hinchas granadinistas pudieron desquitarse del no-sombrerazo de D. Alfredo y lo recibieron al grito de “sombrero, sombrero” y con un abundante planeo desde las gradas hasta el césped de aquellos sombreros cordobeses, grises y de cartón, que valían tres duros y que se vendían muy bien en aquellos Corpus del Salón y del Violón (más provincianos pero más auténticos), previos a la “sevillanización” del evento. En un partido muy tenso y plagado de incidentes, con dos jugadores valencianistas que hubieron de ser retirados en camilla y en el que fue expulsado y sancionado Aguirre Suárez, el Valencia acabó ganando el choque (0-1). Para el partido de vuelta no podía jugar Aguirre Suárez, pero de todas formas no lo hubiera hecho ya que Mestalla era (junto al Bernabéu y otros) terreno vedado para el argentino, al que tanto Joseíto como Pasieguito siempre reservaron cuando de jugar en esos campos se trataba. En Valencia el Granada casi consiguió el pase a cuartos, pero al final el resultado de 2-2 supuso su eliminación.

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