Las “cosillas” de Murado afortunadamente salvaron la temporada más infumable y tormentosa que un servidor recuerda. Ni antes ni después se puede encontrar en toda la historia del Granada CF un ejercicio tan infame. En los anales rojiblancos siempre se ha destacado como nefasta la 51-52, en la que el club al concluir la temporada oficialmente había descendido a tercera, pero no hay que olvidar que aquel descenso vino como consecuencia de una programada reestructuración de la segunda categoría que de dos grupos pasaría a uno solo, por lo que el descenso afectaba a la mitad de sus componentes; menos mal que esa primera decisión fue posteriormente anulada y continuó
Pero, después de haber sufrido como nunca, en el verano de 1989 un clima de bonanza pareció venir a consolar nuestras tribulaciones hinchísticas. Con Murado (y su bolsillo) como mecenas y como presidente “in péctore” (ocupando el cargo de vicepresidente de Alfonso Suárez pero llevando de facto las riendas del club) hemos conseguido dejar en un segundo plano las preocupaciones crematísticas que tanto han marcado la historia rojiblanca, sobre todo en los años más recientes. Y además parece que las cosas han empezado a hacerse bien por primera vez en mucho tiempo, y así desde junio se está trabajando en la confección de una plantilla y de un cuerpo técnico de garantías.
Por otra parte, el trofeo agosteño, que andaba de capa caída en sus últimas ediciones, vuelve en ésta,
El primer partido, disputado el 23 de agosto de 1989, enfrentó a los “eternos” rivales Granada y Málaga. La presencia del Málaga era parte del pago de la operación de traspaso la temporada anterior de Ignacio. Se presentaba como equipo de primera, categoría a la que había accedido dos temporadas atrás con Kubala en el banquillo, justo cuando el Granada descendió a 2ª B. En la temporada terminada unos meses antes había quedado decimosexto (de veinte), consiguiendo eludir la promoción (resucitada por un Cádiz de influencias federativas) y conservar la división de honor no sin ciertos apuros, motivados por un calendario que en las últimas jornadas le había enfrentado a Madrid y Barcelona. Con Antonio Benítez en el banquillo, la alineación malaguista fue: Jaro, Chano (Esteban
El resultado del primer envite del trofeo 1989 fue de Granada 0 Málaga 0. Los Cármenes registró una entrada cercana a los diez mil espectadores en noche muy calurosa. Según la crónica que firma Nicasio García en Ideal, se pudo ver a un Granada que causó una bastante buena impresión, muy serio, trabajador y bien posicionado, basando su juego en la presión sobre la salida contraria y maniatando así a los hombres de la línea de creación malaguista hasta el punto de no dejarlos maniobrar, en especial el danés Lauridsen, que hubo de ser sustituido. Aunque no hubo goles fue un partido entretenido, sobre todo en su primera mitad.
La alineación granadinista fue: Torrano; Julio (Kike
El segundo partido del certamen enfrentó al Málaga con el Danubio de Montevideo. Como suele ser norma en este partido intermedio la entrada fue muy pobre (aproximadamente tres mil espectadores) a pesar de que se podía presumir una mayor presencia por el cartel de los contendientes. El fútbol uruguayo, que cuenta con dos títulos mundiales, está dominado por dos clubes que lo ganan prácticamente todo, Peñarol y Nacional. Tras ellos hay otros clubes menos conocidos que son los que consiguen hacerse con los títulos cuando fallan los dos anteriores, como el Defensor, y últimamente también el Danubio. Justamente un año antes de su presencia en Granada, en 1988, había conseguido “
El Málaga introdujo numerosos cambios con respecto al equipo del partido anterior. Jugaron: Ignacio, Chano, Clemente, Añón (Lauridsen
Y como plato fuerte del certamen, así entendido por los doce mil aficionados que asistieron aquel 25 de agosto de 1989, el partido de los nuestros frente a los uruguayos. El Granada jugó con: Antoñito; Julio, José Manuel, Mediavilla, Kike (Víctor
El trofeo 1989 acabó yéndose a Uruguay, pero la impresión general de los dos partidos de los rojiblancos era que se había logrado conjuntar a un equipo luchador, sin figuras pero con lo más necesario para la categoría de Segunda B: hombres experimentados y muy trabajadores y disciplinados junto a jóvenes que apuntaban buenas maneras. El lunar lo aportaba la falta de pegada ya que en los dos partidos no se había conseguido ni un solo gol, aunque oportunidades no faltaron. Además, uno de los delanteros incorporados, Miguel Ángel, no estaba claro que pudiera actuar como rojiblanco porque su anterior equipo, el Marbella, lo reclamaba como jugador propio. Casi fichado estuvo un delantero, granadino de Bogarre, que jugaba en el Villarreal (muy lejos estaban por entonces los amarillos de sus últimos éxitos), Adriano, pero no hubo acuerdo económico a última hora. Por eso las esperanzas estaban depositadas en la recuperación de Gilberto Navarro, que no había podido actuar en el trofeo por estar lesionado desde los primeros compases de la pretemporada.
En noviembre dimite Suárez y se abre la correspondiente campaña para la elección de nuevo presidente. Y ya en enero de 1990, dado que no se ha presentado otro candidato, lo que venía sucediendo de facto se convierte en oficial al ser proclamado José Antonio Murado como nuevo presidente del Granada.
En lo deportivo la temporada, si no se puede decir que fuera buena del todo, sí que fue ilusionante, por lo menos en sus dos terceras partes. Lo apuntado en el trofeo veraniego se confirmó en la liga y así pudimos ver a un Granada casi siempre en los puestos altos de la clasificación. En el último tercio del campeonato se estropeó lo que podía haber sido una magnífica temporada, cuando el Albacete de Floro puso tierra por medio.
Es característico de esta temporada la pérdida de puntos en los últimos minutos de muchos partidos y la falta de un delantero goleador. Gilberto, que venía jugando muy bien y haciendo goles con cierta facilidad se lesionó de gravedad en el ecuador de la liga y no se pudo volver a contar con él. El fichaje de Miguel Ángel Colmenarejo (Miguel Ángel II, puesto que ya contábamos con otro del mismo nombre) no pudo solucionar nada porque su incorporación se produjo ya en la jornada veintiocho.
Hasta la jornada veinticinco el sueño de dar el salto a la categoría de plata fue muy posible. La jornada veinticinco marca un antes y un después en aquel campeonato. Muchos aficionados actuales del Granada recordarán aquel graderío del campo del Albacete bastante coloreado por el rojiblanco de los varios cientos de seguidores granadinistas que vieron cómo aquella tarde se desvanecía gran parte del sueño con la derrota (2-1) que nos trajimos de la ciudad manchega. Lamentablemente por entonces no se había inventado todavía la liguilla a disputar por los cuatro primeros de cada grupo de 2ª B y el triunfo del Albacete de Benito Floro, que en dos temporadas se metió en máxima categoría y que era el germen del que pocos años después sería conocido como “el Queso Mecánico” (séptimo clasificado en su debut primerdivisionista), supuso abrir ya una brecha demasiado importante pues por entonces sólo los campeones de cada grupo tenían premio. Lo que quedaba de liga sobró para los rojiblancos. Desde este partido en adelante se puede hablar de una bajada de brazos de los nuestros, que hasta la jornada treinta y cinco no volvieron a anotarse una nueva victoria, acabando la temporada en el quinto puesto del grupo III de 2ª B.
Como mera anécdota hay que reseñar que a la jornada siguiente a la visita a Albacete, después de catorce años volvieron a Los Cármenes las cámaras de televisión. Canal Sur, inaugurado menos de un año antes, televisó en directo el partido Granada-Jaén. Hasta hace poco ha tenido un servidor entre sus reliquias futboleras la cinta de aquel partido en el que se le podía reconocer, cosa nada difícil pues apenas seríamos unos cincuenta hinchas los que en la grada de
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