Nuestro próximo rival, el Las Palmas, es otro ilustre cuyas visitas a Granada son numerosas. No hay otro en la categoría contra el que el Granada CF se haya enfrentado más veces, y además lo ha hecho en las tres primeras categorías del fútbol español, cosa que sólo sucede además con el Córdoba, el Elche y el Salamanca. Son tantas como cuarenta y ocho las veces que Granada y Las Palmas se han enfrentado (sin contar la de esta misma temporada) y son veinticuatro las que el equipo canario visitó Granada, de las cuales sólo en dos ocasiones ganó y empató en siete, el resto, quince partidos, fueron victorias rojiblancas. No es mal balance para los intereses granadinistas. Todas esas visitas lo fueron al viejo campo, luego estamos ante un debutante en el nuevo Los Cármenes.
No hay otro rival esta temporada cuyas visitas a Granada dejaran tantas cosas dignas de destacar y recordar. En su mejor época, que son los sesenta y setenta, cuando los Tonono, Castellano, Guedes, Martín Marrero, Germán y otros, solía ofrecer en Los Cármenes grandes partidos a base de un fútbol que primaba la técnica y el toque corto sobre el músculo, y sin excesivas precauciones defensivas; un fútbol con sello propio, muy distinto a lo que era la norma por entonces y muy de agradecer por los espectadores.
Tan sólo un año después de ser fundado vino a Granada por primera vez, en la temporada 1950-51, la de su debut en Segunda. En la jornada tres el Granada goleó 4-1 (Callejo Larrubia, Chaves y Licker) a un Las Palmas todavía sin definir y que acabaría ascendiendo.
También es de destacar la que fue su quinta visita a Granada, ésta de Primera, de la 1958-59, el 22 de febrero, en la jornada 23, en el partido de debut de Kalmar en el banquillo rojiblanco. El resultado fue el mismo de la primera vez, 4-1, pero lo mejor fue la gran actuación del “gordo” Benavídez en el que quizás fue su mejor partido mientras vistió de rojiblanco, con dos goles, uno de penalti, y los otros dos de Ramírez y Loren. Los ajustes del gran Kalmar incluyeron el reubicar a Benávidez y situarlo de lo que hoy se conoce como media punta o enganche frente al técnico anterior, Scopelli, que le hacía jugar demasiado en punta. Con Benavídez filtrando magistrales pases desde la segunda línea, este partido contra el Las Palmas se puede considerar como el prólogo del gran Granada que acabará de armarse dos semanas después, cuando se incorpore Carranza, y llevará a los rojiblancos a conseguir su máximo triunfo, finalista de Copa.
Repasando los viajes a Granada del Las Palmas que en la historia han sido, encontramos abundante material no ya sólo en lo estrictamente futbolero, también en el anecdótico. Así el partido de la 1968-69, con victoria local 2-0 (Noya y Miralles), fue sin duda el mejor de aquella temporada y uno de los mejores que se recuerdan en el viejo campo. En la 71-72, el mismo día en que Paco Fernández Ochoa conseguía el oro en Sapporo, ganó el Granada 3-0, con un gol de Barrios y dos de Porta que lo destacaban en la clasificación del Pichichi, alegría empañada por la muerte al día siguiente del ciclista granadino Manuel Galera, en la segunda etapa de la vuelta a Andalucía. O en la 72-73, en el que el solitario gol de Oliveros a poco del comienzo propició un partido angustioso e infartante pero que sirvió para asegurar la permanencia en Primera en un año más bien malo. Y para anécdota digna de figurar en antologías tenemos la de la 73-74, con victoria granadinista 2-1 en un partido en el que el árbitro (y la mayor parte de la concurrencia) no vio -para nuestra suerte- el golazo como una catedral de grande que Germán le hizo a Izcoa porque el gran disparo del canario rompió la red acabando el balón en la grada.
Y no podemos olvidarnos de la que supuso la penúltima vez que el Las Palmas vino a Granada, la de la 92-93. A este partido se le podría aplicar el tópico que dice “partido (o corrida) de expectación, partido de decepción”, porque el partido en sí fue más bien flojo y aburrido, pero todo lo que lo rodeó fue sobresaliente y digno de evocar ya que no era normal ni ahora lo es que para presenciar un partido de 2ª B sean aproximadamente veinte mil personas las que se den cita. El gran Granada (para la categoría, claro) de Yosu llegaba a este envite después de dieciocho jornadas seguidas sin ser derrotado, ya que la última vez que esto había ocurrido fue precisamente en la ida en tierras canarias. El resultado fue de empate a cero y la racha de diecinueve partidos seguidos sin perder, la más prolongada de toda la historia granadinista, acabó a la siguiente jornada aunque no importó porque ya estaba el Granada afianzado entre los cuatro primeros que jugaban liguilla de ascenso.
Y puesto que el calendario trae un partido entre semana, obligado resulta referirse también a los enfrentamientos históricos con el siguiente rival, el Gerona. Sólo son seis (siete con el de la primera vuelta de esta misma temporada) los precedentes de que podemos echar mano con el denominador común de que nunca fue derrotado el Granada por los rojiblancos catalanes y de los siete envites cinco fueron victorias granadinistas.
A Gerona viajó el Granada en tres ocasiones, la última en 1949. La primera fue todavía como Recreativo ya que data del 21 de enero de 1934, y es una fecha a resaltar porque fue la primera vez en toda su historia que nuestro –entonces- joven club salía de las fronteras andaluzas. Tras terminar la cortísima liga 1933-34 el Recreativo se había clasificado para disputar fase de ascenso a Segunda y el destino nos llevó a Cataluña para enfrentarnos al Gerona, de donde nos trajimos un empate a dos goles (Calderón y Gomar), fundamental para que una semana después pasaran los nuestros a la segunda ronda con una victoria (2-0) en el campo de las Tablas. Dos días después del partido en Gerona los equipiers recreativistas eran recibidos en la estación de ferrocarril, abarrotada y con la banda del Ave María haciendo los honores, y al son del himno de Riego eran transportados los jugadores a hombros y en olor de multitudes hasta la sede del club, sita en la hoy desaparecida calle Sierpe Alta (en la Plaza de Isabel la Católica), cortejo al que se sumaron algunos notables granadinos, como el diputado por Acción Popular Julio Moreno Dávila. Es también la primera vez que en la ciudad se vivía una multitudinaria celebración futbolística callejera. En la siguiente ronda de clasificación y tras cuatro partidos el Gimnástico de Valencia acabaría con las ilusiones de ascenso.
Aparte hay dos visitas más a Gerona, ambas de Segunda, saldadas con empate a uno en la 40-41, y con victoria 0-1 en la 48-49. También es destacable la participación en agosto de 1971 del Granada en el II Trofeo Costa Brava, jugado en el estadio Montilivi, que ganó nuestro equipo al vencer en la final al Español (2-0) en un cuadrangular en el que también participaron el equipo local y el Córdoba.
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