EL ONCE FANTASMA

Pedro Escartín bautizó al Granada CF (el Recreativo Granada) con el apodo de "Once Fantasma" cuando este club era un recién llegado a la competición pero ya andaba codeándose con equipos de solera y aspiraba a lo máximo.
En este libro se narran las vicisitudes por las que atravesó el Recreativo en sus cinco primeros años de existencia y también se recogen los sucedidos ciudadanos más impactantes de aquella época revuelta que fue la de la II República.
En la foto de cabecera se ve al Recreativo que se enfrentó al Gimnástico de Valencia en el campo madrileño de El Parral, 21 de febrero de 1934. De pie: Sosa, Tomé, Calderón, Luque, Itarte, Carrera, Victorio y Tabales; agachados: Gomar, Morales y Herranz.
Para adquirir un ejemplar firmado y dedicado por el autor (20 €), dirigirse a
jlramostorres@gmail.com


Historia del Granada CF



lunes, 31 de mayo de 2010

NOSTALGIAS BÉLICAS




Un nostálgico del régimen futbolero anterior, léase uno de aquellos apolillados ayatolás del sanzismo que a cambio de las migajas predicaban incesantemente la yihad contra el infiel (o sea, contra cualquiera que no besara por donde pisaba Sanz), me tiene entre sus “amistades” más selectas y se acuerda de éste que suscribe mandándome misivas vía correo electrónico en las que se preocupa por mi salud.

Es uno de aquellos granadinistas de nuevo cuño que –cosas de conversos que deben constantemente demostrar que la fe recién abrazada es inquebrantable- ejercieron de cibernéticos perros guardianes del que fue presidente del Granada, y que saltaban a la yugular de cualquiera que no usase incensario ante el que todo lo iba a arreglar de forma altruista por la única razón de que de pronto un día que paseaba por la calle Serrano vio una luz y se sintió imbuido de fervor rojiblanco. Y sé que es uno de aquellos que formaban la corte celestial (y lamecular) del hijo de D. Lorenzo y disfrutaban de barra libre en el antepalco porque, aunque sus correos los firma “anónimo”, hay métodos para rastrear su procedencia que lo identifican.

Es que hay algunos que como en esos años vivieron la sensación de ser algo en el club y todavía guardan la gorra que les vino de Madrid, no acaban de conformarse con esta calma chicha de felicidad y buenos resultados deportivos que resulta muy aburrida, sin periodistas, empresarios, políticos o simples hinchas a quienes despellejar ni clubes granadinos que hagan la competencia y a los que culpar de todo. Donde se ponga una sabrosa campaña de desprestigio de personas y entidades que se quite esa sosería de tener que hablar exclusivamente de fútbol. Con lo que se divertían entonces ejerciendo de Torquemada, siempre mirando con lupa lo que se decía o se hacía o lo que se dejaba de decir o de hacer, y redactando listas negras (o libretas azules) de herejes que había que quemar en la hoguera o expulsar oficialmente del rebaño de los fieles rojiblancos. Eran tiempos en los que las cosas estaban muy claras: el que no tiraba de botafumeiro para todo lo “marcusiano” es porque se había vendido. ¿Que el club mientras tanto caminaba hacia el abismo?, eso era secundario. Ellos se lo pasaban muy bien ejerciendo de policías e instigadores de las mil y una guerras que el hijo de D. Lorenzo mantenía para que el personal se fijara menos en otras cosas, como un déficit duplicado en un tiempo récord o unas cuentas que no cuadraban.

Todo aquello pasó y lo mismo que otros pocos ungidos del sanzismo, este “amigo” no tuvo más remedio que pasar a un segundo plano, que dejar de sentirse elegido. Y está claro que vivir sin la sensación de ejercer de líder espiritual e ideólogo y tener que hablar exclusivamente de lo deportivo le colma de hastío, así que, añorando aquellos días vuelve a la carga y desentierra el hacha de guerra, aunque sea de la forma tan infantil que ha elegido.

A ti me dirijo, simpático “amigo” ayatola, que te acuerdas de mí y quieres volver a revivir aquel ambiente de crispación que caracterizó al sanzismo para sentirte otra vez inquisidor y guardián de unas recién asumidas esencias rojiblancas. No me castigues (¡mecachis!) por mis veleidades pasadas y no me mandes más anónimos sin texto y con enlaces a anuncios de Viagra. Hombre, agradezco tu deferencia y que me tengas en tus pensamientos y te intereses por mi salud, pero te aseguro que no es necesario, que aunque ya no soy precisamente un niño tampoco estoy decrépito y no necesito de químicas para levantar ninguna parte de mi anatomía. Tu mujer puede dar fe de que no se trata de un farol.

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