Una constante en la historia rojiblanca es la penuria económica del club, siempre “tieso”, siempre a la cuarta pregunta. Cuando tenía apenas dos años de vida se dio el rarísimo caso de cerrar un ejercicio con la cantidad en caja de ¡1.004 pesetas con cincuenta céntimos! Pero nada, tan sólo un año después ya se contabilizaba un déficit de tres mil duros.
A mediados de los cuarenta se estimaba que la deuda del club había sobrepasado el medio millón, y en los primeros cincuenta se había duplicado la losa, para llegar a la mitad de los sesenta con una cifra de deuda cercana a los cinco millones de pesetas. Son cantidades que hoy parecen una tontería pero que en su momento preocuparon a los dirigentes de turno e hicieron adoptar medidas extraordinarias tendentes a paliar la mala situación.
Cuando la cosa ya se desmanda y empieza a crecer la losa a lo bestia es después de la era Candi, en la que en pocos años pasamos de hablar de una deuda inferior a los cien millones a manejar cifras cercanas al medio millar. Y la apoteosis es cuando se llega a la mitad de los noventa: dos mil millones de pesetas es la deuda. La venta del patrimonio del club dejó las trampas a cero, pero pronto volvimos a las andadas y en la actualidad se baraja como pasivo una cifra similar a la anterior a la venta del viejo campo.
Si una constante es que el club tenga deudas, cosa de la que por otro lado tampoco se libran los clubs más poderosos, otra constante es que nunca se ha sabido con exactitud a cuánto ascendían. Porque a las cantidades que van por delante para cada época histórica siempre habría que añadirles palabras como “presuntamente”, o “estimadas en”. Como se ve, nunca fue la contabilidad el fuerte de la entidad rojiblanca. La contabilidad como Dios manda, se entiende, porque la otra, la de fantasía y los cuadres a martillazos ya es algo que se ha dado bastante mejor a las distintas cabezas pensantes que ocuparon las respectivas poltronas históricas.
Hemos tenido libros de mayor en servilletas de bar, arqueos de “andar por casa”, informes económicos de color de rosa exclusivos para asambleas, y otras “juncedas” con las que salir del paso en cada momento. Pero la cifra exacta de las deudas rojiblancas ha sido siempre algo esotérico, algo realmente difícil de conocer. Ni siquiera cuando se vendió el viejo Los Cármenes y se suponía que ya no debíamos nada hubo forma humana de que se supiera al céntimo a cuánto ascendía el pasivo granadinista, circunstancia que acabó desbaratando la ya cerrada y escriturada conversión del club en SAD que tanto podría haber cambiado el devenir histórico.
Nadie puede creerse que este misterioso “clásico rojiblanco” haya que achacarlo a “imponderables”. Tampoco los poderes públicos. Tampoco los que en su día decidieron que mejor que ayudar al histórico era invertir sus dineros en la creación o compra de un club alternativo.
Como pronto vamos por fin a ingresar en el fútbol profesional y el club no va a tener más remedio que modernizar sus anquilosadas estructuras, tenemos que suponer que en breve se va a corregir esta añeja práctica rojiblanca. Porque los Pozzo no se van ¿no?, ni Pina ¿no? Porque vamos a ascender ¿verdad que sí?... ¡Ah, bueno!...
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