Victoria ante el Mestalla y arranque del Granada B con dos positivos
Si frente al Castellón se podía
hablar de deja vu en el sentido de
ser el partido que abría la temporada en Los Cármenes, el de la séptima
jornada, visita del filial valencianista, también tuvo bastante de lo mismo
respecto del de la temporada anterior frente al mismo rival. En la 48-49 la
visita del Mestalla llegó en la jornada seis pero la fecha fue casi idéntica
(sólo con un día de diferencia); hacía un año, igual que en el presente, el
equipo visitante fue gran parte de los noventa minutos ganando hasta que al
final y con la subida de Millán a la vanguardia, se pudo dar la vuelta al
resultado; aquél terminó con victoria rojiblanca 4-2 y éste con resultado de
3-2 y también entonces como ahora los jóvenes valencianos (con algún veterano
como el futuro granadinista Sáenz) dieron un gran partido y fueron mejores que
los locales, pero perdieron sólo porque el Granada derrochó pundonor y también
tuvo algo de suerte.
En el partido de la presente
temporada los valencianos ganaban 1-2 al descanso, el segundo de sus goles de
pies de otro futuro granadinista y uno de los más destacados del partido,
Ibáñez. Pero en la segunda parte el Granada consiguió pronto el empate por un
penalti marcado por Sosa y cuando faltaban dos minutos para el final, Millán,
que había estado muy poco afortunado en su actuación en el eje de la defensa,
cazó un balón suelto en el área mestallista y marcó el gol de la victoria, que
fue recibido con enorme júbilo por la hinchada, que ya daba por consumado el
tropiezo.
El debutante en Granada y en la
categoría (sólo actuó esta temporada) árbitro murciano Bernabéu, otro de la
nueva hornada de trencillas que tanto abundaron este año, anuló un gol de
Luiqui después de haberlo concedido y ante las protestas y zarandeos
mestallistas. A continuación, perdida su autoridad según las crónicas, unos y
otros jugadores se enzarzaron en violencias que el nuevo árbitro no supo cortar.
La victoria volvió a dejar al Granada como líder en solitario, un punto por
encima del Murcia y el At. Tetuán.
Mientras tanto el filial Granada B se
estrenaba en la liga y en la categoría de Primera Regional Preferente ganando a
domicilio en Peñarroya 1-3, en un partido de la primera jornada que debía
haberse jugado en Granada pero que de común acuerdo los clubes cambiaron su
orden. Frente al mismo rival con el que en la temporada anterior los canteranos
granadinistas se proclamaron campeones aficionados de Andalucía y en un gran
partido según las crónicas, en especial de Méndez. El Granada B, que pudo
contar con varios profesionales del primer equipo, se colocó segundo en la
tabla.
Sensacional victoria en Tetuán. Dos puntos más para el filial
La jornada ocho deparó el viaje de
los rojiblancos al norte de África para enfrentarse con el At. Tetuán, el
equipo de la capital del Protectorado español de Marruecos, un rival directo,
el tercer clasificado del grupo y sólo un punto por debajo del Granada. Eran
sus principales figuras dos jóvenes que empezaban: el defensa Matito, que años
después y jugando en el Valladolid alcanzará la internacionalidad absoluta; y
el centrocampista Ramoní, que no llegará a completar la temporada en el equipo
norteafricano al fichar por el Sevilla, otro que años después vestirá la
camiseta de la selección A y que a finales de los cincuenta será granadinista y
formará en la foto de la final de Copa de 1959.
El partido, día del club, fue todo un
acontecimiento en la ciudad marroquí. El campo se llenó por completo y en el
palco presidieron el encuentro el Alto Comisario de España en Marruecos,
general Varela, y el Jalifa Hassan Ben el Mehedi Ben Ismael. El público estuvo
integrado en su mayoría por militares, sobre todo de reemplazo, con clara
distinción de dos bloques según las crónicas: uno de soldados malagueños,
quienes animaban a los locales y portaban pancartas (en una de ellas se veía un
boquerón zampándose una granada), y otro de soldados granadinos. El colorido y
la animación fue considerable, y en ese ambientazo los rojiblancos se
afianzaron en el liderato al ganar 0-2 en un sensacional partido, los dos goles
conseguidos por el canterano Ros.
Los dos puntos subieron la cuenta de
positivos a +4 y distanciaron al segundo clasificado, ahora el Albacete, a dos
puntos de distancia.
Simultáneamente, pero en Los
Cármenes, con el orden de los partidos cambiado, acordado por ambos
contendientes (o sea, se tenía que haber jugado en el Puerto de Santa María,
pero eso sería en la segunda vuelta), el Granada B debutó ante su afición
derrotando al Portuense por 3-0. El filial repitió la alineación que había
vencido en Peñarroya y se alinearon los mismos profesionales de la primera
plantilla que en tierras cordobesas, y con ellos y en una segunda parte
extraordinaria supo imponerse sobre la muy dura defensa portuense. Dos hombres
brillaron por encima de los demás, Méndez, como de costumbre, y Mas, que marcó
un gol y dio en bandeja los otros dos. Precisamente la alineación del veterano
Mas iba a traer bastante cola, aunque eso todavía no se sabía.
El Granada B líder
Desde Tetuán el entrenador Cholín
viajó en avión a su tierra vasca para ocuparse personalmente del fichaje de dos
delanteros, y Millán quedó al frente de los entrenamientos. A los pocos días se
conocieron varios nombres de posibles fichajes gestionados directamente por el
míster desde San Sebastián, el más conocido se llamaba Arechavala, delantero
del Bilbao y antes del Arenas de Guecho, y también sonó un tal Chelo, delantero
centro del Tolosa, paisano del míster Cholín. Más de una semana después volvió
el míster de su periplo sin traerse a nadie porque lo que pedían varios de los
observados se salía de toda posibilidad para nuestro equipo. Finalmente,
ninguno de los que habían sonado acabó firmando por el Granada.
La siguiente jornada traía a Los
Cármenes al Albacete, otro recién ascendido, pero en esos momentos segundo
clasificado, inmediatamente después del Granada, a dos puntos. La directiva,
pensando en el desembolso que pronto tendría que hacer por los nuevos fichajes
que se barajaban, estableció que el partido fuera día del club. A la vez, el
mismo domingo, finales de octubre de 1949, el filial también jugaba en casa,
disputando la tercera jornada de su grupo. Una vez más se intentó el cambio de
fechas, para que ese partido se hubiera jugado a domicilio y el de la segunda
vuelta en casa, pero el rival, el Antequerano no quiso transigir, por esa razón
se decidió que el partido del Granada B se adelantara al sábado. Además, otra
razón para adelantar el partido del filial era que en Granada durante toda la
semana previa se venía celebrando una especie de congreso nacionalcatólico
llamado Santa Misión, consistente en multitudinarios actos religiosos con
sermones eternos y comuniones masivas, cuyo acto de clausura coincidía con el domingo
en que Granada y Granada B debían jugar sus respectivos partidos.
El sábado 29 de octubre, el Granada
B, con Mas nuevamente en sus filas, derrotó en Los Cármenes al Antequerano 3-2
en un partido insulso y de juego deslavazado (deslabazado, dice Jovi en Ideal), según las crónicas, y con esa
victoria se reafirmó en la primera posición de la clasificación. Por el momento
la campaña del filial era insuperable, tres partidos y tres victorias.
Más líder al vencer al Albacete
Al día siguiente, domingo 30 de
octubre, el Granada se convirtió en más líder aún derrotando en Los Cármenes al
Albacete por 4-2, y se situó ya con tres puntos de ventaja sobre el segundo,
ahora el Murcia, y cuatro sobre el tercero, el Alcoyano. El Albacete dio mucha
guerra pese a jugar casi toda la segunda parte en inferioridad por lesión de su
jugador Montoya. Hasta que en el minuto 88 Fraga no consiguió el cuarto gol
rojiblanco se pasaron verdaderos nervios en el césped y en las gradas ante la
mínima ventaja de los nuestros.
Seudónimo en La Prensa dice que el Granada jugó gran parte de los noventa minutos
“al ralintí” (sic), fiándose de su ventaja de dos goles conseguida en la
primera mitad, pero en la segunda apretaron los manchegos, quienes comparecían
por primera vez en su historia en nuestro campo, y, como queda dicho, los
nervios atenazaron a jugadores y público y hasta Candi hizo algo que nunca se
le había visto como fue intentar un regate fuera de su área que por poco cuesta
el empate. La preparación del partido fue tarea toda la semana de Millán ya que
Cholín todavía estaba por sus tierras vascas, pero consta que la alineación la
dispuso por teléfono el técnico y en ella figuró el propio Millán, reconvertido
esta temporada ante la ausencia de Lesmes en defensa central y, como de
costumbre, fue uno de los destacados.
El martes siguiente, día 1 de
noviembre y fiesta en toda España, fue aprovechado por el Granada B para
disputar la cuarta jornada de su grupo, para lo cual se desplazó a Cádiz para
enfrentarse al Hércules gaditano, de donde se trajo una nueva victoria, 2-3. El
pleno de victorias y de puntos en los cuatro partidos ya disputados lo situó
líder destacado de su grupo de Regional Preferente. Mas jugó otra vez, en esta
ocasión retrasado a la media, y el portero fue el suplente de Candi en la
primera plantilla, Carbelo.
El Granada B sancionado por alineación indebida
Dos días después estallaba la bomba:
el Granada B sancionado con la pérdida de tres puntos en la clasificación por
alineación indebida de Mas. Todo lo habría ocasionado una reclamación del
Portuense después de su partido de la segunda jornada, que perdió en Los Cármenes
ante el filial por el resultado de 3-0. Según se lee en Ideal, esa reclamación
había ocasionado la revisión de todas las fichas del Granada, resultando que,
por un descuido, no estaban cumplimentadas las de los jugadores aficionados, lo
que habría motivado que el Comité de Competición de la Federación Sur decidiera
dar el partido contra el Portuense por perdido y además la resta de un punto
más. Según la misma información, las fichas se habían presentado en su día
dentro de plazo, pero fueron devueltas por la Federación por faltarles algunos
requisitos, como ciertos certificados del Frente de Juventudes y el abono de
derechos a la Mutualidad Deportiva de cada jugador, es decir, por una razón de
forma.
El Granada inmediatamente presentó
alegaciones en el sentido de que, al ser una infracción meramente burocrática,
la sanción debía ser asimismo de igual naturaleza, y no deportiva, demostrando
que en todo momento se había obrado de buena fe y no se había tratado de
engañar con ese olvido. Los otros equipos que hasta ese momento habían jugado
contra el filial (Peñarroya, Antequerano y Hércules de Cádiz, todos derrotados
por el Granada B) imitaron al Portuense y presentaron también reclamación por
ver si de esa manera sacaban algo, y en la prensa se habló de que si no se
atendían las alegaciones del Granada, se estudiaba la retirada del equipo
filial de la competición.
Tropiezo en La Línea
Para el Granada continuó el
calendario con la visita en la jornada 10, a primeros de noviembre, a la
Balompédica Linense, cuasi colista, otro recién ascendido y que por primera vez
se enfrentaba al equipo rojiblanco en partido oficial, aunque en este caso
existía el precedente de al menos tres partidos amistosos.
En La Línea de la Concepción se acabó
la racha de tres victorias consecutivas y los rojiblancos fueron derrotados
2-1, aunque ese resultado no le impidió continuar en el liderato del grupo sur
de segunda, ahora ya con dos puntos de ventaja sobre el segundo, nuevamente el
Albacete.
Las crónicas llegadas de la ciudad
gaditana describen un panorama aterrador y dicen que fue una encerrona para el
Granada: hasta seis rojiblancos acabaron lesionados en un partido malísimo que
se caracterizó, más que por el juego, por la violencia empleada por unos y
otros, en especial los locales, y con la connivencia de los jueces de línea (en
aquellos tiempos no eran neutrales, sino que eran trencillas locales), que
cortaban cualquier jugada de ataque granadinista.
El ariete Morales hubo de retirarse
lesionado a los diez minutos de juego para volver después muy mermado y actuar
en un extremo como figura decorativa,
que se decía. La inferioridad de los rojiblancos obligó a dedicar toda la
segunda parte a defender el empate a un gol hasta que, faltando diez minutos,
siempre según las crónicas, todas de periodistas locales, en un barullo ante la
portería de Candi, el jovencísimo (19 años) Juan Vázquez, que debutaba, futuro
granadinista con foto en la final de Copa de 1959, mandó el balón a la red ¡con
la mano!, en una acción muy protestada por los nuestros, pero de nulos
resultados. El presidente, Joaquín Serrano, presente en el campo del Linense,
remitió en nombre del club una protesta ante la Federación nacional por la
actuación del árbitro ceutí, Blanco Muñiz (otro de los de la nueva ola
arbitral; sólo actuó en segunda esta temporada), y de los liniers, también sin
resultados positivos, y la directiva decidió que a partir de ese momento se
solicitarían jueces de línea del mismo colegio que el árbitro principal para
todos los partidos a domicilio del Granada CF.
Escardón del Granada B
En Granada mientras tanto hubo mini
derbi, es decir, se enfrentaron los filiales del Granada y del Málaga en la
quinta jornada, ambos ocupando respectivamente la primera y la segunda plazas
de su grupo de Primera Preferente al haber ganado los cuatro partidos ya
disputados. En un gran partido los blanquiazules derrotaron al Malagueño de
paliza, 6-1, y se afianzaron en el liderato, aunque dicho primer puesto por el
momento no podía ser oficial dado que estaba pendiente la resolución de la
reclamación granadinista ante la sanción de tres puntos, sobre la que existía
confianza en que las razones del Granada serían atendidas y devueltos los
puntos restados.
El cronista de La Prensa narra
que el partido del filial fue sensacional, consiguiendo con su juego anonadar
en la segunda mitad a otro fenomenal equipo como el Malagueño, destacando muy
por encima del resto Mas (marcó dos goles), quien hasta el momento sólo se
había alineado en dos encuentros con el primer equipo y que en el Granada B
había alcanzado una segunda juventud que justificaba de sobra acudir a sus
partidos. A este respecto hay que decir que los partidos del Granada B venían
cada domingo concitando casi igual cantidad de público que los de la primera
plantilla.
Otro palizón, ahora al Cartagena. Primera derrota del filial
No revistieron gravedad las lesiones
de los tocados en la “batalla de La Línea”, excepto la del centro delantero
Morales, el único que estuvo ausente del once titular para la siguiente
jornada, ya la once, sustituido en esa posición por Luiqui. La recomposición de
la delantera dio entrada en el once al canterano Cea, autor de dos goles, quien
debutaba esta temporada en el primer equipo. Por otra parte, dado su gran
estado de forma y los sensacionales partidos que venía realizando con el
filial, volvió Mas al primer equipo y fue uno de los destacados (marcó un gol).
El Granada consiguió una nueva
victoria, ésta de palizón, 6-1 (el tercero ya que en lo que se llevaba de
calendario junto al 6-0 al Castellón y el 7-2 al Salamanca) frente a otro
recién ascendido por la ampliación de la categoría, el Cartagena, al que
derrotó en una gran segunda parte. Con los dos puntos volvió nuestro equipo a
poner tierra de por medio con sus inmediatos perseguidores, distanciando al
segundo clasificado (ahora el Murcia) en tres puntos.
En la crónica de La Prensa nos
llama la atención su comentario final. En él, Seudónimo (Saucedo Aranda),
el firmante habitual de las crónicas de este semanario, dice que en este
partido se pudo ver, ya de forma oficial, el que llama arbitraje en diagonal, o
sea, el árbitro desenvolviéndose sobre el terreno de juego en diagonal, de un
córner al opuesto, mientras que los jueces de línea no traspasan la línea que
delimita cada campo. Y añade Seudónimo que el señor Galende siguió el nuevo
sistema y su actuación fue muy buena y sin errores.
Al mismo tiempo el filial Granada B
jugó en Utrera su sexta jornada, pero se vino de vacío al perder por 1-0,
poniendo fin así a su magnífica racha de cinco victorias consecutivas. Manolo
Ibáñez hubo de recomponer su equipo al no poder contar con dos titulares como
Cea y Mas, ambos protagonistas de la victoria del primer equipo frente al
Cartagena. Para sustituir estas ausencias volvió Ros y al mismo tiempo debutó
un jugador del segundo filial, Toto, del Granada C. Montilla falló un penalti
faltando dos minutos para el final que hubiera supuesto el empate. La derrota,
la primera cosechada, no le supuso perder el liderato, aunque fue alcanzado en
puntuación por el At. Malagueño, siempre a la espera de la resolución del
recurso contra la sanción de tres puntos por presunta alineación indebida de
Mas en el partido del Granada B frente al Portuense.
Derrota en Elche y victoria del Granada B ante el Morón
El 20 de noviembre de 1949 jugó el
Granada su partido correspondiente a la jornada 12, en Elche, otro recién
ascendido. Una nueva derrota, 1-0, ya la cuarta de lo que iba de liga, fue el
resultado. Las crónicas, todas de periodistas forasteros, dicen que el Granada
jugó bastante mal y que no se explican cómo puede un equipo así ser líder. Sólo
salvan a Millán, Rey y Candi. El único gol del partido fue obra de Toñín en
propia meta. Debutó esta temporada en el primer equipo el jugador del filial
Manolo Méndez, incrustado en la media. En la recta final del encuentro Cholín
recurrió a poner en punta a Millán, ocupando su puesto el debutante Méndez,
pero no dio resultado la medida y con una derrota se volvieron los rojiblancos
de Elche. No se perdió el liderato, pero el efecto inmediato fue el de que se
acercara el Murcia, en la segunda plaza, a sólo un punto.
Por su parte, el Granada B obtuvo en
Los Cármenes una nueva victoria derrotando al gallito Morón por 5-3. Fue un
triunfo muy trabajado y que nunca estuvo claro a pesar de jugar el filial
reforzado con los jugadores de la primera plantilla Barnet, Mas y el mismísimo
Trompi (los tres estuvieron sólo discretos), recién salido de una enfermedad
que le había mantenido alejado de los terrenos desde hacía más de un mes. Acusó
en exceso el Granada B la ausencia de su mejor hombre, el central Méndez,
sustituido por Esturla, del Granada C, a quien culpan las crónicas de los tres
goles visitantes.
El Granada B no puede ascender, dicen desde Sevilla
El domingo siguiente a la derrota en
Elche fue de descanso para la primera plantilla al sufrir un parón la liga para
que se disputaran las primeras eliminatorias de copa. Nuestro equipo salió
exento por sorteo de esa primera ronda, estando previsto su estreno en esta
competición ya en Navidad.
Como el filial tenía que viajar a
Sevilla para enfrentarse al Coria, se aprovechó el desplazamiento para que el
presidente Joaquín Serrano y dos directivos acompañaran al equipo y junto a
ellos viajó también el delegado en Granada de la Federación Sur, José Carmona
Ros, todo con objeto de entrevistarse con los dirigentes federativos y obtener
la resolución del recurso planteado desde la sanción de tres puntos sufrida por
el filial. De no atender Sevilla la reclamación ya estaba preparado su traslado
a la Nacional, basándose en el precedente de la temporada anterior en que se
falló a favor del Talavera por un caso similar.
Por estos días también se planteó la
posibilidad de que se negara al Granada B la posibilidad de ascender a tercera
aun quedando campeón del grupo andaluz de la Regional Preferente, y en ese caso
sólo tendría derecho a un trofeo, una copa. La razón estribaba en que el salto
de categoría no podía realizarse por llevar el mismo nombre del primer equipo.
Sin duda, la legislación de por entonces era muy distinta a la actual. Se pensó
en esos momentos en que, llegado el caso, siempre habría tiempo de volver a
cambiar el nombre del primer filial y que éste volviera a llamarse Recreativo o
cualquier otra denominación que no fuera precisamente la de Granada. Fue una
cuestión que quedó planteada y sin aclarar y que meses después traerá bastante
cola.
Derrota del Granada B en Coria
El Granada B, reforzado con el
jugador de la primera plantilla Luiqui, disputó la octava jornada de su
calendario a finales de noviembre en el campo del Coria, de donde, como en su
anterior salida, tampoco se pudo traer nada, cayendo derrotado 4-3. No
obstante, según contaban los expedicionarios a su vuelta, el resultado fue del
todo injusto y la culpa de la derrota fue exclusivamente del árbitro, el
sevillano Caballero, con quien ya había tenido el filial un anterior
encontronazo en la final andaluza de la copa de aficionados disputada en el
Nervión sevillano dos temporadas atrás, cuando este referí señaló un más que
dudoso penalti con el que el Sevilla amateur derrotó al todavía Recreativo en
la segunda prórroga de aquella final. En esta ocasión, el trencilla señaló dos
penaltis muy protestados en contra de los blanquiazules, el segundo casi en el
descuento, y con él se rompió la igualada a tres goles sin tiempo para
reaccionar. La derrota sin embargo no significó la pérdida de la primera plaza
porque el filial malaguista también tuvo un tropiezo.
CALLEJEANDO
El Rey Abdalá I de Jordania en Granada
Acontecimiento de los
gordos en Granada, un evento de los que se recuerdan mucho tiempo, similar la
estancia de Eva Perón dos años antes, fue la visita del rey Abdalá I de
Jordania en septiembre de 1949, Abdallah (o Abdullah) I Rey del Jordán para la
prensa de la época.
El régimen de Franco, aislado
internacionalmente a raíz de las resoluciones de las Naciones Unidas, andaba
muy necesitado de amigos y los encontró en el Oriente Próximo, donde estaba muy
candente la cuestión israelí. Apenas un año antes había nacido el estado de
Israel y había tenido lugar la primera de las guerras árabe-israelí, en la que
uno de los contendientes fue el también recién creado estado de Transjordania, que
después cambiará su nombre por el de Reino Hachemita de Jordania, cuyo primer
monarca fue Abdalá I, aunque este estado ya existía desde los años veinte, pero
como una colonia más del Imperio Británico hasta que en 1946 se independizó. España
(Franco) fue uno de los primeros países en reconocer diplomáticamente al recién
creado, un estado de fronteras artificiales incrustado en medio del avispero
que era (y sigue siendo) Oriente Próximo y que no contaba con todas las
bendiciones de las potencias mundiales, en especial de la URSS, que vetó en
principio su ingreso en la ONU, con lo que ya teníamos algo en común con esa
nación árabe. Ambos “monarcas”, Abdalá y Franco, buscaban apoyos
internacionales en momentos comprometidos. Así, el rey jordano fue invitado a
visitar España para afianzar relaciones comerciales con el Guardián de los
Santos Lugares y reafirmarse en la lucha conjunta contra el comunismo,
subrayó la prensa del momento (y también, claro, aunque esto no lo decía la
prensa, para explotar propagandísticamente la visita). El domingo 5 de
septiembre de 1949, el mismo día que el Granada se estrenaba en la liga 49-50
con una derrota en Córdoba, en el barco que le traía desde Inglaterra, Abdalá I
llegaba a La Coruña siendo recibido por el mismísimo Franco en persona y
Guardia Mora, que «estrechó su mano y cambió cariñosas frases de salutación». Era el primer
jefe de estado que visitaba España desde 1936.
Ese mismo día comenzaron en nuestra
tierra los trabajos de preparación de la estancia del rey Abdalá que, como no
podía ser de otra manera, tenía entre sus visitas programadas la de dejarse
caer por Granada una semana después de su arribada a España. Todo tenía que
estar minuciosamente programado y especialmente espercojados los lugares
penibéticos que iban a ser contemplados de cerca por el ilustre visitante.
Ideal informa de que en el hotel Alhambra Palace se le ha reservado toda la
primera planta al rey y su séquito, alojándose en las llamadas habitaciones
reales, en esos momentos ocupadas por el hijo del sultán de Marruecos, el
futuro Hassan II, los mismos aposentos por los que ya pasaron altas personalidades,
como en su día el rey Alfonso XIII o más recientemente Eva Duarte. Se van a
amueblar con artísticos enseres, cortinajes y tapices, lámparas de china,
bronces, relojes antiguos y cornucopias. Del mismo modo, también se empieza a
adornar profusamente la plaza de toros con tapices y guirnaldas y se dibujarán
sobre la arena con serrín de colores los escudos y banderas de España y
Jordania. La fachada del Palacio de Carlos V lucirá iluminada y en su patio se
celebrará una cena de gala, para lo cual se instalará en su centro una fuente
con surtidores, dándole también luz y colorido a los Jardines del Partal. El
comentario de prensa se cierra haciendo un llamamiento a los granadinos para
que engalanen balcones y fachadas con reposteros, colgaduras, banderas y
mantones de Manila.
En días siguientes continuaron
haciéndose públicos más preparativos para la visita del ilustre personaje:
fuerzas de Regulares de Alhucemas en uniforme de gala formarán ante la fachada
del Palacio de Carlos V y del Alhambra Palace. Por fin, la víspera de la visita
regia, Ideal entra en detalles acerca de la riqueza entre la que se va a mover
el visitante, destacando la cama con baldaquino sobre la que reposará, de bronce,
con más de dos siglos de antigüedad, propiedad de un particular que la cede,
así como la sillería de la habitación real, en caoba, aportada por la Facultad
de Letras.
El 12 de septiembre, lunes declarado
festivo en nuestra tierra, proveniente de Madrid, su segunda etapa tras La
Coruña, aterrizaron a la una de la tarde en Armilla los tres trimotores Douglas
que traían al monarca hachemita y su amplio séquito. Su recibimiento, con toda
la corporación municipal bajo mazas y en traje de etiqueta, fue ante el
monumento a Isabel la Católica y Colón, a la entrada del Paseo del Salón. En
coche de caballos el rey jordano acompañado del alcalde Gallego Burín y del ilustre
arabista y académico, Emilio García Gómez, quien durante toda la estancia
española sirvió de intérprete, flanqueados por la Guardia Municipal a caballo y
en uniforme de gala, se trasladaron a sus aposentos en el hotel Alhambra Palace
por un recorrido adornado de gallardetes y banderas y entre una inmensa
multitud que copaba las aceras.
Por la tarde el hachemita fue
obsequiado con una corrida de toros en el coso de la avenida del Doctor Olóriz,
completamente abarrotado. En otro palco asistían también al espectáculo el Alto
Comisario Español en Marruecos, general Varela, acompañando al Jalifa del
Marruecos español, que se encontraba tomando las aguas en el balneario de
Alhama. Abdalá de Jordania sólo aguantó la mitad y se marchó después de que el
cuarto toro saliera manso y hubiera de ser sacrificado sobre la arena porque no
había modo de hacerle volver a los corrales. Era la primera vez en su vida (70
años) que asistía a una corrida, pero al día siguiente declaró el monarca a la
prensa que observó que el cornúpeta olía en la arena el verde de la bandera
jordana, lo que demostraba que buscaba alimento, y que de haberle ofrecido un
brazado de hierba el animal se habría dirigido fácilmente al corral.
Por la noche, cena de gala ofrecida
por el Ayuntamiento en el Palacio de Carlos V, amenizada por la orquesta y coro
del conservatorio de música hispanomarroquí de Tetuán y por una rondalla
granadina. A su terminación hubo visita nocturna a los palacios reales,
iluminados para la ocasión. El rey jordano manifestó que la cena y visita a la
Alhambra había sido una de las noches más agradables de su vida, de la que
guardaría buen recuerdo.
Al día siguiente, martes 13, visitó
el Corral del Carbón y después, a pie, la Alcaicería, para desembocar en la
plaza Bib-Rambla y de ahí, en coches, por Gran Vía y carretera de Murcia, se
trasladaron todos al Albaicín. Un paseo albaicinero por las calles del Agua,
Plaza Larga, Arco de la Pesas a San Nicolás, contemplando el panorama de fama
mundial. Vuelta a los coches y parada en la Escuela de Estudios Árabes, en la
cuesta del Chapiz, y tras una breve visita, por Carrera del Darro y cuesta de
Gomérez volvió a su hotel para un almuerzo guerrero con el general
Varela, el ministro del Aire, general González Gallarza, y el capitán general
de la IX Región, general González Badía.
La tarde fue dedicada a una nueva
visita a la Alhambra, empezando por la Alcazaba y actuando de cicerone el
director general de Arquitectura y a la vez arquitecto conservador del
monumento, Francisco Prieto Moreno. El rey Abdalá se detuvo especialmente en
los versículos y pasajes escritos en árabe en los muros alhambreños, para lo
cual contaba con quien mejor supo interpretarlos, Emilio García Gómez, que fue
catedrático de árabe de nuestra Universidad en los años de la República, toda
una autoridad en la materia.
Nuevamente en coche partieron los
presentes camino del Generalife, pero previamente la comitiva se dio una vuelta
por el recién abierto Parque de Invierno, visitando el reloj de sol del Llano
de la Perdiz y admirando la panorámica de picos y sierras que desde allí se
ofrecen. En el Generalife la ciudad de Granada por medio de su alcalde obsequió
al visitante con un presente, un centro de mesa en plata repujada labrado por
artesanos de la tierra, y seguidamente se sirvió un té por el hotel Victoria (todavía
no se conocía la palabra catering y además habría estado prohibida por
extranjerizante), con su propietario Juan Fernández a la cabeza.
Todavía quedaba jarana esa misma
noche: una fiesta gitana en los jardines del Partal, una zambra socromontana
capitaneada por la bailaora Lola Medina, además de la actuación de la orquesta
de Tetuán, el Trío Iberia y los muñecos de Mariano Morcillo.
Al filo de la medianoche se retiró el
rey de Jordania a su alojamiento, y al día siguiente temprano emprendía viaje
por carretera hacia Sevilla, teniendo previsto acabar su periplo español en la
ciudad de Málaga.
Dos años más después de su visita a
nuestra tierra morirá el rey Abdalá asesinado en Jerusalén en un atentado
terrorista perpetrado por un activista palestino.
La moralidad nacionalcatólica
El arzobispo, Balbino Santos Olivera,
publicó en noviembre de 1949 una nota en los diarios en la que decía que había
tenido noticia -«con profundo dolor de nuestra alma»- de que la
película Gilda, a pesar de haber sido en su día calificada por la
censura diocesana con el expeditivo “no debe verse”, se está exhibiendo en
algunos cines de la capital y también de pueblos de la archidiócesis.
Gilda se había estrenado en Granada, en
el Coliseo Olympia, casi dos años antes, el primero de enero de 1948, pocos
días después de su estreno en Madrid, aunque era una producción de 1946. A la
España nacionalcatólica tardó en llegar y cuando lo hizo ya la había visto
medio mundo, y en depende dónde y a quién, había escandalizado a más de cuatro.
Al día siguiente en Ideal y con la firma “X” apareció una corta reseña en la
que en general se pone bien el filme, aunque también merece para el anónimo
crítico una nota negativa por su guion un tanto confuso, pero para nada se
contienen en el breve comentario palabras tales como: impudor, inmoralidad o
deshonestidad. Hasta cuatro días después no apareció en la prensa la
calificación moral de la película, del Secretariado Diocesano de Acción
Católica. Gilda mereció para el censor eclesiástico la calificación tajante de
“no debe verse” (todavía no se había establecido la calificación moral con
números del 1 al 4, según la “peligrosidad” del filme).
De la docena de películas que daban ese
día en Granada los varios cines, hasta cuatro no debían verse y había una
“peligrosa” para la Censura de Espectáculos de Acción Católica, que eran
justamente las más concurridas por los paisanos en esas fechas de fiesta y
vacaciones. Entre ellas, claro, Gilda, que llevaba ya seis días en cartel a
sala llena. Precisamente esa intransigencia en aconsejar al personal desde los
medios que no vaya a ver una determinada película provocará en poco más de un
mes un conflicto entre los empresarios granadinos del espectáculo y el Ideal.
Los propietarios de salas de cine y teatro, encabezados por el presidente del
Granada CF, Ricardo Martín Campos, copropietario del Salón Nacional, decidieron
retirar su publicidad del diario católico, una guerra que duró por lo menos
cinco años y en ese periodo Ideal sólo incluirá en un pequeñísimo recuadro la
calificación “moral” de todo lo que se exhiba en Granada, ahora a diario y
dictada directamente por el Arzobispado.
Para cuando apareció en los
periódicos el consabido “no debe verse”, Gilda la había visto ya toda Granada,
pero tampoco consta que la película se convirtiera en el principal tema de
conversación de la gente, sino que más bien se puede decir que, aunque al Olympia
acudió gran número de personas, pasó por nuestras carteleras como otra de las
muchas películas que se exhibían y poco más se puede añadir de particular. Diez
días estuvo en cartel Gilda en Granada, donde, como en toda España, circularon
mil versiones acerca de lo que presuntamente había cortado la censura oficial a
continuación de las famosas escenas sugerentes de la película, sin embargo, se
sabe que en nuestro país se exhibió sin apenas cortes.
En aquel 1948, en la provincia
eclesiástica granadina nunca fue expresamente prohibida Gilda, como decretó en
Las Palmas el obispo Pildain, ni hubo persona que arrojara pintura roja sobre
las carteleras ni tampoco se vieron en Granada escenas tal que grupos de beatas
enlutadas apostadas en la puerta del local donde se exhibía la película rezando
a voz en grito por el alma de quien se acercaba a comprar una entrada, como sí
que ocurrió en otras latitudes, sobre todo a raíz de que desde los púlpitos se
lanzaran anatemas contra la película, sus exhibidores y todo aquel que la viera.
Esto sugiere que, al menos por lo que se refiere a esta esquina de la Piel de
Toro, de no haber sido por la ira furibunda de los de las sotanas, este film
habría pasado en silencio y con más pena que gloria pues tampoco fue nunca el
no va más cinematográfico.
Desde luego, la mejor publicidad que
recibió la película Gilda fue gratis y la aportaron las hojas parroquiales, y se
puede afirmar que sin los anatemas del integrismo clerical nunca se habrían
creado los muchos mitos que desde entonces existen alrededor de este clásico
del cine negro. Por eso mismo, algo más de un año después de su estreno
granadino, en el verano-otoño de 1949, seguía la película dando muy buenas
taquillas y parece ser que algunas copias piratas no faltaban en las fiestas
mayores de muchos pueblos y casi clandestinamente se exhibían sin darle
publicidad a la cosa, de ahí la nota oficial del arzobispo Santos.
Y es que en la España
nacionalcatólica, hambrienta y miserable, la principal preocupación de la
Iglesia no era otra que la moralidad. Una moralidad que sólo ponía el acento en
los centímetros de carne exhibida y en los asuntos de alcoba. Así es de
destacar lo que publica Ideal en agosto de 1949 acerca de la vestimenta de los
cada vez más numerosos turistas que nos visitan: «El impudor de
las playas trasciende ya a lugares públicos y a carreteras de una forma
agresiva para las personas de conciencia honesta y honrada», dice el obispo
de Málaga y futuro cardenal Ángel Herrera Oria en su homilía dominical, y
afirma que los españoles hemos cometido pecados más graves de los que nuestros
padres cometieron, «En el orden moral toleramos a los visitantes extranjeros lo que
decorosamente no podemos tolerar y aceptamos las costumbres que nos impongan
sin pasarlas por la aduana de nuestra conciencia católica y de nuestros
tradicionales criterios sociales». Y añade el prelado que en aras de
aliviar nuestra penuria de divisas o por imitar lo que hacen quienes creemos
más avanzados y progresivos [sic], transigimos con lo que es ilógico, anticristiano y antiespañol. Qué
diría este buen hombre si pudiera darse una vuelta por cualquier playa o
piscina española de la actualidad en plena canícula.
Por su parte, el obispo de Jaén,
Rafael García y García de Castro, futuro arzobispo de la Archidiócesis de
Granada, tres años antes había publicado una pastoral en la que decía que «…a nuestra
querida España la acosan los enemigos de Dios […], los
organizadores, los cooperadores, los anunciantes, los participantes de estos
bailes modernos, en pugna con la moral cristiana, faltan a sus deberes de
cristianos y provocan en días de tantas amarguras y de tan crueles
incertidumbres, la indignación divina.» O sea, los bailes modernos constituyen un peligro grave para la
moral católica, y en su organización, dirección o propaganda no puede
intervenir ninguna persona que ostente cargo en Acción Católica, cofradía o
hermandad, y tampoco pueden estos mismos frecuentar esos bailes.
El
arzobispo Santos Olivera volvió a la carga años después en una pastoral en la
que anatemizaba los trajes de baño de las mujeres por su desvergüenza y
ridiculez. De vestidos inverecundos e indecentísimos los tacha a la vez que carga
contra el libertinaje de las playas y centros de veraneo. «Nos vamos
acercando al salvajismo “civilizado”. El salvajismo de las selvas no es tan
repugnante, porque no es tan provocador; procede de la ignorancia y carece casi
en absoluto de malicia. El salvajismo “civilizado” tiende a romper las
costumbres: se propone atraer la mirada lasciva de los hombres, no sólo en lo
que se ve, sino en lo que se adivina.» […] Y la culpa la tienen ¿quiénes?,
pues quien va ser: los masones: «Corromper la sociedad por medio de la
mujer, y corromper la mujer por medio de la moda escandalosa, es el propósito
de la masonería. La moda indecorosa es obra suya».
El españolito de a pie en aquellos
años, según el clero, ni podía ir a bailes, ni podía tomar un baño a menos que
se abrigara como en enero, ni podía evadirse viendo según qué película, ni
tampoco podía hacer otras muchas cosas. La alternativa para evitar su
condenación al fuego eterno eran las tropecientas procesiones, las misiones,
las novenas, los triduos y besamanos o besapiés, que de esas cosas sí que había
en abundancia aquellos años.
Eran otros tiempos y la idea de la
moral y de los centímetros de carne que se podía mostrar en muy poco se parecen
a las actuales. Tampoco se parece mucho el poder de influencia en la conducta
de las personas de la Iglesia durante el nacionalcatolicismo al actual. Pero
tanto entonces como ahora mismo, el personal de alpargata prefería el pecado y
mayoritariamente no se tomaba en serio lo que con tanta vehemencia predicaban
monseñores reverendísimos y eminentísimos.
Farsa Picasso
También el arte debía sujetarse a cánones
tradicionales y era posible leer en la prensa un titular como el que reza así: «Dice que es arte y se lo compran los
museos», y debajo la foto de dos cuadros, dos engendros según el pie
de foto, que responden al título de “Desnudo de mujer”, recién adquirido por la
Colección Tate, y “Los tres músicos”, vendido al Museo de Arte Moderno de Nueva
York, incomprensibles ambos, una muestra más de la farsa que es toda la vida
del supuesto artista, comenta Ideal en un breve sin firma. El autor, continúa
el comentario, sabe sacar provechoso lucro de sus excentricidades, aunque él
mismo reconoce que muchas veces no sabe ni lo que pinta. Tiene todo lo
aborrecible este supuesto pintor porque encima recientemente ha estado en la
asamblea comunistoide que se llamó de la Paz y se ha dejado utilizar por
comunistas de todo el mundo como representante de la intelectualidad artística
en el campo marxista. Su nombre: Pablo Picasso.
Qué
lejos este cínico de Picasso del otro pintor español universal, Salvador Dalí,
quien fue librepensador, pero ahora es un convertido y se ha reconciliado con
la Iglesia hasta ser recibido en audiencia por el Papa. Según Dalí, «un
español, un mediterráneo, no puede ser comunista. España es la luz, el
individualismo, la pasión, la caballerosidad, el quijotismo, el misticismo, el
noble desinterés. Y Rusia es la uniformidad, la bruma, la brutal frialdad… Me
atrevo a pronosticar que Picasso dejará de ser comunista, y que, a decir
verdad, no lo ha sido nunca», concluye el comentario de prensa
reproduciendo esas palabras textuales del pintor catalán.
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