EL ONCE FANTASMA

Pedro Escartín bautizó al Granada CF (el Recreativo Granada) con el apodo de "Once Fantasma" cuando este club era un recién llegado a la competición pero ya andaba codeándose con equipos de solera y aspiraba a lo máximo.
En este libro se narran las vicisitudes por las que atravesó el Recreativo en sus cinco primeros años de existencia y también se recogen los sucedidos ciudadanos más impactantes de aquella época revuelta que fue la de la II República.
En la foto de cabecera se ve al Recreativo que se enfrentó al Gimnástico de Valencia en el campo madrileño de El Parral, 21 de febrero de 1934. De pie: Sosa, Tomé, Calderón, Luque, Itarte, Carrera, Victorio y Tabales; agachados: Gomar, Morales y Herranz.
Para adquirir un ejemplar firmado y dedicado por el autor (20 €), dirigirse a
jlramostorres@gmail.com


Historia del Granada CF



lunes, 4 de abril de 2022

JOAQUÍN SERRANO PRESIDENTE


Montilla, Ros, Sueza, Díaz Cara, Barnet y Carbelo, fichajes para la 49-50, los cuatro primeros son canteranos pasados al primer equipo

 

Bajas y fichajes 49-50

            Terminada de manera frustrante la temporada 48-49, en la que se escapó por los pelos un ascenso a primera, la primera noticia futbolera de la 49-50 es la baja de los futbolistas: Valero, Díaz, Arencibia y Laureano Martín, aparte de la de Lesmes, que ya se había hecho efectiva antes de terminar el mes de junio, todos con la carta de libertad al terminar su contrato. En su lugar el primer fichaje fue el de Barnet, veterano defensa catalán que procedía del Sevilla y antes del Jerez, Levante y Español, que pertenecerá al Granada ésta y la siguiente temporada y jugará más bien poco. También se incorporó el joven Ibáñez, otro defensa, cuyo destino será el filial, el Granada B, procedente del Electrodo madrileño, equipo que disputó la temporada anterior la eliminatoria de octavos de final de la Copa de España de Aficionados precisamente con el filial; sólo llegará a alinearse en amistosos de pretemporada. No eran propiamente fichajes pero pasaron al primer equipo, con ficha profesional, los jugadores del equipo B Sueza, Díaz Cara, Ros y Montilla. Ya entrado el mes de agosto fichó por cuatro temporadas (de las que sólo cumplió dos) el portero Carbelo, procedente del Málaga, equipo en el que jugó la temporada anterior cedido del At. Madrid.

            Otra noticia de enjundia es que el club ha conseguido rebajar su déficit, estimado en unas 800.000 pesetas, hasta dejarlo en 600.000. Las taquillas a lo largo de la 48-49 no fueron demasiado sustanciosas a pesar de que el ascenso se escapó sólo por el golaveraje, pero sí que fueron bastante más abultadas que las de la anterior temporada.

 

Joaquín Serrano nuevo presidente

            La siguiente noticia importante fue la asamblea general de socios, convocada para el 22 de julio de 1949 en los salones de la Agrupación Álvarez Quintero, calle de la Colcha 15. Martín Campos había dimitido al terminar la temporada anterior, aunque en su momento nada comunicó la prensa, así que el punto principal del orden del día era la designación de nuevo presidente del Granada CF. Sólo un candidato existía, el que había sido hasta ese momento tesorero, Joaquín Serrano González. Más de trescientos socios acudieron a la cita y decidieron dar un voto de confianza al único dispuesto a ocupar el sillón, Joaquín Serrano, quien a partir de ese momento se convirtió en el nuevo presidente de la entidad.

            Aparte de la elección de nuevo presidente, que más que elección fue traspaso de poderes, el punto más sustancioso de la asamblea lo constituyó el proyecto, esbozado por el nuevo dirigente, de emitir obligaciones amortizables en un plazo no inferior a treinta años sobre el campo de Los Cármenes, con pago de los correspondientes intereses, para lo que antes que nada había que liquidar por completo la deuda que todavía andaba cercana a las 100.000 pesetas con los vendedores de los terrenos. La propuesta, equivalente a hipotecar el patrimonio del club, fue objeto de amplio debate, pero triunfó (y así salió de las votaciones de los presentes) la medida de rechazarla para de esa manera evitar el endeudamiento sobre el terreno de juego de Los Cármenes, único patrimonio del club.

            Previamente el presidente saliente, Ricardo Martín Campos, hizo una exposición de la temporada anterior y salió al paso de un infundio –dijo- que había circulado por la ciudad en el sentido de que a su directiva no le interesaba ascender, y de ahí el mal resultado final. Martín Campos desmintió radicalmente tal rumor y aseguró que desde el momento en que se vieron las posibilidades de ascenso la directiva se volcó aumentando las primas, no reparando en gastos estableciendo gratificaciones e incluso recluyendo a los futbolistas en las previas de los partidos. También habló sobre la reivindicación del club para que la primera categoría fuera ampliada a dieciséis equipos y así poder el Granada dar el salto, pero tal propuesta sólo encontró apoyo en Armando Muñoz Calero, el presidente de la Federación, y nada se obtuvo. Sobre este punto hay que insistir en la mala suerte del equipo rojiblanco, que mereció de largo un ascenso que hubiera conseguido de haberse aprobado la ampliación de la máxima categoría, cosa que se sabía era inminente y que finalmente fue acordada por el pleno federativo ¡en octubre de 1949 y para la temporada siguiente!

Se despidió Martín Campos expresando su deseo de a partir de ese momento ser un aficionado más, alejado de toda actividad directiva, pero ofreciendo al club su colaboración siempre que ésta fuera requerida. Así terminó la amplia relación con nuestro club de este industrial del espectáculo, presidente honorario, una relación que empezó 17 años atrás, en 1932, cuando el Granada, por entonces Recreativo, apenas tenía un año de vida, con el paréntesis de cuatro años (entre 1943 y 1947).


 Joaquín Serrano, nuevo presidente del Granada CF tras la dimisión de Martín Campos

 Empiezan los entrenamientos

            A mediados de agosto comenzaron los entrenamientos de la primera plantilla, más de una semana después de que empezaran las sesiones de preparación de los dos filiales, porque esta temporada contó con dos canteras. El primer filial, el Granada B, jugará en Preferente. El segundo, Granada C, lo hará en segunda regional, y no es otro que el equipo que en la temporada anterior fundaron algunos ex granadinistas con el nombre de Recreativo, el tercero de la historia (el cuarto en realidad, si contamos también al Recreativo Español de los primos Amigo); la directiva decidió que camiseta verde y pantalón blanco serían sus colores, una equipación que ningún otro equipo granadino tenía como propia.

Dirigió las sesiones Cholín, una temporada más responsable de la preparación física y técnica ante el buen rendimiento sacado a la plantilla en la temporada anterior, ahora con su flamante título de entrenador bajo el brazo después de haber estado dos semanas en Burgos en el primer cursillo que en España se organizó para regular de alguna manera la profesión, ya que hasta ese momento cualquier persona, casi siempre ex jugadores al retirarse, podía ocupar un banquillo. Al mismo cursillo había acudido también Manolo Ibáñez, pero se volvió antes de tiempo al poder asistir sólo en calidad de libre oyente.

            Varios jugadores de categorías inferiores estuvieron a prueba sin que ninguno llegara a fichar. Cercano ya el comienzo de la liga, se hicieron gestiones en Madrid para obtener del Atlético la cesión de alguno de sus integrantes, pero sólo el medio argentino Candía se puso a tiro sin que llegara a firmar porque pidió una cantidad prohibitiva para el Granada.


Cholín seguirá siendo el entrenador, ahora ya con título

Estreno en El Arcángel con derrota

            Con tan escasos fichajes y sin más preparación de pretemporada que un amistoso en Peligros frente al Vandalia y otro en La Victoria frente al Jaén, de tercera, en el primer domingo de septiembre empezó la liga del grupo sur de segunda para el Granada. Dado que el número de equipos participantes en la categoría había aumentado (dos grupos, norte y sur, con dieciséis clubes cada uno), frente a lo que venía siendo habitual, en lugar de empezar la liga en sus dos primeras categorías (la primera seguía estando integrada por sólo catorce equipos) el último domingo de septiembre, esta vez fue el primer domingo.

            Al Granada le correspondió estrenarse en el Arcángel cordobés, de donde se trajo una derrota por 2-1. En esta primera alineación rojiblanca (Candi; Toñín, Millán, Rey; Almagro, Sosa; Ros, Fraga, Morales, Luiqui y Megino) no figuró ninguno de los escasos fichajes para la 49-50 y la única novedad fue la inclusión del canterano Ros en el extremo derecho, pero no pudieron los nuestros contrarrestar los dos goles del recién ascendido Córdoba, obtenidos en los primeros diez minutos de juego, y a pesar de que, según las crónicas, el Granada fue mejor que el conjunto local, no pudo obtener botín alguno.

 

Paliza al Castellón

            En lo que parecía ya una tradición por aquellos años, la temporada se inauguró en Los Cármenes contra el Castellón, el mismo rival de las dos últimas ligas en el primer partido casero, sólo que en las dos anteriores era la primera jornada y en ésta era ya la segunda. Los levantinos llegaron la víspera, sábado 10 de septiembre de 1949, después de que su autobús se viera obligado a dar un gran rodeo y tomar la carretera de Alcalá la Real al estar cortada la Bailén-Motril a la altura de Jaén capital debido a las grandes tormentas propias de la época del año, que habían inundado esa carretera principal. Ese mismo domingo Granada recibía la visita del rey de Jordania Abdullah, de visita oficial a España.

            Dos temporadas atrás en este mismo escenario y con los mismos contendientes el partido acabó en empate a dos tantos y en medio de un gran escándalo debido a la pésima actuación del siempre polémico árbitro Gojenuri. A la siguiente, la última, sólo pudo doblegar el Granada a los de La Plana con muchísimo trabajo y por un solitario gol de Morales porque el portero castellonense Guillermo lo paró todo. Sin embargo en la ocasión presente los rojiblancos no tuvieron rival en los blanquinegros (acabarían la liga como colistas y descendidos varias jornadas antes del final), de los que se deshicieron con el muy contundente tanteo de 6-0. Fue la primera de las muy amplias goleadas que en esta 49-50 consiguió nuestro equipo en Los Cármenes; hasta en cinco ocasiones a lo largo del calendario los rojiblancos conseguirán seis o más goles jugando de locales.

Los de Castellón habían renovado casi por completo su equipo de las últimas campañas y habían dado entrada a jóvenes sin experiencia y el invento se les dio francamente mal. Uno de esos jóvenes noveles era Antonio Rius, uno de los pocos que en las crónicas merecen un comentario favorable, quien tres años después se convertirá en granadinista y en nuestro equipo militará muchas temporadas dejando una huella imborrable de gran jugador y mejor persona.

Con suma facilidad los nuestros golearon e incluso pudo ser mayor el tanteo en la meta castellonense. Las crónicas destacan por encima de todos al granadino Manolo Almagro, convertido en el motor del equipo. Con la victoria saltó el Granada al cuarto puesto.


El Granada que goleó 6-0 al Castellón. De pie: Sosa, Morales, Millán, Mas, Toñín y Rey; agachados: Trompi, Megino, Luiqui, Almagro y Candi

Sufrida victoria ante el Murcia

            La siguiente jornada, ya la tres, fue nuevamente casera. Nos visitaba el Murcia, uno de los gallitos que al terminar esta liga ascenderá a primera como segundo clasificado. El campo casi se llenó y entre el público hubo una numerosa representación de hinchas murcianos. Dos futuros granadinistas, Becerril y Morera, jugaron de rojo, y un ex, Sierra, no viajó por lesión. El portero pimentonero fue Martí, otro ex granadinista, repuesto por completo del grave percance que sufrió la temporada anterior y que a punto estuvo de incapacitarlo para el balompié. En las crónicas del partido lo acusan de fallar en el único gol del partido, aunque también destacan que después salvó varias situaciones comprometidas en su marco. Respecto de Becerril, que será rojiblanco casi diez años después y está en la foto de la final de Copa 1959, para algunos medios el mejor de los visitantes, se le señala como contundente leñero y causante de que en la segunda parte hubiera excesivos roces entre unos y otros.

Ganó el Granada con un solitario gol de Trompi, pero esa victoria costó un trabajo ímprobo y en ningún momento estuvo clara porque los forasteros se mostraron como un conjunto muy bien ensamblado y de juego ágil. Según la prensa murciana, el árbitro pasó por alto un claro penalti de Millán al delantero Alcázar por agarrón. Otra vez Almagro, ya convertido en plena realidad, fue el mejor de todos. La victoria aupó al Granada al segundo puesto de la clasificación.

            Para Fernández de Burgos en Ideal, el Murcia fue bastante mejor que los rojiblancos y sólo falló en el remate, y los aficionados que una semana antes salían de Los Cármenes satisfechos por la goleada ante el Castellón, en esta ocasión renegaban de sus jugadores y manifestaban a gritos que no hay equipo. El periodista de Ideal da la razón a los periodistas murcianos y reconoce que Millán hizo penalti, pero también señala que en el área murciana hubo otro tan claro como aquél que el colegiado Sáiz tampoco vio.


Recorte de Ideal con una foto del partido Granada-Murcia y el comentario de Maolico sobre Becerril

Dos positivos en Bardín y liderato

            En vísperas de la cuarta jornada, que llevaba al Granada al Bardín del Hércules, un comentario del crítico de fútbol del diario Pueblo, José María Úbeda, llena de orgullo a la hinchada rojiblanca. Según el citado periodista, el Trompi de sus buenos tiempos era más completo, puesto que tenía más profundidad, que Carlsson, interior sueco ya veterano que era toda una novedad en el At. Madrid, que, por recomendación de su nuevo entrenador, Helenio Herrera, acababa de ficharlo e incorporarlo y donde hasta ese momento sólo había disputado dos encuentros. El nórdico, considerado uno de los mejores futbolistas suecos de su historia, se convertirá poco tiempo después en toda una leyenda del club colchonero, donde es muy recordado por haber permanecido cuatro temporadas y formar parte de la que se llamó “delantera de cristal” (porque se solían lesionar con asiduidad), la que formaban Juncosa, Ben Barek, Pérez Payá, Carlsson y Escudero, con la que el club madrileño ganó dos ligas consecutivas, 49-50 y 50-51, y una Copa Duarte en 1952 (precedente de la actual Supercopa entre los campeones de liga y copa). Sin duda al crítico madrileño el sueco le recordaba al gran Trompi, también un interior de los de entonces, pequeño de estatura y (en sus buenos tiempos, claro) rápido, técnico y habilidoso.


El Granada que ganó al Hércules en el campo de Bardín. De pie: Almagro, Sosa, Barnet, Toñín, Millán, Candi y Rey; agachados: Morales, Megino, Carbelo (portero suplente), Fraga y Luiqui

            En el Bardín de Alicante y ante el Hércules, dirigido por Gaspar Rubio y uno de los favoritos al ascenso que, como el Granada, en la temporada anterior perdió en los últimos partidos, el Granada consiguió una sensacional victoria 1-3 con la que estrenar su cuenta de positivos y que además le sirvió para encaramarse al liderato del grupo sur de segunda. Fue un buen partido muy bien planteado por Cholín y en el que destacaron las actuaciones de Candi y de Luiqui, autor éste de dos goles. Debutó Barnet en la media y estuvo a buen nivel.

            Como anécdota hay que reseñar que el árbitro del partido, Antonio Boronat, debutante en la categoría, sorprendió tanto a los espectadores como a los jugadores señalando hasta cuatro libres indirectos dentro del área por motivos tales como una obstrucción o una pérdida de tiempo en el saque del portero, una sanción de la que se puede decir que resultaba exótica puesto que a pesar de estar claramente especificada en el reglamento era muy raro que se señalara. El único gol de los locales nació de un libre indirecto en el área rojiblanca. Por el contrario, el Granada en la ocasión similar que tuvo disparó por medio de Luiqui directamente a portería entrando a la red el balón, pero el tanto quedó anulado, y es que los propios protagonistas no estaban acostumbrados a este tipo de faltas y por lo visto también desconocían que el brazo en alto del juez significa lanzamiento indirecto. El joven colegiado no obstante es destacado por todas las crónicas por su excelente labor en la dirección del choque. Este Boronat hay que encuadrarlo dentro de la nueva hornada de trencillas este año incorporados como resultado del curso impartido por la Federación en pretemporada en sustitución de viejos referís como Escartín, Melcón o el terrible Gojenuri, recientemente retirados tras más de veinte años en el arbitraje.


Candi se hace con un balón en el Bardín de Alicante

Otra paliza, ahora al Salamanca

            La jornada cinco, en el primer domingo de octubre, tocó defender el liderato del grupo recibiendo en Los Cármenes al Salamanca, ausente de estas tierras desde que perdió la categoría cuatro temporadas atrás. A pesar de ser un recién ascendido dio mucho juego en segunda y acabó la liga clasificado en cuarto lugar. A la hora de confeccionar los dos grupos de segunda, cosa que era una novedad esta temporada, y a pesar de su situación geográfica se le había incluido junto a los equipos meridionales para poder cuadrar ambos grupos y evitar que quedaran cojos. Como portero suplente traía a una leyenda granadinista, Floro, quien en la previa fue entrevistado por la prensa local y tuvo palabras de cariño hacia Granada y los granadinos, y dijo emocionado que nunca podría olvidar los ocho años pasados a la vera de la Alhambra y que conforme se iba acercando a nuestra tierra había sentido algo interior que no podía definir y que quizá le impidiera jugar.

            Una nueva goleada fue el resultado, 7-2, con el que el Granada se reafirmó en la primera plaza, ahora ya en solitario, distanciando al segundo, el Murcia, en un punto. El Salamanca ya antes de este encuentro era el equipo más goleado del grupo, y así cuentan las crónicas que su defensa fue en extremo débil y el Granada, como sucediera frente al Castellón, no tuvo rival y pudo ganar incluso por más goles. No obstante, al descanso las cosas no estaban nada claras para los nuestros y el resultado que reflejaba el marcador era de empate a dos tantos, pero en la segunda parte el Granada, jugando en superioridad por expulsión del mejor hombre salmantino, el ex bilbainista Albizúa, consiguió cuatro goles en menos de diez minutos que dejaron a los forasteros sin reacción. En esa segunda parte Millán salió de inicio como delantero centro ante la ausencia del goleador Morales, pasando Almagro, otra vez el mejor rojiblanco, a la cobertura, pero el ex internacional duró en ese puesto los escasos cinco minutos que tardó el Granada en deshacer el empate.

En los últimos cinco minutos de partido el granadinismo tuvo ocasión de ver de cerca y aplaudir con ganas a Floro, la única vez que en toda su carrera se enfrentó al equipo rojiblanco, quien por lesión sustituyó al titular Larrarte cuando ya el marcador reflejaba el 7-2 final, luego, ningún gol encajó Florito en su vuelta a Granada. Dos ex granadinistas más militaban en la plantilla salmantina, Acedo y Torquemada, pero no viajaron.


Floro, en la foto con Trompi, volvía a Los Cármenes con el Salamanca

Frenazo en Mallorca

Continuó la competición para nuestro equipo con una nueva salida, ahora a Mallorca, otro recién ascendido. Esta temporada y debido a la división en dos grupos de la categoría por proximidad geográfica que acortaba los desplazamientos, se había dispuesto a principios de temporada que se realizarían todos en autobús. Para éste a Baleares, uno de los más largos, los rojiblancos salieron para Murcia el jueves anterior al partido para pernoctar en dicha ciudad y al día siguiente continuar a Valencia donde por la noche embarcó la expedición para llegar el sábado por la mañana a su destino.

En Mallorca no se pudo continuar la racha de cuatro victorias consecutivas y fue el Granada derrotado por 3-1, pero no perdió el liderato aunque ahora pasó éste a ser compartido con el Tetuán. Las crónicas, todas de periodistas no granadinos, dicen que el Granada acreditó su condición de líder, pero que su total falta de acierto en el remate fue determinante. A destacar el gran partido de Candi y de los canteranos Montilla, Ros y Almagro.

 

El Granada B campeón provincial aficionado

Cuando ya se llevaban disputadas seis jornadas de segunda, a mediados de octubre, tocó entrar en danza al filial, que todavía continuaba llamándose Granada B. Su primer partido oficial no fue de liga sino de Copa Aficionados y consistió en la disputa de la final provincial. El Granada B estaba exento de las rondas previas como campeón que lo fue de la provincia la temporada anterior, pero su oponente, el Vandalia de Peligros, tuvo que eliminar sucesivamente a varios rivales provinciales, el último de ellos el Imperio de Albolote.

El Granada B consiguió revalidar su título de campeón provincial venciendo 2-0 al equipo de Peligros con goles de Requena y Paquito en partido jugado en Los Cármenes la tarde el 12 de octubre, fiesta de la Raza, con arbitraje del ex del Once Fantasma Eloy. El Vandalia resultó un dignísimo rival y puso las cosas difíciles al filial, donde destacó una vez más Méndez. La siguiente eliminatoria de la Copa Aficionados, ya en fase regional se disputaría en el mes de enero de 1950.

 

 

CALLEJEANDO


 La farola y el castillete que la sustituyó


La farola de Puerta Real

            En el centro de Puerta Real existió durante algunos años una fea farola que alcanzaba unos diez metros de altura, con cuatro brazos y otro central, cada uno rematado con su correspondiente farol. En su corta vida no se puede decir que tuviera un existir pacífico ya que en una ocasión ardió por un cortocircuito y más de una vez acabó por los suelos al recibir el impacto de algún vehículo cuyo despistado conductor literalmente se la tragaba a pesar de su considerable tamaño. Por no hablar de que frecuentemente lucía grandes desconchones en el yeso de su cuerpo. Un buen día y sin que se supiera la causa, uno de sus brazos se cayó de pronto y no alcanzó a nadie de milagro, y otro día un enorme enjambre de abejas hizo nido en su remate, convocando a una multitud de curiosos que colapsaron la circulación.

La farola, decididamente gafe, fea y cateta, no gustaba mucho a los granadinos. Era de verdad un chafarrinón en la trayectoria de Gallego Burín en lo que se refiere a embellecimiento de Granada. Su tronco de escayola imitando hierro le confería un carácter quieroynopuedístico que le hacía centro de las críticas. Había sido instalada de manera provisional, se dijo, cuando esta plaza, la más céntrica de la ciudad, fue remodelada y ampliada al ser demolida la Manigua, hacia 1942, pero a los pocos años era más estorbo que otra cosa ante el aumento del tráfico, por lo que en estos días del calurosísimo verano de 1949 fue desmontada en espera de ser sustituida por otro elemento urbano menos impactante estética y circulatoriamente hablando.

En la prensa granadina se especuló con que en el sitio dejado vacante se iba a instalar alguna de las fuentes o estatuas viajeras que tanto han proliferado en nuestra tierra, aunque desde el primer momento el Ayuntamiento dejó claro que ese lugar lo iba a ocupar un castillete con señales luminosas. ¿Qué cosa será el tal castillete?, se preguntaba el personal, hasta que ya en marzo de 1950 ¡eureka! fue despejada la incógnita y el castillete de marras, rodeado por una mini rotonda, quedó a la vista del paisanaje. Algunos no ocultaron su decepción al ver semejante alfeñique ocupando el kilómetro cero del penibetismo, con su apenas un metro de altura y unas lucecicas, eso sí, muy moernas, y es que se habían imaginado algo grandioso y de una elevación semejante a la fenecida farola, algo que deslumbrara a los forasteros por ocupar el sitio que ocupaba y no ese minipirulí indigno de ser mostrado a los de fuera con orgullo.


Neveros de Sierra Nevada

Refrescarse en Granada en el largo y cálido verano de 1949

            Desde tiempos inmemoriales, de cuando los moros por lo menos, existía ya en Granada el oficio de nevero, una ocupación que consistía en traer a la ciudad la nieve desde Sierra Nevada, necesaria para la repostería heladera o para refrescarse con los granizados de harina de cebada o de avellanas a los que tan aficionados eran nuestros bisabuelos, aunque también se le daba a la nieve serrana aplicaciones de tipo terapéutico. Numerosos volúmenes del costumbrismo granadino nos describen cómo, desde que llegaba la primavera, cada tarde era posible ver las reatas de diez o doce mulos que enfilaban el que sigue siendo el camino más corto para subir a la sierra y el único existente hasta la construcción de la carretera, bien entrado el siglo XX, una senda serrana que partía de la actual avenida de Cervantes y que recibió el nombre de Camino de los Neveros porque por ella subían y bajaban los encargados de abastecer de nieve a Granada cargándola de los ventisqueros, donde nunca falta sea cual sea la época del año. Con las primeras claras del día entraban de vuelta en la ciudad los neveros trayendo la nieve, bien prensada y apelmazada, en los serones de pleita de sus caballerías a razón de unas cien arrobas los días entre semana, carga que se duplicaba las vísperas de festivo y podía cuadruplicarse para las fiestas señaladas de cada verano, como la Virgen del Carmen, Santiago o la Asunción. Lo transportado era conducido hasta la llamada “Casa de la Nieve”, un depósito o estanco situado en la calle Varela, donde se vendía a razón de seis reales (1,50 pesetas) la arroba. Parte del cargamento helado salía para otras ciudades que no disponían de tanta facilidad para abastecerse de esta mercancía.

La nieve de Sierra Nevada, contra lo que pudiera pensarse, no era gratis, tenía su dueño. Primero lo fue el Estado y el municipio de Granada, como parte de sus bienes patrimoniales o de propios, cuyo aprovechamiento era objeto de subasta cada año lo mismo que los pastos o las leñas de sus montes. Pero desde 1872, con las leyes desamortizadoras, también por subasta pasó a manos particulares. Su nuevo propietario -la ley le asistía- prohibió que nadie la cargara sin su permiso y que fuera pisada ni siquiera por los ganados. La nieve de la sierra fue un negocio productivo hasta la primera década del siglo XX, pero el progreso acabó con las ganancias y en 1923 se calcula que fue la última vez que se transportó nieve en pollinos a Granada, porque ya existían ingenios que fabricaban hielo de forma artificial con maquinaria movida por electricidad, que resultaba mucho más barato que el acarreado desde las montañas.

El año 1949 fue especialmente seco y eso trajo como consecuencia las consabidas restricciones de fluido eléctrico. Desde primeros de julio la compañía Mengemor (acróstico de Mendoza, González-Echarte y Moreno, los tres ingenieros que fundaron esta sociedad, suministradora de electricidad a la ciudad de Granada por entonces, hasta que pocos años después fue absorbida por Sevillana de Electricidad) anunció en la prensa que sólo habría suministro en la capital para fuerza motriz y alumbrado no doméstico seis horas en días alternos, y similares cortes y días en cada hogar penibético. Las restricciones en el suministro eléctrico venían siendo una pesadilla para la población desde hacía ya más de diez años, en plena Guerra Civil, pero éstas a las que nos referimos fueron otra vuelta de tuerca y redujeron al mínimo la energía disponible, viéndose el personal obligado a sacar del fondo de los trasteros los viejos quinqués mientras la ciudad quedaba cada noche en completa oscuridad.

Los cortes de luz tenían sus horas fijadas de antemano, pero además eran innumerables los apagones por sorpresa y cuando menos se esperaba, de manera que, rayando lo esperpéntico, una estampa característica de este tórrido verano del 49 fue la de los tranvías detenidos en mitad de su recorrido por falta de fluido y los tranviarios sentados en los topes echando un cigarro y esperando la vuelta de la corriente, creándose así una grave situación en la que la compañía Tranvías Eléctricos de Granada se vio obligada a retirar de la circulación hasta once de sus coches urbanos e interurbanos, y llegó a plantear la supresión total del servicio, solicitando al Ayuntamiento que éste elevara al ministerio de Obras Públicas y a la dirección general de Industria un escrito pidiendo la mejora del suministro eléctrico a la ciudad de Granada, así como que las restricciones fueran suavizadas como ocurría en otras ciudades andaluzas. Varios meses después, ya en pleno invierno y en vista de que el suministro eléctrico seguía siendo muy deficiente, el Ayuntamiento convocó a asamblea a las fuerzas vivas de la industria y el comercio local para que aportaran posibles soluciones al gran problema y al mismo tiempo solicitó del ministerio de Industria que se impusieran controles sobre el suministro a Granada de la compañía Mengemor, planteando incluso la posible municipalización del servicio de alumbrado público. Pero lo cierto fue que Granada siguió sin luz o con muy poca varios meses más.


 Las restricciones detienen la marcha de los tranvías

A las restricciones eléctricas se sumaron las del agua corriente, y los grifos sólo funcionaron desde el amanecer hasta el mediodía, con lo que a las industrias, como las fábricas de hielo, muchas veces ocurría que cuando tenían corriente no disponían de agua, y viceversa. En esta situación transcurrió casi todo el verano de 1949. Sólo las tormentas de principios del otoño mejoraron la situación y suavizaron algo la falta de fluido eléctrico.

En julio de 1949 un reportaje de Ideal expone que el hielo se está convirtiendo en artículo de lujo ya que, como no se puede fabricar en nuestra ciudad, es necesario traerlo de fuera, de Loja o de Málaga, con lo que se ha triplicado su precio: 15 pesetas la barra. Cada día entran en camiones unos 14.000 kilos, pero no son suficientes para atender las peticiones de la industria y de los sofocados granadinos, dice el reportaje, ya que se necesitaría al menos el cuádruple de esa cantidad, que es la normal producción local de las seis industrias granadinas que lo fabrican.

En 1949 ya existían los frigoríficos eléctricos, pero a España todavía no habían llegado. Lo que sí había en muchas casas era una nevera, una especie de armario de madera forrado en su interior en corcho u otros materiales aislantes con un depósito en el que había que introducir el hielo en bloques, y con otro departamento vecino para guardar lo que se quería conservar fresco; algunos modelos contaban también con un serpentín para enfriar el agua que podía extraerse mediante un grifo; pero sólo los pudientes podían permitirse una nevera de aquellas. El pueblo llano no disponía para enfriar los alimentos o para refrescarse de otro medio que apañarse en los santos y fechas señaladas llegándose a la fábrica más cercana y comprando media barra de hielo para echarla a la orza de la sangría o al barreño donde se amontonaban las gaseosas y los botellines de cerveza. La cerveza, por cierto, acababa de ser liberada de precio, o sea, que ya no se consideraba un producto racionado, y como consecuencia su precio se había disparado.

Los asfixiados granadinos de alpargata tampoco lo tenían fácil para refrescarse tomando un baño. Que sepamos, en Granada sólo existen en 1949 dos piscinas: una es la del Estadio de la Juventud, con horarios muy restringidos y alternos para varones y hembras, y no demasiado al alcance de las economías más modestas; y la otra la de Don Simeón, situada entre la plaza del Lavadero y el Paseo del Salón, que se alimenta con el agua de la Acequia Gorda tal como ésta llega, sin tratamiento de ningún tipo, que es más alberca que piscina y carece de cualquier tipo de medidas higiénicas. Como alternativa están los ríos, pero el fuerte estiaje los ha reducido a la mínima expresión. Poder bajar a la playa sólo está al alcance de unos pocos privilegiados.

La escasez de líquido elemento solidificado industrial con que refrescar la canícula obligó a agudizar el ingenio y buscar un sustitutivo, cosa que en Granada teníamos más fácil que en otras latitudes. Como queda dicho, hacia 1923 desaparecieron los neveros, pero en el verano de 1949 volvió una nueva versión de ese secular oficio, ahora bastante desprovisto del casticismo de antaño porque en lugar de acarrearla en borricos echando toda una jornada nocturna, la nieve de Sierra Nevada fue bajada en camiones y los serones de esparto fueron sustituidos por cajones de madera. La electricidad en su día acabó con la profesión y la falta de electricidad revivió en cierto modo aquella estampa tradicional.

 

Duro golpe al Sacromonte

            El mes de agosto del tórrido verano de 1949 se despidió con una gota fría (aunque todavía no se llamaba así a este tipo de fenómenos meteorológicos) en toda regla que descargó en pocas horas más de 33 litros por metro cuadrado y que tuvo el efecto beneficioso de rebajar considerablemente las temperaturas asfixiantes y de que al menos por un día el Genil bajara ocupando todo su cauce y no hubiera restricciones eléctricas.

            Pero una segunda tormenta, una semana más tarde, 7 de septiembre, resultó del todo catastrófica y hasta causó víctimas mortales: tres mujeres, una en el Sacromonte, atrapada por una riada que anegó por completo la cueva del Barranco de los Naranjos en donde habitaba con su marido y sus cuatro hijos, y las otras dos arrastradas por un descomunal torrente de agua y piedras a la puerta de su vivienda, también una cueva, pero en un barranco de El Fargue. Cayeron más de sesenta litros por metro cuadrado en apenas una hora, con especial virulencia por la zona de los montes de la carretera de Murcia, haciendo bajar el Darro con peligro de desborde por la Carrera. Un anticipo de lo que ocurrirá dos años justos después.

En el Triunfo una gran balsa de agua cenagosa impedía a los tranvías de los pueblos dar la vuelta para enfilar el camino de regreso e interrumpía el tráfico normal de vehículos. En otras zonas, como el Humilladero, se formaron lagos navegables. La anécdota surgió en la calle Reyes, que vio convertida su calzada en un río de aguas rojizas que bajaban desde la colina alhambreña, situación que aprovecharon algunos avispados para establecer un servicio de traslado de acera a acera a cuestas; llegaron a cobrar un duro por el trasbordo, pero a medida que el caudal iba bajando también lo hacía el precio del flete, informa Ideal. Igualmente, en los pueblos de Santa Fe y Chauchina se sufrió una inundación al desbordarse el Genil y la mayoría de las cosechas quedaron arrasadas. Hasta tres días de trabajo incesante de bomberos y fuerzas del Ejército se necesitaron para el desescombro de las zonas más afectadas.


 Las gotas frías de septiembre causaron estragos en el Sacromonte

Donde más estragos causó la tormenta fue en el Sacromonte. Más de setenta cuevas quedaron por completo inhabitables, anegadas y muchas de ellas completamente cegadas, enterradas bajo toneladas de barro y piedras, sepultando también los pobres y escasos enseres de sus moradores, otras tantas familias que quedaron en la calle y con lo puesto. Por los barrancos sacromontanos de los Naranjos y de los Negros bajó tal torrente incontrolado que de un camión mediano que transitaba por el Camino del Monte, justo en el lugar en que ambos conos confluyen, sólo quedó al descubierto la parte superior de la cabina del conductor, enterrada toda la carga bajo una montaña de escombros, y el turbión dañó asimismo una parte importante de las instalaciones de las escuelas del Ave María, cuya iglesia quedó inundada; dentro de la desgracia todavía hubo que agradecer que ese camión en ese preciso lugar sirviera de algún modo de dique de contención reteniendo gran cantidad de piedras y cascajo que de no ser por el vehículo habrían acabado en las escuelas del Ave María y quien sabe si podrían haber ocasionado alguna desgracia personal puesto que había numerosos niños en sus clases.

El alcalde Gallego Burín acompañado del teniente de alcalde Ossorio Morales, futuro alcalde y futuro presidente del GCF, estuvieron visitando la zona y el primero de ellos manifestó a la prensa que el Sacromonte corría riesgo de desaparecer por completo; habían quedado totalmente destrozadas las canalizaciones de alcantarillado y agua recientemente construidas así como el pavimento, de menos de un año, del Camino del Monte, y que para prevenir futuros desastres similares se hacía necesario expropiar los terrenos necesarios para inutilizar las cuevas inhabitables. De modo urgente se procedió a la reforestación de todo el cerro de San Miguel sobre el que se asienta el barrio con la plantación de un millón de pinos. Por otra parte, el gobernador civil, Fernández Victorio, encabezó con 50.000 pesetas una suscripción pro damnificados que fue secundada por el Ayuntamiento con 100.000.

Continuaron las tormentas durante todo el mes de septiembre, a destacar la que el día 23 cayó sobre La Zubia, que inundó parte del pueblo y destruyó muchos marjales de cultivo, y que dejó a Cájar a oscuras y sin agua. A finales de este fatídico mes, cuando todavía no se había terminado de desescombrar por completo, un nuevo tormentazo volvió a anegar cuevas del Socromonte y del Barranco de la Zorra (zona de Las Conejeras y de Bola de Oro), volviendo a dejar a varias familias con lo puesto y en la calle.

Pese a todos los trabajos y prevenciones de las autoridades, dos años casi justos después, septiembre de 1951, otra gota fría, ésta aún más bestial, provocará el boquete de Puerta Real causado por el Darro e inundaciones por toda la ciudad y pueblos cercanos, y a mediados de los años sesenta otra tormenta provocará que el Sacromonte quede deshabitado casi por completo.  


Bebe Shopp, miss América 1948


Una miss y un príncipe

            A finales de agosto recibía Granada la visita de la reina de la belleza americana del año anterior, Bebe Shopp era su nombre artístico, miss USA 1948, de 18 añitos. Su viaje a nuestra ciudad (en el expreso de Madrid, que llegó con nada más que media hora de retraso; hubo suerte en esta ocasión) era organizado por la Dirección General de Turismo, buscando la promoción de la provincia, por lo que fue recibida con ramos de flores en la Estación de Andaluces por una comisión de dicho organismo y acompañada hasta su alojamiento en el Parador de San Francisco. Su presencia en la Alhambra y el Generalife despertó gran revuelo y, según refiere La Prensa, fue piropeada y aplaudida por los numerosos curiosos que se arremolinaban a su paso, y firmó una buena cantidad de autógrafos.

            Por la tarde estuvo en la Casa de los Tiros y en la Capilla Real, dándose después un pequeño paseo por las inmediaciones, seguida por legiones de admiradores. De ahí se marchó a los toros y en la plaza se repitieron los piropos y los aplausos. El novillero Fandila sufrió un aparatoso percance al ser cogido, aunque sin importancia, pero el revolcón provocó en la miss un grito de angustia, se lee en la crónica de La Prensa. La rubia Bebe, de 1,80 de estatura, es una criatura deliciosa y extremadamente ingenua -destaca La Prensa-; no fuma ni prueba las bebidas alcohólicas y ni siquiera se pinta las uñas, su único afeite es un leve toque de carmín en sus labios. Su vestido de plexiglás (nombre genérico en aquellos años y en la prensa española, usado para designar todo lo que estuviera confeccionado en plástico o en fibras sintéticas) rameado con fondo verde y beig de falda muy larga, con el que estaba elegantísima, fue la sensación del público femenino.

De los toros la llevaron al Sacromonte, a la cueva de Manolo Amaya, donde asistió a una zambra gitana en su honor y presenció la actuación de Mariano Morcillo y sus muñequitos bailarines. Y ya de madrugada se retiró a sus aposentos, saliendo al día siguiente muy temprano en automóvil camino de Sevilla.

Mariano Morcillo, ya casi octogenario, era un personaje muy popular en aquellos años en nuestra tierra, y era sobre todo un gran artista cuya trayectoria es poco conocida. Su profesión era la de funcionario de Hacienda por el día y la de flamenco en el Sacromonte por la noche para quien la guitarra, el cante y el baile no tenían secretos, y además sobresalía como titiritero, divirtiendo a públicos de todas las edades con sus muñecos gitanos manejados por hilos: “La Ceana” y “El Talones”. Cuando la visita a Granada de Eva Duarte de Perón, también actuó ante la “egregia dama” con gran satisfacción de la concurrencia, y antes había hecho lo propio ante el rey Gustavo de Suecia, el Maharajá de Kapurthala y Alfonso XIII, entre otros jefes de estado de visita en Granada. En la Red se puede seguir su pista, y así nos enteramos de que con la zambra de los Amaya, estuvo en la Exposición Universal de París de 1900 y también de que fue jurado del mítico Concurso de Cante Jondo de la Plaza de los Aljibes en 1922.

Pocos días después, Granada recibía la visita, cultural en su caso, del príncipe de Marruecos, Muley Hassan, el futuro rey Hassan II. En la prensa se comenta que viajaba de incógnito, pero lo cierto es que llegó acompañado de un séquito de diez personas, compuesto por profesores marroquíes, además de un secretario y tres oficiales del Ejército español. Fue cumplimentado en el hotel Alhambra Palace por el gobernador civil accidental, Vicente Hita Rabadán, y por el alcalde, Gallego Burín, quienes almorzaron en la intimidad con el príncipe. El programa de su vista a nuestra tierra casi fue calcado al de la miss americana: visita a Alhambra y Generalife, visita a la Capilla Real y paseo por las cercanías, y por la noche zambra en la cueva de los Amaya. Al día siguiente se marchó con destino a Córdoba y Jerez.


Mariano Morcillo por López Sancho

No hay comentarios: