El Granada a cuartos de final de copa al derrotar al Valladolid
Acababa de terminar una
liga tan frustrante para el Granada como fue la 48-49, en la que el ascenso a
primera se escapó por auténtica mala suerte. Nuestro equipo acabó tercero y con
los mismos puntos que primero y segundo (R. Sociedad y Málaga), que ascendieron
de forma directa, pero el golaveraje desfavorable fue en definitiva el que
apartó al Granada de volver a primera. Para más inri, hasta hacía dos temporadas
el tercer clasificado de esta segunda de catorce equipos y un solo grupo jugaba
promoción con el tercero por la cola de primera, pero desde la temporada
anterior esta segunda oportunidad había sido suprimida. Y para más inri
todavía, fue ésta una de esas situaciones en la historia de nuestro club en la
que las sospechas de un arreglo antideportivo de terceros que acaba perjudicando
sus intereses planearon sobre el resultado final. El Granada intentó un ascenso
de despacho, pero nada más que resignarse a permanecer en segunda fue lo que
obtuvo. Quedaba la Copa del Generalísimo, que se reanudó el domingo siguiente a
finalizar la competición de la regularidad.
Precisamente, de
haberse mantenido la promoción como hasta la 46-47, su rival habría sido justo
el que le correspondió en VIII a partido único en Los Cármenes, el Valladolid. El
domingo 24 de abril el Granada derrotó ampliamente al Valladolid por 4-1 y se
clasificó para cuartos de final. Recordemos que previamente había eliminado al
Tomelloso y al Hércules. Los castellanos, entrenados por Helenio Herrera en su
primera temporada en el fútbol español pero ya con fama de sabio y de conocer
como nadie las modernas tácticas, acababan de completar su debut
primerdivisionista consiguiendo la permanencia en máxima categoría no sin
apuros y sacando sólo un punto al descendido Alcoyano, el 13º clasificado. Era
un equipo bastante veterano que contaba en sus filas con algún ex
internacional, como Babot, Soler y Lasala. Su jugador más joven, apenas 20
años, era otro que alcanzaría tiempo después la internacionalidad, un futuro
granadinista, Gerardo Coque, autor del único gol vallisoletano.
El Granada hizo un
magnífico partido, quizás el mejor de toda la temporada, con un juego ligado y
profundo (cuya ausencia venía siendo la principal causa de queja de la prensa
local), sobre todo en la primera mitad, periodo en que consiguió todos sus goles,
y eso que el terreno de Los Cármenes estaba bastante resbaladizo a causa de la
lluvia.
Su siguiente rival
copero se conoció al momento y no fue otro que el Barcelona, reciente campeón
de la liga recién terminada. Ahora ya, en IV, las eliminatorias serían a dos
partidos y la ida tocó jugarla al domingo siguiente en Granada. Curiosamente,
el rival del Granada B en Copa Aficionados fue también el Barcelona, aunque en
su caso la ida era en tierras catalanas.
Empate a dos goles frente al Barcelona
El Barcelona,
ausente de nuestra tierra desde el descenso de 1945, llegó a Granada por vía
aérea en vuelo chárter. De Armilla se trasladó la expedición barcelonista al
hotel Alhambra Palace, y la prensa granadina aprovechó para entrevistar a los
ases azulgranas en la previa del partido, con especial atención al recordado
César, ya marcando grandes entradas en su frente pero todavía sin haberse
convertido en “el pelucas”, quien manifestó su alegría por estar otra vez en
nuestra tierra a la que añora -dijo- y nunca olvidará las temporadas que aquí
pasó y los muchos amigos que dejó.
En Los Cármenes,
lleno hasta la bandera, Granada y Barcelona empataron a dos tantos en un buen
encuentro, pero fue mejor y mereció la victoria el Granada, que había llegado
en plenitud de facultades a este final de temporada y que además derrochó
entusiasmo en todos sus hombres. Según Hoja del Lunes de Barcelona (aunque la
crónica es de un periodista granadino), el árbitro Asensi ignoró tres claros
penaltis en el área azulgrana, dato corroborado por la prensa local. Al filo
del descanso se adelantó el Barcelona al rematar César de cabeza un córner.
Pero en menos de un minuto empató Sosa, de magistral libre directo, un golpe
franco por una mano de Calo (hermano de César) claramente dentro del área pero
que Asensi sacó a la raya. En la segunda parte Basora adelantó a los forasteros,
pero pronto Luiqui estableció el 2-2 definitivo que ponía esperanzas de poder
superar la eliminatoria en la vuelta en Barcelona.
El Granada B goleado en Les Corts en la ida de semifinales
Antes, por la
mañana del mismo domingo 1 de mayo de 1949 y en el campo de Les Corts, casi
lleno, bajo una persistente lluvia y con arbitraje de Mazagatos, el Granada B
sucumbió por 5-0 en el partido de ida de semifinales frente al poderosísimo
Barcelona amateur, en el que jugaban varios que años después militarían en el
primer equipo e incluso alguno alcanzaría la internacionalidad absoluta, como
Gustavo Biosca y el futuro granadinista Manchón. Poco más pudieron hacer los
granadinos, que alinearon su equipo de gala a base de Espinosa; Atanasio,
Méndez, Jaime; Montilla, Tobalina; Ros, Cea, Requena, Sueza y Díaz Cara.
Según Hoja del
Lunes de Barcelona, el equipo blanquiazul causó una excelente impresión y, de
haber estado seco el terreno, asegura el cronista que la diferencia en el
marcador habría sido bastante menor. A la vuelta de Barcelona contaron los
viajeros que en el abultado resultado en contra influyó mucho que el primer gol
catalán, a los cinco minutos de juego, fue concedido por el referí sin que el
balón llegara a traspasar la línea de meta.
Adiós a la Copa en Barcelona
Para viajar a
Barcelona en la devolución de visita, el Granada sufrió las bajas de Almagro,
Luiqui, Fraga y Rey, sustituidos por Arencibia (fue el último partido de su
carrera ya que decidió retirarse a sus 36 años) que volvía al equipo después de
seis meses ausente, Toñín y los canteranos Díaz y Rivera, quienes por tener
ficha profesional no podían actuar con el Granada B. En el mismo escenario
donde una semana antes habían comparecido los jóvenes del filial, el estadio de
Les Corts, lleno a rebosar, el equipo grande, a pesar de disponer nuevamente
Cholín la táctica del cerrojo, es decir, cuatro defensas con Millán de líbero,
sufrió el mismo vendaval en cuanto a juego y resultado y perdió también por
5-0, diciendo así adiós a la Copa. Los jugadores de ambos equipos lucieron
brazaletes negros de luto y en los prolegómenos se guardó un minuto de silencio
por la que se llamó tragedia de Superga, ocurrida unos días antes, cuando el avión
que llevaba al Torino de vuelta tras jugar en Lisboa se estrelló en una colina
próxima a la ciudad italiana, falleciendo todos los jugadores turineses.
La prensa catalana no
para mientes en alabar la magnífica imagen dada por el Granada, «un buen equipo, un equipo señor con juego de
primera –dice Mundo Deportivo- pese a
actuar con cinco o seis reservas», que practica un juego preciosista a base
de pases cortos y rasos, con especial mención para Candi, Millán, Lesmes,
Trompi y Sosa. También destacan los periodistas catalanes lo equivocado de la
táctica ultradefensiva de los rojiblancos, una defensa muy ordenada, eso sí,
pero que sólo funcionó la primera mitad, en la que los azulgrana consiguieron
un único gol. Algunas crónicas forasteras dicen también que en el ecuador de la
segunda mitad no podían los nuestros con la camiseta, del cansancio acumulado.
El “cuadrado mágico” del Barça (en la WM se llamaba así al que formaban los dos
medios y los dos interiores retrasados; para muchos ese cuadrado era la clave
de la WM) fue insuperable para los rojiblancos, enfrentados al flamante campeón
de liga, cuajado de jugadores internacionales y que ya acariciaba la idea de
hacer doblete (no lo consiguió, cayó eliminado en semifinales por el Valencia,
que fue a la postre el campeón).
El Granada B eliminado
En Los Cármenes
simultáneamente el Granada B derrotó al Barcelona B 3-1, resultado insuficiente
para acceder a la final de la Copa de Aficionados. También hubo minuto de
silencio y lazos de luto, y el campo registró una buena entrada. La prensa
barcelonesa acusa a los blanquiazules de emplearse con excesiva dureza y
lesionar a los dos extremos azulgranas: Martí, que tuvo que retirarse dejando
en inferioridad a su equipo, y Manchón, que no se retiró pero ya no pudo hacer
nada. Los jóvenes de la cantera empezaron su partido con mucho entusiasmo y al
cuarto de hora mandaban en el marcador 2-0, por lo que veían como posible la
hazaña de igualar la eliminatoria, pero con ese resultado se llegó al descanso
y después un gol catalán enfrió bastante los ánimos. Así terminó la temporada
oficial del Granada B en su segundo año de existencia. En cualquier caso, fue
toda una proeza de los jóvenes canteranos la de llegar hasta semifinales.
Los del Barcelona B
se proclamaron campeones de España de esta competición al vencer en la final al
Indauchu y después, en junio, disputaron un torneo internacional en Marsella,
en el cual arrasaron. Preguntado por la prensa el entrenador del Barcelona B,
José Boter, sobre cuál había sido el conjunto más peligroso de todos cuantos se
habían enfrentado a su equipo, contestó el técnico que sin duda éste fue el
Granada B, al que consideraba mucho más equipo que todos los restantes,
incluidos también los extranjeros.
Se va Lesmes
Mientras el Granada
preparaba el partido de vuelta de su eliminatoria copera frente al Barça se
trató en la prensa el asunto de la renovación de uno de sus jugadores con más
proyección y clave en la buena campaña liguera, Lesmes, seguido de cerca por
una legión de patrones de pesca y que
terminaba contrato en junio. Según el propio Lesmes, el Sevilla y el Santander
le ofrecían a él y a su hermano Lesmes II, defensa del At. Tetuán, jugando en
esos momentos fase de ascenso a segunda, un millón de pesetas por cinco años.
El Granada, haciendo un gran esfuerzo sólo ofrecía un contrato a los dos
hermanos por tres años y por 600.000. Finalmente, en vísperas del inicio de la
Copa Federación, los dos hermanos Lesmes alcanzaron un acuerdo con el
Valladolid, en primera, para fichar por tres años por un total de 900.000
pesetas, una cifra a la que lamentablemente el Granada no podía llegar.
Campeón de la Copa Federación Sur
Eliminado el
Granada de la copa, no había concluido todavía la temporada oficial pues aún le
quedaba jugar la que se llamó Copa Federación Sur 1949, una competición a
disputar por el sistema de liga a doble vuelta en la que voluntariamente se
inscribió a sugerencia de la propia Federación, al estilo de los desaparecidos
campeonatos regionales de los años treinta y primeros cuarenta. Sus rivales
fueron el Sevilla, de primera, el Málaga, recién ascendido a primera, y el
Córdoba, que militaba en tercera y fue invitado para no dejar coja la
competición, o sea, se pretendía que compitieran juntos los equipos más
punteros del ámbito de la Federación Andaluza, por entonces denominada Sur.
El primer partido
para los rojiblancos se jugó el 22 de mayo de 1949, en Los Cármenes frente al
Sevilla, y supuso un triunfo de los nuestros por 3-1 ante poquísimo personal en
las gradas. El Sevilla acababa de terminar la liga de primera en la que quedó
octavo, pero sólo dos puntos por encima de los puestos de descenso, y presentó
un equipo en el que jugaban nada más que cinco titulares. A destacar en el
cuadro sevillano el debut en su once del defensa Campanal II o Marcelino
Campanal, aunque en la prensa se le conocía por su primer apellido, Vaquero,
quien con apenas 17 años acababa de ser incorporado al equipo blanco de la mano
de su tío, Guillermo Campanal (Campanal I) desde su Asturias natal, iniciando
así una carrera en las filas sevillistas que durará hasta mediados de la década
de los sesenta, con varias actuaciones en la selección española absoluta.
Campanal II es considerado uno de los mejores defensas de toda la historia del
club de Nervión, sin embargo Seudónimo
en La Prensa dice de él que
decepcionó y que es «de una tremenda
vulgaridad», y Fernández de Burgos en Ideal dice que no le gustó nada, y
que ha aprendido antes las marrullerías de los veteranos que la noble
impetuosidad de la juventud. También es de destacar en las filas sevillistas la
alineación de Mariano, aquel delantero centro de la provincia de Jaén que fue
ofrecido al Granada en su segunda temporada en primera, pero se desestimó su
fichaje por lo que el delantero se fue al At. Aviación y después al Zaragoza,
de donde lo fichó el Sevilla, aunque en esta temporada fue suplente; de las
botas de Mariano salió el único gol de los visitantes.
El Granada jugó un
partido de ni fu ni fa, con más sombras que luces, y no tuvo demasiado problema
para apuntarse el triunfo alineando un conjunto completado con los jugadores
del filial Méndez (que jugó de medio) y Díaz Cara, y con Luiqui de delantero
centro. El mejor fue Trompi. A destacar también la gran ovación que recibió del
escaso público Lesmes, quien se despedía de la parroquia al estar ya cerrado su
pase al Valladolid, aunque todavía jugará un último partido de rojiblanco, pero
será lejos de Los Cármenes. Con la victoria, el Granada fue el primer líder de
esta competición semi oficial.
Al miércoles
siguiente, día 25 de mayo, compareció nuestro equipo en El Arcángel, también
semi vacío, de donde salió goleado 4-0 a pesar de enfrentarse al Córdoba, de
tercera. Nuevamente se alinearon de rojiblanco los canteranos del filial Méndez
y Díaz Cara, y además volvió a jugar el olvidado argentino Laureano Martín,
después de ocho meses; éste fue su último partido como granadinista.
Al día siguiente,
jueves 26 de mayo, fiesta en toda España al ser día de la Ascensión (uno de los
jueves que relucen más que el sol, según el dicho), el Granada disputó la
tercera jornada de esta competición menor y consiguió su segunda victoria
derrotando al recién ascendido a primera Málaga 1-2, con lo que recuperó el
liderato. Nuevamente se completó la alineación con jugadores del filial, como
Montilla. Sosa volvió a una posición que no le era ajena del todo, la de
delantero centro. Al descanso se llegó con victoria mínima local, pero en la
segunda parte el Granada, que puso más ganas que los locales, según las
crónicas, le dio la vuelta al resultado con dos goles muy seguidos de Mas y
Luiqui. Lesmes se alineó como granadinista por última vez.
Tras un parón de
una semana, se reanudó esta competición el domingo 5 de junio con la devolución
de visita del Málaga, que salió goleado 5-2. Como ya se ha dicho, el Málaga
acababa de ascender a máxima categoría por primera vez en su historia, pero en
Granada presentó un once casi por completo reserva porque el titular jugaba
casi a la misma hora un amistoso en su terreno ante el Le Havre, de la segunda
francesa, de esta forma, no vino González. Según las crónicas, hizo muchísimo
calor y hubo escasos aficionados en Los Cármenes, y el Granada, con Méndez de
destacado, quien actuó de defensa central por haberse ya marchado Lesmes y por
estar ausente Millán, en Madrid, en una reunión de la recién creada Mutualidad
de Futbolistas, fue netamente superior y debió ganar por más goles. También
vistieron de rojiblanco y merecieron comentarios elogiosos de la prensa los
canteranos Montilla y Ros. Como delantero centro volvió a salir Sosa, y es que
Morales llevaba varias semanas ausente de Granada por enfermedad de su esposa.
La victoria reafirmó al Granada en el liderato.
La siguiente
jornada de esta copa, ya la quinta y penúltima, llevó al Granada a Nervión,
donde sucumbió de paliza ante el Sevilla por 7-0 y a la vez perdió el liderato
a manos de los anfitriones. Como ya venía siendo norma en todos los partidos de
esta competición, acudió poquísimo público. Hizo un calor infernal y el
Granada, en el que debutó el jugador del filial Tobalina (o Pepillo por otro
nombre) y en el que volvió a estar ausente Millán, nada pudo hacer frente al
once titular sevillista, y además jugó gran parte de los noventa minutos en
inferioridad por expulsión de Luiqui.
En la jornada seis
y última de la Copa Federación Sur, el Granada se adjudicó el trofeo al vencer
al Córdoba por 3-0 en Los Cármenes. Hubiera bastado el empate puesto que el
Sevilla, el único que podía arrebatarle el galardón, previamente había perdido
en Málaga. El partido se celebró el martes 21 de junio de 1949 ante poco
público, como fue norma en esta competición. La razón de jugar entre semana fue
que en Granada estábamos en Corpus y así se quiso evitar coincidir con alguna
de las corridas programadas, pero, como se ve, de todas maneras la afluencia al
campo de la carretera de Jaén fue escasísima. El Granada no tuvo problema
alguno para imponerse a un flojo Córdoba, con Millán (autor de un gol) de nuevo
ocupando la vanguardia del ataque y con varios integrantes del filial en su
alineación. De esta manera, el Granada con sus cuatro victorias (por dos derrotas)
superó en dos puntos al Sevilla y al Málaga y se llevó a sus vitrinas la copa.
Así acabó definitivamente la temporada 48-49 para los rojiblancos, una
temporada en la que partía nuestro equipo sin claras aspiraciones aparte de la
permanencia pero que no acabó en ascenso por muy poco.
CALLEJEANDO
Muerte de Hermenegildo Lanz
«Sobre las nueve y
media de la noche de ayer sufrió en plena calle una hemorragia cerebral don
Hermenegildo Lanz, profesor de la Escuela Normal de Magisterio. A pie se
dirigió a la Farmacia Municipal y después fue llevado a la Casa de Socorro,
donde le prestó asistencia el facultativo de guardia. Después fue trasladado a
su domicilio, Hoteles de Belén 5, en grave estado.»
En
la sección de sucesos, página 7 de Ideal de 20 de mayo de 1949, podía leerse lo
que va delante. Al día siguiente, sábado 21 de mayo, en su página 2 el mismo
diario incluía un pequeño recuadro con la esquela de don Hermenegildo Lanz
González, convocando a sus amistades al funeral a celebrar a las once de la
mañana de ese mismo día en la iglesia parroquial de San Cecilio.
Se
ha hablado de una Edad de Plata de las letras y las ciencias españolas, una
época que abarca el periodo que transcurre desde principios del siglo XX y que
llega hasta el estallido de la Guerra Civil. Son unos años caracterizados por
un notable y excepcional florecimiento de la cultura española y en la que se
inscriben nombres universales en casi todos los campos de la creación artística.
Granada también tuvo su edad de plata, que circunscrita a nuestra ciudad sería
la que comprende la década de los veinte y media de los treinta. Un periodo irrepetible
y de gran pujanza en todas las vanguardias artísticas y que aporta a las letras
y las artes hispanas nombres también universales. Son los que alguien ha
llamado “granadinos cósmicos”, con Manuel de Falla y Federico García Lorca encabezándolos,
pero junto a ellos hay que citar a otros que, aunque más modestamente, también
merecen ser recordados, como Ángel Barrios, Manuel Ángeles Ortiz, Ismael de la Serna, Juan
Cristóbal y Hermenegildo Lanz.
Hermenegildo
Lanz fue un artista polifacético que sobresalió como pintor, grabador,
diseñador gráfico, escenógrafo, además de dominar también otras facetas de la
expresión plástica, como la fotografía. Había nacido en Sevilla, pero su oficio
de profesor de dibujo lo trajo a Granada en 1917 y aquí pasó más de la mitad de
los 56 años con que contaba cuando le sobrevino la muerte. Su llegada a nuestra
ciudad supuso su inmediata incorporación a la vida cultural de Granada y a la más
célebre de las tertulias granadinas, la del Rinconcillo del café Alameda, la
tertulia de García Lorca, con quien trabó amistad. Como otros rinconcillistas,
colaboró con la organización del Concurso de Cante Jodo de la Alhambra en 1922,
diseñando el cartel anunciador. El día de Reyes de 1923 participó en la famosa
función de títeres de cachiporra en casa de los García Lorca, confeccionando el
escenario, los decorados y las figuras, lo que le valió para que Manuel de
Falla le encargara la fabricación de los títeres para el inminente estreno en
París de su Retablo de Maese Pedro. También destacó en la faceta de
decorador y suyos fueron el diseño, escenografía y figurines de varios autos
sacramentales representados en la Alhambra. En las calles granadinas ha quedado
el recuerdo de su arte en algún azulejo por Lanz diseñado, como el fijado en la
fachada de la casa de los Mascarones, en recuerdo de Soto de Rojas, que vivió
allí, iniciativa de los rinconcillistas como también lo fue la fijación en la
fachada de una casa de la calle Párraga de un azulejo similar en memoria de
Teófilo Gautier, que se alojó en dicha casa en su estancia granadina, un
recuerdo al romántico francés que no se conserva en la actualidad.
Aparte, no sabemos si Lanz era o no
aficionado al fútbol, pero tiene cierta vinculación con el Granada CF y con su
historia ya que fue en su día, 1934, con 25 pesetas, uno de los suscriptores de
aquellos bonos que puso en circulación el Recreativo Granada y que sirvieron
para financiar parte del coste de la construcción del estadio de Los Cármenes.
No era Hermenegildo Lanz un artista menor,
pero la época que le tocó vivir marcó profundamente su destino y el de su obra
porque, aunque no militaba en partido político alguno, como amigo que fue de
Fernando de los Ríos y de otros señalados rojos, el vengativo régimen
vencedor de la Guerra Civil le perdonó la vida, sí, pero fue encarcelado,
sometido a depuración y condenado al ostracismo, impidiéndole durante muchos
años ganarse la vida como profesor y seguir creciendo en su arte, un arte por
otra parte degenerado, para la moral y la estética mediocre que
impusieron los vencedores. Cuando le sobrevino el accidente cerebrovascular que
le costó la vida acababa de salir de un cursillo de reeducación y
adoctrinamiento político-religioso, otra de las sevicias con las que el
franquismo atormentaba a los no afectos para que no olvidaran su condición de
derrotados. Muerte, exilio o silencio era la “recompensa” para los que no
comulgaban con la grisura que se adueñó de España tras la contienda. Como otros
muchos creadores que vieron su prometedora trayectoria truncada por la guerra,
a Hermenegildo Lanz le correspondió el tercero de los castigos.
El cable aéreo Motril-Dúrcal
En mayo de
1949, poco más de veinte años desde de su puesta en funcionamiento, se lee en
la prensa que la compañía que explota el cable Dúrcal-Motril tiene pensado
clausurarlo en breve porque carece de medios económicos para acometer la
reposición de todos los elementos que precisa el funicular para su normal
explotación. El transporte de mercancías a través de este medio está inactivo
desde hace casi un año por avería y ausencia de materiales para su reparación,
y de los cientos de toneladas diarias en los comienzos del servicio se ha
pasado a apenas treinta en los escasos periodos en que funciona últimamente. En
el puerto de Motril hay depositados varios miles de toneladas de carbón y de
cemento que no pueden ser traídas a la capital y que forzosamente habrán de ser
reembarcadas con destino al puerto de Málaga o al de Almería para desde allí y
por ferrocarril hacerlas llegar a su destino, con el consiguiente
encarecimiento de las mercancías. Los cables destrozados de algunos tramos han
de sustituirse, pero los repuestos tienen que viajar desde Inglaterra, para lo
cual ya la compañía cuenta con el preceptivo permiso de importación. No sabemos
si es que esos cables se perdieron por el camino o que pasó, pero el
ferrocarril aéreo ya no volvió a ponerse en marcha.
Veintidós
años antes, el Domingo de Resurrección 17 de abril de 1927 se inauguró
solemnemente el que se llamó cable aéreo Motril-Dúrcal (o Dúrcal-Motril). En
coches particulares a las ocho de la mañana salieron de la capital rumbo al
rebalaje motrileño todas las autoridades y fuerzas vivas penibéticas y también el
ministro de Fomento, Rafael Benjumea y Burín, Conde de Guadalhorce, y el de
Gracia y Justicia, Galo Ponte y Escartín. A la una de la tarde llegaban a su
destino y eran recibidos por las fuerzas vivas marengas y obsequiados en el
Ayuntamiento motrileño con un the, se puede leer en la prensa de la
época. De allí al puerto, cuyas obras de ampliación llevaban ya varios años de
retraso, lugar de partida de la infraestructura de transporte que se iba a
inaugurar. A las dos de la tarde, con las bendiciones del obispo auxiliar
Medina Olmos, la esposa del ministro de Gracia y Justicia, doña Inocencia
Bolívar, cortó la cinta con unas tijeras de plata e inmediatamente comenzó a
funcionar el invento: movidas por energía eléctrica, trescientas vagonetas
suspendidas de un cable que en bucle transportan hasta Dúrcal diversas
mercancías, como automóviles [sic], carriles de
ferrocarril, jaulas con ganado y más cosas, leemos en El Defensor, donde
también se nos informa que la marcha de las vagonetas es continua, noche y día,
y que se trata del transporte de este tipo más largo de España y segundo de
Europa, con 33 kilómetros y medio, pudiendo trasladar diariamente dos mil
toneladas.
Seguidamente todos los presentes se
convidaron allí mismo en un banquete al que asistieron más de doscientas
personas. Tras levantar los manteles, en los mismos medios en que se habían
desplazado al litoral, emprendieron camino de regreso con parada en Dúrcal, el
otro extremo del ferrocarril aéreo, donde el obispo auxiliar bendijo asimismo
las instalaciones que también se estrenaban. Las primeras autoridades se
acomodaron en un tranvía primorosamente adornado con flores y en ese medio
volvieron a Granada sobre las siete de la tarde, con visita de los ministros a
la Virgen de las Angustias. A las ocho y media continuaron las solemnidades,
ahora con otro the, éste en los salones de la Diputación, que por
entonces tenía como sede la actual Facultad de Derecho. Tras los discursos de
rigor marcharon los ministros a la estación Sur y en el expreso de Madrid
volvieron a la capital siendo despedidos por todas las autoridades locales y
por la banda del Hospicio.
La compañía Tranvías Eléctricos de Granada
tuvo en su día, 1924, el propósito de continuar la recién construida línea que
moría en Dúrcal hasta Motril, pero las dificultades técnicas por el gran
desnivel y la complicada orografía a salvar y, sobre todo, el elevadísimo coste
que la obra exigía terminaron por disuadirla de tal empeño (algunos quieren ver
en ese cambio de planes la mano oculta de alguien de una provincia vecina que
habría influido de alguna manera para así evitar la competencia del puerto
motrileño con el suyo propio) y lo que iba a ser un ferrocarril de vía estrecha
hasta la costa para personas y bultos de todo tipo se transformó en lo que
conocemos como el cable aéreo entre el puerto de Motril y Dúrcal,
exclusivamente para mercancías que al llegar al pueblo del interior eran
transbordadas a tranvías para continuar su viaje hasta la capital. En 1929 se
le añadió al cable un ramal que enlazaba la zona de Rules con las minas de
plomo de los Tablones, en Órgiva. Otro ramal, éste a las minas del Conjuro, en
Busquístar, estuvo proyectado, pero nunca se empezó siquiera. La sociedad TEGSA
(Tranvías Eléctricos de Granada SA) se encargó de la construcción de la línea y
en régimen de concesión administrativa explotó el servicio en los pocos años
que existió.
A falta del larguísimamente reivindicado
tren a Motril y mientras éste llega (que llegará, decían…), lo que en principio
era una importante infraestructura de transporte, en realidad sólo funcionó
aceptablemente sus primeros años de existencia, y estuvo prácticamente paralizada
durante la Guerra Civil. A su finalización, la decadencia de la industria
azucarera granadina supuso también la decadencia del medio de transporte, al
perder gran parte de los fletes hacia Motril que le daban rentabilidad, pero lo
que más contribuyó a su ruina, se lee por ahí, fue el aislamiento sufrido por el
régimen de Franco, quedando así por completo en precario ya que no podían
suplirse los materiales que habían acabado su vida útil ni se podían reparar
por la misma causa las muchas averías que se presentaban. Además, el medio
nunca fue muy competitivo porque, aunque el trayecto entre el puerto de Motril
y Dúrcal se completaba en tres horas, eran necesarias al menos dos más para las
operaciones de transbordo de mercancías, más casi otras dos horas que era lo
que tardaba el tranvía entre Granada y Dúrcal, todo unido al hecho de que las
vagonetas, sólo apropiadas para el transporte de graneles, carecían de techo y
las mercancías quedaban expuestas a las inclemencias meteorológicas. Era tan
lento el caminar de la carga que en algunas zonas de su recorrido en que casi
tocaba el suelo el cable abastecía gratis a los que vivían cerca de su curso,
que sólo tenían que situarse al paso de las vagonetas y alargar la mano para
coger lo que fuera. Los rodamientos de los enganches de las vagonetas sirvieron
mucho tiempo para que los chaveas de Dúrcal se fabricaran caseramente con una
tabla y tres o cuatro cojinetes lo que en Graná siempre se llamó una patineta,
para bajar las cuestas a toda pastilla.
A mediados de
los cuarenta, el negocio del cable hacía varios años que no era tal pues los
ingresos apenas cubrían una tercera parte de los gastos, y la concesionaria
trataba por todos los medios de dejar de serlo, aunque en la prensa siempre que
podía manifestaba que de ningún modo era su propósito cesar en la explotación
del cable, pero que la cuestión había sido puesta por la compañía en manos de
la Dirección General de Ferrocarriles para que ésta decidiera si en esas
condiciones podía continuar el servicio o procedía la caducidad de la
concesión.
Las fuerzas
económicas granadinas y motrileñas recurrieron al gobernador civil,
Fernández-Victorio, para que éste hiciera las pertinentes gestiones en Madrid,
planteando incluso el posible rescate de la concesión. El jefe provincial del
Movimiento siempre que volvía de sus frecuentes viajes a la capital era todo
optimismo y le faltaba tiempo para declarar a la prensa que en su entrevista
con el ministro de Obras Públicas o el director general de algún departamento le
habían prometido la solución inmediata de la cuestión; y no sólo eso, también la
del eternamente empantanado ferrocarril a la costa y la del no menos postergado
funicular a Sierra Nevada. Pero, ya lo sabemos, ni cable, ni ferrocarril al
rebalaje ni funicular serrano. En 1953, después de cinco años parado, fue
desmantelado todo el trazado del cable y vendidos por chatarra todos sus
elementos, aunque todavía queda por la zona de Órgiva, comida por el óxido y a
punto de derrumbarse, alguna de las torretas que le sirvieron de sustento.
En su día, abril de 1927, cuando la inauguración del cable aéreo, la visita a nuestra tierra de tan altos próceres como los ministros, sobre todo el de Fomento, fue aprovechada para que se le recordaran a éste las muchas esperanzas de progreso penibéticas y las mil y una infraestructuras a medio concluir que la provincia tenía en aquellos momentos pendientes: las obras inacabadas (e inacabables, apunta El Defensor) del puerto de Motril, la carretera hasta el Veleta, también a medio hacer y paralizada durante años, las carreteras a Sevilla y a Córdoba, convertidas en puro socavón, los caminos (de herradura, los únicos existentes) de la Alpujarra, y al fin, la estrella de las reivindicaciones granatensis, ya por entonces bien añeja: el ferrocarril a Motril, pero el de verdad y para las personas, no sólo para las mercancías suspendidas de un cable. Pero el Conde de Guadalhorce en el discurso que cerró el acto en la Diputación dio varias largas cambiadas y se salió por la tangente alabando las muchas bellezas naturales de la provincia y vino a decir que para qué queremos más los granadinos, teniendo la tierra que tenemos, así como que no son momentos de pedir a los poderes públicos: «…aquí no hay nada que pedir, sino sólo agradecer a la Naturaleza las gracias y bellezas que nos ha concedido». Mal empezamos… y mal acabamos. Esperando seguimos a que alguna vez le toque a esta provincia alguna importante obra de infraestructura de las que no se regatean en otras tierras y que de alguna manera sirva para abandonar los últimos puestos en todas las clasificaciones económicas hispanas.
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