Goleada en Bardín con portero improvisado
Jugadas 24 jornadas de la liga de
segunda 46-47, a un Granada a salvo de sustos por abajo, pero sin aspiraciones
por arriba, ya sólo le quedaba jugar en Alicante frente al Hércules y recibir
al Málaga. El Hércules era también uno de los gallitos de la categoría, se
encontraba empatado a puntos con la R. Sociedad en lucha estrecha ambos por
hacerse con el único puesto de promoción de ascenso (el tercero).
En la semana previa a viajar a
Alicante hubo relevo en el puesto de masajista, que dejó Manolo Ibáñez y le
sustituyó el sevillano José Fernández Bravo, Fernández, ex futbolista que había
pertenecido a nuestro equipo de 1939 a 1942.
Para el partido de Alicante el primer
problema fue la ausencia de porteros al estar lesionados tanto Floro como
Casafont, aunque finalmente se recuperó el primero. En la delantera Morales se
cayó de la convocatoria y el míster Conde hizo su cuarta prueba en el eje del
ataque, recurriendo al granadino Manolo Almagro, de 17 años, quien debutaba en
partido oficial tras ser fichado hacía ya algunos meses, y aunque jugó en un
puesto poco habitual fue de lo poco salvable de un mal Granada en el campo de
Bardín. La primera parte Floro ocupó la portería rojiblanca, pero dejó claro
que no estaba totalmente recuperado y así el primer disparo a portería de los
blanquiazules, balón nada difícil se puede leer en la prensa, se convirtió en
el 1-0 en el primer minuto. La segunda parte entera la jugó el Granada con sólo
diez y con Galvany bajo palos; hasta esta temporada, siempre que ocurría algo
similar y había que prescindir del portero, el designado para colocarse el
jersey solía ser González, pero ahora le tocó a Galvany, a quien le hicieron la
mitad de los goles en contra del Granada en Bardín. Según las crónicas, no tuvo
el Hércules adversario en el Granada, al que venció concluyentemente 4-0. La
derrota descolgó a los nuestros hasta el puesto noveno pero sin que esto
inquietara nada ya que desde la semana anterior estaban los rojiblancos a salvo
de cualquier peligro.
Victoria ante el eterno rival para cerrar la liga. Dimisión de la
directiva y del entrenador
La segunda temporada tras el descenso
de 1945 en general se puede decir que resultó bastante anodina, con un equipo
que estuvo toda la liga en los puestos medios de la clasificación y viendo de
lejos los de ascenso. Al principio las asistencias a Los Cármenes eran buenas,
pero fueron disminuyendo paulatinamente conforme avanzaba la temporada y el
juego de los rojiblancos cada vez ofrecía menos alicientes. Pero de todas
formas, al granadinismo pilló de sorpresa la presentación de su dimisión por
toda la directiva dos días antes de liquidar la liga con la visita en la última
jornada del Málaga. El motivo alegado para dar este paso fue que lo hacían en
solidaridad con Paco Cristiá, eterno secretario rojiblanco y delegado, quien
acababa de ser suspendido en sus funciones por la Federación hasta final de
temporada en base al informe presentado por el presidente del Colegio Nacional
de Árbitros, Álvarez Corriols, en el que se decía que en el partido
Granada-Alcoyano fue Cristiá el inductor de los incidentes de público.
También presentó su dimisión el
entrenador Antonio Conde, pero éste lo hizo en diferido, es decir, para después
del partido contra el Málaga. Como una vez terminada la liga quedaba la copa,
fue designado Pepe Millán como entrenador-jugador.
En la última jornada de la liga
46-47, la 26, el Granada venció al eterno rival 4-2 en el que quizás fue el
mejor partido de la temporada según las crónicas locales. Los rojiblancos
realizaron una primera parte plena de fútbol y apabullaron a su rival que al
descanso perdía 4-0, pero en la segunda bajó muchísimo la intensidad y
acortaron distancias los malacitanos. Lo mejor fue el debut ante su público de
Almagro, «una revelación, domina como nadie el balón y prodiga el disparo», dice Seudónimo
en La Prensa, y se extraña de que su debut no se haya producido antes pues fue
de largo el mejor de los rojiblancos y anotó dos de los goles. En esta ocasión
jugó Almagro de interior izquierdo porque Conde ensayó otro futbolista en la
punta de ataque (ya el quinto), Sosa, aunque el canario ya había actuado muchas
veces de ariete en otras temporadas. Se lamentan los periodistas locales de que
el equipo haya dado su mejor partido de la temporada precisamente cuando ha
recurrido a una alineación en la que, salvo dos puestos (Sánchez y Parra), que
fueron justamente los que más flojearon, todos los demás (a excepción del
debutante Almagro) eran veteranos con muchas temporadas de rojiblanco, con un
espléndido Trompi que volvió a ser el de sus grandes tardes, y es que,
concluyen, no ha habido suerte con los fichajes.
Los Cármenes registró una buena
entrada al tratarse del eterno rival, que vino acompañado de algunos cientos de
malagueños desplazados en tren botijo. Los rivales no se veían la cara en liga
desde hacía seis años, pero sin duda restó público el hecho de ser el último
partido de la liga y estar todo decidido para ambos contendientes, sin nada que
ventilar ni por arriba ni por abajo. No hubo el menor incidente entre aficiones
contrarias como venía siendo norma los últimos años. La victoria dejó al
Granada definitivamente clasificado séptimo, con 25 puntos y un negativo.
Eliminación en Copa ante el Celta
Terminada la liga a mediados de
abril, tocaba jugar la Copa del Generalísimo, con la ida en Los Cármenes justo
al domingo siguiente del partido frente al Málaga. La suerte quiso que el rival
designado fuera el Celta, de primera, categoría que ocupaba desde hacía dos
años, desde que se la arrebatara al Granada en promoción. Ése era precisamente
el tiempo que llevaban sin verse las caras granadinos y celtiñas ya que la
última vez que se enfrentaron fue en aquel partido en el Metropolitano que
supuso el primer descenso de la historia rojiblanca. Venía el Celta de
completar una temporada en la que terminó noveno (de 14), aunque esa plaza era
provisional porque aún tenía pendiente su partido contra el Sabadell. Como su
última cita liguera había sido en Sevilla, no regresaron a Galicia sino que se
quedaron en Antequera hasta el día del partido en Granada, previo amistoso en
Huelva. Su entrenador era el divino
Ricardo Zamora y contaba con futbolistas como Gabriel Alonso, después y muchos
años defensa del Madrid y de la selección, más Miguel Muñoz y Pahíño, quienes
también pasaron al Madrid poco tiempo después y fueron internacionales, futuros
granadinistas como entrenador y jugador respectivamente.
Conde hizo efectiva su dimisión
diferida nada más terminar la liga, por lo que los entrenamientos pasaron a ser
dirigidos por Millán. La directiva, también dimisionaria permaneció no obstante
en sus puestos hasta tanto se celebrara la preceptiva asamblea de socios. Esos
mismos directivos dimitidos se enfrentaron a un primer problema como fue el de
que el domingo 20 de abril por la tarde estaba señalada la celebración del
partido Granada-Celta pero también, a las cinco y media, una novillada en la
plaza del Triunfo de inauguración de temporada taurina, con Manolo González,
Juanito Bienvenida y Chávez Flores. Finalmente lograron ponerse de acuerdo y
fijaron como hora de comienzo del Granada-Celta las tres y media de la tarde.
En el partido de ida de copa en Los
Cármenes los visitantes hicieron valer su condición de primerdivisionistas y se
impusieron por un gol a cero. Jugó Millán, a pesar de llevar varias semanas
arrastrando una lesión. También repitió Sosa como delantero centro y volvió a
alinearse Almagro, pero el Celta, con una defensa muy eficaz, fue superior. La
prensa local, aunque señala al árbitro Caballero como influyente en el
resultado al no ver un claro penalti de los gallegos, daba ya la eliminatoria
como virtualmente perdida.
Al domingo siguiente, 27 de abril, en
Balaídos, se acabó la copa para el Granada al salir fuertemente derrotado 5-2.
Casi a la misma hora, pero en
Granada, en Pinos-Genil, un camión de Educación y Descanso cargado de
montañeros, de los que muchos de ellos venían de competir en una prueba de
esquí en sierra Nevada (uno de los heridos era Demetrio Spínola, ganador del
Descenso del Veleta), sufrió un accidente por vuelco del que resultó una
persona muerta y más de veinte heridos.
En Vigo el Granada, según las
crónicas, no dio mala imagen a pesar del resultado y logró empatar el tanteo en
dos ocasiones, pero evidenció que no tenía remate mientras que los celtistas
contaban arriba con mucha calidad y dos goles de Pahíño pusieron suficiente
margen. Esas crónicas destacan el papel de Trompi y también, aunque en sentido
contrario, el de Casafont, quien pudo haber evitado al menos dos de los goles
gallegos, dicen.
Copa Primavera
Terminada la temporada para el
Granada a finales de abril, quedaban todavía dos meses para finiquitarla
totalmente, por lo que enseguida se contrató un amistoso al domingo siguiente
de jugar en Vigo, en Huelva, por entonces en tercera. Una derrota 3-1 fue el
resultado. Al poco el Granada aceptó jugar la llamada Copa Primavera, un torneo
en forma de liga organizado por la Federación Sur en el que podía participar
voluntariamente cualquier equipo andaluz de las tres primeras categorías, como
ocurría en los desaparecidos campeonatos regionales de antaño, pero sólo el
Huelva, el Cádiz (ambos de tercera) y el Córdoba, de segunda, además del
Granada, se inscribieron de inicio, y después se sumaron el Málaga y el Betis
al ser eliminados de la copa, también ambos de segunda, aunque el Betis acababa
de descender a tercera. El Sevilla, el único andaluz de primera, no quiso
disputar este trofeo regional. El premio era una copa donada por la directiva
del Recreativo de Huelva.
El debut del Granada en esta
competición casera fue en Córdoba, de donde nos vinimos con un 3-0 en contra,
es decir, por el momento el Córdoba le había hecho nueve goles a los
rojiblancos por ninguno de éstos en los tres partidos disputados frente a los
cordobeses en esta misma temporada; era la tercera vez que el Granada se
enfrentaba a los cordobeses en la 46-47 y en las tres ocasiones salía
derrotado, y todo a pesar de que en la liga recién terminada el Córdoba acabó
por detrás de los nuestros. En El Arcángel los rojiblancos no jugaron un mal
partido según las crónicas, pero, una vez más y como fue norma en esta
temporada, se mostraron nulos de cara a la portería contraria.
El segundo partido de la Copa
Primavera fue para los rojiblancos en Los Cármenes y con el Málaga como rival,
y se jugó en uno de esos jueves que antiguamente relucían más que el sol, el de
la Ascensión, día de fiesta en todo el territorio nacional. Empate a un gol fue
el resultado. Como ya se ha dicho en otro apartado, toda la temporada fue para
el Granada un continuo ensayo en la punta del ataque dado que los jugadores
fichados para esa demarcación (Morales y Escobar) no lograron convencer primero
a Conde y después a Millán. Así, en este partido frente al Málaga hubo la sexta
prueba de la temporada en el puesto de ariete y el propio Millán ocupó la
demarcación y estuvo voluntarioso, pero poco más, según Fernández de Burgos.
Fue un partido jugado con mucho ardor por unos y otros en el que casi se llegó
a lo violento y también con muy poco acierto hasta el punto de que tanto
González como Sierra desperdiciaron sendos penaltis lanzando el balón muy
desviado de la puerta. Almagro, convertido en titular desde el final de la liga,
consiguió el único gol rojiblanco y el Granada una vez más se mostró inoperante
de cara al gol.
A la tercera jornada del campeonato
andaluz llegó la primera victoria rojiblanca, 4-1 al Betis, nuevamente en Los
Cármenes al domingo siguiente al partido frente al Málaga. Hubo una enésima
probatura en el puesto de 9, en esta ocasión le tocó a Mendoza, quien estuvo
algo mejor que sus predecesores, pero también sin remate. El Betis no fue rival
para el Granada que pudo marcar algún gol más. Los sevillanos acababan de dar
inicio a la época más negra de su historia ya que acaban de perder la categoría
y les esperaba un infierno de siete años seguidos sin pisar la segunda
división. Poquísimo personal acudió a ver el choque, y es que esta competición
regional apenas interesaba.
La cuarta jornada de la Copa
Primavera fue un empate a dos tantos en el campo del Huelva, con lo que situó
nuestro equipo en el tercer puesto de la clasificación. En la quinta jornada y
última de la primera vuelta el Granada goleó 5-2 al Cádiz, de tercera, el más
flojo de los participantes. Debutó en el puesto de extremo derecho el joven
granadino Rivera, recién incorporado desde el conjunto de Educación y Descanso,
un equipo que acababa de completar un buen campeonato amateur y cuyos
integrantes, como el propio Rivera, pasaron casi en bloque pocos meses después
a integrar el recién constituido filial Recreativo de Granada.
El jueves 6 de junio, día grande de
las fiestas del Corpus en Granada, por fin (a la cuarta) pudieron los
rojiblancos derrotar al Córdoba esta temporada venciéndolo 3-1 en Los Cármenes,
en el primer partido de la segunda vuelta de esta competición de escaso tirón
denominada Copa Primavera. Con el Córdoba venía el recordado Camilo Liz, recién
fichado del Cádiz, apurando sus últimos años como profesional del fútbol. Liz
formó en el mejor quinteto atacante del Granada en toda su historia, el que
formaban Marín, Trompi, César, Bachiller y Liz. Al domingo siguiente tocó
visitar La Rosaleda y de allí se trajeron los rojiblancos un empate a dos
goles.
Continuó para el Granada esta
competición regional andaluza con un desplazamiento del equipo a Sevilla, para
jugar, ya en la octava jornada, contra el descendido a tercera como colista
Betis, donde los rojiblancos, desmotivados y apáticos dieron una lamentable
imagen y salieron goleados 5-0.
Este campeonato semi-oficial
organizado por la Federación Sur, si poco había interesado a los aficionados de
primeras, a las alturas de mediados de junio con los calores ya era meramente
testimonial la presencia de hinchas en los partidos. Así en el campo del Betis
apenas hubo un puñado de personas presenciando el partido. Tampoco parecía
importar nada a la prensa granadina ya que en Ideal apenas le dedican espacio
durante las jornadas previas y las crónicas de los partidos a domicilio se
despachan en cuatro líneas. Además, justo cuando los rojiblancos caían
apalizados en Sevilla, en Granada era recibida en loor de multitudes Eva Perón,
luego los `plumillas locales tenían tema de conversación en abundancia como
para reparar en una competición doméstica. Días después de haberse marchado la
primera dama argentina publicaba Ideal un corto comentario del partido en
Heliópolis en el que dice que los rojiblancos actuaron sin energías y con
sensación de agotamiento, pero que el colegiado les anuló injustamente dos
tantos. En la misma página de Ideal se da noticia de la muerte tras una larga
enfermedad en su pueblo malagueño de Calderón, aquel delantero centro
recreativista muy goleador del Once
Fantasma de los años de la República.
El día 22 de junio, con poquísimo
personal en las gradas y bajo un calor achicharrante, se jugó la última jornada
de la Copa Primavera en Granada y penúltima de esta poco interesante
competición regional menor. El Granada derrotó en Los Cármenes al Huelva 2-0.
Esta vez los periódicos locales sí le dedican al encuentro algo más de espacio
y una crónica más amplia; lo que no mejoró para nada, según esas crónicas, fue
el juego de los rojiblancos, pésimo según La Prensa, a pesar de la
victoria. El mejor rojiblanco fue el canterano Rivera, alineado por segunda vez
en este trofeo.
La competición andaluza terminó por
fin el 29 de junio, y con ella la temporada futbolera de los rojiblancos, y lo
hizo para el Granada con una derrota 5-3 a domicilio, en el campo del tercera
Cádiz, adonde viajaron los nuestros con un equipo de circunstancias que hubo que
improvisar como se pudo y en el que estuvieron ausentes por lesión tanto Millán
como González, cuyo puesto lo ocupó Sierra, dando entrada en la media a
Escobar, que había venido siempre actuando como delantero centro. El Granada
quedó finalmente tercero en este trofeo y el título fue para el Málaga.
Vuelve a la presidencia Ricardo Martín Campos
Dimitida la directiva de López Font,
aunque había quedado en funciones hasta encontrar sustituto, ya desde la previa
de los partidos de Copa se venía hablando de que, por parte de la Federación
Sur y su presidente Antonio Leal Castaño, se había ofrecido la presidencia
vacante del club a Ricardo Martín Campos. Fue una noticia que cayó muy bien
entre los aficionados pues esos apellidos siempre se asociaron en Granada a la
mejor época del club rojiblanco hasta ese momento, y nadie olvidaba que fue
este presidente el que lo ascendió a primera.
Ya en mayo, Ideal publicaba que
Martín Campos acababa de regresar después de varias semanas en Madrid, donde
había recibido de directivos de la Federación Nacional el encargo de ponerse al
frente del Granada, habiendo también obtenido autorización para la creación de
un equipo filial independiente del club principal. Pero pasaban las semanas y
el club seguía sin nueva directiva porque parece ser que Martín Campos quería
que una asamblea lo ratificara en su cargo, pero en la Federación Sur decían
que el presidente lo designaba este organismo sin necesidad de más trámite. Y
es que no eran tiempos de prácticas democráticas de ningún tipo, ni aun en el
seno de un club deportivo. No obstante, como se verá, Martín Campos se saldrá
con la suya.
La cosa quedó parada más de un mes y
no se volvió a hablar de ello hasta la segunda mitad del mes de junio de 1947.
Una junta consultiva integrada por los ex presidentes y algunos socios
fundadores fue constituida ex profeso y dicha junta se encargó de convocar
asamblea de socios. La junta consultiva la componían Manuel Montero, Manuel
López Font, Ricardo Martín Campos, Antonio Becerra Entrambasaguas, Juan Diego
López de Haro, Francisco Cristiá, Miguel Olalla y José Carmona Ros, este último
como delegado en Granada de la Federación Sur. La comisión acordó convocar
asamblea para el sábado 28 de junio a las once de la noche en los salones del
Liceo, pudiendo asistir todos los socios que estuvieran al día en el pago de
cuotas.
Así, por fin el día señalado para la
asamblea general tuvo el Granada nuevo presidente y éste fue el que había
sonado en primera instancia, Ricardo Martín Campos, proclamado por aclamación
unánime de los presentes. A la reunión acudieron más de cuatrocientos socios.
En ella se puso de manifiesto por el presidente dimisionario, López Font, que
la situación del club era preocupante pero no desesperada pues, si bien se
calculaba una deuda global de 660.000 pesetas, la propiedad de Los Cármenes
constituía una garantía. En esa deuda se incluyen 55.000 que se deben a los
herederos de García Ruiz por la compra de los terrenos que ocupa Los Cármenes;
también 40.000 a los herederos de Fernández-Fígares, por la construcción del
estadio; la partida más abultada es de 195.000 pesetas por una póliza del Banco
de España. En caja había en esos momentos 6.741 ptas. pero estaban ya
comprometidas porque al día siguiente viajaba el equipo a Cádiz para jugar el último
partido de la Copa Primavera.
Martín Campos tomó la palabra y dijo
que no había crisis de hombres ni de dinero, la única crisis en el seno del
club –dijo- era de entusiasmo, y que las soluciones tendrían que salir de los
socios, con una cooperación eficaz y activa. Propuso a continuación Martín
Campos, tomando como modelo lo ocurrido recientemente en Vigo, comenzar una
suscripción popular creando una categoría de abonados comerciales, buscando el
apoyo del comercio local. Otra solución posible pasaría por ampliar el campo de
Los Cármenes para de esa manera abaratar el coste de las entradas, y también
adquirir un autobús porque los desplazamientos son difíciles y muy costosos. En
el terreno deportivo la propuesta estrella fue la de la creación de un equipo
filial para acomodar a los jugadores reservas y aficionados y que sirva para
tener en todo momento jugadores en forma y al mismo tiempo fomentar la cantera.
También en esta asamblea se puso de
manifiesto la situación de la plantilla. Tenían contrato en vigor: Floro,
Millán, Sierra, Morales Mendoza, Sánchez, Mas y Lesmes, si bien éste con el
contrato en suspenso por haber estado toda la temporada cumpliendo el servicio
militar. Retenidos: Casafont, González, Rey, Sosa, Galvany, Trompi y Escobar.
Quedan en libertad: Moleón más los cedidos: Parra, Mendi y Sánchez Vigo, que
vuelven a sus clubes de origen. Junto a todos estos, también son futbolistas
del Granada, pero con ficha amateur: Almagro, Díaz Cara, Rivera, Álvarez y
Delgado.
CALLEJEANDO
Fabulosas herencias
Desde hacía algo más de
un año venían los periódicos locales y nacionales hablando de forma ocasional
de la que se llamó Herencia del virrey Bonet, aunque la cosa al parecer venía
dando que hablar desde más de veinte años atrás. Según podía leerse, todo aquel
que se apellidase Bonet tendría derecho a reclamar una parte alícuota de la
inmensa fortuna amasada por el aventurero catalán Claudio (o Gabriel) Bonet
Vidal, natural del pueblo tarraconense de La Senia, aunque otros varios pueblos
valencianos y catalanes se disputaban ser el lugar de su nacimiento. Este
Bonet, convertido vía matrimonio en virrey de Madagascar, lo que le habría
permitido reunir un descomunal patrimonio de 1.500 millones de libras
esterlinas depositado en el Banco de Londres, habría dispuesto por testamento a
finales del siglo XVIII que su inmensa fortuna no pasara a sus herederos
forzosos hasta la cuarta generación desde su muerte, esto es, 140 años después,
en venganza porque sus contemporáneos no lo habían tomado en serio en su día. Y
resultaba que esa cuarta generación era la actual en esos momentos al cumplirse
el plazo dado, así que todo aquel que se apellidara Bonet o demostrara ser
descendiente de algún Bonet podía reclamar su parte en la herencia.
La historia tenía mucho
más de fantasía que de cosa real, no obstante, llegó a formarse una asociación
de personas apellidadas Bonet para luchar por sus derechos hereditarios y el
asunto estuvo coleando hasta muchos años después sin que se desanimaran los
asociados pese a que en consultas a bancos ingleses éstos negaran la existencia
del famoso testamento y la de la propia fabulosa fortuna del virrey.
En una versión más de
andar por casa, Ideal de 11 de febrero de 1947 publica en primera página lo
siguiente: «Varias familias granadinas esperan otra famosa herencia, como la
de los Bonet» «La fortuna que dejó el general Urquiza y aún está en
espera de los herederos, se calcula en 500 millones de pesos». Según la
noticia, ésta más modesta herencia afectaría a familias de Motril, Dúrcal,
Lentejí y Granada, apellidadas Urquiza, descendientes del general argentino
Justo José Urquiza.
La herencia, valorada en 500 millones
de pesos argentinos, consiste en muchas hectáreas de tierra en La Pampa y más
de un millón de cabezas de ganado. Según cuenta Ideal, un matrimonio
guipuzcoano habría emigrado a Uruguay a finales del siglo XVIII, donde habría
tenido como descendencia al que después sería general y presidente de
Argentina, pero ese matrimonio habría dejado dos hijos en España, uno de los
cuales se asentó en Andalucía, y éste sería el tronco del cual descenderían los
potenciales herederos granadinos. Un abogado se ha dirigido a los posibles
descendientes del general Urquiza y ha comenzado el acopio de documentos
oficiales que prueben la descendencia directa ante el gobierno de Argentina,
quien guarda en depósito la fortuna del general Urquiza al no tener otros
herederos conocidos, termina la noticia.
Se
trata de una versión a la penibética de casi la misma historia de los Bonet. Y
tal como aquella, tiene muy pocos visos de ser algo distinto a pura fantasía.
El general Justo José Urquiza, toda una gloria nacional argentina decimonónica
que rellena varias páginas de la no muy extensa historia de aquel país, según
puede leerse en las varias biografías que hay disponibles en la Red, tuvo a lo
largo de su vida más de veinte hijos, entre legítimos, naturales y presuntos,
por lo que es de suponer que parientes reivindicativos de una sustanciosa
herencia nunca le faltaron. Por otra parte, en ninguna de sus biografías se
señala la existencia de dos hermanos dejados en la madre patria por sus
progenitores antes de embarcarse hacia las Américas.
La cosa dio en su
momento bastante que hablar y durante algún tiempo ocupó metros cuadrados de
papel prensa, como la noticia que aparece en primera página de Ideal un mes
después de destaparse el asunto. Según se informa, la fortuna del general
Urquiza que presuntamente debían heredar sus parientes granadinos llegaba hasta
los dos mil millones de rubias pesetas, y una comisión de estos presuntos
herederos, unas 150 personas cuya mayor parte reside en el Valle de Lecrín,
encabezada por el abogado que lleva la cuestión, Francisco Retamar Pizarro, ha
estado recientemente en Madrid para hacer gestiones en centros oficiales y
diplomáticos.
En años venideros
saltarán también a las noticias otros apellidos de otros presuntos “tíos de
América” muertos sin descendencia y dejando increíbles fortunas a la busca de
herederos en la madre patria. Pero lo cierto es que nadie conoce a alguien que
por esta vía llegara a embolsarse ni un maravedí.
Último episodio de los Quero
Ideal de 24 de mayo de
1947 publica en primera página, en un diminuto recuadro, que dos días antes,
perseguidos por la policía, tres bandidos se habían refugiado en una casa del
Camino de Ronda, a la salida del Callejón de Gracia. El inmueble, de tres pisos
y doce viviendas pudo ser desalojado de los inquilinos que en él habitaban.
Sigue la noticia de Ideal informando que en la mañana del día anterior había
sido retirado de los bajos del edificio el cadáver de uno de los sitiados, del
que se dice que tuvo participación en la muerte de Indalecio Romero de la Cruz.
En el momento de dar esta información sigue el asedio de las fuerzas del orden
a la casa, completamente rodeada.
Eso es todo cuanto se puede obtener
en Ideal sobre el importante suceso porque el ejemplar del día siguiente en su
hemeroteca, 25 de mayo, aparece mutilado en su primera página, de la que sólo
se conserva un mínimo girón, y en las páginas interiores nada se comenta acerca
del hecho.
No obstante, hay abundante literatura
sobre las andanzas de los Quero y podemos reconstruir lo ocurrido. Un suceso
que conmocionó a toda la ciudad por ocurrir a la vista de no pocas personas y
ser por eso tan espectacular como el de un año antes, cuando cayó abatido Paco
Quero tras una persecución y tiroteo por el centro de Granada.
Desde la muerte de
Francisco Quero y el Palomica, la
partida de los Quero había quedado reducida a su mínima expresión y la
integraban sólo Antonio Quero, el único con vida de los cuatro hermanos que la
lideraron, más el Catalán, el Chato Borrego de Dólar y el Comandante Villa. Otro miembro que fue
de la partida, el Pajarillo, se había entregado hacía un año. Excepto el
último, el Comandante Villa, incorporado recientemente, los otros eran los tres
bandoleros asediados en la casa de Camino de Ronda a que se refiere Ideal.
Según el libro de Julio Aróstegui y
Jorge Marco, El último frente, los
tres de la partida se habían refugiado en el inmueble de Camino de Ronda 73,
adonde dos delatores condujeron a las fuerzas del orden el 22 de mayo de 1947.
El despliegue policial fue sonado. Policía, Guardia Civil, soldados y hasta un
helicóptero se emplearon en la operación. El primero en morir, el mismo día 22,
fue Antonio Ibáñez Huete (el Chato
Borrego de Dólar), al intentar escapar lanzándose desde el segundo piso en
que se hallaban sitiados envuelto en un colchón (es el cadáver en los bajos del
edificio a que se refiere la noticia de Ideal), quien al aterrizar fue acribillado
por los sitiadores. Le siguió al día siguiente José Mérida Robles (Catalán), que moriría por los disparos
de Antonio Quero, su primo, cuando intentaba entregarse. Antonio Quero ya por
completo en solitario, continuó resistiendo casi un día más y los que lo
rodeaban hicieron venir a su padre, Francisco, y a su hermana embarazada,
Matilde, para que lo convencieran de entregarse, pero en cuanto éstos se
retiraron Antonio se suicidó pegándose un tiro.
Días después Ideal da la noticia de
que han sido detenidos catorce encubridores de atracadores en Granada y en
Churriana, y viene una relación con los nombres de los detenidos, muchos de
ellos en unión de sus esposas e hijos. Su delito es haber albergado en sus
domicilios y en diferentes ocasiones a los atracadores muertos por la fuerza
pública en fecha reciente en el Camino de Ronda, así como a una individua [sic]
llamada Carmela, alias “La Remamá”, amiga de Antonio Benito Quero Robles; se
trata de Carmen Guardia López, al parecer, amante de Antonio Quero, al que
acompañaba cuando el frustrado secuestro y muerte de Indalecio Romero.
De esta manera, en mayo de 1947,
acababan definitivamente las andanzas de los Quero. Para que desaparezcan por
completo las partidas de maquis en nuestra provincia todavía tendrán que
transcurrir algunos años más.
Nuevo gobernador civil
El 11 de junio de 1947
terminaba la estancia granadina del político del franquismo que más impronta
dejó en nuestra tierra mientras fue gobernador civil de esta provincia. Ese día
José María Fontana Tarrats cesaba como máxima autoridad provincial y era sustituido
por Servando Fernández-Victorio y Camps, nombrado nuevo gobernador civil y jefe
provincial del Movimiento en Granada. Fernández-Victorio, de 43 años de edad,
nacido en Barcelona, falangista camisa vieja, licenciado en derecho, ejerció
como juez militar en 1940 para después integrarse en el Cuerpo Jurídico Militar
y formar parte de la División Azul como auditor oficial jurídico en el frente
ruso hasta 1942. En el momento de su nombramiento como gobernador civil de
Granada venía desempeñando funciones como segundo jefe de la fiscalía de la I
Región Militar, con el grado de comandante.
Curiosamente, en varias de las webs
que contienen datos biográficos de Fernández-Victorio, por ejemplo, en
Wikipedia (se ve que unos se han copiado de los otros), incluyen como uno de
sus grandes méritos que mientras fue gobernador civil de Granada consiguió en
1953 que el ferrocarril llegara a Motril. Qué más quisiéramos los granadinos
que fuese verdad lo del ferrocarril a Motril, seguramente la reivindicación
penibética más añeja (tan antigua como el propio invento del ferrocarril) y
nunca atendida por las autoridades de turno. Precisamente quien más bregó por
que se convirtiera en una realidad algo tan necesario para el desarrollo
económico de la provincia como un ferrocarril a la costa, eternamente
postergado, fue el predecesor del nuevo gobernador civil de la provincia, José
María Fontana Tarrats. Y si Fontana no lo consiguió…
Desde luego a Fontana en el momento
de su salida del Gobierno Civil, de lo que nadie podría nunca acusarlo es de no
haberse movido incansablemente en pro de la mejora económica y social de la
provincia en los tres años y medio que ocupó el palacete de los Muller en la
Gran Vía. Innumerables mejoras se debieron a su iniciativa: promoción de
viviendas sociales, construcción de instalaciones deportivas y de
infraestructuras de transporte, fomento del turismo, además de un sinfín de
medidas para acabar con el paro agrario y el analfabetismo.
Fontana, cuya preocupación
fundamental durante sus años granadinos fue sacar a la provincia de la
postración económica en la que se encontraba, llegó a cuestionar las mismas
estructuras de la propiedad agraria en la provincia (¡Vade retro!) y en sus escritos criticó un problema económico
típicamente granadino: términos municipales enteros propiedad de unos pocos que
viven en Granada o Madrid, adonde se llevan sus rentas dejando en la tierra
sólo unos pocos jornales de hambre, causa directa de la miseria de los
moradores de grandes zonas rurales de la provincia.
Y todo lo hacía Fontana, sus obras y
sus razonamientos, desde la más estricta ortodoxia nacionalsindicalista. Pero,
por eso precisamente, por ser tan azul mahón, el gobernador saliente se buscó
durante su mandato granadino unos cualificados enemigos que finalmente pudieron
más que él y fueron determinantes en su cese y salida de la política activa.
Según Manuel Martín Rodríguez en
“Fontana Tarrats: un economista falangista en el Gobierno Civil de
Granada”, desde casi el mismo momento de su llegada a nuestra tierra, Fontana,
muy imbuido del credo jonsista, sobre todo en lo tocante a las grandes reformas
sociales y económicas que necesitaba España, chocó de frente con ciertas fuerzas vivas (alcalde y rector
magnífico principalmente) inmovilistas que, aunque lucieran camisa azul (sólo
en las grandes solemnidades), estaban muy lejos de comulgar con esa fe
nacionalsindicalista y al gobernador civil lo consideraban un bolchevique. Y
tan lejos, en las antípodas políticamente hablando. Seguramente (esto ya no lo
dice Martín) habrían coincidido con aquel carnicero que asimismo vestía camisa
azul y que se apellidaba Valdés y fue también gobernador civil de Granada,
aunque éste durante la Guerra Civil, del que se cuenta que no se cortaba un
pelo en afirmar que a él lo de nacional le parecía muy bien, pero lo de
sindicalista le daba cien patadas en el estómago (y lo tenía enfermo, añadía).
Para Martín Rodríguez,
el orden público alterado por la guerrilla, esa china en el zapato que
representaban los maquis campando por las sierras y por la propia Granada, fue
lo que en definitiva sirvió para que sus enemigos encontraran la palanca con la
que moverle el sillón y desalojarlo del Gobierno Civil. Especialmente después
de los asesinatos de Miláns del Bosch y de Indalecio Romero, que tanta
repercusión tuvieron en Granada y en toda España. Y eso que sólo dos meses
antes Fontana había sido recibido en El Pardo por el mismísimo Franco, quien,
según contó el propio Fontana a su vuelta, había quedado muy interesado en el
plan económico y social para la provincia de Granada que el todavía gobernador
civil le presentara. Pero 1947 no eran ya tiempos propicios para el falangismo
ortodoxo, con España aislada del resto del mundo por la ONU, se imponía desfascistizar o desfalangelizar el Régimen y darle otra apariencia, no fuera a ser
que -¡horror!- esos poderosos enemigos en contubernio decidieran que lo que
España necesitaba era desfranquizarse
y pasaran del bloqueo al desalojo.
Siempre según Martín
Rodríguez, Gallego Burín fue quien principalmente se encargó de que Fontana
fuera removido de su cargo buscando y encontrando poderosos valedores a los que
ir con la queja de que el gobernador civil de la provincia sólo se ocupaba de
deportes y cacerías, y que no sabía coordinar Policía y Guardia Civil.
Cuando se estaba cociendo su salida
del cargo, Fontana se defendía en cartas al ministro de Gobernación, Blas Pérez
González, cargando contra Gallego y pidiendo asimismo su cabeza; de Gallego
Burín dice en esas cartas que ya chocó con su antecesor Pizarro Cenjor y
también chocaría con cualquiera que le sustituyera, y que «Granada entera
suspirará el día en que se libre de este político profesional (y hace un
extenso recorrido por el historial político-veletil
de Gallego) que la conturba y aplasta con su largo cacicato».
En la balanza estuvo el cese
simultáneo de ambos políticos claramente enemistados, pero finalmente sólo
Fontana fue apartado de la política activa y relegado a un cargo burocrático
como el de jefe nacional del Sindicato Textil e inspector nacional del
Movimiento.
De esta manera terminaba la estancia
en nuestra tierra del político falangista de mayor talla que pasó por Granada.
Granada a su vez se quedó sin el desarrollo del interesante plan económico y
social para la provincia elaborado por el propio Fontana y publicado en forma
de libro en 1945 con el título “Política Granadina”, cuando no llevaba ni un
año en el cargo, un plan muy falangista, pero a la vez revolucionario (dentro
de un orden, claro) que, a la vista de lo que vino después y llega a nuestros
días, estamos seguros que habría cambiado bastante (a mejor) la situación de
esta cada vez más olvidada provincia del profundo sur carpetovetónico. En ese
volumen, un compendio economicista elaborado con cuidado y con profusión de
gráficos y datos estadísticos, además Fontana expone que sus actuaciones buscando
el desarrollo económico de la provincia, hasta el momento habían sido sobre los
efectos, y que había llegado el momento de actuar sobre las causas mediante una
completa reforma.
¡Vade retro! ¿Una reforma agraria o
cosa por el estilo? Eso era lo que querían los rojos. Ni hablar. Poderosos
enemigos se ganó Fontana con planteamientos como el expuesto. Además, en 1945
el Régimen aceleraba hacia la total desfalangización de todos sus
estamentos. No sería un político nombrado democráticamente, pero de lo que no
cabe duda es de que políticos de su talla no se han vuelto a ver por estos
andurriales.
Fontana, nombrado en su día
presidente honorario del Granada CF, al que subvencionó a fondo perdido en una
ocasión muy comprometida para su supervivencia, se marcharía con el pergamino
en el que se contenía tal nombramiento debajo del brazo y ya nunca más volvió a
detentar un cargo ejecutivo en el franquismo desde el que pudiera desarrollar
sus políticas reformistas.
Eva Duarte de Perón en Granada
La resolución 39 de la
Asamblea de las Naciones Unidas, de diciembre de 1946, supuso para España
quedar aislada del resto del mundo al ser excluida de la organización
supranacional recién creada y de cualquiera de sus organismos dependientes,
viendo además cómo los embajadores abandonaban Madrid por expresa recomendación
de la propia ONU. Por ser el último vestigio del fascismo derrotado en la
Segunda Guerra Mundial, la ONU condenaba así al régimen del general Franco,
aunque aplazando (que no descartando) algún tipo de intervención directa en
nuestro país que supusiera un cambio de régimen si éste no viraba a políticas
que trajeran las libertades formales a España, tan contrarias a la esencia del
estado salido de la Guerra Civil.
El aislamiento español respecto a las
democracias occidentales venía siendo una realidad casi desde 1939, pero esa
resolución de las Naciones Unidas marca el inicio oficial de lo que se conoce
como los años del bloqueo o del repudio internacional, periodo que durará hasta
la década de los cincuenta, cuando la Guerra Fría llegue a su punto culminante
y Estados Unidos vea en el dictador un buen aliado frente al comunismo. Para el
pueblo llano la nueva situación internacional no vino a suponer muchos más
padecimientos de los que ya venía sufriendo en forma de privaciones de todo
tipo. Sí que fue un motivo serio de preocupación para el propio dictador, que
veía así aún más estrangulada una economía ya de por sí muy en precario como la
española, por más que desde el poder se preconizaran unas pretendidas virtudes
de la autarquía. Y a esa preocupación se unía otra aún mayor, el peligro de que
en cualquier momento las Naciones Unidas pasaran a la acción y decidieran
acabar con su dictadura interviniendo en España manu militari, como postulaba la Unión Soviética y sus países
satélites, empeñados en considerar al régimen de Franco como un peligro para la
paz mundial.
La
Argentina del general Perón, que en su día votó en contra de la resolución 39
de la ONU, fue uno de los pocos países que decidió saltarse el bloqueo y ayudar
al régimen del general Franco, incrementando desde 1946 sus envíos a España de
trigo, maíz, carne congelada, legumbres, cuero, lana y otros insumos que de
alguna manera vinieron a paliar las hambres de los españolitos de a pie. Por
eso, en agradecimiento, Franco distinguió a Perón con el Collar de la Orden de
Isabel la Católica, la máxima condecoración civil que otorga el estado español,
invitándolo a venir expresamente a España a recogerla. Pero el general
argentino declinó realizar el viaje y mandó en su lugar a su bien amada esposa.
María Eva Duarte
Ibarguren, Eva Perón o simplemente Evita para la historia, llegó a Madrid el 8
de junio de 1947, siendo recibida por Franco, esposa e hija a pie de
escalerilla en Barajas. Así empezaba la que se llamó “Gira del Arco Iris”. Tras
una semana de visita a ciudades de recia
estirpe castellana y de asistir a mil saraos folklóricos en la capital de
España, la primera dama argentina abandonó la capital para proseguir su visita
oficial por otros puntos de la Piel de Toro. Su primera escala fue en nuestra
Granada.
Acontecimiento de los
muy muy gordos, todavía hoy recordadísimo a la vera de la Alhambra, fue la visita
a Granada de Eva Perón el domingo 15 de junio de 1947, al día siguiente de la
toma de posesión del nuevo gobernador civil, Servando Fernández-Victorio y
Camps, en el mismo día en que terminaban las fiestas del Corpus y a la misma
hora en que el Granada era goleado en el Heliópolis bético en disputa de la
Copa Primavera. Servidor recuerda de su niñez oír contar (y no acabar) a sus
mayores cómo nunca se vio en Granada otra igual y que ni ese día ni el
siguiente por las calles se podía dar un paso, abarrotadas de personal llegado
de toda la provincia y de las vecinas, y cómo todas las fachadas de las calles
por las que había de pasar lucían engalanadas con banderas españolas y
argentinas y gallardetes, y con colgaduras, tapices, reposteros, cornucopias y
demás parafernalia típica de las grandes solemnidades.
A las siete de la tarde
aterrizó Eva Perón en el aeródromo de Armilla, donde habían acudido a recibirla
todas las autoridades a excepción del alcalde Antonio Gallego Burín,
convaleciente de una intervención quirúrgica, sustituido por el teniente de
alcalde José Méndez Rodríguez-Acosta (padre del futuro granadinista Manolo
Méndez), y no faltó una amplia representación de la buena sociedad granadina, como dice la prensa. Una compañía
de honores del arma de Aviación y también la banda municipal esperaban. La
primera en descender del avión Douglas Skymaster de Iberia fue la homenajeada,
que vestía un sencillo traje rosa con
lunares blancos, de media manga y su cabellera rubia era recogida por un
pequeño sombrero de paja adornado con flores blancas y sujetas con cinta azul;
calzaba de blanco y portaba debajo del brazo un bolso, también blanco, de
plexiglás, dice La Prensa, siendo recibida a pie de escalinata por el
capitán general de la IX Región, general González Badía y esposa. A la primera
dama argentina en su periplo español se le rindieron honores de jefe de estado
y por esa razón sonaron en esos momentos las 21 salvas reglamentarias al tiempo
que la banda municipal interpretaba los himnos de los dos países y los
militares presentaban armas. Lo de los himnos y las salvas se repetirán cada
vez que la ilustre visitante entre o salga de algún recinto.
En el coche del capitán
general marchó Eva Perón directamente a la Virgen de las Angustias, recibiendo
en su recorrido incesantes vivas a Argentina y a Evita y gritos de ¡Franco y Perón! que los granadinos que
abarrotaban las aceras le dedicaban, y al entrar en la Carrera nuevamente
sonaron otros 21 cañonazos provenientes de la batería de Artillería situada en
el Violón. En la puerta de la basílica le esperaban el nuevo arzobispo, Santos
Olivera y el párroco Fernández Arcoya, y una compañía de honores del regimiento
Córdoba 10; nuevos himnos e inmediatamente entraba en el templo bajo palio la
señora de Perón y toda la comitiva para asistir a una salve tras la cual era
nombrada camarera de honor de la hermandad de la patrona. A la salida montó en
coche de caballos y acompañada de numerosos jinetes ataviados a la andaluza, la egregia dama se dirigió al hotel
Alhambra Palace, donde se hospedaba y donde se repitieron himnos y cañonazos,
todo entre un gentío inmenso y entre incesantes vivas. El hotel de Peña Partida
había sido adornado previamente con ricos tapices del palacio de Carlos V y de
la abadía del Sacromonte y con muebles nobles cedidos por familias granadinas
de prosapia, tal como se hizo años atrás con Franco cuando éste vino a Granada
y se alojó en el Ayuntamiento.
Más cañonazos e himnos al salir del
hotel a eso de las once y media para dirigirse al Ayuntamiento, donde se le
había preparado una cena de gala servida por el hotel Victoria en el salón de
plenos. Con estas sesiones maratonianas y con tanto ajetreo, los largos
retrasos sobre los horarios previstos fue la nota dominante de su visita
granadina, en este caso de hora y media puesto que la cita era inicialmente a
la diez. Tras entrar a la casa consistorial del brazo del alcalde accidental,
salió la dama al balcón principal para saludar a la multitud que la aclamaba.
Acabada la cena la corporación municipal hizo entrega a Eva Perón de un cuadro
de Morcillo, ex presidente del Granada CF (del Recreativo) en los años 30, regalo
de la ciudad. A la una de la madrugada se levantaron los manteles y todos
partieron camino de la Alhambra, iluminada a tal efecto y donde tras una breve
visita asistieron en los jardines del Partal a una fiesta que empezó con música
de Falla y a la que siguió una zambra gitana. A las tantas de la madrugada
terminó la función.
Con tanto trasnoche, al día
siguiente, lunes declarado festivo en Granada para que todo el mundo pudiera
asistir al resto de actos programados, la cosa empezó pasado el mediodía con
una visita al Generalife, acompañada por Prieto Moreno. De ahí a la Catedral,
con entrada bajo palio para asistir a un tedeum y posterior visita a la Capilla
Real para depositar una corona de flores ante la tumba de los Reyes Católicos.
La egregia dama, cosas del
justicialismo, en cada una de sus escapadas allá por donde iba, tenía como
parada obligatoria la visita a alguna fábrica para pulsar de cerca el ambiente
obrero, pero, claro, Granada no es precisamente un lugar donde abunden las industrias;
¿dónde llevarla para satisfacer sus anhelos de confraternización proletaria?,
pues a la única instalación más o menos industrial de cierta enjundia existente
a la vera de la Penibética, la fábrica de pólvoras del Fargue. Así, al filo de
las dos y media, tras los consabidos himnos en la placeta que hay delante de la
Capilla Real, toda la comitiva partió motorizada camino de El Fargue, donde
estaba previsto un almuerzo al aire libre con los trabajadores de la fábrica de
pólvoras y explosivos, también servido por el hotel Victoria. Terminado el
almuerzo, hubo discursos del coronel jefe de la factoría y entrega de regalos a
Eva Perón, quien a su vez arengó a los obreros polvoristas con un discurso
cargado de justicialismo (que los medios informativos no reproducen por ser
algo inapropiado, según los cánones oficiales).
Del Fargue al Palace para recoger sus
cosas. Ya sólo quedaba despedir a la ilustre visitante, y esto fue sobre las
siete de la tarde. En el mismo coche de caballos que la había trasladado el día
antes y con el mismo recorrido, ahora a la inversa, y nuevamente acompañada de
caballistas a la andaluza, la esposa de Perón salió hacia la Virgen de las
Angustias y otra vez el gentío en las aceras era atronador en sus vítores. De
la Carrera a Armilla en el coche municipal y de allí, en el mismo avión que la
trajo partió en dirección a Sevilla para continuar con su visita a España, que
se prolongaría después a Galicia y Cataluña y posteriormente a otros países
europeos.
El Régimen utilizó a
fondo la visita de Eva Perón con fines propagandísticos. Pero en tan exhaustivo
y bien estudiado protocolo la nota discordante de la “Gira del Arco Iris” en su
etapa española (esto, naturalmente, ya no aparece en las crónicas) la puso
Juancito Duarte, hermano de Eva y secretario privado de Perón, que formaba
parte del amplísimo séquito de la primera dama en Granada, de quien la web Página/12 dice que en Europa el tal
Juancito “tiró manteca al techo”, o sea, que sacó los pies del tiesto, que
decimos más bien a este lado del charco. Parece ser que Juancito en su única
noche granadina quiso conocer de cerca la “movida” penibética y se escabulló en
unión de un compinche de la fiesta nocturna en el Partal para, por la puerta
del Arrabal y la cuesta de los Chinos, irse de farra al Rey Chico a altísimas
horas de la madrugada, lo cual originó un problema a sus escoltas, que no pudieron
seguirlo. En Internet hay varios y distintos relatos de este sucedido según los
cuales el ministro español de Asuntos Exteriores, Martín Artajo (resulta poco
creíble ya que este ministro no estuvo en Granada en estas fechas), habría
puesto en conocimiento de la ilustre visitante el incidente y en su presencia
habría escuchado el rapapolvo telefónico de la primera dama al cuñado de Perón,
que le habría espetado frases tales como: «¡Nos estás haciendo quedar como
el culo! ¿Qué van a pensar estos gallegos? ¿Que somos unos bárbaros?»; y
también: «¡Una puta más y te volvés a la
Argentina!». Y es que el hermanísimo Juan Ramón Duarte Ibarguren, encumbrado por el
sólo hecho de ser familia de quien era, además de hacerse millonario como
campeón de los chanchullos en su beneficio, era también un tarambana, un
atorrante, que dicen a la vera del Río de la Plata, un sinvergüenza sólo
interesado en sus calaveradas, en correrse juergas y mariposear cerca de todo
tipo de faldas a pesar de desempeñar un cargo de tantísima importancia como el
de secretario personal del presidente de la República Argentina.
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