Día del club ante el Mallorca y victoria
Llegada la jornada diez de la 46-47,
que traía al Mallorca a Los Cármenes, el club decidió en nota oficial publicada
en la prensa, «…dada la difícil situación
económica por que atraviesa la sociedad y la necesidad de hacer frente a pagos
urgentes para los que la directiva ha tenido que hacer nuevas aportaciones…»,
declarar el partido día del club. A pesar de no ser óptima la marcha del equipo
en la liga, en este partido como en los anteriores, se rozó el lleno en Los Cármenes.
El míster Conde
introdujo varios cambios en la alineación, empezando por la portería ya que
Floro fue relegado al banquillo después de su floja actuación en Sevilla ante
el Betis, partido en el que le hicieron dos goles perfectamente evitables, y su
lugar lo ocupó Casafont; también el extremo Mendi desapareció del once titular
reapareciendo en su lugar Sánchez, ausente por lesión desde la jornada dos;
otros cambios fueron los del granadino Díaz Cara, quien ya no volvió a
alinearse esta temporada, Sosa fue su sustituto, y también Galvany, en cuyo
puesto recuperó Trompi la titularidad. Pero los cambios no mejoraron el juego
de los rojiblancos, aunque afortunadamente obtuvieron una nueva victoria, 2-0,
que les hizo subir al séptimo puesto de la tabla. El partido según los
cronistas locales resultó aburrido en extremo y durante su transcurso se oyeron
abundantes palmas de tango.
Derrota en Vallejo. Ficha Manolo Almagro
La jornada 11 llevaba a
los rojiblancos a Valencia para enfrentarse al Levante. Durante la semana el
Granada realizó un nuevo fichaje: el joven granadino de apenas 17 años Manolo
Almagro, del equipo local Cruz Blanca, que la temporada anterior perteneció al
At. Aviación de Granada. El nuevo jugador se desplazó junto con los demás a
Valencia, pero no intervino en el partido.
En el campo de Vallejo,
después de una primera parte buena en labores defensivas de los rojiblancos,
sobre todo de Millán, que llegaron al descanso con empate a cero, en la segunda
acusaron cansancio y los levantinos consiguieron tres goles, aunque el primero
de ellos fue en claro fuera de juego y el segundo lo que se llama un gol
fantasma puesto que no quedó claro si el balón había llegado a entrar en la puerta
rojiblanca, todo según las crónicas de periodistas valencianos ya que no se
desplazó ningún plumilla local. Nuestro equipo, a pesar de caer ampliamente,
dejó una buena imagen en tierras levantinas. Reapareció Floro por lesión de
Casafont, y las crónicas llegadas de Valencia no le son favorables señalándolo
como responsable de al menos dos de los goles encajados. En el puesto de ariete
volvió Escobar y una vez más estuvo muy flojo, por lo que ya no va a ser
utilizado hasta el último partido de esta temporada. La derrota volvió a
acercar los puestos de descenso.
Suma y sigue en casa, victoria sobre el Hércules
La siguiente jornada, ya
la doce, a falta de sólo una para completar la primera vuelta, traía a Granada
la visita de otro gallito, el recién descendido Hércules, equipo que estuvo
toda la liga luchando por el ascenso y sin perder comba pero que finalmente
quedó cuarto y fuera de toda opción.
Se puede decir que en este partido el
Granada cumplió con el guión, o sea, consiguió hacerse con los dos puntos
ganando 2-1, pero no le resultó nada fácil ni su juego pasó de mediocre, aunque
según Fernández de Burgos en Ideal, hubo una ligera mejoría. Hasta el momento
todos los compromisos caseros a excepción del primero (derrota ante el Córdoba)
se habían solventado favorablemente, con sufrimiento, pero con victoria.
Volvió a la alineación titular el
meta Casafont, que fue uno de los destacados. Con los dos puntos el Granada
subió al puesto sexto de la tabla, lo que significa su mejor clasificación en
toda la liga, aunque esa posición era engañosa ya que sólo tres puntos lo
separaban de los puestos de descenso.
Positivo en La Rosaleda para terminar la primera vuelta
La última jornada de la
primera vuelta, la 13, llegaba a mediados de diciembre y para el Granada
suponía recuperar la vieja tradición de los choques de gran rivalidad con los
vecinos malagueños. Desde la temporada del ascenso del Granada a primera, la
40-41, no había vuelto el Málaga (por entonces todavía Malacitano) a ser rival
liguero de los rojiblancos, y desde abril de 1942 no había pisado nuestro
equipo la Costa del Sol para jugar un partido oficial. En esa última ocasión lo
que se disputaba era la ida de los XVI de final de copa, arrojando un resultado
positivo para el Granada de 2-4 (2-1 en la vuelta). Ascendidos a segunda los
vecinos la temporada anterior, en la 46-47 estuvieron toda la liga luchando por
eludir el descenso, cosa que consiguieron con algunos apuros, y en los momentos
de este partido estaban clasificados en la mitad baja de la tabla. El CD
Málaga, que todavía no tenía como colores propios el blanquiazul (solía vestir
camiseta blanca y pantalón negro), era un conjunto bastante veterano del que
desde hacía dos jornadas se había hecho cargo el ex stuka Guillermo Campanal, recién retirado del fútbol profesional,
en sustitución de Chales, defensa malacitanista de los años de la República.
En La Rosaleda,
abarrotada y con presencia de varios cientos de hinchas rojiblancos
desplazados, el Granada inauguró esta temporada su cuenta de positivos al
traerse un empate sin goles que fue justo, según la prensa, y respondió al
clásico esquema de los partidos de rivalidad: mucha pasión, pero poco juego,
imponiéndose a lo largo de los noventa minutos las líneas defensivas a los
atacantes. No hubo ni el más mínimo incidente extra deportivo y las dos
aficiones se comportaron en un tono más
caballeroso que antaño, recalca la crónica que con la firma “Seudónimo”
publica La Prensa. Con el punto
logrado el Granada acabó la primera vuelta situado justo en medio de la
clasificación, séptimo, a cinco puntos de los puestos de ascenso y con tres de
ventaja sobre los de descenso.
El gran César en el homenaje a Sierra
Después de empatar en
Málaga hubo parón navideño que fue aprovechado el domingo siguiente, 22 de
diciembre, para jugar un partido en Los Cármenes de homenaje al futbolista
Sierra, quien con la presente llevaba ya seis temporadas de rojiblanco.
Consistió en un amistoso del Granada contra una selección de jugadores de
diversos equipos andaluces. César, con permiso de su club, el Barcelona, llegó
a Granada el mismo domingo por la mañana y fue recibido en la estación por
parte de la directiva y por un nutrido grupo de aficionados y muchos de los
amigos que dejó en nuestra tierra este gran delantero, y acto seguido se
trasladó a la clínica de San Rafael para visitar a los niños allí ingresados e
invitarles a acudir al partido.
Se dudaba mucho de que
la recaudación fuera cuantiosa ya que reinaba un frío helador en Granada como
en toda España y el día anterior el terreno de Los Cármenes había tenido que
ser limpiado a pura pala de la abundante nieve que lo cubría. Pero la sola
presencia de César en el partido hizo que se registrara una buena entrada. El
siempre recordado ariete leonés acababa de ser convocado por el seleccionador
Hernández Coronado para un partido no oficial contra Portugal y en Los Cármenes
lució a gran altura y además fue autor de dos bonitos goles. El partido, que no
fue un dechado de virtudes futboleras por parte de unos y otros, como suele
ocurrir en este tipo de encuentros, sólo tuvo una parte pasable, la primera,
que fue cuando se consiguieron todos los goles. El resultado final fue de
empate a tres. En el Granada debutó de rojiblanco el que pasa por ser el mejor pelotero
que dio la tierra, Manolo Almagro, que hacía poco que había sido fichado del
Betis Cruz Blanca.
Por la selección andaluza jugaron:
Mendaro (del Málaga), Delgado (granadino, del equipo de Educación y Descanso),
Villalonga (del Sevilla), Cepillo (granadino y ex granadinista, también de
Educación y Descanso), Melito (ex granadinista del Betis), Gastón (del Málaga),
Marín (ex granadinista y jugador-entrenador del Antequerano), Clemente (del
Sevilla), César (después salió Moleón, granadino del Antequerano que en menos
de un mes fichará por el Granada), Sierra (el homenajeado) y Alcántara (del
Málaga). Se había anunciado la presencia de Nicola y también la de Jorge,
hermano de Sosa, pero no pudieron viajar.
El San Lorenzo de Almagro no vino
En la semana previa a la
visita a Córdoba para comenzar la segunda vuelta, la prensa local informó que
se estaba gestionando por el presidente López Font, en colaboración con el
alcalde, la posible venida del San Lorenzo de Almagro a Granada para disputar
un amistoso a beneficio de la Cruz Roja. El alcalde Gallego Burín remitió
telegramas a la expedición argentina pidiéndoles acudieran a Granada a ver sus
incomparables monumentos y pisar la cuna de la Hispanidad, y días más tarde se
dirigió por carta al recién llegado embajador de Argentina (uno de los pocos
que no habían abandonado España tras la resolución 39 de la ONU) y a la
Federación. Pero a mediados de enero contestaron vía telegrama el presidente de
la Federación, Rivero Meneses, y el secretario general, Cabot, diciendo que sus
gestiones habían resultado infructuosas porque el equipo argentino tenía ya
suscritos demasiados compromisos y no les quedaba tiempo material de atender la
petición granadina, y sin ver al mítico San Lorenzo de Almagro se quedó la
afición.
El equipo de Boedo, reciente campeón
de la liga de su país, se encontraba de gira por España y causaba sensación
allá por donde iba con su juego de mucho toque, pases cortos y abundantes
goles, lo que constituía una forma de mover el balón desconocida por estos
pagos, más acostumbrados al juego recio y de balón largo. El equipo argentino
estuvo de gira un mes y medio y actuó en Madrid, Barcelona, Bilbao, Valencia,
La Coruña y Sevilla (más Galdácano y Vall d’Uxó), y después pasó a Portugal, y
sólo perdió un partido (frente al R. Madrid), derrotando y goleando a la
selección española (dos veces) y a la de Portugal.
Para algunos autores de literatura
futbolera, la gira española del San Lorenzo de Almagro marca un antes y un
después en el balompié patrio ya que una de las cosas que más maravillaron de
los argentinos fue la disposición de sus futbolistas sobre el terreno de juego,
disposición que no era otra cosa que la WM: el medio centro se retrasa y actúa
como un tercer defensa y al mismo tiempo los interiores también se retrasan y
ayudan a los medios, esquema futbolero que ya era antiguo en 1947 en muchos
países pero que a los ojos de los hinchas carpetovetónicos del momento
representaba toda una novedad. A partir de recibir esta lección de
“modernidad”, muchos cuadros españoles copiarán esta misma temporada esa
disposición de efectivos sobre el terreno, y en menos de dos años todos sin
excepción la pondrán en práctica.
Como sabemos, un tímido intento de
aplicar la WM ya habían tenido los granadinistas ocasión de verlo de cerca al
principio del año y medio que el míster húngaro Esteban Platko dirigió al
Granada, en la temporada 43-44, cuando hacía jugar retrasado a Conde o a Neira
y encomendaba labores de contención en la zona ancha al delantero Nicola o al
interior Safont, pero como también sabemos, pronto se vio obligado a dejar de
utilizar el “innovador” sistema ante las presiones de la directiva de Becerra
(tras la dimisión de Martín Campos) y, sobre todo, ante los malos resultados
cosechados por el equipo rojiblanco.
Paliza en Córdoba
Volvió la liga a finales de diciembre,
ya con el comienzo de la segunda vuelta. Al Granada le tocaba devolver visita
al Córdoba, pero para la preparación del encuentro tropezó con la dificultad de
no poder disponer de su terreno al quedar éste muy maltrecho después del
amistoso homenaje a Sierra y dado que volvió a nevar sobre Granada, aunque con
poca intensidad. Los entrenamientos tuvieron que realizarse en el estadio de la
Juventud.
En
Córdoba, en el primer partido de la segunda vuelta cayó el Granada ampliamente
derrotado 5-0. A pesar del corto desplazamiento y de haber plazas disponibles
en el autocar del equipo, ningún periodista granadino acompañó a los
rojiblancos, seguramente por jugarse el partido en plenas fiestas navideñas,
así que todas las crónicas son foráneas y, según éstas, nuestro equipo realizó
una buena primera mitad en la que dominó más que su rival, pero adoleció de
falta de remate. La segunda parte sin embargo fue nuestro equipo borrado del
terreno por el RCD Córdoba (ése era su nombre, un equipo distinto del actual y que
desapareció en los años 50; vestía de blanco entero con camisetas de cuello
verde), en esos momentos claro aspirante al ascenso de categoría. Una segunda
vuelta irregular hizo que acabara la temporada justo un puesto por debajo del
equipo rojiblanco, octavo. El ex granadinista Bonet era su entrenador y en el
partido alineó al portero Martín, que años después jugaría en el Granada, y a
Safont, rojiblanco hasta la temporada anterior. La estrella fue su centro
delantero Manolín, que debutaba y fue autor de cuatro goles.
Con la derrota bajó el Granada al
puesto octavo, ya muy lejos de los de ascenso (ése seguía siendo el objetivo
esta temporada) y sólo dos puntos por encima de los de descenso.
Dos puntos ante el Ferrol en el debut de Moleón
Tras jugar en Córdoba
realizó el Granada un nuevo fichaje: Moleón, delantero centro granadino de 19
años, que venía jugando en el Antequerano, de tercera, y ya había actuado en el
amistoso homenaje a Sierra. Ideal da la noticia criticando que este año se haya
fichado dos delanteros que no sirven: Morales y Escobar, mientras este jugador,
que es de la tierra, no cuesta nada y ha fichado sólo por el sueldo. Las
críticas de la prensa local se extienden también a las otras novedades de esta
temporada: Mendoza, Sánchez y Sánchez Vigo, jugadores todos que no están
respondiendo a las expectativas y a lo desembolsado por ellos, y de los nuevos
sólo se salvan los cedidos del Sevilla Mendi y Parra. No obstante, tenemos que
decir en lo que respecta al denostado Morales, que el tiempo se encargó de
acallar las muchas críticas que le llovían desde que se incorporó al Granada a
principio de este curso, y que a lo largo de sus cuatro temporadas de rojiblanco
tuvo ocasión de reivindicarse hasta tal punto que figura en el tercer puesto
del ranking de goleadores granadinistas de todas las épocas, sólo por detrás de
Rafa y Trompi.
El recién fichado Moleón
relegó a la suplencia a Morales y se puede decir que su debut fue afortunado ya
que consiguió uno de los tres goles con los que el Granada derrotó al Ferrol
(3-0) en la segunda jornada de la segunda vuelta, la 15, primer partido del
Granada en el nuevo año 1947, jugado el 5 de enero. No obstante, Moleón sólo
jugará dos partidos y al terminar esta liga recibirá la baja, aunque años más
tarde volverá y acabará jugando en el filial Recreativo.
El partido según las crónicas fue
malísimo y se vio al mismo Granada que ya conocemos: torpe, lento,
deshilvanado, sin sangre ni coraje, pero resultó que el Ferrol es todavía peor,
dice Seudónimo en La Prensa, y añade que sólo funcionó el
trío de atrás como casi de costumbre, Casafont, Millán y González. Otra vez Los
Cármenes registró una buena entrada a pesar del intensísimo frío y de que la
tónica general en lo que va de liga son los malos partidos de los rojiblancos.
Al menos por ahora el equipo ha sacado adelante todos sus compromisos caseros a
excepción del primero frente al Córdoba y así sigue manteniendo un positivo
desde hace varias jornadas. La victoria aupó al Granada al séptimo puesto de la
tabla, con tres puntos sobre los de descenso.
Tres días antes del
partido frente al Ferrol, Manuel de Falla era enterrado en su Cádiz natal. Hubo
cierta polémica (dentro de lo que en aquellos años autoritarios se podía
levantar la voz, naturalmente) sobre el lugar en que debía ser enterrado el
insigne músico, ya que en Granada, sus fuerzas vivas, solicitaban tal honor
para nuestra tierra, y que el lugar de su enterramiento fuera la iglesia de
Santa María de la Alhambra, pero finalmente
se decidió que sus restos se inhumaran no en donde él quiso residir sino
en el lugar en que nació: Cádiz.
Vendaval en Baracaldo
La jornada 16 llevaba a
nuestro equipo a Baracaldo a mediados de enero. El mismo día del partido
publicó la prensa local que el delantero centro ex granadinista Nicola, que
había sido traspasado a principios de la temporada anterior al Hércules, había
obtenido la carta de libertad del cuadro alicantino y se había ofrecido al
Granada para retornar. Como sabemos, los dos delanteros fichados en esta
temporada, Morales y Escobar, no gustaban y ambos eran suplentes en esos
momentos. Por su parte, a Nicola no le había ido nada bien después de abandonar
nuestro equipo; la temporada anterior, en primera, fue titular, pero sólo
consiguió dos goles, y este año no había disputado ni un minuto en el Hércules,
equipo rival del Granada. Su posible fichaje era muy bien visto por la
directiva y por la afición, pero finalmente no hubo acuerdo porque el delantero
catalán pedía demasiado dinero.
En Baracaldo se repitió
la historia del anterior desplazamiento rojiblanco a Córdoba: tras una buena
primera parte, en la segunda se desmoronó por completo el equipo para acabar
goleado, 6-2. Se adelantaron los locales de un penalti marcado por el
veteranísimo Gorostiza, pero enseguida el Granada empató y antes del descanso logró
ponerse por delante en el marcador, pero en la segunda parte, con el fuerte
viento en contra, fueron cayendo los goles en la portería de Casafont quien,
según las crónicas, todas de periodistas vascos, estuvo muy poco afortunado. La
cuenta la cerró también Gorostiza de otro penalti que el árbitro García
Fernández mandó repetir dos veces.
Antes de empezar el partido hubo
regalo de un banderín al Granada por su primera visita a Baracaldo, pero
nuestro equipo fue recibido de uñas por la afición local en recuerdo del
partido de ida en Los Cármenes y las declaraciones de su delegado en el sentido
de que en nuestra tierra se les había tratado muy mal. La derrota acercó los
puestos de descenso nuevamente a dos puntos.
La crónica de Ideal la
firma José María Mateos, ex seleccionador nacional, y al final de la misma
viene un pequeño añadido salido de otra pluma donde dice que el bajón físico de
la segunda parte en Baracaldo se debe, al parecer, a la vida desordenada de
algunos jugadores quienes el viernes anterior al partido, en Madrid, abusaron
de la bebida, y que la directiva ha tenido conocimiento del hecho y va a tomar
medidas. Días después se dio a conocer que Sosa, Sierra y Mendoza habían sido
sancionados económicamente por el club, añadiendo que de no enmendarse se
estudiaría su posible baja.
Victoria ante el coco Tarragona y dimisión de Conde
La siguiente jornada
traía a Granada al intratable Tarragona, líder destacado de segunda y al que se
le daba ya casi como ascendido a pesar de faltar por jugarse todavía nueve
partidos (ascendió como segundo, tras el Alcoyano). Sólo había perdido hasta
ese momento tres encuentros, todos lejos de su campo y su delantera era, con
mucha diferencia, la más goleadora de la categoría. Por su parte, el Granada se
encontraba en cuadro, con varios lesionados o en baja forma, lo que hacía
presagiar más de un cambio en la alineación, además, en estos momentos había lo
que se dice mal ambiente entre los componentes de la plantilla por causa de las
sanciones impuestas por la directiva a determinados jugadores por bajo
rendimiento. En condiciones normales este partido habría sido designado como
día del club, pero, como queda dicho, no se daban las circunstancias precisas.
Hasta cuatro cambios presentó el
Granada en su alineación con respecto a los que fueron goleados en Baracaldo:
Casafont, Mendoza, Moleón y Trompi cedieron sus puestos a Floro, Sánchez,
Morales y Sánchez Vigo. Con los cambios y una gran mejora en lo referente a
entrega y entusiasmo pudo el Granada infligir la cuarta derrota (2-1) de lo que
iba de liga al poderoso Gimnástico de Tarragona. La victoria volvió a colocar
al Granada en el séptimo puesto, con tres puntos sobre el descenso.
Los cronistas locales, entusiasmados,
no escatiman elogios y dicen que por fin se vio un buen partido del Granada en
esta temporada, especialmente en la primera mitad. Destacan las crónicas el
magnífico papel del dúo Millán-González y se preguntan cómo es posible que
contando con esta pareja de categoría superior se puedan encajar tantos goles
en los desplazamientos, y lo achacan a que la labor de los medios es muy
deficiente y al no sujetar a los contrarios llegan éstos muy sueltos a los
dominios rojiblancos.
La sorpresa saltó
después del partido frente al Tarragona cuando sin que nadie lo esperara y sin
motivo aparente, el entrenador, Antonio Conde, presentó su dimisión. Pero dos
días después la junta directiva decidió darle un voto de confianza y ratificar
en su cargo a Conde, por lo que éste retiró su renuncia y siguió al frente de
la plantilla rojiblanca.
CALLEJEANDO
La fuente de los Leones pierde su segunda taza
La Fuente de los Leones
de la Alhambra apareció el día 26 de septiembre de 1946 notablemente cambiada
con respecto a lo que venía siendo habitual desde al menos tres siglos atrás.
De un día para otro y sin que nadie previamente lo advirtiera, a la fuente le
fue retirada la segunda taza superpuesta sobre la original a comienzos del
siglo XVII, y a la vez también desapareció el surtidor colocado sobre esta
segunda taza (esto ya en 1838) que durante algo más de un siglo convirtió a la
fuente en una falseada imagen de postal de aguas saltarinas.
No era ni mucho menos el primer
cambio de imagen sufrido por el más universal de los monumentos hispanos. En
efecto, a lo largo de los siglos el aspecto del Patio de los Leones ha cambiado
en varias ocasiones. En realidad puede afirmarse que en el patio que en la
actualidad podemos contemplar casi sólo quedan como elementos originales la
propia fuente y las frágiles 124 columnas de mármol de los Filabres que rodean
y sustentan todo el contorno (y tampoco, ya que muchas de ellas fueron raspadas
en el XIX buscando suprimir la pátina del tiempo), pues el conjunto, como toda
la Alhambra entera, ha sido sometido a numerosísimos trabajos de conservación y
reparación que empezaron en el mismo momento de la llegada de los Reyes
Católicos. Desde que en la segunda mitad del siglo XIV el sultán nazarí Abu
Abdallah Algani Billah (Muhammad V) construyera todo el conjunto, el patio ha
podido verse totalmente enlozado de mármol o con pavimento de gravilla, o bien
con un jardín que ocupaba todo el entorno de la fuente al nivel de las galerías
laterales y la propia fuente o a un nivel inferior o hundido; así mismo, los
tejados de todo el patio lucieron en épocas pasadas tejas vidriadas de colores
que formaban bandas quebradas o dibujos geométricos. Algunos de esos cambios
obedecieron a criterios puramente estéticos o fueron forzados por razones de
conveniencia como evitar humedades y recalos o la ruina, pero otras variaciones
se produjeron simplemente por el paso del tiempo o la incuria, como la
desaparición del policromado de varios de sus elementos o como la pérdida del
zócalo de azulejos que consta existió en la galería que rodea el patio, ya que
la Alhambra conoció largos periodos en los que el abandono y la decadencia se
adueñaron de todo.
Otras modificaciones respecto a lo
que nos dejaron los nazaríes afectaron a los dos templetes o quioscos que a
levante y poniente avanzan sobre el rectángulo del patio, concretamente a sus
respectivos tejados a cuatro aguas: el de poniente vio cómo a su parte superior
se le incorporaba un nuevo cuerpo por encima de su friso de madera en el que se
incrustó en escayola el escudo imperial con el águila bicéfala del emperador
Carlos V, y esto ocurrió en una restauración llevada a cabo a finales del siglo
XVII (en el mismo siglo pero a principios fue cuando se incorporó la segunda
taza de la fuente), buscando dar menos pendiente al tejadillo a cuatro aguas
para evitar que las tejas resbalaran y cayeran; por su parte, el templete de
levante fue modificado más modernamente (en 1866) por el entonces arquitecto
conservador de la Alhambra, Rafael Contreras, incorporando como remate una
cupulilla semiesférica de escamas vidriadas blancas y verdes, muy moruna y muy
aparente pero del todo anacrónica y acientífica.
Precisamente la supresión de esa
cupulilla de media naranja en 1935 y la restitución del tejado piramidal a
cuatro aguas en el templete de levante del Patio de los Leones, llevada a cabo
por el arquitecto conservador de la Alhambra, Leopoldo Torres Balbás, dio lugar
en su día a una agria y larga polémica entre defensores del valor estético del
cupulín, que aunque pastiche era sin embargo lo más celebrado y fotografiado
del conjunto, y partidarios de la restauración científica llevada a cabo por
Torres Balbás, quien mantenía que la dichosa cupulilla era una aportación
libérrima de su predecesor en el cargo a mediados del XIX, Rafael Contreras,
ajena por completo a la arquitectura nazarí, opinión que comparte Gómez-Moreno
en su famosísima Guía de Granada de 1892. Durante el desarrollo de esta
polémica algunos llegaron a atacar el honor y la valía profesional del
arquitecto de la Alhambra, quien además se había significado como amigo de
gentes de izquierdas, lo que un año después podía haberle costado muy caro de
no ser porque, por suerte para él, no se encontraba en Granada en el verano de
1936.
El arquitecto conservador, ya en
1946, Francisco Prieto-Moreno, discípulo y sucesor de Torres Balbás, quiso con
la retirada de la segunda taza devolver la fuente a su aspecto original pero
seguramente influyó mucho en su ánimo el recuerdo de esa gran polémica que tuvo
lugar en Granada once años antes, en la que él mismo se significó como defensor
de su maestro junto a otros intelectuales de la talla de Gallego Burín, Manuel
de Falla o Emilio García Gómez, y por esa razón los trabajos de desmonte de la
segunda taza se llevaron a cabo sin darle publicidad alguna, de manera que la
noticia pilló a algunos por sorpresa y, aparte de que los cuarenta en España no
eran nada propicios a debates ni a actos que cuestionaran las decisiones de
cualquier tipo de autoridad, el cambio se efectuó sin que se generara la más
mínima polémica ni nadie protestara. Así quedó la fuente, con la taza
dodecagonal como única. La taza redonda retirada, también nazarí, fue colocada
años después en el lugar donde en la actualidad puede contemplarse, el Jardín
de los Adarves de la Alcazaba alhambreña, lo cual no deja de constituir también
un anacronismo puesto que dicho jardín es por completo de época cristiana y muy
posterior a la Toma de Granada.
Veinte años después del destazamiento, en julio de 1966, un
nuevo cambio de look se llevó acabo
en la fuente, cuando se suprimieron los balaustres torneados que tenían los
leones sobre sus lomos y sobre los cuales se sustentaba la taza, de manera que con
esa supresión pareciera que dicha única taza descansa directamente sobre los
marmóreos felinos (de los que escribió Gómez-Moreno que son de escasísimo valor
escultórico, lo que revela lo atrasados que en ese arte se encontraban los
moros granadinos), de esa forma esa única taza perdió unos cuarenta centímetros
de altura. Con ocasión de esta última reforma tampoco hubo voces discordantes a
excepción del pintor y literato Enrique Villar Yebra, que publicó por entonces
en Ideal unos cuantos artículos criticando la decisión.
Si ellos tienen ONU, nosotros tenemos dos
El día 9 de diciembre de
1946 hubo en Madrid una gran manifestación a la que asistieron, según unas
exageradas fuentes oficiales, más de 700.000 personas que partiendo de la plaza
de Colón concurrieron en la de Oriente donde escucharon la encendida arenga del
jefe del estado (Españoles todos….)
desde el balcón central del Palacio Real. La manifestación había sido
orquestada por el régimen como respuesta del pueblo español contra lo que se
calificaba una injerencia extranjera en los asuntos internos de España, o sea,
contra lo que en esos momentos se ventilaba en la Organización de las Naciones
Unidas, donde se estaba decidiendo si condenar definitivamente a Franco (realmente
a su régimen) al ostracismo internacional. El pueblo español ha mostrado «su digna y viril [sic] protesta contra la actitud de ciertos
países de la ONU […] unidos todos los
españoles frente a los que quisieran hacernos volver a vivir las horas del
terror soviético» (voz en off para las imágenes del Nodo sobre la
manifestación).
La ONU, aún desde antes
de su creación formal, ya había mandado a Franco claros mensajes en el sentido
de que su régimen no era digno de pertenecer a la organización de países recién
nacida después de la finalización de la II GM, por haber ayudado a los
fascismos derrotados y, por ese mismo motivo, ser considerado un peligro para
la paz mundial. La Spanish Question
había sido tratada incluso en las conferencias de San Francisco y Potsdam de
las que nació la organización, que tuvieron lugar antes del final de la II GM.
En el mismo sentido, a lo largo de 1946 varias resoluciones de la Asamblea
General y del Consejo de Seguridad habían dejado claro que mientras en España
no hubiera democracia no había nada que hacer. Y en esos momentos, principios
de diciembre de 1946, la Asamblea General debatía la exclusión formal del gobierno español de los organismos
internacionales y conferencias establecidas por las Naciones Unidas.
El día 12 de diciembre se votó la
propuesta en la Asamblea, saliendo aprobada por 34 votos a favor, 6 en contra (Argentina,
Perú, Ecuador, Costa Rica, República Dominicana y El Salvador), 13 abstenciones y una ausencia. Es la que se
llamó Resolución 39, que además recomendaba al Consejo de Seguridad tomar las
medidas necesarias si en un plazo razonable no se establecía un nuevo gobierno
cuya autoridad emanara del consentimiento de los gobernados. Y por si esto
fuera poco, la resolución recomendaba también la retirada inmediata de
embajadores y ministros plenipotenciarios acreditados ante el gobierno de
España. El mismo día que la ONU daba carta de nacimiento al bloqueo español,
las Cortes franquistas aprobaban por aclamación una moción por la cual a partir
de ese momento las nuevas monedas acuñadas llevarían la efigie de Franco y la
leyenda: «Francisco Franco, Caudillo de España por la Gracia de Dios».
Sabiendo de
antemano cuál iba a ser el resultado de las votaciones de la ONU, el régimen
quiso dar la imagen de una España unida frente a la masonería y el comunismo internacionales, pues el discurso
oficial seguía explotando estos justificativos filones, de ahí la movilización
de grandes masas en todas las ciudades de España, con los comercios y las
fábricas y oficinas cerradas para la ocasión. En la capital la manifestación
tuvo lugar el domingo 9 de diciembre de 1946, y en el resto de España se
sucedieron las concentraciones y marchas en los días siguientes.
En Granada
los diarios locales el día 9 animaron a la población a asistir a una
manifestación convocada para el día siguiente a las 11,30 en la plaza del
Carmen desde donde partiría una marcha hasta el Gobierno Civil contra la
injerencia extranjera en los asuntos españoles. Los convocantes eran las
Hermandades de ex combatientes y ex cautivos, «Pero en la empresa viril [sic] y
patriótica de afirmar la fe en España, de gritar nuestra plena soberanía y
nuestra voluntad de independencia, estamos seguros de que les acompañará la
ciudad entera…», se puede leer en la primera página de Ideal. En páginas
interiores se recoge una llamada a la movilización del alcalde Gallego Burín: «Por atentar a ellos [a los asuntos
internos de España], la nación da hoy
esta viril [sic] respuesta a los que
desde fuera quieren regir los destinos de nuestra Patria». También en el
mismo ejemplar viene una nota del Colegio Médico de Granada, en lenguaje de
telegrama, donde tras comunicar su adhesión inquebrantable a «Franco, salvador España, protesta virilmente
[sic] injerencia ONU asuntos españoles e
intangible soberanía».
La
manifestación penibética tuvo lugar el lunes 10 de diciembre de 1946, y a ella
asistieron unas 40.000 personas, según la prensa local: «Granada sumó ayer su clamorosa voz de protesta contra la intromisión
extranjera a los viriles [sic] acentos
con que España afirma públicamente la plenitud de su soberanía nacional»,
así comienza la información que del evento publica Ideal en primera página.
Antes de partir de la plaza del Carmen el alcalde Gallego habló a los
concentrados desde el balcón del Ayuntamiento. Sobre las doce de la mañana
llegó el grueso de los manifestantes ante el Gobierno Civil, desde cuyos
balcones habló a la multitud el gobernador Fontana y se vivieron los momentos
de más exaltación. Y sobre la una de la tarde la concentración era frente a
Capitanía General, con nueva arenga a los concentrados del capitán general de
la IX Región Militar González-Badía, quien apenas llevaba un mes en el cargo en
sustitución de Lafuente Baleztena. Desde ese lugar marcharon unos pocos cientos
hasta la Cruz de los Caídos donde fue ofrecida una corona mortuoria. Ese fue el
final de la manifestación, que se disolvió sin incidentes al filo de las dos de
la tarde. El lema más coreado fue aquel de
¡Franco sí, comunismo no!
Como vemos, la palabra “viril” era
una especie de mantra azul mahón. «España,
tras la guerra, es finalmente viril», dijo en su día algún capitoste de
camisa azul. Para franco era uno de sus adjetivos favoritos y es raro el
discurso suyo de la primera posguerra en el que no aparezca la palabrilla. Y es
que en la España de Franco en sus primeros años todo había de hacerse por
riles, por gónadas, y parecía mucho más importante pensar y actuar con el
escroto que con otras partes de la anatomía. Junto al invento genuinamente
español de la democracia orgánica, el régimen de Franco de primera hora, puede
decirse con el autor Víctor Mora Gaspar, también practicó el machismo orgánico, y para él la hombría y
la virilidad eran un asunto de estado.
«Si ellos tienen ONU nosotros
tenemos dos», se cuenta que era el texto de una pancarta exhibida en la
gran demostración de adhesión
inquebrantable a Franco y su régimen de Madrid el 9 de diciembre de 1946,
si bien no hemos podido obtener testimonio fehaciente de que tal pancarta
existiera en la realidad. Otras versiones presentan la frase de los dos bemoles
como presuntamente coreada por la multitud en ese mismo acto.
Otra pancarta: «¡¡¡Quien al oír
Viva España con un ¡Viva! no responde, si es hombre no es español, y si es
español no es hombre!!! ¡Arriba España!». Ya lo dijo en 1940 el propio
Franco: los españoles «No queremos una
vida fácil […] Queremos una vida dura,
la vida de un pueblo viril».
No podríamos afirmar que bajo Franco
los niveles de testosterona se dispararan entre la población celtibérica, pero
a fe que sí que es verdad que la vida de los españoles no fue fácil en la
larguísima posguerra, desde algunos puntos de vista incluso más terrible que
los tres años que duró la contienda. La vida de los españoles de a pie,
incluidos muchos de los que lucían camisa azul, fue cualquier cosa menos fácil,
y en estos años sobraron miserias y fatigas y faltó de todo lo más
imprescindible, y los niveles de renta de la primera mitad de los treinta no se
recuperaron hasta bien entrados los cincuenta. Los españoles (y las españolas)
pasábamos calamidades de todo tipo y hambre, pero a cambio éramos los más
machotes, eso sí, y habíamos vencido a los eunucoides
marxistas y por eso no nos tragaba la internacional judeo-masónica.
Los embajadores extranjeros (no
todos) abandonaron Madrid, pero el Consejo de Seguridad de la ONU no adoptó
ninguna medida ni a corto ni a medio plazo que hubiera supuesto una sustitución
en el gobierno de España. Al menos, la resolución 39, condenatoria del
franquismo y que este vendió como ofensa a la soberanía nacional, en realidad
no supuso otra vuelta de tuerca sobre los sufrimientos que ya venían de largo
padeciendo nuestros padres y abuelos. No añadió más escaseces ni más miserias a
la vida de los españoles, pero sí se puede afirmar que retrasó algo más la
vuelta a la normalidad. Hasta 1955 no fue España reconocida como miembro de
pleno derecho en la Organización de las Naciones Unidas.
El hombre más fuerte del mundo
El mismo domingo 22 de diciembre en
que se jugó en Los Cármenes el partido homenaje al medio Sierra, para los no
futboleros otro espectáculo, éste gratuito, se anunciaba en el paseo del Salón
a las 13,30, “el hombre más fuerte del mundo”, Joe Carson, un forzudo, antiguo
boxeador y campeón de lucha libre, americano de origen polaco, muy famoso en
toda España desde hacía un año, cuando empezó una gira por todas las ciudades
llenando plazas de toros para exhibir sus dotes hercúleas arrastrando con sus
dientes autobuses y hasta tranvías cargados de personal, y doblando a bocados y
como si nada barras de hierro y dibujando con ellas flores y otras formas.
Muchos ni se enteraron del
acontecimiento porque Ideal no llegó a los quioscos hasta las primeras horas de
la tarde por un fallo en sus rotativas, agravado por las restricciones
eléctricas usuales que llevaba a cabo la Mengemor, pero los que fueron, bien
forrados de ropas de abrigo ya que en todo el día el termómetro no subió por
encima de los tres grados, asistieron al plato fuerte de la demostración, que
consistía en que el tal Joe Carson, de apenas 1,63 de estatura, impedía con la
sola fuerza de sus brazos que dos automóviles pudieran avanzar ni un centímetro
por más que hicieran rugir sus motores (o al menos eso decía la publicidad).
Ese mismo día la lotería de Navidad no dejó en Granada ni para tabaco.
Navidades blancas. Desatada la naturaleza
El martes siguiente al
empate del Granada en La Rosaleda, 17 de diciembre, empezó y continuó todo el
miércoles 18, la que Ideal califica en primera página como la nevada más
intensa y persistente caída sobre Granada en todo lo que va de siglo. Nevó
mucho más de lo que es costumbre y lo hizo hasta en Málaga, donde no se
recordaba la nieve desde hacía cien años.
Hasta medio metro de nieve se acumuló
en algunas zonas. Navidad blanca fue la de 1946 por tanto, al menos en sus
inicios. Volvió a resplandecer el paisaje granadino con el extra que supone
verlo todo bajo el manto blanco y volvieron las bonitas fotos de postal, y
también los esquiadores a la cuesta de Gómerez y a la calle Reyes, pero a
cambio el termómetro no subió por encima de cero en casi una semana, abundaron
las roturas de huesos por caídas y la Alsina de Jaén volcó en la Venta de la
Nava, afortunadamente sin heridos de consideración. Granada durante tres días
quedó aislada por carretera del resto del mundo excepto con la costa y Loja, y
en muchos domicilios se quedaron sin pan porque los abastecedores no pudieron
viajar de Alfacar a la capital, y no hubo sorteo del cupón pro-ciegos porque
las condiciones climáticas impidieron su venta callejera.
Y es que el invierno
1946-47 fue especialmente gélido y lluvioso, y durante el mismo se sucedieron
varias olas de frío. Así, casi al mes justo de la anterior nevada, a finales de
enero volvió a nevar copiosamente sobre Granada, aunque con bastante menos
intensidad que la de principios de Navidad, pero también blanqueó todo el
paisaje y también ocurrió que varios pueblos de la provincia quedaron
incomunicados.
Una vez que las nieves
dieron una tregua, a primeros de febrero, lo que se enseñoreó del clima
granadino y del de media España fueron las lluvias torrenciales y persistentes.
Al menos tuvieron el efecto de que se dejara de hablar de la pertinaz sequía.
Por causa de la abundante lluvia hubo varios hundimientos de casas viejas y en
mal estado, la mayoría del Albaicín, así como innumerables desprendimientos por
el Zenete, Cuesta del Rey Chico y Barranco del Abogado, y algunas cuevas
habitadas en San Miguel Alto, el Sacromonte, el río Beiro y el Barranco de la
Zorra (hoy El Serrallo) se hundieron y se cobraron algunas vidas. Entre los
días 3 y 4 de febrero se midieron 101 litros por metro cuadrado en
Güéjar-Sierra y casi 40 en la capital, y tanto el Genil como el Darro bajaban
rellenando por completo sus respectivos cauces y arrastrando gran cantidad de
troncos y vegetación desbordándose en algunos puntos. Nuevamente volvió Granada
a quedar aislada del resto de España, esta vez telefónicamente, aunque fue sólo
por unas horas. Por otra parte, en Granada todavía el suministro de agua
potable sólo alcanzaba a una parte pequeña de la ciudad y la mayoría de la
población seguía abasteciéndose de las acequias casi como en el tiempo de los
nazaríes, pero de esas acequias, las del Cadí, Aynadamar, Santa Ana y San Juan
quedaron varios días cegadas en algunos puntos de sus recorridos por causa de
los desprendimientos, así que gran parte de la población de la capital se quedó
durante días sin agua para beber.
Acabó febrero y vino marzo, pero el tiempo no
mejoró y siguió lloviendo inmisericordemente por toda España. En Sevilla el
Guadalquivir se desbordó y dejó sin hogar a varios miles de personas. Lo mismo
ocurrió en Badajoz y Mérida al desbordarse el Guadiana. Y en Madrid, en su
provincia, no le iban a la zaga y hasta las barcas del estanque del Retiro
tuvieron que ser utilizadas para rescatar a varios cientos de atrapados por la
salida de madre del Jarama. Así el Granada, que tenía que viajar a San
Sebastián para disputar la jornada 21 el día 9 de marzo, tuvo que suspender su
desplazamiento y esperar a un nuevo señalamiento de fecha porque la vía del
tren quedó cortada en Aranjuez, lo mismo que la Nacional IV, porque ahora el
desbordado era el Tajo.
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