El Capitán sevillista muestra la
copa por el campeonato de liga recién conquistado mientras los jugadores del
Granada y del Sevilla aplauden
Doble amistoso con el Sevilla campeón
La liga, terminada con una gran frustración
rojiblanca ya que hasta ultimísima hora tuvo nuestro equipo posibilidades de
por lo menos haber promocionado para el ascenso, se acabó a finales de marzo de
1946, pero para finiquitar la temporada oficial faltaba disputar la Copa del
Generalísimo, que empezó al domingo siguiente en XVI entre equipos de primera y
segunda. El Granada tuvo la suerte de quedar exento en esta primera
eliminatoria y no entrar hasta octavos. Lo mismo ocurría con el equipo que
acababa de proclamarse campeón de liga, el Sevilla, en la que es sin duda la
mejor temporada de su historia. Al quedar ambos exentos de la primera ronda, se
organizó un doble amistoso que llenara los dos domingos de inactividad, el
primero a disputar en Sevilla y que sirviera como homenaje al reciente campeón.
Así, el 7 de abril compareció el Granada en
Nervión, en tarde que congregó media entrada en el estadio sevillano y que tuvo
como prolegómenos la entrega por el presidente de la Federación Nacional,
Barroso, al capitán sevillista, López, del trofeo recién ganado por los
blancos, así como de un ramo de flores obsequio del Granada al campeón, ramo
que al terminar el partido acabó a los pies de la Virgen de los Reyes, patrona
de Sevilla.
El Sevilla de Ramón Encinas jugó la primera
parte con su equipo titular y en la segunda cambió por completo los once, dando
entrada al ya muy veterano Campanal, esta temporada, la de su adiós al fútbol,
por primera vez suplente; suyo fue el cuarto gol. También jugó en la segunda
mitad el ex rojiblanco de la temporada anterior Acedo. El Granada salió
derrotado 4-0 en un partido sin historia en el que las crónicas resaltan la
actuación del rojiblanco González.
La anécdota se produjo mediada la segunda
parte al lesionarse Sierra y tener que retirarse; como el Granada había acudido
con los once justos, el puesto vacante en la media lo cubrió Safont, y a su
vez, en la delantera, el míster Cholín volvió a vestirse de corto y disputó los
últimos minutos del partido. Al terminar el amistoso todos se fueron a un
banquete ofrecido por el club local en el hotel Andalucía Palace.
En la devolución de visita, una semana
después, el campeón de liga presentó un equipo la mitad de titulares, con
varios internacionales, y la otra mitad de suplentes, y su medio centro
titular, Antúnez, que sí había jugado con los blancos en Sevilla, en Granada
estuvo en la grada. Después de haber sido Antúnez traspasado al Sevilla y haber
jugado los últimos partidos de la liga recién terminada, durante la semana entre
los dos amistosos había vuelto a ser jugador del Betis ya que acababa de
declararse nulo su traspaso, cerrado dos meses antes con las pertinentes
bendiciones federativas. Esa decisión de la Delegación Nacional de Deportes,
motivada por un mero defecto de forma en el contrato de traspaso, es
considerada en la larga historia de la rivalidad bético-sevillista como uno de
sus momentos más álgidos. El affaire levantó una auténtica polvareda nacional y
se llevó por delante, al dimitir, al presidente de la Federación Nacional,
Javier Barroso, y a los de varias regionales, entre ellas el de la Federación
Sur, Antonio Calderón. Un espinoso asunto que pudo haber provocado la anulación
del campeonato de liga recién conquistado e incluso se habló de que el Sevilla
podría ser descendido si, como se barajaba, le hubieran sido restados los
puntos obtenidos en los diez partidos de liga en que intervino Antúnez. Pero al
final todo se arregló con un nuevo traspaso del jugador del Betis al Sevilla,
ahora con todas las de la ley, y sin adoptar ninguna drástica medida como las
que se anunciaban. A mediados de los sesenta Francisco Antúnez ocupó el
banquillo granadinista por una única temporada, realizando un buen papel que
mantuvo a nuestro equipo hasta el final con posibilidades de ascenso a primera.
En Los Cármenes, en el segundo de los
amistosos, ganó el Granada 2-0 porque el Sevilla jugó a medio gas. La anécdota
fue el lanzamiento fuera adrede de un penalti por el granadinista Sierra, por
entender que su señalamiento había sido injusto; este mismo jugador, quien ni
entonces ni ahora era el que normalmente lanzaba los penaltis, en otro
Granada-Sevilla, pero éste de liga de Primera División, en la 43-44, hizo eso
mismo, lanzar a propósito fuera una pena máxima, en aquella ocasión para
–caballerosamente- no aprovecharse de una ingenuidad del sevillista Berridi,
que había cogido con las dos manos el balón en su propia área cuando éste
estaba en juego por no haber oído las indicaciones del árbitro que ordenaba
seguir. En los prolegómenos González hizo entrega al capitán sevillista,
Alconero, de un banderín obsequio del Granada en recuerdo por la gran hazaña
sevillista.
González, como capitán rojiblanco, junto al trío
arbitral y el capitán sevillista López, antes de iniciarse el amistoso en
Sevilla
Superado el Tarragona en octavos de Copa del
Generalísimo
Tras los dos amistosos frente al Sevilla
volvía la competición oficial para el Granada, al que le quedaba por jugar la
Copa del Generalísimo, pasando directamente a octavos de final al haber quedado
exento en la primera ronda. El rival que deparó la suerte fue el recientemente
proclamado promocionista a primera Tarragona, el tercero en la clasificación de
la liga de segunda acabada dos semanas antes, con partido de ida en tierras
catalanas.
En Tarragona, con el campo de Pujol
abarrotado en día del club, el Granada fue dominado ampliamente y a pesar de la
grandísima actuación del su trío de atrás Floro-Millán-González no pudo obtener
sino una derrota por la mínima merced a un único gol conseguido por los locales
en un disparo que rebotó en Sierra y descolocó a Floro. También destacan las
crónicas el sensacional partido de Marín, que actuó como 9 y que fue el mejor
delantero de ambos equipos. Como se ve, a estas alturas no se utilizaba a
ninguno de los dos delanteros centros fichados a mediados de la temporada;
Zubizarreta había merecido críticas muy negativas en sus últimas actuaciones y
llevaba ya varios partidos en el ostracismo, y Portilla no acababa de
recuperarse de su lesión.
La vuelta una semana después supuso para el
Granada su pase a cuartos de final de Copa del Generalísimo ya que derrotó al
Tarragona por 2-0. Ahora sí que había quedado olvidada la pertinaz sequía ya que llevaba lloviendo sobre Granada y sobre toda
España casi un mes y en algunas zonas, como la Huerta murciana, hasta había
habido inundaciones. Media entrada se registró en Los Cármenes, donde sobre un
terreno muy embarrado se vio un partido al que los plumillas locales nuevamente
califican como anodino, con un Granada que hizo lo justo para marcar dos goles
y después dedicarse a sestear en lugar de ir a por más. Fernández de Burgos en
Ideal es del todo pesimista de cara a la siguiente eliminatoria ya que dice que
el equipo ha llegado muy cansado a la recta final y no hay relevos por la
cortísima plantilla, de la que salva a la defensa, lo mejor del equipo, y la
labor pundonorosa de la media, pero nada más.
Eliminados en cuartos por el Valencia
En cuartos tocó el Valencia, plagado de
internacionales y que en la liga recién terminada había acabado sexto
clasificado, con la ida a disputar en tierras ches. No andaba muy descaminado
Fernández de Burgos acerca de su falta de confianza en el papel que nuestro
equipo podía ofrecer en la siguiente ronda copera.
En Valencia el Granada salió goleado 4-1
tras una primera parte en la que no existió más equipo que el local y a la que
se llegó con el resultado de 4-0, dos de los goles con la firma del futuro
granadinista Igoa. Algunas crónicas del partido dicen que el Valencia jugó
frente al Granada su mejor partido de toda la temporada y aún pudo ser mayor la
derrota ya que los locales fallaron un penalti. En esta ocasión volvió
Zubizarreta al eje del ataque, pero los granadinistas más destacados para la
prensa local fueron, una vez más, Marín y el zaragatero [sic] Trompi.
En la vuelta, jugada al domingo siguiente
en Los Cármenes con una floja entrada debido a que no paró de llover y a que a
pocos metros del estadio estaba prevista la llegada de la Vuelta Ciclista a
España, el Granada realizó el mejor partido de toda la temporada, según las
crónicas de los periodistas locales, pero sólo pudo ganar por un solitario gol,
marcado por Sierra, a pesar de su gran dominio y abundancia de oportunidades. La
prensa local nuevamente señala la nulidad de Zubi en el eje del ataque, del que
dicen que siempre pone voluntad pero que tal cosa no llega a suplir la falta de
aptitudes del cedido del Madrid, al que culpan de que no se materializaran
algunas de las varias oportunidades de golear de que dispusieron los
rojiblancos. El delantero valencianista Mundo mandó al palo un penalti. La
insuficiente victoria significó el final de la temporada oficial para el
Granada a mediados de mayo.
Recorte de Ideal. Llegada a Granada de la Vuelta a
España y fotos del Granada-Valencia de Copa
Amistosos por doquier
Un amistoso en Algeciras, con derrota 4-2
se organizó para el domingo siguiente a la eliminación en Copa. Otro nuevo
amistoso, ahora en Antequera (2-2) vino después. Posteriormente, a primeros de
junio, el Granada compareció en el campo del Egabrense (de Cabra, Córdoba), y
es que al no haber un duro en caja había que recurrir a estos bolos. Más
adelante, ya a mediados de junio, la expedición granadinista, con su nuevo
míster (Antonio Conde) a la cabeza, partió camino del norte de África, teniendo
previsto hacer una mini gira por Melilla, Nador, Ceuta y Tetuán, pero una vez
ya en Málaga, desde donde tenían previsto tomar el barco a Melilla, surgió un
contratiempo con el que no habían contado, y es que recientemente habían
variado las condiciones que debían reunir los que quisieran embarcar para las
posesiones españolas, en realidad un trámite burocrático que antes no había que
cumplir, pero como en el club nadie se había enterado de esta novedad, no
tuvieron más remedio que pernoctar en Málaga, con el consiguiente gasto extra,
y retrasar en un día su partida. En Melilla, cuyo equipo militaba en tercera y
lo entrenaba Gaspar Rubio, salieron los nuestros derrotados 4-2. Como queda
dicho, estaba previsto que en el desplazamiento al norte de África se jugaran
varios amistosos, pero las ofertas recibidas por jugar en otras plazas no
compensaban por ser muy bajas, así que tras el amistoso de Melilla se volvió la
expedición a Granada. Otro amistoso, ya a mediados de junio, llevó a los
rojiblancos a Almería para enfrentarse al club Motoaznar, de regional, rival
que había sido esta misma temporada del granadino At. Aviación, al que se puede
considerar filial del Granada; en la capital vecina ganaron los nuestros de
paliza, 1-5, en el partido de debut del recién fichado Escobar.
Terminó la temporada definitivamente para
los futbolistas después de jugarse un último amistoso en Baza, en homenaje al
ex recreativista de los años 30, el portero-músico Fidel del Campo. En estos
años cuarenta ya había firmado la autoría de alguna que otra banda sonora de
películas españolas. Del Campo llevaba ya varios años retirado y se había
avecindado en Baza, donde además de director de su banda municipal era también
entrenador de su equipo de fútbol, de regional. Ganaron los rojiblancos 1-2, con
goles de Galvany y de Florencio, extremo a prueba proveniente del Toledo que no
gustó y no llegó a fichar.
Cholín no seguirá como entrenador
Dimisión de Cholín
El día primero de junio dimitió el
entrenador Ignacio Alcorta, Cholín. Fernández de Burgos comenta la noticia y se
lamenta en Ideal de su marcha, resaltando que no puede considerársele fracasado
ya que, aparte de ser una excelente persona, sus buenas cualidades de
competencia como entrenador son indudables y no se le pueden pedir milagros;
bastante buen papel –dice- ha desarrollado a pesar de estar gran parte de la
liga con lo puesto en cuestión de jugadores con los que formar las
convocatorias y además tampoco puede responsabilizársele de que los pocos
fichajes realizados en el ejercicio recién terminado no hayan servido para gran
cosa.
Suenan para sustituir a Cholín los nombres de Luis Marín y del ex granadinista Antonio Conde. Al día siguiente se publica la contratación de Conde y también un comentario de Cholín (quien ha decidido quedarse a residir permanentemente en nuestra tierra) diciendo que él no ha dimitido y que tiene contrato en vigor hasta final de junio. Sea como fuere, lo cierto es que Conde se hizo cargo inmediatamente del equipo e incluso fue el míster que lo dirigió en el amistoso celebrado por el Granada en Cabra de Córdoba el 3 de junio.
En la misma página publica también Ideal una
nota de la directiva del Granada que podemos decir que es cíclica ya que todos
los años por estas mismas fechas solía aparecer en la prensa local, y es el
llamamiento a los socios para que no se den baja en los meses de verano ya que
en ese tiempo el club tiene los mismos gastos, pero sus ingresos se ven
drásticamente recortados debido a esa odiosa práctica. De esta manera el club
advierte a los que se den de baja en junio sin causa justificada que si en
septiembre quieren volver a ser de nuevo socios, se les exigirá el pago de los
meses no abonados. Al mismo tiempo comunica la directiva que quienes quieran
inscribirse como socios a partir de este momento, no tendrán que abonar
cantidad alguna en concepto de alta, sólo con pagar el mes en curso quedarán
inscritos.
Miranda sobre la dimisión de Cholín
Lesmes y Escobar
A primeros de junio, con el cambio de
míster ya efectuado, realizó el Granada su primer fichaje cara la 46-47, el
mediocentro defensivo del Ceuta Lesmes, que firmó por dos temporadas, excelente
fichaje que dio un rendimiento magnífico y que andando los años llegaría a
alcanzar la internacionalidad absoluta. Antes, a finales del mes anterior, se
había producido la primera baja, Safont, que cumplía contrato, abandonó nuestra
ciudad de común acuerdo con la directiva y a su Cataluña se marchó; para la
46-47 fichará por el Córdoba, rival del Granada en segunda.
Pocos días después fichó Escobar, delantero
centro madrileño de 25 años del que la noticia de Ideal comenta que perteneció
al At. Aviación, que lo tenía cedido al Ávila, de tercera, equipo del que
procede; las gestiones las llevó personalmente Paco Cristiá, pero éste fue en
realidad un fichaje menor que en su única temporada como rojiblanco sólo se
alineará en cuatro partidos oficiales. Al mismo tiempo informa la prensa de la
reincorporación del portero Casafont, que vuelve tras su cesión al Ceuta.
De los integrantes de la plantilla,
Aparicio quedó en libertad. Todos los demás tenían contrato en vigor a
excepción de Floro y Marín, que quedaron retenidos.
CALLEJEANDO
La VI Vuelta a
España
Editorial
Católica, propietaria entre otros del diario Ideal, un año más patrocinó y
organizó la vuelta ciclista a España, así que Granada no podía dejar de ser
final de etapa, al igual que en ejercicios anteriores. La VI etapa de la VI
Vuelta, Sevilla-Granada, tuvo su pancarta de llegada en la Cruz Blanca, en el
cruce de la entonces avenida de Calvo Sotelo con avenida de Madrid.
A
Granada, con gran retraso sobre el horario previsto, llegó portando el maillot
blanco con franja roja de líder el mismo que el año anterior, Delio Rodríguez,
que también fue su vencedor absoluto, pero esta vez le tocó perder el liderato
en nuestra tierra y ya no volver a recuperarlo, siendo además penalizado con
diez minutos en la general.
Los primeros en cruzar la cinta de Cruz
Blanca fue una pareja, y lo hizo con casi media hora de ventaja sobre un grupo
de perseguidores en el que marchaba Langarica, del equipo Galindo, que a partir
de esta etapa fue segundo en la general y que acabaría ganando la carrera. En
la meta entró primero el catalán Manuel Costa, pero la victoria se la dieron
los jueces a su compañero de escapada, el holandés Jan Lambrichs, debido a una
reclamación de éste. Manuel Costa, que corría por libre, esto es, sin equipo, a
partir de esta llegada y durante doce etapas más lució el jersey de líder de la
general para ver cómo en la última semana de competición le era arrebatado por
Dalmacio Langarica, que fue el vencedor de esta sexta edición de la Vuelta a
España.
Como
aperitivo a la llegada del pelotón estaba prevista una competición ciclista en
un circuito urbano, a disputar entre corredores de la tierra, con Tolínez
(alias deportivo de Guillermo Peregrina Alcalá) como máximo as, pero fue
suspendida porque llovía torrencialmente. Entre la lluvia y que en esta ocasión
no había en el pelotón ningún ciclista de la tierra, fue poco el público que
acudió a la línea de meta para ver la llegada de la etapa en comparación con
los varios miles de paisanos que en otras ocasiones había congregado el
acontecimiento. Al día siguiente de buena mañana siguieron los 41
supervivientes camino de Baza, donde tenía su fin la 7ª etapa y donde ganó
Langarica.
Persecución y muerte de Paco Quero
Ideal de 31 de marzo de 1946 da noticia en
primera página de la muerte de Francisco Quero Robles. Dice Ideal que sobre las
cuatro de la tarde del día anterior, las fuerzas de orden público dieron muerte
al conocido ganster
Francisco Quero, resultando herido su acompañante Antonio Morales, (a) El
Palomica, que quedó detenido y hospitalizado. También murieron en la
refriega por disparos de los maquis, sigue diciendo el diario granadino, el
sargento de la Policía Armada Servando Bernáldez Piris y un obrero pintor que
se encontraba trabajando en la fachada de una casa, Miguel Riquelme
Ballesteros; además, un brigada de la Guardia Civil, Quintín Arias Carmona,
resultó herido.
Francisco Quero Robles
La escueta nota de Ideal se completa con la
crónica de La Prensa, del lunes 1 de abril, y del Ideal del
martes 2, donde informan del entierro del policía y del pintor, que fue
presidido por el capitán general, Lafuente Baleztena, el gobernador, Fontana, y
el alcalde, Gallego Burín, más otras autoridades provinciales y locales, y al
que asistieron varios miles de personas. El inmenso cortejo partió del Hospital
Militar, en el Campo del Príncipe, y se despidió frente al convento de Los
Ángeles, en la calle Molinos.
Como
era habitual cuando de informar de este tipo de hechos se trataba, nada dicen
los diarios locales de los detalles del suceso, pero no resulta demasiado
dificultoso reconstruir los hechos ya que abundan los trabajos literarios e
historiográficos que los recogen. Según éstos, Paco Quero y el Palomica se
escondían en una vivienda de una calle cercana a la plaza de los Lobos, en
donde fueron cercados por la fuerza pública, conducida hasta el lugar por uno
de los muchísimos confidentes con que contaba. Los sitiados se abrieron paso a
tiro limpio matando en la refriega al sargento Servando Bernáldez para huir a
continuación a la carrera por las calles granadinas, perseguidos muy de cerca
por agentes de Policía y Guardia Civil. Por la calle Mesones y después por la
plaza del Carmen siguieron las carreras y los disparos, y en la misma puerta
del Ayuntamiento cayó muerto, alcanzado por una bala perdida, el pintor Miguel
Riquelme, que encaramado a su escalera trabajaba en la fachada de Paños Ramos. Seis
años después, en 1952, el Tribunal Supremo admitió en casación el derecho de la
viuda del pintor al cobro de una indemnización por parte del Estado que en
primera instancia le había sido denegada.
Por calle Navas continuó la persecución y
la balacera hasta llegar a la puerta de la iglesia de San Matías en cuya
escalinata fue herido e inmediatamente apresado el Palomica, que moriría una
semana después en el hospital, al parecer por el método de él mismo desgarrarse
sus heridas y desangrarse. La persecución llegó finalmente a la calle Solares,
en pleno Realejo, un callejón sin salida donde murió acribillado Paco Quero
para después, según algunos relatos del hecho, ser tiroteado ya muerto y caído,
y pateado con saña hasta dejarle el rostro totalmente desfigurado.
Quedan
todavía numerosos granadinos que recuerdan estos espectaculares hechos por
haberlos presenciado in situ ya que ocurrieron a plena luz del día, sobre las
cuatro de la tarde de un sábado, y se desarrollaron por el mismo corazón de la
ciudad.
Los
Quero antes de este hecho ya andaban de franca capa caída tras las sucesivas
muertes de José y de Pedro. Tras la desaparición de Francisco ya sólo quedaba
uno de los hermanos, Antonio, de escondite en escondite y con un ejército de
soplones y de policías pisándole los talones. Su famosísima partida, que llegó
a estar integrada por casi una veintena, se ha quedado menos que en cuadro y,
que se sepa, la forman sólo Juan Mérida Robles, primo de los Quero que
respondía al alias de Catalán, y también Antonio Ibáñez Huete, alias Chato
Borrego de Dólar, aparte de Antonio Quero. Y otro componente, de alias
Pajarillo, poco tiempo después se entregará a la justicia. De otro miembro que
fue de la partida, José Bueno Liñán (alias Comandante Villa), algunos
autores afirman que cuando estos hechos ocurrieron llevaba ya más de un año
escondido en el convento de Zafra, de donde salió meses después para entregarse
a cambio de delatar a algunos de los que fueron sus compañeros, cosa que
tampoco lo libró de ir a presidio aunque sí pudo conservar la vida. No
obstante, en esta historia de sangre a la que no le falta cierto halo
romántico, todavía quedaban algunos capítulos por escribir con un Quero como
protagonista.
Corpus 1946
Más de setenta años han pasado y es de
lógica que en ese tiempo hayan cambiado mucho las cosas, vistas desde la
actualidad. Y por las cosas
entendemos todo, la sociedad, los que la componen, las costumbres y, por
supuesto, el ocio, la forma de divertirse. Un buen ejemplo se extrae de un
paseo por la prensa de la época cuando informa y describe las especialmente
esplendorosas y brillantes fiestas del Corpus de 1946.
En Granada, de siempre, cuando iba
acercándose el Corpus se decía que ya olía a barretas. Para servidor siempre
fue lo más típico de nuestras fiestas mayores, esa especie de turrón que tanto
gustaba a la gente más menuda, esos cuadrados de azúcar caramelizada con
almendras embutidas hechas de forma artesana que cíclicamente cada mayo o junio
ocupaban los escaparates de las confiterías y los mostradores de los muchos
puestos ambulantes en las inmediaciones del ferial. Es ésta una de esas
tradiciones gastronómicas granadinas, las barretas, de las que se puede decir
que pasaron a mejor vida y ya no reinan en cada Corpus o, si acaso, han quedado
dentro del terreno de lo testimonial y ya son muy pocos los que se acuerdan de
una cosa tan genuinamente granadina como las barretas.
Miranda hace alusión a la costumbre granadina del
desfile de coches antes y después de asistir a los toros
Ya olía a barretas, es decir, todavía no
habían empezado las fiestas en Granada, pero faltaban escasos días para que
esto ocurriera cuando un auténtico acontecimiento ciudadano convocó a decenas
de miles de personas y llenó las principales calles de la ciudad de familias
enteras y gentes de toda condición
(como se decía antiguamente) para contemplar la cabalgata organizada por el
Circo Price de Madrid. Otra práctica ya olvidada, la de que los circos hicieran
como reclamo una demostración callejera de su arte. La carpa del Price se
instaló en el ruedo de la vieja plaza de toros del Triunfo y desde allí partió
el mismo día de su estreno para bajar por San Juan de Dios y buscar el centro
por San Jerónimo, con sus elefantes y fieras, sus malabaristas y todo su elenco
entre el que iba un trío de payasos musicales que respondían al nombre de Gaby, Fofó y Miliki, los hermanos
Gabriel, Alfonso y Emilio Aragón, de ascendencia granadina, hijos y sobrinos de
una amplia dinastía de clowns, que en esos momentos se iniciaban en esto del
circo y a los pocos meses de su estancia granadina partirían a hacer las
Américas para no volver hasta los años setenta y alcanzar gran fama como Los Payasos de la Tele.
El
Ayuntamiento de Gallego Burín, para promocionar las fiestas de cara al exterior
invitó a visitar Granada y vivir de cerca las celebraciones a un nutrido grupo
de periodistas nacionales y extranjeros entre los que estaban los directores en
España de las agencias Reuter, United Press y Asociated Press. El propio
Gallego Burín hizo de cicerone para este grupo en su visita a la Capilla Real y
otros monumentos, acompañado también por Pedro Gómez Aparicio, en su día, 1932,
primer director de Ideal y en esos momentos director-gerente de la agencia EFE.
Todos ellos no se perdieron las cosas dignas de recordar que conllevaban por
entonces las fiestas del Corpus en Granada: la procesión de la Custodia, los
toros, con plato fuerte el Domingo de Feria en forma de ganado de Villamarta y
con los diestros Pepín Martín Vázquez, Agustín Parra Parrita y Luis Miguel Dominguín, más, por supuesto, visita al
ferial, instalado en los paseos del Salón y de la Bomba, además de asistir a
las representaciones teatrales y musicales en el Palacio de Carlos V. También
hubo en esos días un equipo cinematográfico de la National Geographic Magazine
americana haciendo tomas de la procesión del Corpus y de la de la Tarasca, así
como de toda la ciudad y sus rincones más castizos. Es esta una práctica, la de
invitar a periodistas forasteros que promocionen el evento, que se repetirá en
años venideros.
Un plato fuerte de aquellas fiestas
lo fue la representación patrocinada por la Asociación de la Prensa en el
Palacio de Carlos V de El sueño de una
noche de verano, de Shakespeare, por la compañía de teatro universitario
Lope de Vega, que dirigía el ilustre paisano que fue José Tamayo, con Maruchi
Fresno y Asunción Balaguer en los papeles principales, pareja de actrices que
repitió actuación y protagonismo a los pocos días en el auto sacramental El gran teatro del mundo, de Calderón de
la Barca, representado a las puertas de la Catedral, en la plaza de las
Pasiegas, y también interpretado por la compañía de Tamayo y con coros
dirigidos por Valentín Ruiz Aznar. Estaba programado un segundo pase del auto
sacramental de Calderón, pero no pudo llevarse a cabo porque Maruchi Fresno
tuvo que marcharse a Madrid para protagonizar La Reina Santa, una película de aquel cine histórico de la época
que empezaba su rodaje. José Tamayo
Rivas, uno de los Cien Granadinos del
Siglo XX para Ideal, estaba por entonces empezando una carrera que en todo
lo relacionado con el mundo de la escena lo llevaría a lo más alto como
director teatral y empresario. Dos años antes, en 1944, había fundado en
Granada su grupo de teatro universitario Lope de Vega, con el que se dio a
conocer. En años sucesivos dirigirá distintos teatros de Madrid y llevará por
todo el mundo su espectáculo Antología de
la Zarzuela.
Pero
había más espectáculos escénicos en Granada. En el teatro Cervantes actuaba
cada tarde-noche durante todas las fiestas, con un programa cambiante, la
compañía de Manuel González, Carmen Carbonell y Antonio Vico. Y en el teatro al
aire libre Gran Capitán, la compañía de alta
comedia de María Fernanda Ladrón de Guevara actuaba también hasta el
segundo domingo de feria con distintas representaciones, llevando como plato
fuerte El Clavo, de Pedro Antonio de
Alarcón, con Amparito Rivelles de protagonista, por entonces ya una actriz
plenamente consagrada por sus películas y tremendamente popular. Amparo
Rivelles, hija de la Ladrón de Guevara, tuvo que interrumpir su presencia en
Granada a los tres días para viajar urgentemente a Madrid para ser operada de
apendicitis.
También son muy de destacar los cinco
conciertos en el Palacio de Carlos V, organizados por el Centro Artístico y
ofrecidos por la Orquesta Filarmónica de Madrid, con la dirección de Ernesto
Halffter, un aperitivo de lo que seis años más tarde se convertirá en nuestro
Festival de Música y Danza.
Reinauguración del Estadio de la Juventud
También
como espectáculo podemos catalogar la segunda inauguración del Estadio de la
Juventud, ya nombrado en la prensa por ese nombre. Recordemos que el estadio,
todavía a medio hacer, había sido inaugurado solemnemente por el, a la sazón,
ministro de Agricultura, Miguel Primo de Rivera y Sáenz de Heredia, casi un año
exacto antes, el 4 de junio de 1945, con Granada también en Corpus. En junio de
1946 todavía faltaban algunos detalles para terminar por completo la obra y
hasta unos días antes estuvieron los albañiles dando los últimos toques a la
escalinata y triple arcada y esculturas alegóricas de la entrada, y así, el 21
de junio vivió el estadio una segunda inauguración, ahora ya sin tanta
solemnidad, pero con la presencia de autoridades locales y provinciales, con el
gobernador civil, Fontana a la cabeza. Estaba prevista la asistencia del
general Moscardó, Delegado Nacional de Deportes, de visita oficial en otras
ciudades andaluzas, pero finalmente no vino. Este segundo estreno del estadio
consistió básicamente en unos campeonatos de atletismo y natación, con una exhibición
de polo acuático (wáter polo) y
hockey sobre ruedas, que eran deportes por completo desconocidos en Granada, y
su función más importante consistió en una velada nocturna o festival-verbena
celebrado en las inmediaciones de la piscina, recién estrenada.
También
era costumbre desde antiguo la celebración de pruebas hípicas y carreras en el
hipódromo de Armilla, todavía en funcionamiento, así como los concursos de tiro
en Las Conejeras, que este año volvieron a celebrarse.
Y
aunque no formaban parte del programa de fiestas del Corpus, como este año
duraron hasta el 30 de junio, se dio lugar a que el día antes, el 29, empezaran
las fiestas del barrio de San Pedro, con su plato fuerte con el que se daba el
pistoletazo de salida, las pasaeras
sobre el Darro, en las que sólo podían participar señoritas, es decir, mujeres
solteras.
Las fiestas del Corpus, como éstas de 1946,
duraban por entonces casi el doble que en la actualidad. Empezaron, según era
costumbre, el miércoles anterior al día que según el dicho es uno de esos tres
jueves que relucen más que el sol (Jueves Santo, Corpus Christi y el día de la
Ascensión), que caía en 19, y acabaron el domingo 30, es decir doce días
ininterrumpidos de jolgorio. Se iniciaron con el desfile de la Pública de las Fiestas,
o sea, ese cortejo grotesco (Ideal
dixit) en el que van la Tarasca con los gigantes (sólo los dos musulmanes) y
cabezudos más toda la parafernalia municipal a la federica: maceros,
pertigueros, pajes, palafreneros y demás, con el escudo de la ciudad, un arcón
(que nadie sabe para qué sirve ni qué simboliza, comenta Ideal) y también una
silla de mano y la carroza barroca de San Ildefonso. El maniquí que va sobre la
que propiamente es la Tarasca, o sea el dragón alado, iba este año vestida de
maja goyesca, y es que en los cuarenta no solía llevar los atavíos de la moda
femenina del momento y casi siempre vestía traje regional. Tampoco en 1946 hubo
carocas en plaza Bib-Rambla, como venía ocurriendo desde 1936.
Al día siguiente, el día del Señor, jueves
20 de junio, salía la procesión de la Catedral, un desfile sólo para hombres ya
que, cosa curiosa, por entonces y hasta bastantes años después estaba prohibido
que desfilaran las mujeres, ni aun las que pertenecieran a alguna orden
religiosa. La gran novedad de este año fue la ausencia de los toldos para dar
sombra que se instalaban en todo el recorrido, lo cual no dejó de ser un gran
inconveniente dado que el sol golpeaba las calvas sin misericordia por lo
avanzado de las fechas y además Granada, como toda España, sufría una gran ola
de calor; además, los niños que vivían en casas con balcón al recorrido de la
procesión se quedaron sin una de sus distracciones favoritas como era la de
recortar cartulinas con figuras tales como casitas, flores, muñequitos, etc,
que luego tiraban sobre los toldos de manera que sus siluetas fueran visibles
desde la calle. La presidencia la ostentaba el arzobispo Parrado, luciendo el
capelo cardenalicio recién adquirido, y no faltaban todas las demás
autoridades. En todo el recorrido, previamente alfombrado con hierbas
aromáticas, fueron adornadas las fachadas con banderas, colgaduras, tapices,
mantones de Manila, cornucopias y cobres antiguos, y en el tradicional concurso
de altares ganó (1.000 pesetas era el primer premio) el de la calle Cárcel Baja
adosado a los muros de la Catedral. Cinco bandas de música figuraron en el
cortejo, así como varios cientos de niños vestidos de primera comunión. En esto
sí que es verdad que podemos hablar de mantenimiento de las tradiciones.
El ferial se instaló en los paseos del
Salón y de la Bomba, y el número de casetas de baile, alguna con fachada de fantasía, no superaron el número de
cuatro: de la Real Sociedad de Tenis, en sus locales del paseo del Violón; del
Centro Artístico, en los jardines del Salón; del Liceo y la Agrupación Álvarez
Quintero en la Acera del Darro (vulgo Filomátic años después); y de Educación y
Descanso en el Corral del Carbón.
Y otra feria dentro de la Feria que no
podía faltar ningún año era la de ganado, que ocupaba la totalidad de la
superficie del Violón y donde por 500 del ala se podía comprar una cabra,
aunque también se podía llegar a pagar hasta 50.000 ptas. (una fortuna por
entonces) por una buena pareja de mulas.
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