EL ONCE FANTASMA

Pedro Escartín bautizó al Granada CF (el Recreativo Granada) con el apodo de "Once Fantasma" cuando este club era un recién llegado a la competición pero ya andaba codeándose con equipos de solera y aspiraba a lo máximo.
En este libro se narran las vicisitudes por las que atravesó el Recreativo en sus cinco primeros años de existencia y también se recogen los sucedidos ciudadanos más impactantes de aquella época revuelta que fue la de la II República.
En la foto de cabecera se ve al Recreativo que se enfrentó al Gimnástico de Valencia en el campo madrileño de El Parral, 21 de febrero de 1934. De pie: Sosa, Tomé, Calderón, Luque, Itarte, Carrera, Victorio y Tabales; agachados: Gomar, Morales y Herranz.
Para adquirir un ejemplar firmado y dedicado por el autor (20 €), dirigirse a
jlramostorres@gmail.com


Historia del Granada CF



lunes, 14 de junio de 2021

EN LA MITAD

 

El once titular de la 45-46: Martí, Millán, González, Galvany, Rey, Sierra, Marín, Trompi, Sosa, Safont y Mas


La visita del Betis deja un negativo

En la jornada séptima de la 45-46 nos visitaba uno de los que habían partido como gallitos de aquella segunda de sólo 14 clubes en un único grupo, el Betis. Su máxima figura era el defensa Antúnez, que años después fue internacional y en la 64-65 entrenó al Granada. Junto a él el veteranísimo delantero Saro, que había triunfado en el Arenas de Guecho de Primera División antes de la guerra; aparte, también era bético un futuro granadinista, el delantero Botella, rojiblanco en 50-51 y 51-52, aunque estos dos últimos no jugaron en Los Cármenes. A estas alturas de principio de temporada era todavía uno de los favoritos de segunda este Betis en renovación, aunque realmente su papel en esta 45-46 fue malo tirando a catastrófico ya que se salvará del descenso a tercera por muy poco, cosa que no podrá evitar a la temporada siguiente. Y es que desde su descenso desde primera ocurrido dos temporadas atrás, el club sevillano había iniciado la que es su peor época histórica, que durará hasta mediados de los 50.

El caso fue que, sin hacer gran cosa, apenas sólo defenderse, el Betis se llevó los dos puntos de Los Cármenes gracias a un gol conseguido nada más empezar el partido, minuto uno. Tenía el Granada un positivo de su empate en Tarragona, pero la derrota casera ante el Betis, 0-1, supuso cambiarlo por un negativo y, lo que es peor, el Granada bajó al séptimo puesto de la clasificación, a tres puntos ya del ascenso directo, y con sólo dos sobre los de descenso.

Saucedo en Patria dice que el Granada dominó, pero su delantera estuvo fatal, y enumera una serie de nulidades en rojiblanco en el partido, lista que encabeza Portilla y continúa con García, Rey, Safont y Galvany. Respecto del primero, Portilla, todas las crónicas resaltan su pésimo partido, y hasta el popular Maolico Hincha de Ideal lo compara con aquel marmolillo que fue Uría en el día de su debut, hacía tres temporadas. Para colmo, en recuadro aparte se lee en la crónica de Patria, en titulares, lo que sigue: «Lo que faltaba. Ahora resulta que Portilla tiene fractura de menisco». Ese “ahora resulta” implica que el plumilla Saucedo pone en duda la afirmación de Portilla de haberse lesionado jugando frente al Betis y lo que sugiere es que ya vino roto, aunque no hay que olvidar que el doctor Tamayo lo sometió a reconocimiento cuando fichó y no encontró ninguna lesión antigua. En cualquier caso, el tal Portilla, el llamado a hacer olvidar a Nicola y que acababa de jugar su tercer partido como granadinista, está lesionado de gravedad: fractura del menisco externo de su rodilla izquierda. Llegó Portilla con vitola de gran fichaje y sustituto del recién traspasado al Hércules Nicola, pero ya en todo lo que queda de liga sólo se alineará en dos ocasiones más, previas largas ausencias y operaciones mil, y a la temporada siguiente desaparecerá del panorama del fútbol profesional español. Y es que ese tipo de lesión por aquellos años casi siempre significaba decir adiós a una carrera deportiva.   

La anécdota la brinda un lapsus del diario Patria en su crónica del Granada-Betis del lunes 5 de noviembre de 1945: en el centro de la página se ve una gran foto de Nicola bajo la leyenda «El triunfador de Ayer», y esto aparece precisamente cuando el ex delantero granadinista el día antes debutaba en las filas del Hércules y marcaba el primero de los dos goles por uno en contra con los que su nuevo equipo derrotó al Valencia. En la edición del martes 6 corrigen la metedura de pata y no aparece ningún destacado del partido de Los Cármenes.


                     Maolico sobre el Granada-Betis


Ficha Palacios

Nuevamente está el Granada sin delantero centro, pero enseguida empiezan las gestiones para incorporar un nuevo ariete y, de camino, también un medio centro y un medio ala, y a tal efecto un directivo (no dicen su nombre) se constituye en patrón de pesca y emprende viaje al norte y a la capital. Respecto de los dos medios, se habla de jugadores norteños jóvenes que están a punto de fichar. Y respecto del delantero, hay negociaciones avanzadas con un club de Madrid para la cesión o traspaso de un futbolista también joven. Se pretende que los nuevos fichajes estén ya para el siguiente partido, en Ceuta, para el que faltan dos semanas puesto que el domingo próximo, 11 de noviembre, se para la liga. 

A las dos semanas de la marcha del comisionado patrón de pesca (del cual sigue la prensa manteniendo el anonimato) salta el nombre de uno de esos pretendidos norteños, se trata del vasco Palacios, de 20 años, medio centro que juega en el equipo de su pueblo, el Sestao, de tercera, pero pertenece al Bilbao y este club ha pedido una cantidad desorbitada para conceder su cesión, por lo que continúan las negociaciones.

Finalmente se alcanzó un acuerdo total, pero la incorporación de Palacios se dilató algo más y hubo que esperar hasta principios de diciembre para que el vasco viajara a Granada tras disputarse la jornada diez. Hasta el momento sólo había jugado como amateur y en el Granada ganará sus primeras pesetas como profesional. Fichó por tres temporadas y por un total de 40.000 pesetas por los tres ejercicios.


                             Palacios, medio vasco


Doble salida y vuelta a la zona positiva

Cuando después de dos semanas se reanuda la liga con la disputa de la jornada ocho, que lleva al Granada a Ceuta, ninguno de los fichajes que se anunciaron se ha producido, así que seguimos sin delantero centro por lo que Sosa una vez más ocupa esa posición. Una victoria sufrida, 2-3, fue el resultado.

En el Ceuta, que acabó la liga colista y descendido, destacaba Lesmes, medio centro de esa tierra, de 20 años y que a la temporada siguiente será granadinista y en los 50 alcanzará la internacionalidad. Por otra parte, el portero Casafont quedó cedido en el club norteafricano por la presente temporada.

La jornada nueve significó un nuevo desplazamiento, ahora a La Coruña, así que apenas vuelta la expedición granadinista de tierras africanas ya estaba otra vez de viaje. El Coruña, también recién descendido, conservaba gran parte de los futbolistas de su paso por primera, entre ellos algunos internacionales, como los veteranos Cuqui Bienzobas y Chacho, más Pedrito y el guardameta Acuña, a la sazón con 22 años, que en toda su carrera nunca abandonó el equipo coruñés a pesar de ser bastante cotizado. No corren buenos vientos por aquellas tierras ya que su equipo anda más cerca de los puestos de descenso que de los de arriba, no obstante, en una gran segunda vuelta conseguirá acabar segundo y ascender a primera de forma automática.

Al Granada se le teme en Coruña. El equipo de los sustos, lo llama la prensa gallega, porque salvo la primera vez que por allí apareció, en plena liguilla de ascenso de la 40-41, cuando ambos clubes subieron a división de honor por primera vez en su historia, las demás visitas siempre habían supuesto un resultado positivo para los nuestros.

            En Riazor, el mejor y más moderno estadio de la categoría, el Granada aumentó a dos su cuenta de positivos al arrancar un empate a uno. El gol rojiblanco lo consiguió Sosa de cabeza a centro de Mas en prácticamente la primera jugada del partido, minuto uno. Nuevo gol de Sosa, que volvió a ser alineado de ariete a falta de algún futbolista para ese puesto, pese a que Saucedo insiste en que no sirve para delantero y que lo suyo es la media y pare usted de contar.

La crónica de Hoja del Lunes de la Coruña pone muy bien a nuestro equipo, del que dice que cuenta con una defensa excepcional, destacando el gran partido de González, y añade que si no llega a ser por Acuña los dos puntos habrían viajado hasta Granada. El empate llegó ya en la segunda parte merced a un penalti cometido por Galvany al despejar con las dos manos un balón que ya se colaba en su meta. Tras el partido de La Coruña el Granada quedó sexto, a tres del ascenso directo.


 Recorte de Ideal sobre el Granada-Mallorca


Adiós positivos con el Mallorca

            El siguiente rival, el Mallorca, ya en la jornada 10, era la primera vez que aparecía por Granada en partido oficial (sí había venido para un amistoso). Para recibir a los baleares volvió al equipo Marín, ausente desde su expulsión-lesión en el partido contra el Santander de la jornada 5, que vino a sustituir al que era centro de todas las críticas por su mal papel, el extremo catalán García, que ya hasta final de temporada sólo jugará tres partidos de rojiblanco y después recibirá la baja. También se recuperó a Sierra para la media, pasando Galvany al 10 en sustitución de Safont, lesionado en La Coruña.

            Con una buena entrada en Los Cármenes, en los prolegómenos, González como capitán del Granada entregó un banderín conmemorativo de la primera visita del Mallorca, pero cuando nos las prometíamos muy felices tras los dos últimos resultados positivos a domicilio, los visitantes fueron mucho mejores y se llevaron los dos puntos (1-2) dejando a cero nuevamente la cuenta de positivos rojiblanca. El Granada jugó pésimamente mal y no le funcionó ninguna de sus líneas, ni siquiera la pareja Millán-González, dice Saucedo en Patria, y en seguida vuelve a su tema favorito: que Sosa no es delantero centro ni lo será y debe volver inmediatamente a la media, línea coja desde que se le alinea en vanguardia; Sosa -dice- no tiene cintura, remata de cabeza sin picardía, etc, e insiste en que para ese puesto hay otros en el equipo más capacitados. Pero lo cierto es que Sosa jugando otra vez de 9 volvió a marcar y en esos momentos era junto a Trompi el máximo goleador del equipo con cuatro. Sosa hizo el único gol rojiblanco de gran punterazo a un balón suelto cuando ya ganaban de dos los baleares, cuya meta la defendía un joven (21) Ramallets, que a la temporada siguiente pasará al Barcelona y después será muchos años el portero de la selección española. También venían con los de rojo dos ex granadinistas, uno de ellos, el medio Castro, había jugado en el Recreativo de antes de la guerra, y el otro estuvo por estos pagos la temporada anterior, el defensa Martín Pica, casi inédito en Los Cármenes. El Granada quedó séptimo y ya a cinco puntos del ascenso directo.

 

Vuelven los positivos en El Calvario

             La derrota ante los mallorquines sentó muy mal porque supuso situarse ya muy lejos (5 puntos) de los puestos de ascenso y lo que es peor, acercarse a sólo dos de los de descenso. Así pues, se anuncian grandes cambios en el equipo titular que en la jornada 11 debe comparecer en Salamanca. Floro, Safont, Aparicio y Palacios, jugarán de inicio, y no viajan Martí, Marín, Rey ni Melito, que estuvieron francamente mal en el último partido. El último fichaje, el vasco medio centro Palacios, de 21 años, se incorporará a la expedición en Madrid.

            En Salamanca tampoco había jugado nunca nuestro equipo en un partido oficial, pero sí había un precedente de dos amistosos que el Granada había disputado en tierras castellano-leonesas, y databa de la temporada 39-40. Para las fiestas locales, en abril de 1940, fue contratado el todavía Recreativo para jugar dos amistosos en disputa de un trofeo que donaba el ayuntamiento salmantino; en el primero hubo empate a dos goles y el segundo, jugado dos días después, acabó con victoria local, 2-1, en medio de una trifulca entre jugadores de los dos equipos.

En la liga 45-46 marchaba el Salamanca, recién ascendido, sólo un punto por debajo del Granada, pero su papel en su vuelta a la categoría de plata fue malo y acabó descendiendo como vicecolista, sólo por encima del Ceuta. Acababa de desprenderse del portero que fue el titular del Once Fantasma de mediados de los treinta, el pequeño Tabales, que se había marchado al Español en una operación de permuta con el delantero centro Duque. Así que ambos conjuntos coincidían en presentar en sus filas un debutante en esta liga, Duque por el Salamanca y Palacios por el Granada.


Sosa, delantero centro adaptado


            En el campo salmantino de El Calvario volvió el Granada al +2 al traerse una victoria 0-1, gol de Trompi, el mejor de los veintidós, que podía haber sido mayor si el árbitro Iturralde no hubiera anulado un gol al Granada. Las crónicas forasteras vuelven a hablar muy bien del juego del Granada y en especial de su trío de atrás, con un Floro inconmensurable en su vuelta a la titularidad y con el dúo Millán-González dándolo todo. Del debutante Palacios unas crónicas dicen que es un jugador de muchas facultades, eficaz en el juego defensivo y al que espera un gran porvenir y otras sin embargo afirman que estuvo desaparecido y siempre superado por los contrarios. Los dos puntos auparon al Granada al quinto puesto, ahora a sólo tres del ascenso directo y a dos de la promoción.

            Los expedicionarios a su vuelta de Salamanca vinieron contando cosas como que no uno sino tres goles les fueron anulados –mal- al Granada, uno de ellos a Sosa, que volvió a actuar de 9. De Palacios dicen que impone por su físico (1,85 de estatura, muy por encima de la media de la época) y que estuvo muy bien a pesar de desconocer por completo a sus compañeros, con los que ni siquiera había compartido una sesión de entrenamiento; que destacó en labores defensivas, y que posee buen toque de balón y buena pegada. También dicen que Trompi, el futbolista más popular fuera de Granada de la plantilla, entusiasmó al público salmantino e hizo una faena digna de Manolete, por entonces el número uno en el toreo, marcando el único gol con un remate a placer desde cerca recogiendo un rechace y mirando al tendido, es decir, con la cara vuelta y la vista en la grada.

 

Melito compra su baja

            En vísperas del trascendental Granada-Sabadell de la jornada 12, la penúltima de la primera vuelta, la prensa da a conocer que Melito quiere comprar su baja tras la incorporación del vasco Palacios, que lo ha relegado a la suplencia. Ofrece 5.000 pesetas, cifra que ha sido rechazada de plano por la directiva, dice la nota de Patria. No sabemos la cantidad exacta (no la da la prensa) que bien abonó o perdonó de lo que se le debía al medio centro canario, pero al día siguiente dejó de pertenecer al Granada. Con la baja en el bolsillo fichó por el Castellón, de primera, con el que terminará la temporada consiguiendo la permanencia. Manuel Torres Rodríguez, Melito de nombre de batalla, dejaba así nuestro club en el que se alineó en un total de 46 partidos a lo largo de tres temporadas, desde 1943. En sus presencias como granadinista completó grandes actuaciones junto a otras en las que se le acusó de desidia y de no querer darlo todo. En cualquier caso, es una importante baja para la media rojiblanca.


 Melito se va


El Sabadell se lleva un positivo en día del club

            En vísperas del viaje a Salamanca la directiva hace pública en la prensa una dramática nota haciendo un llamamiento a la afición para que aumente la inscripción de socios y para que acuda a los partidos, porque el club está en una situación económica agobiante y dice que sin la incorporación de la actual directiva es muy posible que el club hubiera desaparecido a principio de temporada. Continúa la nota diciendo que nada más llegar la nueva directiva hubo de pagar (de su bolsillo) 125.000 pesetas de las fichas de los futbolistas para evitar que éstos hubieran quedado en libertad. Por otra parte, las cuotas de los socios (que no llegan a mil) no alcanzan para cubrir las nóminas mensuales y los gastos generales, y con lo que se saca por taquillas, una cantidad que es la mitad de lo que venía siendo habitual en ejercicios anteriores, no hay ni para los gastos de las salidas, hasta el punto de que el directivo que acompaña al equipo en cada viaje se paga de su bolsillo el desplazamiento. Por todo ello anuncian que el próximo partido en Los Cármenes, con la visita del líder Sabadell, será día del club y que seguramente se van a ver obligados a establecer suplementos en más partidos.

            Venía el Sabadell, también un recién descendido, como líder desde hacía varias jornadas, a cinco puntos del Granada. En esa misma posición acabarán los catalanes el campeonato y ascenderán a primera en compañía del Coruña tras jugarse las 26 jornadas. Se trataba de un equipo muy renovado, dando entrada a jugadores de la cantera, como el medio-paisano Mario, nacido en Barcelona pero hijo de una familia granadina, un extremo izquierdo que jugaría después en el Valladolid y el Español.

            El Granada ofreció una extraordinaria primera parte en la que el siempre irregular Paco Mas dio uno de sus mejores partidos desde su incorporación. Llegó a ponerse con ventaja ante el mejor equipo que hasta el momento había visitado Los Cármenes y que justificó su posición en la tabla, pero en la segunda parte no supo amarrar y el Sabadell logró llevarse uno de los dos positivos con que contábamos. Empate a dos goles fue el resultado final si bien el nuevo tropiezo casero no influyó en la clasificación ni en los puntos de desventaja respecto del ascenso.

El árbitro Álvarez Santullano, el mismo que no gustó nada en su anterior aparición por Los Cármenes en la jornada 5 con la visita del Santander, volvió a ofrecer una mala actuación en la que se le acusa de seguir el juego desde muy lejos, desde el centro del campo, y no ver dos clarísimos penaltis en el área sabadellense y una agresión a Sosa; y también se le acusa por la prensa local, tal como ocurriera con la visita de los cántabros (cuando Ameztoy lesionó a Marín, que acabó expulsado), de permitir las excesivas violencias de unos y otros. Saucedo en Patria le dedica al trencilla y sus perversidades más de media crónica. La afición despidió al de negro con una gran pitada y fueron arrojados algunos objetos, con lo que días después fue multado el Granada con 500 pesetas. Este mismo árbitro será protagonista a la temporada siguiente de un gran escándalo (para los locales) en la visita del Granada a Atocha.

Las crónicas inciden en que al Granada le faltan tres piezas clave: un delantero centro, puesto en el que volvió a jugar Sosa; un extremo derecho ya que Marín a sus casi 40 no es el de antes y no se confía en García; y, sobre todo, un medio centro, porque la marcha de Melito ha dejado cojo ese puesto y del nuevo fichaje, Palacios, que se presentaba en este partido ante la afición rojiblanca, dicen que puede que en el futuro sea ese jugador que el Granada necesita, pero que por ahora está muy verde.


Recorte de Ideal sobre el Granada-Sabadell


 

CALLEJEANDO

 

Más cines

            A finales de 1945 la pertinaz sequía ya no lo era tanto. El otoño había sido bastante lluvioso, pero tal circunstancia no se notaba demasiado todavía y los cortes de suministro de electricidad seguían estando a la orden del día. Por esa causa los locales de espectáculos a menudo se veían obligados a suspender alguna de las funciones que tenían programadas. Pero a pesar de todo, para la fría Navidad de 1945 dos nuevos locales vinieron a aumentar la oferta cinematográfica en Granada.

El 15 de diciembre de 1945 tuvo lugar la inauguración del Cine Granada, en la calle Cárcel Baja. Luis Gutiérrez Soto fue el arquitecto autor del proyecto y la razón Sociedad Anónima de Espectáculos, la misma a la que ya pertenecía el Coliseo Olympia, la propietaria de este nuevo local cinematográfico de amplias y equilibradas proporciones (Patria) y 750 localidades, dedicado en exclusiva al séptimo arte y que lleva el nombre de la ciudad. Su sencilla decoración, no exenta de boato, la firma el afamado diseñador de interiores Mariano García, cuyo representante en Andalucía desde su local en Santa Paula 26, bajo, no es otro que su paisano y ex rojiblanco Antonio Conde quien, una vez retirado del balompié, se ha establecido por estos pagos y se dedica a sus muchos y varios negocios.

La función de gala en que consistió la inauguración, con presencia de autoridades políticas e invitados selectos, comenzó con el pase de documentales y del correspondiente Nodo, y a continuación se proyectó la película “Edison, el hombre”, protagonizada por Spencer Tracy y Rita Johnson, una producción de 1940 que es una secuela de la titulada “El joven Edison”, del mismo año, aunque ésta protagonizada por Mickey Rooney. Según “Granada: el cine y su arquitectura”, de Salvador Mateo Arias Romero, el nombre del nuevo cine iba a ser inicialmente Generalife, pero al final se le puso el de Granada, vacante al no llegar a buen fin un proyecto anterior de otro cinematógrafo que así se iba a llamar y se levantaría en la calle Alhóndiga.

Una semana después del estreno del Cine Granada, el 22 de diciembre de 1945, con una función de gala se inauguró el realejeño Príncipe Cinema, situado en el Campo del Príncipe, cerca de la iglesia de San Cecilio y frente al Hospital Militar. Cuenta con 400 butacas sencillas, higiénicas y cómodas (de palo, aunque esto no lo dice la nota) a las que se ha dado un barniz que imita la piel de cocodrilo, se lee en la reseña de su próxima inauguración. Es un local de reducidas dimensiones proyectado por el arquitecto granadino Miguel Olmedo, y cuenta con unas instalaciones realizadas cien por cien con mano de obra granadina. Será, tras el Albayzín Cinema, el segundo cine de barrio que funcione en Granada y, al igual que su competidor albaicinero, promete precios populares en todos sus espectáculos. Al día siguiente de la inauguración oficial hubo una nueva función de gala, ésta patrocinada por la Asociación de la Prensa. En ambas se exhibió la película de estreno “Viento de siglos”, con Ana Mariscal y Manuel Luna y dirigida por Enrique Gómez. 


Interior del cine Granada


Así echó a andar el más popular de los cines de barrio granadinos, inmediatamente rebautizado por el personal como “Cine Canuto”, por ser su local largo y estrecho. Como las otras salas de la ciudad, pasó por distintos periodos de mayor o menor auge proyectando los filmes de cada momento, aunque siempre como cine de reestreno, pero algo más de veinte años después, a partir de los primeros setenta, encontró su mayor apogeo con la exhibición de lo que se llamó “cine de arte y ensayo”.

Bajo la denominación cine de arte y ensayo, un término hoy en desuso, se englobaban aquellas producciones cinematográficas en principio dirigidas a públicos minoritarios y caracterizadas por ser innovadoras o porque lo que había primado en su realización era una acabada elaboración artística frente al cine más comercial que daban las demás salas.

Una de estas películas destinadas a públicos entendidos y muy amantes del séptimo arte fue Cuerno de cabra, una producción búlgara de 1972, film de culto para cinéfilos. Se estrenó en el Príncipe a mediados de enero de 1975 y estuvo un mes en cartel a sala llena diariamente. Incluso se comentó que venía ex profeso gente de pueblos de toda la provincia para verla. Teniendo en cuenta que la susodicha era una película en blanco y negro y casi muda puesto que apenas tenía diálogos ni banda sonora, y que sus protagonistas y director eran unos perfectos desconocidos por estos predios, cabe preguntarse si es que muchos paisanos se habían convertido en exquisitos cinéfilos gracias precisamente a su ya dilatado rodaje de varios años como degustadores de cine de arte y ensayo. Pero nada de eso. La razón verdadera de tanta expectación y de las largas colas en el Campo del Príncipe para asistir a la proyección de un ladrillo de tan considerable espesura como es la película Cuerno de cabra era que en una de sus escenas, de una violación, se veía fugazmente un pecho femenino. Aunque en versión penibética y sin divisas, fue algo parecido a lo que ocurría también por aquel entonces en Perpignan, centro de peregrinaje cada fin de semana de carpetovetónicos con fiambrera y tortilla en autobús chárter para ver El último tango en París y otras cintas prohibidas en la Piel de Toro.

Y es que claramente eran ya otros tiempos éstos del último tardofranquismo,  antes del despelote generalizado que vino poco después y que caracteriza el cine de los primeros años de la Transición. A las alturas de los setenta eran ya mucho más grandes los agujeros de la tela del cedazo por el que la sacrosanta censura ahechaba el trigo peliculero, decidiendo qué historias y qué escenas podían ser alimenticias para el pueblo de alpargata y cuáles perjudiciales y por tanto había que recatarlas de su mirada libidinosa o crítica. Seguía existiendo la censura gubernamental para todo tipo de espectáculos y publicaciones, pero ya lucía una manga mucho más ancha. Y no sólo en lo sicalíptico, también en lo político. Así, bajo la etiqueta de cine de arte y ensayo, un cajón de sastre cuyo concepto nunca acabó de estar claro, en el cine Canuto lo mismo pasaban una de Bergman o de Antonioni, que “estrenaban”, con más de treinta años de retraso, Ser o no ser, de Ernst Lubitsch.

El cine Príncipe sirvió en aquellos primeros años setenta a no pocos granadinos para ponerse al día de una cinematografía que hasta hacía poco había estado prohibida, y en su estrecho local pudieron por fin verse muchas películas señeras en la historia del cine que hacía largos años que habían desaparecido de los circuitos comerciales de exhibición en países de nuestro entorno; por citar algunas así a vuelapluma: Y Dios creó a la mujer (de Vadim y Brigitte Bardot), Arroz amargo (con la exuberante Silvana Mangano), Castillos en la arena (de Vicente Minnelli, con Elizabeth Taylor y Richard Burton), Marat / Sade (de Peter Brook) y casi toda la filmografía proscrita de Buñuel.


Fachada del cine Príncipe


Muerte de El Loquillo

            En los primeros días de enero de 1946 la Guardia Civil detiene y también se cobra la vida de varios bandoleros, informa la prensa local, entre ellos otro guerrillero con cierta nombradía, Vicente Guardia Jiménez, de alias “El Loquillo”, fugado del manicomio de esta ciudad en días pasados, dice la nota, y abatido en un tiroteo por la fuerza pública en las cercanías de Trasmulas.

            Entre la abundante literatura sobre la guerrilla antifranquista disponible en la Red podemos encontrar pasajes dedicados a este tal Loquillo de mote, del que varios autores dicen que perteneció a la banda de los Quero. No obstante, tampoco faltan los que afirman que el tal Loquillo nunca tuvo algo que ver con los Quero, aunque sí que intentó integrarse en su partida. Según esta segunda tesis, este Vicente Guardia era un delincuente común que a principios de 1945 se encontraba en prisión cumpliendo una larga condena y al que las autoridades le ofrecieron ponerlo en libertad a cambio de que se infiltrara en la partida de los Quero para informar sobre sus movimientos a ver si así podían echarles el guante, pero los Quero desconfiaban de él y le negaron la integración pretendida cada vez que lo intentó. Finalmente, sostienen los defensores de esta segunda tesis, el Loquillo habría sido víctima de una encerrona de la propia Guardia Civil, la cual, en vista de que su estrategia de intento de introducción de un topo no funcionaba, decidieron eliminarlo haciéndolo acudir a un lugar apartado donde cayó acribillado por disparos de la Benemérita el 7 de enero de 1946.

 

Ferrocarril a Motril

            Ideal de 5 de febrero de 1946 publica en titulares en primera página que el proyecto de ferrocarril a Motril va a ser sometido a estudio por el ministerio de Obras Públicas. El incansable gobernador civil José María Fontana, a la vuelta de uno de sus muy frecuentes viajes a Madrid, se ha traído bajo el brazo -como es su costumbre- distintas medidas y asignaciones presupuestarias para seguir con su labor de mejora social para la provincia. Y además, en este último viaje a la capital ha estado tratando con el ministro de Obras públicas y el director general de Ferrocarriles del Estado algo que hace reverdecer la esperanza de que se vaya a cumplir ¡por fin! una ya casi centenaria reivindicación granadina, la de su conexión ferroviaria con la costa. El camarada Fontana ha dado a conocer en Madrid el proyecto elaborado por su gabinete y en el que lleva dos años trabajando, informa Ideal.

Casi desde el mismo momento de la llegada del primer tren a nuestra tierra se reivindicó desde Granada la conveniencia de estar conectada por el norte con Jaén, como mejor salida hacia Madrid y el resto del mundo, y por el sur con la costa y el tráfico marítimo, algo que se entendía fundamental para el desarrollo económico de toda la provincia. En 1865 empezó la construcción de la primera línea ferroviaria que llegaría a Granada y que no sería otra cosa que un ramal que desde Bobadilla, cerca de Antequera, enlazaría con la línea principal de Málaga a Córdoba, pero no fue sino hasta 1874 cuando pudo verse un tren entrando en la estación de Andaluces por primera vez, mucho tiempo después que otras ciudades equiparables a la nuestra. Esa fue la única conexión ferroviaria de Granada hasta treinta años después, en 1904, cuando entró en servicio la línea de Granada a Moreda.


El tranvía cruzando el valle del río Dúrcal


            Hubo en el último tercio del siglo XIX un primer proyecto de línea de vía estrecha de Granada a Calahonda, por entonces el primer fondeadero por ser la zona de mayor calado y admitir grandes buques, y por no estar todavía ni siquiera proyectado el puerto de Motril, que finalmente se empezó a construir en 1908 en otro lugar, en el Varadero. Pero este tren a Calahonda no pasó de proyecto. La enorme inversión necesaria para unos terrenos tan quebrados y con tan gran desnivel como son los que separan Granada de su costa y las escasas expectativas de rentabilidad a corto plazo, unidos a la falta de apoyo de los caudales públicos acabaron por desanimar a los pocos particulares que por entonces lo vieron viable. Decían los poderes estatales de la época que el desarrollo que se produjera en la zona no justificaría el importante desembolso necesario para la construcción del ferrocarril y del puerto. O sea, la pescadilla, el círculo vicioso: no hay desarrollo y no es rentable, luego no invierto, y porque no invierto nunca habrá posibilidades reales de desarrollo y rentabilidad. El kilómetro de vía ferroviaria en Granada era y es desde luego mucho más caro que en otras regiones menos accidentadas, pero cabe preguntarse si en realidad sería mucho más costoso de lo que de hecho lo fue en una capital vecina que desde el litoral también tuvo que salvar la muy complicada orografía penibética y sus grandes desniveles, y cuya principal línea ferroviaria está en servicio desde hace más de 150 años.

            Pasados los años, a la vez que el puerto de Motril iba convirtiéndose en una realidad surgieron nuevos proyectos para llevar hasta allí el tren. En 1912 hubo un intento serio de construir un ferrocarril minero desde la Alpujarra que posteriormente sería prolongado hasta la capital, y hasta llegaron a iniciarse los trabajos de explanación, pero sucesivas avenidas del río Guadalfeo arruinaron lo hecho y... hasta otra.

            Esa otra se presentó en la década de los veinte, cuando TEGSA (Tranvías Eléctricos de Granada SA), que ya había interconectado toda la Vega y la capital con sus tranvías, en su política de expansión quiso llegar también a la costa y se puso manos a la obra, pero tras mil gestiones y trabajos no pasó de Dúrcal, y lo que iba a ser un ferrocarril hasta Motril con todas las de la ley acabó en 1927 convertido en un funicular o cable aéreo movido por electricidad, sólo para mercancías, que desde el puerto de Motril enlazaba con el pueblo de Dúrcal, estación términi del tranvía. Aquel transporte por cable que construyó y explotó TEGSA, que remontaba desde el puerto de Motril hasta el valle de Lecrín trayendo graneles y fletes de todo tipo y que también contaba con un ramal que desde Rules llegaba hasta las minas de plomo de Los Tablones de Órgiva, estaba más tiempo parado por avería que funcionando, y además no tardaba mucho menos en completar su recorrido de lo que lo haría una reata de pollinos, así que siempre fue ruinoso y en los primeros cincuenta pasó a mejor vida aunque todavía se conserva alguna de las torres que servían de sustentación al cable de acero de 40 kilómetros de longitud que en bucle salvaba las barranqueras con sus vagonetas sin techo protector de las inclemencias del tiempo en su camino de ida y vuelta para traer y llevar lo que entraba o debía salir por la dársena motrileña. De por aquellos años es la siguiente quintilla de una caroca: «Un ingeniero civil / me dijo: "Según mi cuenta, / allá por el mes de abril / del año tres mil cuarenta / irá el tranvía a Motril".»


Dos aspectos del cable aéreo Motril-Dúrcal


Cuando más pareció reavivarse la reivindicación granadina de un ferrocarril que la conecte con Jaén y también con la costa fue el 6 de febrero de 1927, en la capital vecina, donde tuvo lugar una asamblea pro ferrocarril Jaén-Granada a la que asistieron todas las fuerzas vivas de las dos provincias y también de la de Córdoba. La delegación de Granada la integraron unos cincuenta próceres, incluidos medios de comunicación, y no faltaron alcalde (Antonio Díez de Rivera y Muro, marqués de Casablanca) y presidente de la Diputación (Mariano Fernández Sánchez-Puerta), y junto a éstos, empresarios y representantes de la industria, el comercio y la política penibética, entre ellos el que en la temporada 45-46 fue por un mes presidente del Granada, el marqués de las Torres de Orán, por entonces diputado provincial. Dos posibles trazados se barajaban: por Pegalajar, Cambil, Campillo de Arenas y Noalejo, o sea por donde transcurre la carretera nacional, más corto, o bien por Los Villares, Valdepeñas, Castillo de Locubín y Alcalá la Real, llegando a Granada por Puerto-Lope, Pinos-Puente y Atarfe, más largo pero preferido por la asamblea por atravesar terrenos menos fragorosos y cubrir una mayor zona de influencia que se extendería también a la provincia de Córdoba. Eran tiempos, los de la segunda mitad de la década de los felices 20, en los que en la España del Directorio Civil de la Dictadura de Primo de Rivera se empezaban a acometer grandes obras públicas de infraestructura que modernizaran el país y mitigaran el paro obrero. Entre esas obras estaba prevista la construcción de nuevas líneas de ferrocarril, pero la de Jaén a Granada, que habría de prolongarse hasta el puerto de Motril para dar así salida marítima a las mercancías jienenses, nunca consiguió ser incluida dentro de las catalogadas como urgentes, que regulaba un decreto de 1926.

El ponente granadino en aquella asamblea de Jaén, Fermín Camacho, a la sazón secretario de la Cámara de Comercio, presentó una propuesta por la cual la Asamblea debía dirigirse al Gobierno para que el ferrocarril Jaén-Granada, clasificado como de interés nacional por el Consejo Superior de Ferrocarriles, fuera incluido entre los ya declarados como urgentes. La propuesta de Camacho fue aprobada por unanimidad y se remitió la correspondiente instancia a Madrid, firmada por todos los presentes. Pero el resultado obtenido por aquella asamblea reivindicativa interprovincial ya lo sabemos: Fuéronse y no hubo nada. Y eso que en aquellos años todavía no se había producido la crisis del sector remolachero y en Granada se vivía una cierta prosperidad que después no ha tenido parangón.

Ahora mismo, como en 1927, si un granadino quiere llegar en tren desde Granada a la capital del Santo Reino, ha de viajar hasta Linares-Baeza (dos horas largas) y allí coger otro tren que por fin lo deposite en Jaén, total, un rodeo de más de cien kilómetros, con un trasbordo y varias horas de traqueteo y espera para llegar a un sitio donde por carretera se tarda una hora escasa. Pero no mejora mucho la cosa si lo que quiere es llegar a la costa granadina partiendo desde la estación de Andaluces; para ello, posiblemente tendrá que esperar otros cien años.

Gracias a las gestiones y el trabajo del gobernador Fontana a que nos hemos referido más arriba, en 1948 es cuando más cerca que nunca estuvo el tan anhelado ferrocarril de convertirse en realidad. En ese año ingenieros del ministerio de Obras Públicas visitaron la zona y elaboraron un proyecto que llegó a contar con todas las bendiciones legales. Pero para 1948 Fontana ya no tendrá responsabilidad alguna en la provincia al haber sido sustituido en el gobierno civil de Granada por Fernández-Victorio, que será quien se cuelgue unas medallas que no le corresponden. En 1948 todo el penibetismo dio por conseguido el tren a Motril y los periódicos granadinos celebraron a bombo y platillo tan importante logro para la provincia y aseguraron que en cuestión de meses se podría viajar a la costa en tren. Pero, ya lo sabemos, ni por esas.

  Y eso es todo. Después, las veces que se ha llegado a hablar nuevamente del tren motrileño, que han sido numerosísimas, ha sonado siempre a que ni los propios que trataban la cuestión acababan de creérselo. Dicen que el granadino es fatalista y muy apático ante cualquier tipo de movimiento reivindicativo. Tendremos que admitirlo porque esto del ferrocarril a la costa debía de ser, no de ahora sino de siempre, un asunto prioritario entre las demandas de progreso de la provincia, pero miren el tiempo que ha pasado y nada de nada. Y nadie levanta la voz.

No hace casi nada de tiempo, los granadinos hemos padecido un aislamiento ferroviario total durante cuatro años. En el momento en que el corte se produjo (2015) nos dijeron que no podíamos quejarnos demasiado los granadinos porque dentro de poco, en unos meses, llegaría el AVE, y por esa misma razón también dejaron sin servicio la línea a Moreda, lo cual ya raya en el surrealismo. Cuando después de cuatro larguísimos años por fin llegó a Graná, el ave prometido se quedó en guacharrillo de una única vía que no corre tanto como el de verdad que sí disfrutan otras ciudades españolas y, lo mismo que en el siglo XIX, ese tren ¡paradoja de paradojas!, para viajar al norte sale de Granada sin embargo con dirección a Antequera, esto es, rumbo sur (oeste), y encima tiene que ponerse al paso de los humanos y las bestias cuando transita por Loja. Igualito igualito que en 1874, año en que Granada quedó por fin incorporada a la red de ferrocarriles españoles. Y es que, hablando de cosas vetustas, si algo puede caracterizar a esta provincia en lo que se refiere precisamente a su alejamiento de la modernidad, es el ferrocarril. Y esto viene siendo así desde la invención misma de los caminos de hierro. Granada, pobre de recursos, con una geografía física de lo más abrupto, situada en un rincón de la Península y sin ser camino de paso hacia urbes de mayor importancia económica, siempre se ha visto postergada en cuestión de comunicaciones.

El puerto de Motril es el único de los considerados de interés general de toda España que no está conectado por ferrocarril en pleno siglo XXI, no ya con la capital que más cerca tiene, tampoco lo ha estado nunca ni a derecha (Almería) ni a izquierda (Málaga). Con ser esto malo, lo peor es que no se ven en el horizonte posibles soluciones. Para más inri, dentro de poco -dicen- va a ser una realidad el llamado “Corredor Mediterráneo”, un plan de modernización del ferrocarril nacional que va a unir Portbou con Algeciras mediante doble vía y alta velocidad, conectando todo el litoral mediterráneo español con el resto de Europa. Pues bien, según se puede ver en los distintos mapas de la cosa ya hechos públicos, este corredor se va a saltar toda la costa granadina: desde Almería girará dirección Granada capital y de aquí a Málaga, es decir, nuevamente vuelve a ser ninguneada la provincia granadina y otra vez se cercenan sus posibilidades de desarrollo en igualdad de condiciones con otras, pero esto ocurre no en el siglo XIX sino en el XXI. En los informes publicados se dice que continuar desde Almería hasta Málaga por la orilla del mar requeriría una obra muy compleja por ser una zona muy montañosa, lo que conllevaría unos costes desorbitados. Ya tenemos otra vez la pescadilla: hay que invertir demasiado para la rentabilidad que se espera porque es una zona pobre en comparación con otras, pero si no se invierte desde luego que nunca habrá rentabilidad y la zona no saldrá de su pobreza. ¿Verán los motrileños alguna vez un tren de cerca? Se nos ocurre que con unos pocos políticos, no importa su color, defendiendo nuestra provincia ante las altas instancias carpetovetónicas como lo hacía aquel gobernador civil de camisa muy azul que se llamaba Fontana, quizás otro gallo nos hubiera cantado.

Ya lo dijo Federico García Lorca en 1926 en su famosa conferencia en los salones del Ateneo granadino titulada Paraíso cerrado para muchos: frente a otras ciudades cercanas que cuentan con un camino natural para abrirse al mundo, Granada, rodeada de sierras y definitivamente anclada a la tierra, sólo tiene salida por las estrellas. Lorca lo decía en un sentido poético, pero casi un siglo después la frase puede perfectamente describir la prosaica -por negra- situación actual de los trenes penibéticos.

 

 

 

 

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