El once titular de la 45-46: Martí, Millán, González,
Galvany, Rey, Sierra, Marín, Trompi, Sosa, Safont y Mas
La visita del Betis deja un negativo
En la jornada séptima de la 45-46 nos
visitaba uno de los que habían partido como gallitos de aquella segunda de sólo
14 clubes en un único grupo, el Betis. Su máxima figura era el defensa Antúnez,
que años después fue internacional y en la 64-65 entrenó al Granada. Junto a él
el veteranísimo delantero Saro, que había triunfado en el Arenas de Guecho de Primera
División antes de la guerra; aparte, también era bético un futuro granadinista,
el delantero Botella, rojiblanco en 50-51 y 51-52, aunque estos dos últimos no
jugaron en Los Cármenes. A estas alturas de principio de temporada era todavía
uno de los favoritos de segunda este Betis en renovación, aunque realmente su
papel en esta 45-46 fue malo tirando a catastrófico ya que se salvará del
descenso a tercera por muy poco, cosa que no podrá evitar a la temporada
siguiente. Y es que desde su descenso desde primera ocurrido dos temporadas
atrás, el club sevillano había iniciado la que es su peor época histórica, que
durará hasta mediados de los 50.
El caso fue que, sin hacer gran cosa,
apenas sólo defenderse, el Betis se llevó los dos puntos de Los Cármenes
gracias a un gol conseguido nada más empezar el partido, minuto uno. Tenía el
Granada un positivo de su empate en Tarragona, pero la derrota casera ante el
Betis, 0-1, supuso cambiarlo por un negativo y, lo que es peor, el Granada bajó
al séptimo puesto de la clasificación, a tres puntos ya del ascenso directo, y
con sólo dos sobre los de descenso.
Saucedo en Patria dice que el Granada
dominó, pero su delantera estuvo fatal, y enumera una serie de nulidades
en rojiblanco en el partido, lista que encabeza Portilla y continúa con García,
Rey, Safont y Galvany. Respecto del primero, Portilla, todas las crónicas
resaltan su pésimo partido, y hasta el popular Maolico Hincha de Ideal lo compara con aquel marmolillo que fue Uría en el día de su debut, hacía tres
temporadas. Para colmo, en recuadro aparte se lee en la crónica de Patria, en
titulares, lo que sigue: «Lo que faltaba. Ahora resulta que Portilla tiene
fractura de menisco». Ese “ahora resulta” implica que el plumilla Saucedo
pone en duda la afirmación de Portilla de haberse lesionado jugando frente al
Betis y lo que sugiere es que ya vino roto, aunque no hay que olvidar que el
doctor Tamayo lo sometió a reconocimiento cuando fichó y no encontró ninguna
lesión antigua. En cualquier caso, el tal Portilla, el llamado a hacer olvidar
a Nicola y que acababa de jugar su tercer partido como granadinista, está
lesionado de gravedad: fractura del menisco externo de su rodilla izquierda. Llegó
Portilla con vitola de gran fichaje y sustituto del recién traspasado al
Hércules Nicola, pero ya en todo lo que queda de liga sólo se alineará en dos
ocasiones más, previas largas ausencias y operaciones mil, y a la temporada
siguiente desaparecerá del panorama del fútbol profesional español. Y es que
ese tipo de lesión por aquellos años casi siempre significaba decir adiós a una
carrera deportiva.
La anécdota la brinda un lapsus del
diario Patria en su crónica del Granada-Betis del lunes 5 de noviembre de 1945:
en el centro de la página se ve una gran foto de Nicola bajo la leyenda «El triunfador
de Ayer», y esto aparece precisamente cuando el ex delantero granadinista el día
antes debutaba en las filas del Hércules y marcaba el primero de los dos goles
por uno en contra con los que su nuevo equipo derrotó al Valencia. En la
edición del martes 6 corrigen la metedura de pata y no aparece ningún destacado
del partido de Los Cármenes.
Maolico sobre el Granada-Betis
Ficha Palacios
Nuevamente está el Granada sin
delantero centro, pero enseguida empiezan las gestiones para incorporar un
nuevo ariete y, de camino, también un medio centro y un medio ala, y a tal
efecto un directivo (no dicen su nombre) se constituye en patrón de pesca y emprende viaje al norte y a la capital. Respecto
de los dos medios, se habla de jugadores norteños jóvenes que están a punto de
fichar. Y respecto del delantero, hay negociaciones avanzadas con un club de
Madrid para la cesión o traspaso de un futbolista también joven. Se pretende
que los nuevos fichajes estén ya para el siguiente partido, en Ceuta, para el
que faltan dos semanas puesto que el domingo próximo, 11 de noviembre, se para
la liga.
A las dos semanas de la marcha del
comisionado patrón de pesca (del cual sigue la prensa manteniendo el anonimato)
salta el nombre de uno de esos pretendidos norteños, se trata del vasco
Palacios, de 20 años, medio centro que juega en el equipo de su pueblo, el
Sestao, de tercera, pero pertenece al Bilbao y este club ha pedido una cantidad
desorbitada para conceder su cesión, por lo que continúan las negociaciones.
Finalmente se alcanzó un acuerdo
total, pero la incorporación de Palacios se dilató algo más y hubo que esperar
hasta principios de diciembre para que el vasco viajara a Granada tras disputarse
la jornada diez. Hasta el momento sólo había jugado como amateur y en el
Granada ganará sus primeras pesetas como profesional. Fichó por tres temporadas
y por un total de 40.000 pesetas por los tres ejercicios.
Palacios, medio vasco
Doble salida y vuelta a la zona positiva
Cuando después de dos semanas se
reanuda la liga con la disputa de la jornada ocho, que lleva al Granada a
Ceuta, ninguno de los fichajes que se anunciaron se ha producido, así que
seguimos sin delantero centro por lo que Sosa una vez más ocupa esa posición.
Una victoria sufrida, 2-3, fue el resultado.
En el Ceuta, que acabó la liga
colista y descendido, destacaba Lesmes, medio centro de esa tierra, de 20 años y
que a la temporada siguiente será granadinista y en los 50 alcanzará la
internacionalidad. Por otra parte, el portero Casafont quedó cedido en el club
norteafricano por la presente temporada.
La jornada nueve significó un nuevo
desplazamiento, ahora a La Coruña, así que apenas vuelta la expedición
granadinista de tierras africanas ya estaba otra vez de viaje. El Coruña,
también recién descendido, conservaba gran parte de los futbolistas de su paso
por primera, entre ellos algunos internacionales, como los veteranos Cuqui
Bienzobas y Chacho, más Pedrito y el guardameta Acuña, a la sazón con 22 años,
que en toda su carrera nunca abandonó el equipo coruñés a pesar de ser bastante
cotizado. No corren buenos vientos por aquellas tierras ya que su equipo anda
más cerca de los puestos de descenso que de los de arriba, no obstante, en una
gran segunda vuelta conseguirá acabar segundo y ascender a primera de forma
automática.
Al Granada se le teme en Coruña. El
equipo de los sustos, lo llama la prensa gallega, porque salvo la primera
vez que por allí apareció, en plena liguilla de ascenso de la 40-41, cuando
ambos clubes subieron a división de honor por primera vez en su historia, las
demás visitas siempre habían supuesto un resultado positivo para los nuestros.
En Riazor, el mejor y
más moderno estadio de la categoría, el Granada aumentó a dos su cuenta de
positivos al arrancar un empate a uno. El gol rojiblanco lo consiguió Sosa de
cabeza a centro de Mas en prácticamente la primera jugada del partido, minuto
uno. Nuevo gol de Sosa, que volvió a ser alineado de ariete a falta de algún
futbolista para ese puesto, pese a que Saucedo insiste en que no sirve para
delantero y que lo suyo es la media y pare usted de contar.
La crónica de Hoja del Lunes de la
Coruña pone muy bien a nuestro equipo, del que dice que cuenta con una defensa
excepcional, destacando el gran partido de González, y añade que si no llega a
ser por Acuña los dos puntos habrían viajado hasta Granada. El empate llegó ya
en la segunda parte merced a un penalti cometido por Galvany al despejar con
las dos manos un balón que ya se colaba en su meta. Tras el partido de La
Coruña el Granada quedó sexto, a tres del ascenso directo.
Recorte de Ideal sobre el Granada-Mallorca
Adiós positivos con el Mallorca
El siguiente rival, el
Mallorca, ya en la jornada 10, era la primera vez que aparecía por Granada en
partido oficial (sí había venido para un amistoso). Para recibir a los baleares
volvió al equipo Marín, ausente desde su expulsión-lesión en el partido contra
el Santander de la jornada 5, que vino a sustituir al que era centro de todas
las críticas por su mal papel, el extremo catalán García, que ya hasta final de
temporada sólo jugará tres partidos de rojiblanco y después recibirá la baja.
También se recuperó a Sierra para la media, pasando Galvany al 10 en
sustitución de Safont, lesionado en La Coruña.
Con una buena entrada en
Los Cármenes, en los prolegómenos, González como capitán del Granada entregó un
banderín conmemorativo de la primera visita del Mallorca, pero cuando nos las
prometíamos muy felices tras los dos últimos resultados positivos a domicilio,
los visitantes fueron mucho mejores y se llevaron los dos puntos (1-2) dejando
a cero nuevamente la cuenta de positivos rojiblanca. El Granada jugó pésimamente
mal y no le funcionó ninguna de sus líneas, ni siquiera la pareja
Millán-González, dice Saucedo en Patria, y en seguida vuelve a su tema
favorito: que Sosa no es delantero centro ni lo será y debe volver
inmediatamente a la media, línea coja desde que se le alinea en vanguardia;
Sosa -dice- no tiene cintura, remata de cabeza sin picardía, etc, e insiste en
que para ese puesto hay otros en el equipo más capacitados. Pero lo cierto es
que Sosa jugando otra vez de 9 volvió a marcar y en esos momentos era junto a
Trompi el máximo goleador del equipo con cuatro. Sosa hizo el único gol
rojiblanco de gran punterazo a un balón suelto cuando ya ganaban de dos los
baleares, cuya meta la defendía un joven (21) Ramallets, que a la temporada
siguiente pasará al Barcelona y después será muchos años el portero de la
selección española. También venían con los de rojo dos ex granadinistas, uno de
ellos, el medio Castro, había jugado en el Recreativo de antes de la guerra, y
el otro estuvo por estos pagos la temporada anterior, el defensa Martín Pica,
casi inédito en Los Cármenes. El Granada quedó séptimo y ya a cinco puntos del
ascenso directo.
Vuelven los positivos en El Calvario
La derrota ante los mallorquines sentó muy mal
porque supuso situarse ya muy lejos (5 puntos) de los puestos de ascenso y lo
que es peor, acercarse a sólo dos de los de descenso. Así pues, se anuncian
grandes cambios en el equipo titular que en la jornada 11 debe comparecer en
Salamanca. Floro, Safont, Aparicio y Palacios, jugarán de inicio, y no viajan
Martí, Marín, Rey ni Melito, que estuvieron francamente mal en el último
partido. El último fichaje, el vasco medio centro Palacios, de 21 años, se
incorporará a la expedición en Madrid.
En Salamanca tampoco
había jugado nunca nuestro equipo en un partido oficial, pero sí había un
precedente de dos amistosos que el Granada había disputado en tierras castellano-leonesas,
y databa de la temporada 39-40. Para las fiestas locales, en abril de 1940, fue
contratado el todavía Recreativo para jugar dos amistosos en disputa de un
trofeo que donaba el ayuntamiento salmantino; en el primero hubo empate a dos
goles y el segundo, jugado dos días después, acabó con victoria local, 2-1, en
medio de una trifulca entre jugadores de los dos equipos.
En la liga 45-46 marchaba el
Salamanca, recién ascendido, sólo un punto por debajo del Granada, pero su
papel en su vuelta a la categoría de plata fue malo y acabó descendiendo como
vicecolista, sólo por encima del Ceuta. Acababa de desprenderse del portero que
fue el titular del Once Fantasma de mediados de los treinta, el pequeño
Tabales, que se había marchado al Español en una operación de permuta con el
delantero centro Duque. Así que ambos conjuntos coincidían en presentar en sus
filas un debutante en esta liga, Duque por el Salamanca y Palacios por el
Granada.
Sosa, delantero centro adaptado
En el campo salmantino
de El Calvario volvió el Granada al +2 al traerse una victoria 0-1, gol
de Trompi, el mejor de los veintidós, que podía haber sido mayor si el árbitro
Iturralde no hubiera anulado un gol al Granada. Las crónicas forasteras vuelven
a hablar muy bien del juego del Granada y en especial de su trío de atrás, con
un Floro inconmensurable en su vuelta a la titularidad y con el dúo
Millán-González dándolo todo. Del debutante Palacios unas crónicas dicen que es
un jugador de muchas facultades, eficaz en el juego defensivo y al que espera
un gran porvenir y otras sin embargo afirman que estuvo desaparecido y siempre
superado por los contrarios. Los dos puntos auparon al Granada al quinto
puesto, ahora a sólo tres del ascenso directo y a dos de la promoción.
Los expedicionarios a su
vuelta de Salamanca vinieron contando cosas como que no uno sino tres goles les
fueron anulados –mal- al Granada, uno de ellos a Sosa, que volvió a actuar de
9. De Palacios dicen que impone por su físico (1,85 de estatura, muy por encima
de la media de la época) y que estuvo muy bien a pesar de desconocer por
completo a sus compañeros, con los que ni siquiera había compartido una sesión
de entrenamiento; que destacó en labores defensivas, y que posee buen toque de
balón y buena pegada. También dicen que Trompi, el futbolista más popular fuera
de Granada de la plantilla, entusiasmó al público salmantino e hizo una faena
digna de Manolete, por entonces el número uno en el toreo, marcando el único
gol con un remate a placer desde cerca recogiendo un rechace y mirando al tendido, es decir, con la
cara vuelta y la vista en la grada.
Melito compra su baja
En vísperas del
trascendental Granada-Sabadell de la jornada 12, la penúltima de la primera
vuelta, la prensa da a conocer que Melito quiere comprar su baja tras la
incorporación del vasco Palacios, que lo ha relegado a la suplencia. Ofrece
5.000 pesetas, cifra que ha sido rechazada de plano por la directiva, dice la
nota de Patria. No sabemos la cantidad exacta (no la da la prensa) que bien
abonó o perdonó de lo que se le debía al medio centro canario, pero al día
siguiente dejó de pertenecer al Granada. Con la baja en el bolsillo fichó por
el Castellón, de primera, con el que terminará la temporada consiguiendo la
permanencia. Manuel Torres Rodríguez, Melito de nombre de batalla, dejaba así nuestro club en el que se alineó en un total
de 46 partidos a lo largo de tres temporadas, desde 1943. En sus presencias
como granadinista completó grandes actuaciones junto a otras en las que se le
acusó de desidia y de no querer darlo todo. En cualquier caso, es una
importante baja para la media rojiblanca.
Melito se va
El Sabadell se lleva un positivo en día del club
En vísperas del viaje a
Salamanca la directiva hace pública en la prensa una dramática nota haciendo un
llamamiento a la afición para que aumente la inscripción de socios y para que
acuda a los partidos, porque el club está en una situación económica agobiante
y dice que sin la incorporación de la actual directiva es muy posible que el
club hubiera desaparecido a principio de temporada. Continúa la nota diciendo
que nada más llegar la nueva directiva hubo de pagar (de su bolsillo) 125.000 pesetas
de las fichas de los futbolistas para evitar que éstos hubieran quedado en
libertad. Por otra parte, las cuotas de los socios (que no llegan a mil) no
alcanzan para cubrir las nóminas mensuales y los gastos generales, y con lo que
se saca por taquillas, una cantidad que es la mitad de lo que venía siendo
habitual en ejercicios anteriores, no hay ni para los gastos de las salidas,
hasta el punto de que el directivo que acompaña al equipo en cada viaje se paga
de su bolsillo el desplazamiento. Por todo ello anuncian que el próximo partido
en Los Cármenes, con la visita del líder Sabadell, será día del club y que
seguramente se van a ver obligados a establecer suplementos en más partidos.
Venía el Sabadell,
también un recién descendido, como líder desde hacía varias jornadas, a cinco
puntos del Granada. En esa misma posición acabarán los catalanes el campeonato
y ascenderán a primera en compañía del Coruña tras jugarse las 26 jornadas. Se
trataba de un equipo muy renovado, dando entrada a jugadores de la cantera,
como el medio-paisano Mario, nacido en Barcelona pero hijo de una familia
granadina, un extremo izquierdo que jugaría después en el Valladolid y el
Español.
El Granada ofreció una
extraordinaria primera parte en la que el siempre irregular Paco Mas dio uno de
sus mejores partidos desde su incorporación. Llegó a ponerse con ventaja ante
el mejor equipo que hasta el momento había visitado Los Cármenes y que
justificó su posición en la tabla, pero en la segunda parte no supo amarrar y
el Sabadell logró llevarse uno de los dos positivos con que contábamos. Empate
a dos goles fue el resultado final si bien el nuevo tropiezo casero no influyó
en la clasificación ni en los puntos de desventaja respecto del ascenso.
El árbitro Álvarez Santullano, el
mismo que no gustó nada en su anterior aparición por Los Cármenes en la jornada
5 con la visita del Santander, volvió a ofrecer una mala actuación en la que se
le acusa de seguir el juego desde muy lejos, desde el centro del campo, y no
ver dos clarísimos penaltis en el área sabadellense y una agresión a Sosa; y
también se le acusa por la prensa local,
tal como ocurriera con la visita de los cántabros (cuando Ameztoy lesionó a
Marín, que acabó expulsado), de permitir las excesivas violencias de unos y
otros. Saucedo en Patria le dedica al trencilla y sus perversidades más de
media crónica. La afición despidió al de negro con una gran pitada y fueron
arrojados algunos objetos, con lo que días después fue multado el Granada con
500 pesetas. Este mismo árbitro será protagonista a la temporada siguiente de
un gran escándalo (para los locales) en la visita del Granada a Atocha.
Las crónicas inciden en que al
Granada le faltan tres piezas clave: un delantero centro, puesto en el que
volvió a jugar Sosa; un extremo derecho ya que Marín a sus casi 40 no es el de
antes y no se confía en García; y, sobre todo, un medio centro, porque la
marcha de Melito ha dejado cojo ese puesto y del nuevo fichaje, Palacios, que
se presentaba en este partido ante la afición rojiblanca, dicen que puede que
en el futuro sea ese jugador que el Granada necesita, pero que por ahora está
muy verde.
Recorte de Ideal sobre el Granada-Sabadell
CALLEJEANDO
Más cines
A finales de 1945 la pertinaz sequía ya no lo era tanto. El otoño había
sido bastante lluvioso, pero tal circunstancia no se notaba demasiado todavía y
los cortes de suministro de electricidad seguían estando a la orden del día.
Por esa causa los locales de espectáculos a menudo se veían obligados a
suspender alguna de las funciones que tenían programadas. Pero a pesar de todo,
para la fría Navidad de 1945 dos nuevos locales vinieron a aumentar la oferta
cinematográfica en Granada.
El 15 de diciembre de 1945 tuvo lugar
la inauguración del Cine Granada, en la calle Cárcel Baja. Luis Gutiérrez Soto
fue el arquitecto autor del proyecto y la razón Sociedad Anónima de Espectáculos, la misma a la que ya pertenecía
el Coliseo Olympia, la propietaria de este
nuevo local cinematográfico de amplias y equilibradas proporciones (Patria)
y 750 localidades, dedicado en exclusiva al séptimo arte y que lleva el nombre
de la ciudad. Su sencilla decoración, no
exenta de boato, la firma el afamado diseñador de interiores Mariano
García, cuyo representante en Andalucía desde su local en Santa Paula 26, bajo,
no es otro que su paisano y ex rojiblanco Antonio Conde quien, una vez retirado
del balompié, se ha establecido por estos pagos y se dedica a sus muchos y
varios negocios.
La función de gala en que consistió
la inauguración, con presencia de autoridades políticas e invitados selectos, comenzó con el pase de documentales y del
correspondiente Nodo, y a continuación se proyectó la película “Edison, el
hombre”, protagonizada por Spencer Tracy y Rita Johnson, una producción de 1940
que es una secuela de la titulada “El joven Edison”, del mismo año, aunque ésta
protagonizada por Mickey Rooney. Según “Granada: el cine y su arquitectura”,
de Salvador Mateo Arias Romero, el nombre del nuevo cine iba a ser inicialmente
Generalife, pero al final se le puso el de Granada, vacante al no llegar
a buen fin un proyecto anterior de otro cinematógrafo que así se iba a llamar y
se levantaría en la calle Alhóndiga.
Una semana después del estreno del
Cine Granada, el 22 de diciembre de 1945, con una función de gala se inauguró
el realejeño Príncipe Cinema, situado en el Campo del Príncipe, cerca de la
iglesia de San Cecilio y frente al Hospital Militar. Cuenta con 400 butacas sencillas, higiénicas y cómodas (de palo,
aunque esto no lo dice la nota) a las que se ha dado un barniz que imita la
piel de cocodrilo, se lee en la reseña de su próxima inauguración. Es un local
de reducidas dimensiones proyectado por el arquitecto granadino Miguel Olmedo,
y cuenta con unas instalaciones realizadas cien por cien con mano de obra
granadina. Será, tras el Albayzín Cinema, el segundo cine de barrio que
funcione en Granada y, al igual que su competidor albaicinero, promete precios
populares en todos sus espectáculos. Al día siguiente de la inauguración
oficial hubo una nueva función de gala, ésta patrocinada por la Asociación de
la Prensa. En ambas se exhibió la película de estreno “Viento de siglos”, con
Ana Mariscal y Manuel Luna y dirigida por Enrique Gómez.
Interior del cine Granada
Así echó a andar el más popular de
los cines de barrio granadinos, inmediatamente rebautizado por el personal como
“Cine Canuto”, por ser su local largo y estrecho. Como las otras salas de la
ciudad, pasó por distintos periodos de mayor o menor auge proyectando los
filmes de cada momento, aunque siempre como cine de reestreno, pero algo más de
veinte años después, a partir de los primeros setenta, encontró su mayor apogeo
con la exhibición de lo que se llamó “cine de arte y ensayo”.
Bajo la denominación cine de arte y ensayo, un término hoy en
desuso, se englobaban aquellas producciones cinematográficas en principio
dirigidas a públicos minoritarios y caracterizadas por ser innovadoras o porque
lo que había primado en su realización era una acabada elaboración artística
frente al cine más comercial que daban las demás salas.
Una de estas películas destinadas a
públicos entendidos y muy amantes del séptimo arte fue Cuerno de cabra, una producción búlgara de 1972, film de culto para
cinéfilos. Se estrenó en el Príncipe a mediados de enero de 1975 y estuvo un
mes en cartel a sala llena diariamente. Incluso se comentó que venía ex profeso
gente de pueblos de toda la provincia para verla. Teniendo en cuenta que la
susodicha era una película en blanco y negro y casi muda puesto que apenas
tenía diálogos ni banda sonora, y que sus protagonistas y director eran unos
perfectos desconocidos por estos predios, cabe preguntarse si es que muchos
paisanos se habían convertido en exquisitos cinéfilos gracias precisamente a su
ya dilatado rodaje de varios años como degustadores de cine de arte y ensayo.
Pero nada de eso. La razón verdadera de tanta expectación y de las largas colas
en el Campo del Príncipe para asistir a la proyección de un ladrillo de tan
considerable espesura como es la película Cuerno
de cabra era que en una de sus escenas, de una violación, se veía
fugazmente un pecho femenino. Aunque en versión penibética y sin divisas, fue
algo parecido a lo que ocurría también por aquel entonces en Perpignan, centro
de peregrinaje cada fin de semana de carpetovetónicos con fiambrera y tortilla
en autobús chárter para ver El último
tango en París y otras cintas prohibidas en la Piel de Toro.
Y es que claramente eran ya otros
tiempos éstos del último tardofranquismo, antes del despelote generalizado que vino poco
después y que caracteriza el cine de los primeros años de la Transición. A las
alturas de los setenta eran ya mucho más grandes los agujeros de la tela del
cedazo por el que la sacrosanta censura ahechaba el trigo peliculero,
decidiendo qué historias y qué escenas podían ser alimenticias para el pueblo
de alpargata y cuáles perjudiciales y por tanto había que recatarlas de su
mirada libidinosa o crítica. Seguía existiendo la censura gubernamental para todo
tipo de espectáculos y publicaciones, pero ya lucía una manga mucho más ancha.
Y no sólo en lo sicalíptico, también en lo político. Así, bajo la etiqueta de
cine de arte y ensayo, un cajón de sastre cuyo concepto nunca acabó de estar
claro, en el cine Canuto lo mismo
pasaban una de Bergman o de Antonioni, que “estrenaban”, con más de treinta
años de retraso, Ser o no ser, de
Ernst Lubitsch.
El cine Príncipe sirvió en aquellos
primeros años setenta a no pocos granadinos para ponerse al día de una cinematografía
que hasta hacía poco había estado prohibida, y en su estrecho local pudieron
por fin verse muchas películas señeras en la historia del cine que hacía largos
años que habían desaparecido de los circuitos comerciales de exhibición en
países de nuestro entorno; por citar algunas así a vuelapluma: Y Dios creó a la mujer (de Vadim y
Brigitte Bardot), Arroz amargo (con
la exuberante Silvana Mangano), Castillos
en la arena (de Vicente Minnelli, con Elizabeth Taylor y Richard Burton), Marat / Sade (de Peter Brook) y casi toda la filmografía proscrita de
Buñuel.
Fachada del cine Príncipe
Muerte de El Loquillo
En los primeros días de
enero de 1946 la Guardia Civil detiene y también se cobra la vida de varios
bandoleros, informa la prensa local, entre ellos otro guerrillero con cierta
nombradía, Vicente Guardia Jiménez, de alias “El Loquillo”, fugado del
manicomio de esta ciudad en días pasados, dice la nota, y abatido en un tiroteo
por la fuerza pública en las cercanías de Trasmulas.
Entre la abundante
literatura sobre la guerrilla antifranquista disponible en la Red podemos
encontrar pasajes dedicados a este tal Loquillo de mote, del que varios
autores dicen que perteneció a la banda de los Quero. No obstante, tampoco
faltan los que afirman que el tal Loquillo nunca tuvo algo que ver con
los Quero, aunque sí que intentó integrarse en su partida. Según esta segunda
tesis, este Vicente Guardia era un delincuente común que a principios de 1945
se encontraba en prisión cumpliendo una larga condena y al que las autoridades
le ofrecieron ponerlo en libertad a cambio de que se infiltrara en la partida
de los Quero para informar sobre sus movimientos a ver si así podían echarles el
guante, pero los Quero desconfiaban de él y le negaron la integración
pretendida cada vez que lo intentó. Finalmente, sostienen los defensores de
esta segunda tesis, el Loquillo habría sido víctima de una encerrona de la
propia Guardia Civil, la cual, en vista de que su estrategia de intento de
introducción de un topo no funcionaba, decidieron eliminarlo haciéndolo acudir
a un lugar apartado donde cayó acribillado por disparos de la Benemérita el 7
de enero de 1946.
Ferrocarril a Motril
Ideal
de 5 de febrero de 1946 publica en titulares en primera página que el proyecto
de ferrocarril a Motril va a ser sometido a estudio por el ministerio de Obras
Públicas. El incansable gobernador civil José María Fontana, a la vuelta de uno
de sus muy frecuentes viajes a Madrid, se ha traído bajo el brazo -como es su
costumbre- distintas medidas y asignaciones presupuestarias para seguir con su
labor de mejora social para la provincia. Y además, en este último viaje a la
capital ha estado tratando con el ministro de Obras públicas y el director
general de Ferrocarriles del Estado algo que hace reverdecer la esperanza de
que se vaya a cumplir ¡por fin! una ya casi centenaria reivindicación
granadina, la de su conexión ferroviaria con la costa. El camarada Fontana ha dado a conocer en Madrid el proyecto elaborado
por su gabinete y en el que lleva dos años trabajando, informa Ideal.
Casi desde el mismo momento de la llegada
del primer tren a nuestra tierra se reivindicó desde Granada la conveniencia de
estar conectada por el norte con Jaén, como mejor salida hacia Madrid y el
resto del mundo, y por el sur con la costa y el tráfico marítimo, algo que se
entendía fundamental para el desarrollo económico de toda la provincia. En 1865
empezó la construcción de la primera línea ferroviaria que llegaría a Granada y
que no sería otra cosa que un ramal que desde Bobadilla, cerca de Antequera,
enlazaría con la línea principal de Málaga a Córdoba, pero no fue sino hasta
1874 cuando pudo verse un tren entrando en la estación de Andaluces por primera
vez, mucho tiempo después que otras ciudades equiparables a la nuestra. Esa fue
la única conexión ferroviaria de Granada hasta treinta años después, en 1904,
cuando entró en servicio la línea de Granada a Moreda.
El tranvía cruzando el valle del
río Dúrcal
Hubo
en el último tercio del siglo XIX un primer proyecto de línea de vía estrecha
de Granada a Calahonda, por entonces el primer fondeadero por ser la zona de
mayor calado y admitir grandes buques, y por no estar todavía ni siquiera
proyectado el puerto de Motril, que finalmente se empezó a construir en 1908 en
otro lugar, en el Varadero. Pero este tren a Calahonda no pasó de proyecto. La
enorme inversión necesaria para unos terrenos tan quebrados y con tan gran
desnivel como son los que separan Granada de su costa y las escasas
expectativas de rentabilidad a corto plazo, unidos a la falta de apoyo de los
caudales públicos acabaron por desanimar a los pocos particulares que por
entonces lo vieron viable. Decían los poderes estatales de la época que el
desarrollo que se produjera en la zona no justificaría el importante desembolso
necesario para la construcción del ferrocarril y del puerto. O sea, la
pescadilla, el círculo vicioso: no hay desarrollo y no es rentable, luego no
invierto, y porque no invierto nunca habrá posibilidades reales de desarrollo y
rentabilidad. El kilómetro de vía ferroviaria en Granada era y es desde luego
mucho más caro que en otras regiones menos accidentadas, pero cabe preguntarse
si en realidad sería mucho más costoso de lo que de hecho lo fue en una capital
vecina que desde el litoral también tuvo que salvar la muy complicada orografía
penibética y sus grandes desniveles, y cuya principal línea ferroviaria está en
servicio desde hace más de 150 años.
Pasados
los años, a la vez que el puerto de Motril iba convirtiéndose en una realidad
surgieron nuevos proyectos para llevar hasta allí el tren. En 1912 hubo un
intento serio de construir un ferrocarril minero desde la Alpujarra que
posteriormente sería prolongado hasta la capital, y hasta llegaron a iniciarse
los trabajos de explanación, pero sucesivas avenidas del río Guadalfeo
arruinaron lo hecho y... hasta otra.
Esa
otra se presentó en la década de los veinte, cuando TEGSA (Tranvías Eléctricos
de Granada SA), que ya había interconectado toda la Vega y la capital con sus
tranvías, en su política de expansión quiso llegar también a la costa y se puso
manos a la obra, pero tras mil gestiones y trabajos no pasó de Dúrcal, y lo que
iba a ser un ferrocarril hasta Motril con todas las de la ley acabó en 1927
convertido en un funicular o cable aéreo movido por electricidad, sólo para
mercancías, que desde el puerto de Motril enlazaba con el pueblo de Dúrcal,
estación términi del tranvía. Aquel
transporte por cable que construyó y explotó TEGSA, que remontaba desde el
puerto de Motril hasta el valle de Lecrín trayendo graneles y fletes de todo
tipo y que también contaba con un ramal que desde Rules llegaba hasta las minas
de plomo de Los Tablones de Órgiva, estaba más tiempo parado por avería que
funcionando, y además no tardaba mucho menos en completar su recorrido de lo
que lo haría una reata de pollinos, así que siempre fue ruinoso y en los
primeros cincuenta pasó a mejor vida aunque todavía se conserva alguna de las
torres que servían de sustentación al cable de acero de 40 kilómetros de
longitud que en bucle salvaba las barranqueras con sus vagonetas sin techo
protector de las inclemencias del tiempo en su camino de ida y vuelta para
traer y llevar lo que entraba o debía salir por la dársena motrileña. De por
aquellos años es la siguiente quintilla de una caroca: «Un ingeniero civil / me dijo: "Según mi
cuenta, / allá por el mes de abril / del año tres mil cuarenta / irá el tranvía
a Motril".»
Dos aspectos del cable aéreo
Motril-Dúrcal
Cuando más pareció reavivarse la
reivindicación granadina de un ferrocarril que la conecte con Jaén y también
con la costa fue el 6 de febrero de 1927, en la capital vecina, donde tuvo
lugar una asamblea pro ferrocarril Jaén-Granada a la que asistieron todas las
fuerzas vivas de las dos provincias y también de la de Córdoba. La delegación
de Granada la integraron unos cincuenta próceres, incluidos medios de
comunicación, y no faltaron alcalde (Antonio Díez de Rivera y Muro, marqués de
Casablanca) y presidente de la Diputación (Mariano Fernández Sánchez-Puerta), y
junto a éstos, empresarios y representantes de la industria, el comercio y la
política penibética, entre ellos el que en la temporada 45-46 fue por un mes
presidente del Granada, el marqués de las Torres de Orán, por entonces diputado
provincial. Dos posibles trazados se barajaban: por Pegalajar, Cambil, Campillo
de Arenas y Noalejo, o sea por donde transcurre la carretera nacional, más
corto, o bien por Los Villares, Valdepeñas, Castillo de Locubín y Alcalá la
Real, llegando a Granada por Puerto-Lope, Pinos-Puente y Atarfe, más largo pero
preferido por la asamblea por atravesar terrenos menos fragorosos y cubrir una
mayor zona de influencia que se extendería también a la provincia de Córdoba.
Eran tiempos, los de la segunda mitad de la década de los felices 20, en los que en la España del Directorio Civil de la
Dictadura de Primo de Rivera se empezaban a acometer grandes obras públicas de
infraestructura que modernizaran el país y mitigaran el paro obrero. Entre esas
obras estaba prevista la construcción de nuevas líneas de ferrocarril, pero la
de Jaén a Granada, que habría de prolongarse hasta el puerto de Motril para dar
así salida marítima a las mercancías jienenses, nunca consiguió ser incluida
dentro de las catalogadas como urgentes, que regulaba un decreto de 1926.
El ponente granadino en aquella asamblea de
Jaén, Fermín Camacho, a la sazón secretario de la Cámara de Comercio, presentó
una propuesta por la cual la Asamblea debía dirigirse al Gobierno para que el
ferrocarril Jaén-Granada, clasificado como de interés nacional por el Consejo
Superior de Ferrocarriles, fuera incluido entre los ya declarados como
urgentes. La propuesta de Camacho fue aprobada por unanimidad y se remitió la
correspondiente instancia a Madrid, firmada por todos los presentes. Pero el
resultado obtenido por aquella asamblea reivindicativa interprovincial ya lo
sabemos: Fuéronse y no hubo nada. Y
eso que en aquellos años todavía no se había producido la crisis del sector
remolachero y en Granada se vivía una cierta prosperidad que después no ha
tenido parangón.
Ahora mismo, como en 1927, si un granadino
quiere llegar en tren desde Granada a la capital del Santo Reino, ha de viajar
hasta Linares-Baeza (dos horas largas) y allí coger otro tren que por fin lo
deposite en Jaén, total, un rodeo de más de cien kilómetros, con un trasbordo y
varias horas de traqueteo y espera para llegar a un sitio donde por carretera
se tarda una hora escasa. Pero no mejora mucho la cosa si lo que quiere es
llegar a la costa granadina partiendo desde la estación de Andaluces; para
ello, posiblemente tendrá que esperar otros cien años.
Gracias a las gestiones y el trabajo del
gobernador Fontana a que nos hemos referido más arriba, en 1948 es cuando más
cerca que nunca estuvo el tan anhelado ferrocarril de convertirse en realidad.
En ese año ingenieros del ministerio de Obras Públicas visitaron la zona y
elaboraron un proyecto que llegó a contar con todas las bendiciones legales. Pero
para 1948 Fontana ya no tendrá responsabilidad alguna en la provincia al haber
sido sustituido en el gobierno civil de Granada por Fernández-Victorio, que será
quien se cuelgue unas medallas que no le corresponden. En 1948 todo el
penibetismo dio por conseguido el tren a Motril y los periódicos granadinos
celebraron a bombo y platillo tan importante logro para la provincia y
aseguraron que en cuestión de meses se podría viajar a la costa en tren. Pero,
ya lo sabemos, ni por esas.
Y eso es todo. Después, las veces que se ha
llegado a hablar nuevamente del tren motrileño, que han sido numerosísimas, ha
sonado siempre a que ni los propios que trataban la cuestión acababan de
creérselo. Dicen que el granadino es fatalista y muy apático ante cualquier
tipo de movimiento reivindicativo. Tendremos que admitirlo porque esto del
ferrocarril a la costa debía de ser, no de ahora sino de siempre, un asunto prioritario
entre las demandas de progreso de la provincia, pero miren el tiempo que ha
pasado y nada de nada. Y nadie levanta la voz.
No hace casi nada de tiempo, los granadinos
hemos padecido un aislamiento ferroviario total durante cuatro años. En el
momento en que el corte se produjo (2015) nos dijeron que no podíamos quejarnos
demasiado los granadinos porque dentro de poco, en unos meses, llegaría el AVE,
y por esa misma razón también dejaron sin servicio la línea a Moreda, lo cual
ya raya en el surrealismo. Cuando después de cuatro larguísimos años por fin
llegó a Graná, el ave prometido se quedó en guacharrillo de una única vía que
no corre tanto como el de verdad que sí disfrutan otras ciudades españolas y,
lo mismo que en el siglo XIX, ese tren ¡paradoja de paradojas!, para viajar al
norte sale de Granada sin embargo con dirección a Antequera, esto es, rumbo sur
(oeste), y encima tiene que ponerse al paso de los humanos y las bestias cuando
transita por Loja. Igualito igualito que en 1874, año en que Granada quedó por
fin incorporada a la red de ferrocarriles españoles. Y es que, hablando de
cosas vetustas, si algo puede caracterizar a esta provincia en lo que se
refiere precisamente a su alejamiento de la modernidad, es el ferrocarril. Y
esto viene siendo así desde la invención misma de los caminos de hierro.
Granada, pobre de recursos, con una geografía física de lo más abrupto, situada
en un rincón de la Península y sin ser camino de paso hacia urbes de mayor
importancia económica, siempre se ha visto postergada en cuestión de
comunicaciones.
El puerto de Motril es el único de los
considerados de interés general de toda España que no está conectado por
ferrocarril en pleno siglo XXI, no ya con la capital que más cerca tiene,
tampoco lo ha estado nunca ni a derecha (Almería) ni a izquierda (Málaga). Con
ser esto malo, lo peor es que no se ven en el horizonte posibles soluciones.
Para más inri, dentro de poco -dicen- va a ser una realidad el llamado
“Corredor Mediterráneo”, un plan de modernización del ferrocarril nacional que
va a unir Portbou con Algeciras mediante doble vía y alta velocidad, conectando
todo el litoral mediterráneo español con el resto de Europa. Pues bien, según
se puede ver en los distintos mapas de la cosa ya hechos públicos, este
corredor se va a saltar toda la costa granadina: desde Almería girará dirección
Granada capital y de aquí a Málaga, es decir, nuevamente vuelve a ser
ninguneada la provincia granadina y otra vez se cercenan sus posibilidades de
desarrollo en igualdad de condiciones con otras, pero esto ocurre no en el
siglo XIX sino en el XXI. En los informes publicados se dice que continuar
desde Almería hasta Málaga por la orilla del mar requeriría una obra muy
compleja por ser una zona muy montañosa, lo que conllevaría unos costes
desorbitados. Ya tenemos otra vez la pescadilla: hay que invertir demasiado
para la rentabilidad que se espera porque es una zona pobre en comparación con
otras, pero si no se invierte desde luego que nunca habrá rentabilidad y la
zona no saldrá de su pobreza. ¿Verán los motrileños alguna vez un tren de
cerca? Se nos ocurre que con unos pocos políticos, no importa su color,
defendiendo nuestra provincia ante las altas instancias carpetovetónicas como
lo hacía aquel gobernador civil de camisa muy azul que se llamaba Fontana,
quizás otro gallo nos hubiera cantado.
Ya lo dijo Federico García Lorca en 1926 en
su famosa conferencia en los salones del Ateneo granadino titulada Paraíso
cerrado para muchos: frente a otras ciudades cercanas que cuentan con un
camino natural para abrirse al mundo, Granada, rodeada de sierras y
definitivamente anclada a la tierra, sólo tiene salida por las estrellas. Lorca
lo decía en un sentido poético, pero casi un siglo después la frase puede
perfectamente describir la prosaica -por negra- situación actual de los trenes
penibéticos.
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