EL ONCE FANTASMA

Pedro Escartín bautizó al Granada CF (el Recreativo Granada) con el apodo de "Once Fantasma" cuando este club era un recién llegado a la competición pero ya andaba codeándose con equipos de solera y aspiraba a lo máximo.
En este libro se narran las vicisitudes por las que atravesó el Recreativo en sus cinco primeros años de existencia y también se recogen los sucedidos ciudadanos más impactantes de aquella época revuelta que fue la de la II República.
En la foto de cabecera se ve al Recreativo que se enfrentó al Gimnástico de Valencia en el campo madrileño de El Parral, 21 de febrero de 1934. De pie: Sosa, Tomé, Calderón, Luque, Itarte, Carrera, Victorio y Tabales; agachados: Gomar, Morales y Herranz.
Para adquirir un ejemplar firmado y dedicado por el autor (20 €), dirigirse a
jlramostorres@gmail.com


Historia del Granada CF



lunes, 31 de mayo de 2021

REESTRENO EN SEGUNDA DIVISIÓN


Goleada para empezar

Empezó la liga 45-46 de segunda a últimos de septiembre. El primer partido trajo a Los Cármenes a la R. Sociedad y su hora de comienzo, para que diera tiempo a ir a ver la procesión de la Virgen de las Angustias, fue las 4,30 de la tarde del domingo 23 de septiembre de 1945. Hay que aclarar que hasta 1947 no se acordó que la procesión de la Patrona fuera el último domingo de septiembre, por entonces el día señalado era el cuarto domingo del mes; en 1945 hubo cinco domingos en septiembre. Bajo un solazo y un calor asfixiante comparecieron los rojiblancos sobre un Los Cármenes prácticamente pelado de césped por culpa de la pertinaz sequía y las restricciones de líquido elemento, y luciendo en sus camisetas unos enormes escudos. Para volver a verlos de tal guisa habrá que dar un salto en el tiempo de 23 años, en 1967, cuando Candi desde la presidencia rompa con la no tradición de que las camisetas rojiblancas luzcan el emblema del club.

Por primera vez desde 1939 un partido del Granada no tenía como prólogo el cántico por todos los presentes, incluidos futbolistas y árbitros, brazo en alto y en posición de firmes, de los himnos patrióticos de rigor (Oriamendi, Cara al Sol y Marcha Real). Un decreto de 11 de septiembre de 1945 derogó otro de 1937 que había establecido la obligatoriedad del saludo a la romana. Dicho decreto dice en su preámbulo que, frente al saludo con el puño cerrado propio de los marxistas que amenazaban destruir la patria, a partir del 18 de julio de 1936 había surgido entre el pueblo “de forma espontánea” este saludo brazo en alto y con la palma abierta, de rancio abolengo ibérico pues ya en los albores de nuestra historia constituyó símbolo de paz y de amistad, «Mas circunstancias derivadas de la gran contienda han hecho que lo que es signo de amistad y de cordialidad venga siendo interpretado torcidamente, asignándole un carácter y un valor completamente distinto de los que representa.», así que a partir de ahora no será obligatorio saludar brazo en alto.

            Para el estreno de la temporada casi se puede hablar de un once de circunstancias ya que el Granada seguía sin delantero centro porque, aunque Nicola el mismo día anterior al partido había dejado de ser rebelde, su larga inactividad de tres meses pesó en Cholín para no alinearlo. A la ausencia de Nicola se sumaba la de otro titular, Galvany, sancionado con dos partidos por su expulsión en el partido de promoción ante el Celta en el Metropolitano con el que finalizó la temporada anterior y que consumó el descenso de categoría. Jugaron: Martí; Millán, González; Rey, Melito, Sierra; Marín Trompi, Sosa, Safont y Mas. Como se ve, todos los que actuaron eran de la temporada anterior porque a estas alturas el Granada no había podido cerrar ni un sólo fichaje. Para ocupar el puesto de 9 el elegido fue Sosa, que ya había actuado en esa posición en ocasiones anteriores, del que dice Saucedo en Patria que «es tan delantero centro como nosotros turcos», y que su puesto está en la media por mucho que algunos se empeñen en que juegue en otra posición. Pero lo cierto es que Sosa consiguió el primero de los cuatro goles rojiblancos y además lo hizo al más puro estilo cazagoles, atento a un rechace para cabecear desde cerca en lucha con un oponente.

Venció el Granada 4-1, todos los goles en la segunda parte, pero los plumillas locales coinciden en que no les gustó el equipo, que sólo jugó bien a ráfagas y los últimos quince minutos, periodo en el que consiguió dos tantos, aunque reconocen que no faltó entusiasmo a los rojiblancos. Para Fernández de Burgos en Ideal, a quien preocupa la corta plantilla con la que se cuenta, es evidente que todos los rojiblancos actuaron por debajo de sus posibilidades debido a que estamos a principios de temporada.


                                Marín, autor de un gol a la R. Sociedad


Derrota en el estreno de El Arcángel

            La segunda jornada era en Córdoba y antes de viajar surgió la duda de si lo haría González en razón a la anécdota que se lee en Patria según la cual el defensa, que «las goza planteando “discos” a cada instante, inventando pegas y pretextos...» (Saucedo), fingió haberse lastimado un tobillo al bajarse de un tranvía en marcha, pero todo era un cuento, una trola urdida para evitarse tener que viajar en los incómodos trenes de la época y poder hacerlo en automóvil. Al conocerse lo falso de la excusa Cholín estaba dispuesto a dejarlo en tierra, pero González humildemente pidió perdón y al final marchó en tren junto a sus compañeros. 

            El partido, jugado el domingo 30 de septiembre de 1945, acabó con el resultado de 2-0 a favor de los locales, y debe tener gran importancia histórica a la vera del Guadalquivir porque fue el primero de carácter oficial que se disputó en el estadio de El Arcángel (el viejo, lógicamente), todavía sin terminar, que había sido inaugurado hacía menos de un mes. Hubo lleno hasta la bandera, 15.000 espectadores, la mejor entrada registrada en la ciudad de Córdoba desde que allí se practica el balompié, dicen las crónicas del evento, todas de periodistas locales ya que ningún plumilla granadino viajó. Con arbitraje de Escartín, hubo más emoción que buen juego, y ganó el recién ascendido Córdoba porque puso más ganas en la pelea que su oponente. Este equipo era el Real Club Deportivo Córdoba, desaparecido en 1954, heredero del disuelto Rácing y antecesor del Córdoba CF actual. Lo dirigía desde el banquillo el ex granadinista Bonet.

             Reapareció Nicola en el eje de la delantera, pero no dio una a derechas y apenas tocó balón según  las crónicas, que inciden en que está muy desmejorado, falto de peso debido a una enfermedad gástrica sufrida en el verano.

El Granada jugó muy mal, contaron a su vuelta hinchas desplazados, y volvió a evidenciar falta de fondo físico y de entrenamiento. Los mejores rojiblancos fueron Millán y, sobre todo, González, a pesar de que se lesionó poco antes del descanso en un choque con un contrario que le obligó a retirarse para volver en la segunda mitad luciendo vendaje-turbante.




Victoria ante el Zaragoza y derrota en El Inferniño

A Córdoba no viajó ningún gacetillero local pero testigos presenciales volvieron contando que el Granada fue un auténtico desastre y que algunos futbolistas se escondieron y no se les vio en todo el partido, cosas que hicieron que durante la semana previa al siguiente compromiso liguero, jornada 3 con la visita del Zaragoza, el ambiente futbolero que se desprende de las secciones de deportes de Ideal y de Patria estuviera muy en contra de los rojiblancos, cargándose las tintas en la falta de entrega de estos «que se dicen a sí mismos futbolistas como se podrían denominar remeros del Volga…», dice Saucedo Aranda en Patria. Hubo cambios en la alineación y el partido acabó 3-1 a favor de los rojiblancos, aunque a los periodistas locales no les gustó su juego.

La jornada cuarta llevaba al Granada a una plaza hasta ese momento inédita para el equipo rojiblanco, El Ferrol (por entonces del Caudillo), donde nunca había jugado nuestro equipo ni siquiera un amistoso. Un desplazamiento hasta esta localidad en la otra esquina de la Península, con las infraestructuras ferroviarias de mediados de los cuarenta, era toda una odisea de más de 24 horas, de este modo, como era costumbre en este tipo de desplazamientos, el jueves anterior al partido salió la expedición granadinista camino de la llamada ciudad departamental, teniendo prevista su llegada el sábado por la mañana.  

En el Inferniño, con su terreno levemente en cuesta, era día del club y se llenó a reventar, obteniendo el club Ferrol la mejor recaudación de su historia hasta ese momento. En medio de un gran ambiente futbolero, se vieron numerosas peñas con banderitas verdes y pancartas que animaron con los clásicos alaví, alavá, ra-ra-ra, como destaca la crónica de Hoja del Lunes de La Coruña, que también hace hincapié en la excesiva dureza de los rojiblancos y la permisividad del árbitro Álvarez Antón, factor al que obedece que no se viera un buen partido. Perdió el Granada, con varios cambios en su alineación, por un único gol marcado al cuarto de hora. Las crónicas del partido son todas gallegas, por entonces raramente algún periodista local acompañaba a nuestro equipo, ni aun en los desplazamientos cortos, y según esas mismas crónicas, el Granada mostró clase de equipo de primera, pero el Ferrol le puso mucho más entusiasmo.  

A la vuelta de los expedicionarios, el delegado del equipo, Francisco Carmona Ros, contó que jamás vio una afición tan desenfrenada como la de El Ferrol, tanto durante el partido como al final, con apedreamiento del autobús rojiblanco y con agresión a Nicola, que había pertenecido dos temporadas al club gallego antes de recalar en el Granada, teniendo que hacer el trayecto hasta el hotel protegidos por la fuerza pública. Y aparte de eso, también dice el recreativista de los 30 Paquito Carmona que el Granada dominó gran parte de los noventa minutos y que todos se entregaron y no merecieron la derrota.  

 

Portilla

El primer fichaje del Granada 45-46 se produce cuando ya se han disputado las tres primeras jornadas del campeonato. Se trata del delantero centro cántabro Portilla, de 24 años, que las dos temporadas anteriores había jugado –poco- en el Murcia, la última en primera, y venía con la carta de libertad y con vitola de gran cabeceador y anotador al haber conseguido ocho goles en sólo seis partidos más una cifra similar en copa. Ha firmado por dos temporadas y cobrará 45.000 pesetas por ambas, siendo así uno de los mejor pagados de la plantilla. En entrevista para Patria dice el propio Portilla que lo querían At. Aviación, Madrid, Hércules y Español, todos de primera, pero que él ha preferido venirse al Granada porque aquí será más fácil triunfar, y añade que ha forzado su salida de Murcia, donde andaba peleado con directiva y entrenador.


                                                           Portilla

Debutó en la jornada quinta frente al Santander y consiguió el segundo de los goles con los que el Granada se anotó los dos puntos, siéndole anulado otro. Pareció en esa su primera actuación un acertadísimo fichaje por su gran poder cabeceador. Volvió a marcar a la jornada siguiente, sexta, con empate a tres en el campo del Tarragona. Dos goles en dos partidos confirmaban la idea inicial de que se había acertado con su fichaje. Pero en su tercer partido como granadinista, en casa frente al Betis, estuvo francamente mal, nefasta actuación que el propio Portilla justificó diciendo que se había lesionado del menisco externo de la rodilla izquierda, y que esa lesión se la había producido en ese partido frente al Betis, pero la prensa local acogió esta justificación con reservas, dando a entender que se le había fichado estando ya lesionado.

Una lesión como la de Portilla era en aquellos años mucho más grave de lo que lo es en la actualidad e incluso podía significar el final de una carrera deportiva. Y eso fue precisamente lo que ocurrió con este Portilla, al que ya sólo se le verá de rojiblanco en dos partidos más de esta temporada, después de largos meses de operaciones y convalecencia, y a su término abandonará el fútbol profesional.

 

Victoria casera ante el Santander

Y de Racing a Racing, o de Ferrol a Santander, aunque ninguno de esos dos clubes podía usar sus antiguas denominaciones en aquellos años imperiales en que los términos extranjeros estaban prohibidos. El ahora llamado Real Santander visitaba Los Cármenes por primera vez, pero ya había estado por estos predios en el Corpus de 1934, cuando vino a jugar aquella Copa Granada que cada año, hasta 1944, se disputaba en las fiestas mayores y que solía patrocinar el Ayuntamiento. En aquel ya lejano junio de 1934 el Rácing de Santander acababa de quedar tercero en primera y estaba en su mejor época histórica. Aquí jugó dos partidos, primero contra el Sevilla, recién ascendido a primera (perdió 2-1), y al día siguiente nueva derrota, ésta de fuerte paliza (nada menos que 7-1) a pies del Recreativo, el Once Fantasma (que diría Escartín), por entonces en tercera y que acababa de disputar sin suerte fase de ascenso a segunda siendo eliminado por el Gimnástico de Valencia, pero que cinco meses después debutaría en la categoría de plata. Aquel triangular se jugó en el vallado de madera situado detrás de la prisión provincial y que conocemos como campo de la Tablas, terreno de tierra situado justo al lado de Los Cármenes (que en esa fecha estaba empezando a construirse), separado de éste sólo por la calle Concepción Arenal.

El Santander fue uno de los diez clubes españoles que empezaron militando en máxima categoría al echar a andar el Campeonato Nacional de Liga, en 1929, y sus años dorados fueron los de la II República. En 1940 descendió a segunda y en 1943 cayó a tercera, recuperando la categoría en una sola temporada. En 1945 estaba integrado por un plantel bastante joven de jugadores que empezaban en esto del fútbol, como el portero Calleja, que después pasó al R. Madrid, o como los futuros granadinistas Miguel Muñoz, el medio Felipe (fue rojiblanco en la 55-56) y el defensa vasco Suárez (éste no jugó en Los Cármenes), que militó en nuestro equipo de 1956 a 1958.

Ganó el Granada 2-0 pero las crónicas locales nuevamente inciden en que el juego del Granada no gusta por excesivamente lento, por el contrario, sí les gustó bastante a los plumillas de la casa el juego rápido y puramente norteño del Santander, dominador de toda la primera mitad. Se pudo ganar porque en la segunda parte pusieron bastante más entusiasmo los rojiblancos y así llegaron los goles, el primero de Safont y el segundo de gran cabezazo del debutante Portilla, que causó una buena impresión. Las mismas crónicas cargan las tintas en contra del árbitro Álvarez Santullano, quien anuló sin que se sepa por qué un gol al debutante Portilla. El referí, también debutante en Granada, fue excesivamente contemporizador con el juego marrullero de unos y otros.

Marín fue expulsado por revolverse desde el suelo contra el montañés Ameztoy, también expulsado, después de que éste lo derribara con una entrada criminal. El extremo granadinista tuvo que retirarse ayudado por sus compañeros porque la embestida del defensa contrario le dejó muy maltrecha su rodilla derecha y encima le cayeron dos partidos de sanción, aunque la lesión no fue tan grave como en principio pareció. El tal Ameztoy, además de ser sancionado por la Federación, también fue castigado por su propio club, que lo mantuvo apartado del equipo hasta la completa recuperación de Marín. Tras jugarse las cinco primeras jornadas, el Granada quedó clasificado en quinta posición, pero a sólo dos puntos del primero.

 

Primer positivo en Tarragona

En la jornada sexta tocaba visitar Tarragona, plaza en la que sólo había comparecido nuestro equipo en una ocasión, justo el año anterior en una mini gira catalana de pretemporada que le llevó a disputar un amistoso en el que se impusieron los rojiblancos 0-2. El equipo local era un recién ascendido y debutante en la categoría (aunque estuvo toda la liga arriba y acabó tercero, jugando promoción de ascenso sin resultado), y sucedió que su terreno de juego en principio no fue homologado por la Federación, así que sus dos primeros partidos como local tuvo que disputarlos en Les Corts de Barcelona, pero para recibir al Granada ya se habían solucionado las deficiencias iniciales, así que el partido Gimnástico de Tarragona-Granada debe ser considerado como histórico para la afición tarraconense porque además de ser el primero oficial entre ambos contendientes también fue el primero de segunda división disputado en ese terreno, el antiguo campo de la Avinguda Catalunya.

El campo tarraconense se llenó por completo ya que aparte de ser el primer partido de segunda que veían los hinchas locales, el Granada, como equipo que recientemente había militado en máxima categoría, tenía bastante tirón. El Tarragona entregó a Millán un banderín por ser la primera vez que el Granada jugaba allí un partido oficial y Millán como capitán correspondió con un ramo de flores. Fue un gran partido del Granada que, apoyándose en la gran firmeza de su defensa Millán-González y la buena actuación de Martí en la puerta, y de la línea media que formaron Sosa, Rey y Galvany, dominó y tuvo en sus manos anotarse los dos puntos, llegando a disponer de un 1-3 a favor cuando apenas faltaban diez minutos por jugarse, pero en tiempo de descuento vio como los catalanes empataban. El resultado final fue de 3-3 y dejó mal sabor de boca ya que la victoria estuvo en el bolsillo rojiblanco para escaparse a muy última hora. Portillla, en su segundo partido de rojiblanco volvió a marcar de gran cabezazo a la salida de un córner, Trompi y García fueron los otros goleadores. El Granada conservó su quinto puesto en la clasificación, aunque ya a tres puntos del líder y a dos del segundo, que también ascendía directamente.


                                                       Floro en caricatura de López Sancho


Atlético Aviación de Granada

El Granada CF en 1945 no tenía todavía un filial estable, esto es, otro club que sirviera de vivero y compitiera en alguna liga, como dos años después lo fue el Recreativo, sólo disponía del llamado equipo amateur, es decir, los suplentes reforzados según la ocasión con jóvenes meritorios y que nada más que disputaba amistosos en los que muchas veces su única finalidad era probar a jóvenes de la tierra que en algún momento pudieran pasar al primer equipo. Pero sí existían otros equipos de la provincia que intervenían en el campeonato de primera regional, concretamente dos, el Baza y el Atlético Aviación de Armilla. Al segundo también se le denominaba indistintamente Atlético de Granada. Vestía de blanco entero y jugaba sus partidos en el ya inaugurado aunque todavía en construcción estadio de la Juventud. En esta temporada funcionó de hecho este equipo como filial del Granada: le fueron cedidos determinados futbolistas rojiblancos, y su entrenador fue Luis Marín.

Más adelante, para la competición llamada Copa de Primavera, que se disputaba entre abril y mayo, el Granada, sin tener todavía finiquitada su temporada oficial puesto que en esos momentos disputaba Copa del Generalísimo, cedió al Aviación a su portero Martí, más los jugadores Palacios, García y Rufino, éste último delantero del amateur. Además, en el equipo armillero jugaron este año jóvenes valores que después pasarían por la primera plantilla o se integrarían en el filial Recreativo cuando éste sea creado en 1947, el más conocido era Manolo Almagro y junto a él Díaz Cara, Pareja, Ros y otros, más Cepillo y Antonio Carmona, que ya no eran tan jóvenes pero que tiempo atrás militaron en el Granada.

A primeros de noviembre comenzó el campeonato de primera regional del grupo Granada-Almería, formado por los dos clubs granadinos, Baza y Aviación, más el Motoaznar y el Ferroviario, ambos de la capital vecina. Para la disputa de su corto calendario pidió al Granada la cesión de Floro, en aquel momento tercer portero ya que el titular fue Martí prácticamente toda la temporada y también estaba Casafont, reintegrado tras su cesión al Betis de la temporada anterior y antes de que en esta misma se marchara cedido al Ceuta. No fue atendida la petición aviadora. Precisamente en esos momentos estaba sonando el nombre de Florito como posible fichaje del Español al habérsele lesionado los tres porteros con que contaba, y al poco tiempo se publicaba que ahora era el Betis quien lo quería, pero no se fue a ningún otro equipo y acabará la temporada como titular.

En la corta liga de regional, de sólo seis jornadas, el At. Aviación de Armilla quedó segundo, empatado a puntos con el Motoaznar de Almería, que lo superaba en golaveraje particular y que fue el que jugó la liguilla de ascenso a tercera. A pesar de marcar nada más y nada menos que 20 goles en sus seis partidos, más del doble que cualquiera de sus competidores, finalmente no pudo conseguir nada este modesto equipo granadino, que se puede considerar un embrión del Recreativo de Granada que fundará dos años después, en 1947, Ricardo Martín Campos y que en la actualidad sigue siendo el primer filial del Granada CF.


El Atlético Aviación de Armilla. Varios de los de la foto pasarán al filial Recreativo al fundarse éste dos años después

 

CALLEJEANDO

 

Muerte de Pedro Quero

A mediados de 1945 la guerrilla antifranquista seguía muy viva en Granada y en toda Andalucía. Numerosas partidas de huidos poblaban las sierras de toda la provincia, aunque ya no encontraban tantas facilidades como sólo unos años antes y empezaban las cosas a marchar cada vez peor para los maquis porque las autoridades franquistas habían destinado muchos más medios y personal para acabar con ellos.

El 11 de julio la prensa informa de varias acciones exitosas de la fuerza pública contra la guerrilla durante el último mes: ha sido detenido el bandolero Francisco Vázquez Rodríguez, alias “Saltatrenes”, y junto a él once cómplices que realizaban sus fechorías en la Alpujarra, tanto la granadina como la almeriense. Dos más se han entregado con armas y bagajes: Francisco Bonilla López (“el Bonilla”) y Rafael Barbero Sánchez (“Porras”). El Bonilla tiempo después se escapó de la cárcel de Almería, donde estaba recluido condenado a muerte para incorporarse a la partida de los Clares hasta ser abatido por la Guardia Civil en 1947.


                              Libro sobre los Quero


En la misma información se da cuenta de la muerte en distintos enfrentamientos con la Benemérita de: Juan Garrido López (“el Garrido”) y José López Zorrilla (“el Tomatero”); y también de Rafael Carrasco Soto (“Loco Rizado”), Francisco Carrasco Soto y Francisco de la Cruz García, estos tres últimos de la partida de Ollafría, que actuaba por la parte de Colomera; otro más que ha caído en un tiroteo ha sido Rafael Nuño Álvarez (“Rabín”), éste en Laroles; y otro más: Francisco Rodríguez Moreno (“Frasco de la Muerte”).

Punto y aparte merece la muerte de “el Modesto” (o Modestico), Modesto Delgado Hidalgo, al que se acusaba del asesinato un año antes de José Guinea, un conocido confidente de la policía. Modestico era mucho más famoso en Granada capital porque había pertenecido a la partida de los Quero. Escondido en una cueva del Barranco del Abogado, fue rodeado por guardias armados y cayó acribillado cuando intentaba huir, o sea, le aplicaron la ley de fugas.

Dos días después, 13 de julio de 1945, el mismo día que se conmemoraba el noveno aniversario del asesinato de José Calvo Sotelo y las Cortes aprobaban el Fuero de los Españoles, esa cuasi constitución franquista para la democracia orgánica, en primera página de Patria y en una escueta nota aparece la noticia de la muerte de Pedro Quero, dando cuenta también del fallecimiento en acto de servicio del número de la Policía Armada José Márquez Rubia. En la edición de la tarde nada se comenta del suceso, y en las dos ediciones del día siguiente sólo se informa del entierro del guardia llevado a cabo en Pinos-Puente, de donde era natural y vecino. Esa es toda la información que puede extraerse de la prensa de la época.

Pero sobre los Quero y sus hazañas es muy abundante la literatura disponible, y la hay de distintos signos, desde los que muestran claras simpatías por los Quero y su lucha antifranquista hasta los que los presentan como simplemente bandoleros y terroristas, pasando por los que tratan de relatar sus andanzas desde la asepsia y sin cargar las tintas en uno u otro sentido. Así, por los numerosos trabajos que sobre la famosa partida se han escrito sabemos que Pedro Quero, el mayor de los cuatro hermanos que pertenecieron a la banda, fue el último en incorporarse ya que apenas llevaba seis meses en estos menesteres guerrilleros cuando se convirtió en el segundo de los Quero en encontrar la muerte. Se había sumado a la partida en enero de 1945, después de la desaparición de Pepe Quero y después de haber sido un “topo” durante cinco años, desde 1940, periodo que pasó escondido en un zulo en la casa de sus padres, en la albaicinera placeta de los Castillas. Allí decidió enclaustrarse en vida para evitar ir preso como había sucedido con dos de sus hermanos. Sus padres hicieron circular el bulo de que se había marchado a Francia. 

Al día siguiente de haber dado muerte al Modestico, por una confidencia se localizó a algunos componentes de la partida en una casa de la placeta del Aljibe de la Vieja, a escasos metros del domicilio familiar de los Quero. Allí se organizó una gran balacera, pero los sitiados lograron escapar abandonando una maleta que contenía 200.000 pesetas en billetes, seguramente parte del botín obtenido poco más de un mes antes por la banda, cuando en una sola jornada secuestraron al banquero Manuel Rodríguez-Acosta y al comerciante Andrés Sánchez Montes, obteniendo como rescate por ambos 475.000 pesetas. Huyendo de la encerrona en Aljibe de la Vieja y herido en una pierna, Pedro Quero se escondió en una cueva del Sacromonte, donde un nuevo chivatazo hizo que se viera otra vez sitiado por la policía al día siguiente, 12 de julio. Ocho kilos de dinamita explosionados por la fuerza pública no consiguieron acabar con el Quero ni que éste se entregara o se derrumbara la cueva, así que los sitiadores hicieron venir a la mujer de su hermano Paco para tratar de convencerlo de que se rindiera. Finalmente, después de fumarse un cigarrillo que había pedido a la fuerza pública por mediación de su cuñada y de disparar contra los dos agentes que habían entrado en la cueva a por él (el policía José Márquez Rubia resultó muerto) Pedro Quero acabó con su vida disparándose en la cabeza (Julio Aróstegui y Jorge Marco: El último frente).

José Quero, el que era considerado el cerebro de la partida guerrillera, había muerto el 2 de noviembre de 1944, así que de la partida ya sólo quedaban dos Queros: Antonio y Francisco. El cerco sobre los famosos rebeldes albaicineros se iba estrechando cada vez más y a la vez iba desapareciendo gran parte de la leyenda que bastante tiempo los acompañó y que los presentaba como guerrilleros invulnerables a la acción de la justicia. No obstante, aún le quedaban a la banda algunos palos que dar antes de su total aniquilación.

 

El incendio de la Compañía Granadina de Industria y Comercio

            Un gran incendio conmocionó Granada a primeros de septiembre de 1945, el de la casa de la Compañía Granadina de Industria y Comercio, que afectó a toda la manzana que delimitan las muy céntricas calles de Alhóndiga, Hileras, Mesones y Jáudenes. La CGIC era una empresa dedicada a la venta al mayor de productos de droguería, perfumería y farmacia, cuya sede estaba en la calle Alhóndiga, en la placeta que hace esquina con la calle Jáudenes. El incendio se declaró la madrugada del 5 de septiembre y rápidamente se extendió a las fincas linderas hasta afectar a casi la totalidad de la manzana dada la naturaleza de los productos almacenados y las estructuras de madera de la mayoría de las construcciones. Quince inmuebles acabaron dañados y hasta cien familias resultaron perjudicadas y algunas lo perdieron todo. Los daños y las pérdidas fueron cuantiosos, pero afortunadamente no hubo desgracias personales, tan sólo algunos heridos leves.



            Leer las reseñas del incidente equivale a recorrer el pasaje de terror que vivieron los vecinos de la zona, por entonces muy poblada. Llamas de hasta cinco metros y un espesísimo humo asfixiante dominaron la noche granadina sin luna, una noche negra negrísima por culpa de la pertinaz sequía que obligaba a cortar el suministro eléctrico, sólo iluminada con el fantasmal y ondulante resplandor de las lenguas de fuego. Todo en medio de un babel de vecinos a medio vestir evacuados de sus domicilios y tropezando en la oscuridad entre ellos o con los enseres desalojados y amontonados a toda prisa en cualquier rincón. Y por si el cuadro fuera poco espeluznante, refieren las crónicas del suceso que todo ocurría bajo la macabra banda sonora que producían las muy numerosas explosiones de las botellas con productos químicos que se almacenaban en las dependencias de la empresa siniestrada al ser alcanzadas por las llamas. Y por encima de todo el sonido de las campanas de la catedral tocando a rebato. Cuando se hizo de día no mejoraba mucho el panorama que se ofrecía a los ojos de los curiosos: sillas, camas, cómodas, mesas, aparadores, maletas y bultos con ropa... en cualquier acera o rincón, unos debidamente apilados y otros amontonados a la buena de dios, unos a medio socarrar, otros totalmente calcinados… y escombros, muchos escombros. Y todo presidido por el olor a chamusquina. Al menos, siendo verano, no se sumó también el frío a los muchos padecimientos del paisanaje.

            Los bomberos tropezaron al principio con la falta de agua, suministro también suspendido por culpa -otra vez- de la pertinaz sequía, y también con lo anticuado e ineficaz de sus equipos. Hubo que movilizar una compañía de Policía Armada y al Regimiento Córdoba 10 y finalmente hubo que recurrir a los bomberos del parque de Málaga, que vinieron a reforzar. También hubo que traer bombas de la fábrica de pólvoras de El Fargue y del aeródromo de Armilla. Más de diez horas se tardó en sofocar el incendio.


                     Primera página de Ideal de 6 de septiembre de 1945


            El fuego se inició, se dijo en una primera versión de los hechos, en las cuadras del “Parador de la Granada”, situado en la calle Mesones, a espaldas de la CGIC, una de aquellas posadas existentes en la zona hasta no hace demasiados años, uno de aquellos mesones que daban nombre a la calle y donde solían alojarse con caballerías y carros los que provenientes de los pueblos de la provincia acudían a la capital a sus gestiones o negocios. Una colilla mal apagada podría haber prendido en la paja de las caballerizas, se dijo. Pero el dueño del establecimiento salió al paso de esta primera afirmación alegando que desde hacía más de veinte años no se almacenaba paja en sus instalaciones, que ahora se dedicaban exclusivamente al alojamiento de viajeros, y lo que fueron cuadras era almacén de jamones y otros productos de alimentación, propiedad de un hijo suyo con comercio en la calle Navas, además, precisamente lo que se guardaba en ese almacén de la planta baja era de las pocas cosas que se habían salvado de la destrucción. Vecinos presenciales corroboraban el testimonio del propietario del parador y afirmaban que el fuego se había iniciado en los almacenes de la Compañía Granadina de Comercio e Industria. También el dueño de la pensión Moles, en Mesones 32, lindante con la casa de la CGIC, que milagrosamente apenas sufrió daños, dijo que a la misma hora (2,30 de la madrugada) en que llegaban los artistas que venían de actuar en el teatro Gran Capitán y que se alojaban en la pensión, fue cuando se inició el fuego, y que sin duda éste había empezado en los almacenes de la Cia Granadina. Los cómicos eran los de la compañía de Pedro Terol y “Tiene razón don Sebastián”, sainete lírico en dos actos, de Rafael Fernández Shaw y con música del maestro Jacinto Guerrero, era la zarzuela representada en el reinaugurado teatro al aire libre, con función desde la 11 de la noche.

            En la manzana siniestrada había numerosos negocios. Aparte del almacén en el que se inició el fuego y del Parador de la Granada, ambos edificios prácticamente destruidos por completo, el que más pérdidas sufrió al arder casi todos los géneros que guardaba fue el comercio “La Isla de Cuba”, tejidos y novedades, en calle Hileras. Con daños menores resultaron: el comercio “La Mariposa”, de quincalla y paquetería; la farmacia “La Magdalena”; Bazar “El 95”, artículos de regalo; calzados “La Unión”; y dos armerías de la calle Mesones: “El Caballo”, guarnicionería, e “Hijos de Joaquín Ruiz”. Las armerías en los primeros momentos del incendio fueron rápidamente desalojadas de los materiales que almacenaban ya que entre ellos había dinamita y otros explosivos.

            La Compañía Granadina de Industria y Comercio había sido fundada años atrás por Manuel Conde Alcalá, fallecido un año antes del siniestro. Era Conde Alcalá un prócer granadino que presidió la Cámara de Comercio y que, en unión del duque de San Pedro de Galatino y otros, fue uno de los impulsores del Tranvía de la Sierra. También se dedicó a la política por el partido liberal a caballo de los siglos XIX y XX y fue diputado provincial. Un pasaje de comercio que une las calles Alhóndiga y Mesones lleva en la actualidad su nombre por haberse abierto, ya en los años sesenta, sobre terrenos que le pertenecieron y que ocuparon parte de las fincas siniestradas en este gran incendio de principios de septiembre de 1945. Un hijo suyo, Fernando Conde Teruel, fue directivo del Granada CF a caballo de los años cuarenta-cincuenta. También es digno de recordar su pequeño protagonismo en la historia del Granada CF puesto que fue uno de los suscriptores de aquellos bonos que el club puso en circulación en 1934 apelando a la generosidad de los granadinos para que con sus aportaciones pudiera financiarse la construcción del estadio de Los Cármenes. 200 pesetas del ala, contribución nada desdeñable para la época, fue su óbolo.


                                Manuel Conde Alcalá

 

 

 

 

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