Goleada para empezar
Empezó la liga 45-46
de segunda a últimos de septiembre. El primer partido trajo a Los Cármenes a la
R. Sociedad y su hora de comienzo, para que diera tiempo a ir a ver la
procesión de la Virgen de las Angustias, fue las 4,30 de la tarde del domingo
23 de septiembre de 1945. Hay que aclarar que hasta 1947 no se acordó que la
procesión de la Patrona fuera el último domingo de septiembre, por entonces el
día señalado era el cuarto domingo del mes; en 1945 hubo cinco domingos en septiembre.
Bajo un solazo y un calor asfixiante comparecieron los rojiblancos sobre un Los
Cármenes prácticamente pelado de césped por culpa de la pertinaz sequía y las restricciones de líquido elemento, y luciendo
en sus camisetas unos enormes escudos. Para volver a verlos de tal guisa habrá
que dar un salto en el tiempo de 23 años, en 1967, cuando Candi desde la
presidencia rompa con la no tradición
de que las camisetas rojiblancas luzcan el emblema del club.
Por primera vez desde
1939 un partido del Granada no tenía como prólogo el cántico por todos los
presentes, incluidos futbolistas y árbitros, brazo en alto y en posición de
firmes, de los himnos patrióticos de rigor (Oriamendi, Cara al Sol y Marcha
Real). Un decreto de 11 de septiembre de 1945 derogó otro de 1937 que había
establecido la obligatoriedad del saludo a la romana. Dicho decreto dice en su
preámbulo que, frente al saludo con el puño cerrado propio de los marxistas que
amenazaban destruir la patria, a partir del 18 de julio de 1936 había surgido
entre el pueblo “de forma espontánea” este saludo brazo en alto y con la palma
abierta, de rancio abolengo ibérico pues ya en los albores de nuestra historia
constituyó símbolo de paz y de amistad, «Mas circunstancias derivadas de la
gran contienda han hecho que lo que es signo de amistad y de cordialidad venga
siendo interpretado torcidamente, asignándole un carácter y un valor
completamente distinto de los que representa.», así que a partir de ahora
no será obligatorio saludar brazo en alto.
Para
el estreno de la temporada casi se puede hablar de un once de circunstancias ya
que el Granada seguía sin delantero centro porque, aunque Nicola el mismo día
anterior al partido había dejado de ser rebelde,
su larga inactividad de tres meses pesó en Cholín para no alinearlo. A la
ausencia de Nicola se sumaba la de otro titular, Galvany, sancionado con dos
partidos por su expulsión en el partido de promoción ante el Celta en el Metropolitano
con el que finalizó la temporada anterior y que consumó el descenso de
categoría. Jugaron: Martí; Millán, González; Rey, Melito, Sierra; Marín Trompi,
Sosa, Safont y Mas. Como se ve, todos los que actuaron eran de la temporada
anterior porque a estas alturas el Granada no había podido cerrar ni un sólo
fichaje. Para ocupar el puesto de 9 el elegido fue Sosa, que ya había actuado
en esa posición en ocasiones anteriores, del que dice Saucedo en Patria que «es
tan delantero centro como nosotros turcos», y que su puesto está en la
media por mucho que algunos se empeñen en que juegue en otra posición. Pero lo
cierto es que Sosa consiguió el primero de los cuatro goles rojiblancos y
además lo hizo al más puro estilo cazagoles, atento a un rechace para cabecear
desde cerca en lucha con un oponente.
Venció el Granada
4-1, todos los goles en la segunda parte, pero los plumillas locales coinciden
en que no les gustó el equipo, que sólo jugó bien a ráfagas y los últimos
quince minutos, periodo en el que consiguió dos tantos, aunque reconocen que no
faltó entusiasmo a los rojiblancos. Para Fernández de Burgos en Ideal, a quien
preocupa la corta plantilla con la que se cuenta, es evidente que todos los
rojiblancos actuaron por debajo de sus posibilidades debido a que estamos a
principios de temporada.
Marín,
autor de un gol a la R. Sociedad
Derrota en el estreno de El Arcángel
La
segunda jornada era en Córdoba y antes de viajar surgió la duda de si lo haría
González en razón a la anécdota que se lee en Patria según la cual el defensa,
que «las goza planteando “discos” a cada instante, inventando pegas y
pretextos...» (Saucedo), fingió haberse lastimado un tobillo al bajarse de
un tranvía en marcha, pero todo era un cuento, una trola urdida para evitarse
tener que viajar en los incómodos trenes de la época y poder hacerlo en
automóvil. Al conocerse lo falso de la excusa Cholín estaba dispuesto a dejarlo
en tierra, pero González humildemente pidió perdón y al final marchó en tren
junto a sus compañeros.
El partido, jugado el domingo 30 de septiembre de 1945, acabó con el resultado de 2-0 a favor de los locales, y debe tener gran importancia histórica a la vera del Guadalquivir porque fue el primero de carácter oficial que se disputó en el estadio de El Arcángel (el viejo, lógicamente), todavía sin terminar, que había sido inaugurado hacía menos de un mes. Hubo lleno hasta la bandera, 15.000 espectadores, la mejor entrada registrada en la ciudad de Córdoba desde que allí se practica el balompié, dicen las crónicas del evento, todas de periodistas locales ya que ningún plumilla granadino viajó. Con arbitraje de Escartín, hubo más emoción que buen juego, y ganó el recién ascendido Córdoba porque puso más ganas en la pelea que su oponente. Este equipo era el Real Club Deportivo Córdoba, desaparecido en 1954, heredero del disuelto Rácing y antecesor del Córdoba CF actual. Lo dirigía desde el banquillo el ex granadinista Bonet.
Reapareció Nicola en el eje de la delantera, pero no dio una a derechas y apenas tocó balón según las crónicas, que inciden en que está muy desmejorado, falto de peso debido a una enfermedad gástrica sufrida en el verano.
El Granada jugó muy mal, contaron a su vuelta hinchas desplazados, y volvió a evidenciar falta de fondo físico y de entrenamiento. Los mejores rojiblancos fueron Millán y, sobre todo, González, a pesar de que se lesionó poco antes del descanso en un choque con un contrario que le obligó a retirarse para volver en la segunda mitad luciendo vendaje-turbante.
Victoria ante el Zaragoza y derrota en El Inferniño
A Córdoba no viajó
ningún gacetillero local pero testigos presenciales volvieron contando que el
Granada fue un auténtico desastre y que algunos futbolistas se escondieron y no
se les vio en todo el partido, cosas que hicieron que durante la semana previa
al siguiente compromiso liguero, jornada 3 con la visita del Zaragoza, el
ambiente futbolero que se desprende de las secciones de deportes de Ideal y de
Patria estuviera muy en contra de los rojiblancos, cargándose las tintas en la
falta de entrega de estos «que se dicen a sí mismos futbolistas como se
podrían denominar remeros del Volga…»,
dice Saucedo Aranda en Patria. Hubo cambios en la alineación y el partido acabó
3-1 a favor de los rojiblancos, aunque a los periodistas locales no les gustó
su juego.
La jornada cuarta
llevaba al Granada a una plaza hasta ese momento inédita para el equipo
rojiblanco, El Ferrol (por entonces del Caudillo), donde nunca había jugado nuestro
equipo ni siquiera un amistoso. Un desplazamiento hasta esta localidad en la
otra esquina de la Península, con las infraestructuras ferroviarias de mediados
de los cuarenta, era toda una odisea de más de 24 horas, de este modo, como era
costumbre en este tipo de desplazamientos, el jueves anterior al partido salió
la expedición granadinista camino de la llamada ciudad departamental, teniendo
prevista su llegada el sábado por la mañana.
En el Inferniño, con
su terreno levemente en cuesta, era día del club y se llenó a reventar,
obteniendo el club Ferrol la mejor recaudación de su historia hasta ese
momento. En medio de un gran ambiente futbolero, se vieron numerosas peñas con
banderitas verdes y pancartas que animaron con los clásicos alaví, alavá, ra-ra-ra, como destaca la
crónica de Hoja del Lunes de La Coruña, que también hace hincapié en la
excesiva dureza de los rojiblancos y la permisividad del árbitro Álvarez Antón,
factor al que obedece que no se viera un buen partido. Perdió el Granada, con
varios cambios en su alineación, por un único gol marcado al cuarto de hora.
Las crónicas del partido son todas gallegas, por entonces raramente algún
periodista local acompañaba a nuestro equipo, ni aun en los desplazamientos
cortos, y según esas mismas crónicas, el Granada mostró clase de equipo de
primera, pero el Ferrol le puso mucho más entusiasmo.
A la vuelta de los
expedicionarios, el delegado del equipo, Francisco Carmona Ros, contó que jamás
vio una afición tan desenfrenada como la de El Ferrol, tanto durante el partido
como al final, con apedreamiento del autobús rojiblanco y con agresión a
Nicola, que había pertenecido dos temporadas al club gallego antes de recalar
en el Granada, teniendo que hacer el trayecto hasta el hotel protegidos por la
fuerza pública. Y aparte de eso, también dice el recreativista de los 30
Paquito Carmona que el Granada dominó gran parte de los noventa minutos y que
todos se entregaron y no merecieron la derrota.
Portilla
El primer fichaje del
Granada 45-46 se produce cuando ya se han disputado las tres primeras jornadas
del campeonato. Se trata del delantero centro cántabro Portilla, de 24 años,
que las dos temporadas anteriores había jugado –poco- en el Murcia, la última
en primera, y venía con la carta de libertad y con vitola de gran cabeceador y
anotador al haber conseguido ocho goles en sólo seis partidos más una cifra
similar en copa. Ha firmado por dos temporadas y cobrará 45.000 pesetas por
ambas, siendo así uno de los mejor pagados de la plantilla. En entrevista para
Patria dice el propio Portilla que lo querían At. Aviación, Madrid, Hércules y
Español, todos de primera, pero que él ha preferido venirse al Granada porque
aquí será más fácil triunfar, y añade que ha forzado su salida de Murcia, donde
andaba peleado con directiva y entrenador.
Portilla
Debutó en la jornada
quinta frente al Santander y consiguió el segundo de los goles con los que el
Granada se anotó los dos puntos, siéndole anulado otro. Pareció en esa su
primera actuación un acertadísimo fichaje por su gran poder cabeceador. Volvió
a marcar a la jornada siguiente, sexta, con empate a tres en el campo del
Tarragona. Dos goles en dos partidos confirmaban la idea inicial de que se
había acertado con su fichaje. Pero en su tercer partido como granadinista, en
casa frente al Betis, estuvo francamente mal, nefasta actuación que el propio
Portilla justificó diciendo que se había lesionado del menisco externo de la
rodilla izquierda, y que esa lesión se la había producido en ese partido frente
al Betis, pero la prensa local acogió esta justificación con reservas, dando a
entender que se le había fichado estando ya lesionado.
Una lesión como la de
Portilla era en aquellos años mucho más grave de lo que lo es en la actualidad
e incluso podía significar el final de una carrera deportiva. Y eso fue
precisamente lo que ocurrió con este Portilla, al que ya sólo se le verá de
rojiblanco en dos partidos más de esta temporada, después de largos meses de
operaciones y convalecencia, y a su término abandonará el fútbol profesional.
Victoria casera ante el Santander
Y de Racing a Racing,
o de Ferrol a Santander, aunque ninguno de esos dos clubes podía usar sus
antiguas denominaciones en aquellos años imperiales
en que los términos extranjeros estaban prohibidos. El ahora llamado Real
Santander visitaba Los Cármenes por primera vez, pero ya había estado por estos
predios en el Corpus de 1934, cuando vino a jugar aquella Copa Granada que cada
año, hasta 1944, se disputaba en las fiestas mayores y que solía patrocinar el
Ayuntamiento. En aquel ya lejano junio de 1934 el Rácing de Santander acababa
de quedar tercero en primera y estaba en su mejor época histórica. Aquí jugó
dos partidos, primero contra el Sevilla, recién ascendido a primera (perdió
2-1), y al día siguiente nueva derrota, ésta de fuerte paliza (nada menos que
7-1) a pies del Recreativo, el Once Fantasma (que diría Escartín), por
entonces en tercera y que acababa de disputar sin suerte fase de ascenso a
segunda siendo eliminado por el Gimnástico de Valencia, pero que cinco meses
después debutaría en la categoría de plata. Aquel triangular se jugó en el
vallado de madera situado detrás de la prisión provincial y que conocemos como campo de la Tablas, terreno de tierra
situado justo al lado de Los Cármenes (que en esa fecha estaba empezando a
construirse), separado de éste sólo por la calle Concepción Arenal.
El Santander fue uno
de los diez clubes españoles que empezaron militando en máxima categoría al
echar a andar el Campeonato Nacional de Liga, en 1929, y sus años dorados
fueron los de la II República. En 1940 descendió a segunda y en 1943 cayó a
tercera, recuperando la categoría en una sola temporada. En 1945 estaba
integrado por un plantel bastante joven de jugadores que empezaban en esto del
fútbol, como el portero Calleja, que después pasó al R. Madrid, o como los
futuros granadinistas Miguel Muñoz, el medio Felipe (fue rojiblanco en la
55-56) y el defensa vasco Suárez (éste no jugó en Los Cármenes), que militó en
nuestro equipo de 1956 a 1958.
Ganó el Granada 2-0
pero las crónicas locales nuevamente inciden en que el juego del Granada no
gusta por excesivamente lento, por el contrario, sí les gustó bastante a los
plumillas de la casa el juego rápido y puramente norteño del Santander,
dominador de toda la primera mitad. Se pudo ganar porque en la segunda parte
pusieron bastante más entusiasmo los rojiblancos y así llegaron los goles, el
primero de Safont y el segundo de gran cabezazo del debutante Portilla, que
causó una buena impresión. Las mismas crónicas cargan las tintas en contra del
árbitro Álvarez Santullano, quien anuló sin que se sepa por qué un gol al
debutante Portilla. El referí, también debutante en Granada, fue excesivamente
contemporizador con el juego marrullero de unos y otros.
Marín fue expulsado
por revolverse desde el suelo contra el montañés Ameztoy, también expulsado,
después de que éste lo derribara con una entrada criminal. El extremo
granadinista tuvo que retirarse ayudado por sus compañeros porque la embestida del
defensa contrario le dejó muy maltrecha su rodilla derecha y encima le cayeron
dos partidos de sanción, aunque la lesión no fue tan grave como en principio
pareció. El tal Ameztoy, además de ser sancionado por la Federación, también
fue castigado por su propio club, que lo mantuvo apartado del equipo hasta la
completa recuperación de Marín. Tras jugarse las cinco primeras jornadas, el
Granada quedó clasificado en quinta posición, pero a sólo dos puntos del
primero.
Primer positivo en Tarragona
En la jornada sexta tocaba visitar
Tarragona, plaza en la que sólo había comparecido nuestro equipo en una
ocasión, justo el año anterior en una mini gira catalana de pretemporada que le
llevó a disputar un amistoso en el que se impusieron los rojiblancos 0-2. El
equipo local era un recién ascendido y debutante en la categoría (aunque estuvo
toda la liga arriba y acabó tercero, jugando promoción de ascenso sin
resultado), y sucedió que su terreno de juego en principio no fue homologado
por la Federación, así que sus dos primeros partidos como local tuvo que
disputarlos en Les Corts de Barcelona, pero para recibir al Granada ya se
habían solucionado las deficiencias iniciales, así que el partido Gimnástico de
Tarragona-Granada debe ser considerado como histórico para la afición
tarraconense porque además de ser el primero oficial entre ambos contendientes
también fue el primero de segunda división disputado en ese terreno, el antiguo
campo de la Avinguda Catalunya.
El campo tarraconense se llenó por completo
ya que aparte de ser el primer partido de segunda que veían los hinchas
locales, el Granada, como equipo que recientemente había militado en máxima
categoría, tenía bastante tirón. El Tarragona entregó a Millán un banderín por
ser la primera vez que el Granada jugaba allí un partido oficial y Millán como
capitán correspondió con un ramo de flores. Fue un gran partido del Granada
que, apoyándose en la gran firmeza de su defensa Millán-González y la buena
actuación de Martí en la puerta, y de la línea media que formaron Sosa, Rey y
Galvany, dominó y tuvo en sus manos anotarse los dos puntos, llegando a disponer
de un 1-3 a favor cuando apenas faltaban diez minutos por jugarse, pero en
tiempo de descuento vio como los catalanes empataban. El resultado final fue de
3-3 y dejó mal sabor de boca ya que la victoria estuvo en el bolsillo
rojiblanco para escaparse a muy última hora. Portillla, en su segundo partido
de rojiblanco volvió a marcar de gran cabezazo a la salida de un córner, Trompi
y García fueron los otros goleadores. El Granada conservó su quinto puesto en
la clasificación, aunque ya a tres puntos del líder y a dos del segundo, que
también ascendía directamente.
Floro
en caricatura de López Sancho
Atlético Aviación de Granada
El Granada CF en 1945 no tenía todavía un
filial estable, esto es, otro club que sirviera de vivero y compitiera en
alguna liga, como dos años después lo fue el Recreativo, sólo disponía del
llamado equipo amateur, es decir, los suplentes reforzados según la ocasión con
jóvenes meritorios y que nada más que disputaba amistosos en los que muchas
veces su única finalidad era probar a jóvenes de la tierra que en algún momento
pudieran pasar al primer equipo. Pero sí existían otros equipos de la provincia
que intervenían en el campeonato de primera regional, concretamente dos, el
Baza y el Atlético Aviación de Armilla. Al segundo también se le denominaba
indistintamente Atlético de Granada. Vestía de blanco entero y jugaba sus
partidos en el ya inaugurado aunque todavía en construcción estadio de la
Juventud. En esta temporada funcionó de hecho este equipo como filial del
Granada: le fueron cedidos determinados futbolistas rojiblancos, y su
entrenador fue Luis Marín.
Más adelante, para la competición llamada
Copa de Primavera, que se disputaba entre abril y mayo, el Granada, sin tener
todavía finiquitada su temporada oficial puesto que en esos momentos disputaba
Copa del Generalísimo, cedió al Aviación a su portero Martí, más los jugadores
Palacios, García y Rufino, éste último delantero del amateur. Además, en el
equipo armillero jugaron este año jóvenes valores que después pasarían por la
primera plantilla o se integrarían en el filial Recreativo cuando éste sea
creado en 1947, el más conocido era Manolo Almagro y junto a él Díaz Cara,
Pareja, Ros y otros, más Cepillo y Antonio Carmona, que ya no eran tan jóvenes
pero que tiempo atrás militaron en el Granada.
A primeros de noviembre comenzó el
campeonato de primera regional del grupo Granada-Almería, formado por los dos clubs
granadinos, Baza y Aviación, más el Motoaznar y el Ferroviario, ambos de la
capital vecina. Para la disputa de su corto calendario pidió al Granada la
cesión de Floro, en aquel momento tercer portero ya que el titular fue Martí
prácticamente toda la temporada y también estaba Casafont, reintegrado tras su
cesión al Betis de la temporada anterior y antes de que en esta misma se
marchara cedido al Ceuta. No fue atendida la petición aviadora. Precisamente en
esos momentos estaba sonando el nombre de Florito como posible fichaje
del Español al habérsele lesionado los tres porteros con que contaba, y al poco
tiempo se publicaba que ahora era el Betis quien lo quería, pero no se fue a
ningún otro equipo y acabará la temporada como titular.
En la corta liga de regional, de sólo seis
jornadas, el At. Aviación de Armilla quedó segundo, empatado a puntos con el
Motoaznar de Almería, que lo superaba en golaveraje particular y que fue el que
jugó la liguilla de ascenso a tercera. A pesar de marcar nada más y nada menos
que 20 goles en sus seis partidos, más del doble que cualquiera de sus
competidores, finalmente no pudo conseguir nada este modesto equipo granadino,
que se puede considerar un embrión del Recreativo de Granada que fundará dos
años después, en 1947, Ricardo Martín Campos y que en la actualidad sigue
siendo el primer filial del Granada CF.
El
Atlético Aviación de Armilla. Varios de los de la foto pasarán al filial
Recreativo al fundarse éste dos años después
CALLEJEANDO
Muerte de Pedro Quero
A mediados de 1945 la guerrilla
antifranquista seguía muy viva en Granada y en toda Andalucía. Numerosas
partidas de huidos poblaban las
sierras de toda la provincia, aunque ya no encontraban tantas facilidades como
sólo unos años antes y empezaban las cosas a marchar cada vez peor para los
maquis porque las autoridades franquistas habían destinado muchos más medios y
personal para acabar con ellos.
El 11 de julio la prensa informa de varias
acciones exitosas de la fuerza pública contra la guerrilla durante el último
mes: ha sido detenido el bandolero
Francisco Vázquez Rodríguez, alias “Saltatrenes”, y junto a él once cómplices
que realizaban sus fechorías en la Alpujarra, tanto la granadina como la
almeriense. Dos más se han entregado con armas y bagajes: Francisco Bonilla
López (“el Bonilla”) y Rafael Barbero Sánchez (“Porras”). El Bonilla tiempo
después se escapó de la cárcel de Almería, donde estaba recluido condenado a
muerte para incorporarse a la partida de los Clares hasta ser abatido por la
Guardia Civil en 1947.
Libro
sobre los Quero
En la misma información se da cuenta de la
muerte en distintos enfrentamientos con la Benemérita de: Juan Garrido López
(“el Garrido”) y José López Zorrilla (“el Tomatero”); y también de Rafael
Carrasco Soto (“Loco Rizado”), Francisco Carrasco Soto y Francisco de la Cruz
García, estos tres últimos de la partida de Ollafría, que actuaba por la parte
de Colomera; otro más que ha caído en un tiroteo ha sido Rafael Nuño Álvarez
(“Rabín”), éste en Laroles; y otro más: Francisco Rodríguez Moreno (“Frasco de
la Muerte”).
Punto y aparte merece la muerte de “el
Modesto” (o Modestico), Modesto Delgado Hidalgo, al que se acusaba del
asesinato un año antes de José Guinea, un conocido confidente de la policía.
Modestico era mucho más famoso en Granada capital porque había pertenecido a la
partida de los Quero. Escondido en una cueva del Barranco del Abogado, fue
rodeado por guardias armados y cayó acribillado cuando intentaba huir, o sea,
le aplicaron la ley de fugas.
Dos días después, 13 de julio de 1945, el
mismo día que se conmemoraba el noveno aniversario del asesinato de José Calvo
Sotelo y las Cortes aprobaban el Fuero de los Españoles, esa cuasi constitución
franquista para la democracia orgánica,
en primera página de Patria y en una escueta nota aparece la noticia de la
muerte de Pedro Quero, dando cuenta también del fallecimiento en acto de
servicio del número de la Policía Armada José Márquez Rubia. En la edición de
la tarde nada se comenta del suceso, y en las dos ediciones del día siguiente
sólo se informa del entierro del guardia llevado a cabo en Pinos-Puente, de
donde era natural y vecino. Esa es toda la información que puede extraerse de
la prensa de la época.
Pero sobre los Quero y sus hazañas es muy
abundante la literatura disponible, y la hay de distintos signos, desde los que
muestran claras simpatías por los Quero y su lucha antifranquista hasta los que
los presentan como simplemente bandoleros y terroristas, pasando por los que tratan
de relatar sus andanzas desde la asepsia y sin cargar las tintas en uno u otro
sentido. Así, por los numerosos trabajos que sobre la famosa partida se han
escrito sabemos que Pedro Quero, el mayor de los cuatro hermanos que
pertenecieron a la banda, fue el último en incorporarse ya que apenas llevaba
seis meses en estos menesteres guerrilleros cuando se convirtió en el segundo
de los Quero en encontrar la muerte. Se había sumado a la partida en enero de
1945, después de la desaparición de Pepe Quero y después de haber sido un
“topo” durante cinco años, desde 1940, periodo que pasó escondido en un zulo en
la casa de sus padres, en la albaicinera placeta de los Castillas. Allí decidió
enclaustrarse en vida para evitar ir preso como había sucedido con dos de sus
hermanos. Sus padres hicieron circular el bulo de que se había marchado a
Francia.
Al día siguiente de haber dado muerte al
Modestico, por una confidencia se localizó a algunos componentes de la partida
en una casa de la placeta del Aljibe de la Vieja, a escasos metros del
domicilio familiar de los Quero. Allí se organizó una gran balacera, pero los
sitiados lograron escapar abandonando una maleta que contenía 200.000 pesetas
en billetes, seguramente parte del botín obtenido poco más de un mes antes por
la banda, cuando en una sola jornada secuestraron al banquero Manuel
Rodríguez-Acosta y al comerciante Andrés Sánchez Montes, obteniendo como
rescate por ambos 475.000 pesetas. Huyendo de la encerrona en Aljibe de la
Vieja y herido en una pierna, Pedro Quero se escondió en una cueva del
Sacromonte, donde un nuevo chivatazo hizo que se viera otra vez sitiado por la
policía al día siguiente, 12 de julio. Ocho kilos de dinamita explosionados por
la fuerza pública no consiguieron acabar con el Quero ni que éste se entregara
o se derrumbara la cueva, así que los sitiadores hicieron venir a la mujer de
su hermano Paco para tratar de convencerlo de que se rindiera. Finalmente,
después de fumarse un cigarrillo que había pedido a la fuerza pública por
mediación de su cuñada y de disparar contra los dos agentes que habían entrado
en la cueva a por él (el policía José Márquez Rubia resultó muerto) Pedro Quero
acabó con su vida disparándose en la cabeza (Julio Aróstegui y Jorge Marco: El último frente).
José Quero, el que era considerado el
cerebro de la partida guerrillera, había muerto el 2 de noviembre de 1944, así
que de la partida ya sólo quedaban dos Queros: Antonio y Francisco. El cerco
sobre los famosos rebeldes albaicineros se iba estrechando cada vez más y a la
vez iba desapareciendo gran parte de la leyenda que bastante tiempo los
acompañó y que los presentaba como guerrilleros invulnerables a la acción de la
justicia. No obstante, aún le quedaban a la banda algunos palos que dar antes
de su total aniquilación.
El incendio de la Compañía Granadina de Industria y Comercio
Un gran incendio
conmocionó Granada a primeros de septiembre de 1945, el de la casa de la Compañía
Granadina de Industria y Comercio, que afectó a toda la manzana que
delimitan las muy céntricas calles de Alhóndiga, Hileras, Mesones y Jáudenes.
La CGIC era una empresa dedicada a la venta al mayor de productos de droguería,
perfumería y farmacia, cuya sede estaba en la calle Alhóndiga, en la placeta
que hace esquina con la calle Jáudenes. El incendio se declaró la madrugada del
5 de septiembre y rápidamente se extendió a las fincas linderas hasta afectar a
casi la totalidad de la manzana dada la naturaleza de los productos almacenados
y las estructuras de madera de la mayoría de las construcciones. Quince
inmuebles acabaron dañados y hasta cien familias resultaron perjudicadas y
algunas lo perdieron todo. Los daños y las pérdidas fueron cuantiosos, pero
afortunadamente no hubo desgracias personales, tan sólo algunos heridos leves.
Leer las reseñas del
incidente equivale a recorrer el pasaje de terror que vivieron los vecinos de
la zona, por entonces muy poblada. Llamas de hasta cinco metros y un espesísimo
humo asfixiante dominaron la noche granadina sin luna, una noche negra
negrísima por culpa de la pertinaz sequía que obligaba a cortar el
suministro eléctrico, sólo iluminada con el fantasmal y ondulante resplandor de
las lenguas de fuego. Todo en medio de un babel de vecinos a medio vestir
evacuados de sus domicilios y tropezando en la oscuridad entre ellos o con los
enseres desalojados y amontonados a toda prisa en cualquier rincón. Y por si el
cuadro fuera poco espeluznante, refieren las crónicas del suceso que todo ocurría
bajo la macabra banda sonora que producían las muy numerosas explosiones de las
botellas con productos químicos que se almacenaban en las dependencias de la
empresa siniestrada al ser alcanzadas por las llamas. Y por encima de todo el
sonido de las campanas de la catedral tocando a rebato. Cuando se hizo de día
no mejoraba mucho el panorama que se ofrecía a los ojos de los curiosos:
sillas, camas, cómodas, mesas, aparadores, maletas y bultos con ropa... en
cualquier acera o rincón, unos debidamente apilados y otros amontonados a la
buena de dios, unos a medio socarrar, otros totalmente calcinados… y escombros,
muchos escombros. Y todo presidido por el olor a chamusquina. Al menos, siendo
verano, no se sumó también el frío a los muchos padecimientos del paisanaje.
Los
bomberos tropezaron al principio con la falta de agua, suministro también
suspendido por culpa -otra vez- de la
pertinaz sequía, y también con lo anticuado e ineficaz de sus equipos. Hubo
que movilizar una compañía de Policía Armada y al Regimiento Córdoba 10 y
finalmente hubo que recurrir a los bomberos del parque de Málaga, que vinieron
a reforzar. También hubo que traer bombas de la fábrica de pólvoras de El
Fargue y del aeródromo de Armilla. Más de diez horas se tardó en sofocar el
incendio.
Primera
página de Ideal de 6 de septiembre de 1945
El fuego se inició, se
dijo en una primera versión de los hechos, en las cuadras del “Parador de la
Granada”, situado en la calle Mesones, a espaldas de la CGIC, una de aquellas
posadas existentes en la zona hasta no hace demasiados años, uno de aquellos
mesones que daban nombre a la calle y donde solían alojarse con caballerías y
carros los que provenientes de los pueblos de la provincia acudían a la capital
a sus gestiones o negocios. Una colilla mal apagada podría haber prendido en la
paja de las caballerizas, se dijo. Pero el dueño del establecimiento salió al
paso de esta primera afirmación alegando que desde hacía más de veinte años no
se almacenaba paja en sus instalaciones, que ahora se dedicaban exclusivamente
al alojamiento de viajeros, y lo que fueron cuadras era almacén de jamones y
otros productos de alimentación, propiedad de un hijo suyo con comercio en la
calle Navas, además, precisamente lo que se guardaba en ese almacén de la
planta baja era de las pocas cosas que se habían salvado de la destrucción.
Vecinos presenciales corroboraban el testimonio del propietario del parador y
afirmaban que el fuego se había iniciado en los almacenes de la Compañía
Granadina de Comercio e Industria. También el dueño de la pensión Moles, en
Mesones 32, lindante con la casa de la CGIC, que milagrosamente apenas sufrió
daños, dijo que a la misma hora (2,30 de la madrugada) en que llegaban los
artistas que venían de actuar en el teatro Gran Capitán y que se alojaban en la
pensión, fue cuando se inició el fuego, y que sin duda éste había empezado en
los almacenes de la Cia Granadina. Los cómicos eran los de la compañía de Pedro
Terol y “Tiene razón don Sebastián”, sainete lírico en dos actos, de Rafael
Fernández Shaw y con música del maestro Jacinto Guerrero, era la zarzuela
representada en el reinaugurado teatro al aire libre, con función desde la 11
de la noche.
En la manzana
siniestrada había numerosos negocios. Aparte del almacén en el que se inició el
fuego y del Parador de la Granada, ambos edificios prácticamente destruidos por
completo, el que más pérdidas sufrió al arder casi todos los géneros que
guardaba fue el comercio “La Isla de Cuba”, tejidos
y novedades, en calle Hileras. Con daños menores resultaron: el comercio
“La Mariposa”, de quincalla y paquetería; la farmacia “La Magdalena”; Bazar “El
95”, artículos de regalo; calzados “La Unión”; y dos armerías de la calle
Mesones: “El Caballo”, guarnicionería, e “Hijos de Joaquín Ruiz”. Las armerías
en los primeros momentos del incendio fueron rápidamente desalojadas de los
materiales que almacenaban ya que entre ellos había dinamita y otros
explosivos.
La Compañía Granadina
de Industria y Comercio había sido fundada años atrás por Manuel Conde Alcalá,
fallecido un año antes del siniestro. Era Conde Alcalá un prócer granadino que
presidió la Cámara de Comercio y que, en unión del duque de San Pedro de
Galatino y otros, fue uno de los impulsores del Tranvía de la Sierra. También
se dedicó a la política por el partido liberal a caballo de los siglos XIX y XX
y fue diputado provincial. Un pasaje de comercio que une las calles Alhóndiga y
Mesones lleva en la actualidad su nombre por haberse abierto, ya en los años
sesenta, sobre terrenos que le pertenecieron y que ocuparon parte de las fincas
siniestradas en este gran incendio de principios de septiembre de 1945. Un hijo
suyo, Fernando Conde Teruel, fue directivo del Granada CF a caballo de los años
cuarenta-cincuenta. También es digno de recordar su pequeño protagonismo en la
historia del Granada CF puesto que fue uno de los suscriptores de aquellos
bonos que el club puso en circulación en 1934 apelando a la generosidad de los
granadinos para que con sus aportaciones pudiera financiarse la construcción
del estadio de Los Cármenes. 200 pesetas del ala, contribución nada desdeñable
para la época, fue su óbolo.
Manuel Conde Alcalá
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