EL ONCE FANTASMA

Pedro Escartín bautizó al Granada CF (el Recreativo Granada) con el apodo de "Once Fantasma" cuando este club era un recién llegado a la competición pero ya andaba codeándose con equipos de solera y aspiraba a lo máximo.
En este libro se narran las vicisitudes por las que atravesó el Recreativo en sus cinco primeros años de existencia y también se recogen los sucedidos ciudadanos más impactantes de aquella época revuelta que fue la de la II República.
En la foto de cabecera se ve al Recreativo que se enfrentó al Gimnástico de Valencia en el campo madrileño de El Parral, 21 de febrero de 1934. De pie: Sosa, Tomé, Calderón, Luque, Itarte, Carrera, Victorio y Tabales; agachados: Gomar, Morales y Herranz.
Para adquirir un ejemplar firmado y dedicado por el autor (20 €), dirigirse a
jlramostorres@gmail.com


Historia del Granada CF



lunes, 17 de mayo de 2021

UN NUEVO CICLO SE INICIA

 

 

                  


 

 Se acabó la Primera División

El Granada CF estuvo toda la anterior temporada, 1944-45, ocupando puestos de descenso o muy cerca de ellos. Una extraordinaria reacción final le permitió eludir las dos últimas posiciones de la tabla que significaban pérdida directa de la máxima categoría, pero, muy lastrado el equipo por los resultados negativos anteriores, no pudo completar su gran mejoría eludiendo también la trampa de la promoción por la permanencia. Por otra parte, su magnífico papel en la Copa del Generalísimo, competición que se jugó una vez agotado el calendario liguero y que contempló a un Granada por primera vez en su historia semifinalista, convencieron a muchos de que íbamos a seguir viendo fútbol de primer nivel al menos un año más. Parece ser que este mismo era el pensamiento de los once rojiblancos que comparecieron en el Metropolitano el 17 de junio de 1945 para jugárselo todo a una carta en el único partido en que por entonces consistía la promoción y así, según las crónicas, el Granada salió con aires de autosuficiencia y no llegó nunca a meterse en el partido mientras que su rival, el Celta de Vigo, que además había gozado de todo un mes de descanso antes de encarar esta cita decisiva, se empleó con mucho más interés y fue justo ganador. Así que cuando ya se daba todo por resuelto llegó un descenso inapelable con el que ya no se contaba.

Así terminó la temporada 1944-45. El Granada CF vivió su mayor decepción desde el momento de su fundación porque el perder aquel partido contra el Celta supuso el primer descenso de su historia. Hasta ese momento y desde su fundación en 1931, todos los cambios de categoría habían sido para mejorar. Perder la primera fue una tragedia y significó el fin de un ciclo y el comienzo de otro, ya no tan triunfal como el que se cerraba.

 

Comisión gestora. Fontana presidente de honor

A mediados de junio de 1945 la triste realidad hinchística se manifiesta en toda su crudeza. Se ha consumido una era gloriosa en la historia del GCF y con ella se han acabado los días de vino y rosas que para un modesto como nuestro equipo han supuesto los cuatro años seguidos en máxima categoría. A partir de ahora el fútbol que se podrá ver en Los Cármenes será de bastante peor calidad. Pero no terminan ahí los males. Lo peor de todo es que no hay ni para tabaco en las arcas del club, al que se le calcula una deuda algo superior al medio millón de pesetas, muchísimo dinero para la época. Es un panorama desolador que pone en duda la continuidad del club. Falta monetario y tampoco hay directivos, se puede decir. El presidente Pérez de Haro y su junta expresaron su voluntad de dimitir, manifestada en los mismos vestuarios del Metropolitano una vez consumado el descenso, aunque esa decisión había quedado aplazada hasta la vuelta del gobernador civil Fontana, con quien pensaban reunirse y poner los cargos a su disposición.

Por eso la primera noticia de la temporada 45-46, el día 1 de julio, es esa reunión postergada en su momento y llevada a cabo por fin el día anterior en el Gobierno Civil, presidida por la primera autoridad provincial. Allí se dieron cita más de treinta personas, con asistencia de varios notables del granadinismo y de la vida económica de la ciudad, para tratar de encontrar una solución a la preocupante situación del club. De esta reunión salió una comisión integrada por el todavía presidente, Juan Diego Pérez de Haro, el ex presidente Antonio Becerra Entrambasaguas, más los ex directivos Manuel Morales Souvirón y Francisco Cabezas, y también el que sonaba como posible nuevo presidente, Manuel Fernández de Prada. A esta comisión se le encomendó el estudio de la situación, así como la propuesta de posibles soluciones y el nombramiento de nueva directiva. En la misma reunión y por unanimidad de todos los presentes, se acordó nombrar presidente de honor al gobernador civil José María Fontana, quien prometió a los reunidos prestar su colaboración entusiasta en pro del Granada. Esa colaboración se tradujo a los pocos días en la concesión de un crédito de 30.000 pesetas avalado por el propio gobernador y que, una vez finalizada esta temporada y en vista de que la mala situación económica seguía presidiendo el día a día del Granada CF, le fue condonado al club.

Tras una semana de reuniones, la comisión hizo a través de la prensa un llamamiento a la afición y a Granada entera para que todos colaboraran en pro de la institución que lleva el nombre de la ciudad por toda España. Pero en realidad, aparte de alguna propuesta que quedó en nada, poco efectivo fue el papel de la comisión y un mes después no habrán conseguido sus componentes llegar a conclusión alguna, ante lo cual a primeros de agosto se hace efectiva la dimisión de Pérez de Haro, presentada personalmente en la sede de la Federación Sur en Sevilla. Queda en esos momentos como presidente interino el eterno secretario técnico rojiblanco, Paco Cristiá.

 

Nuevo presidente: el Marqués de las Torres de Orán

La interinidad de Cristiá duró sólo un día porque el 4 de agosto ya tiene el Granada nuevo presidente: un aristócrata, Manuel Fernández de Prada y Villarreal, V Marqués de la Torres de Orán. El nuevo presidente dice que, para evitar la desaparición del Granada CF, ha aceptado ante los reiterados requerimientos del presidente interino y de la Federación Regional Sur a instancias del gobernador civil, camarada Fontana, a pesar de que su salud y sus innumerables ocupaciones aconsejaban sensatamente lo contrario. Serán sus vicepresidentes: José María Dávila Valverde, José Fernández-Fígares Méndez e Indalecio Romero de la Cruz, y a éstos acompaña una larga lista de más de 30 personas que completan la nueva directiva.

Lo primero con que tropieza el nuevo presidente es que en poco más de una semana hay que pagar un total de 150.000 pesetas y en caja hay en esos momentos apenas 60. Entre fichas y la última mensualidad, debida a prácticamente toda la plantilla de la temporada anterior, se necesitan esos 30.000 duros, de lo contrario, de no pagar, todos quedarán en libertad, con gran dolor en el caso de los tres futbolistas más cotizados: Millán, González y Trompi, que son también los que más pegas ponen para renovar un contrato que ya ha cumplido. Además, también hay que contratar un nuevo entrenador. Desde luego es un panorama que desanimaría al más pintado aunque finalmente se pudo salvar la comprometida situación. ¿Cómo?, pues con aportaciones personales de los nuevos directivos.

Una de las medidas que establece la nueva directiva es la creación cara a la 45-46 de diez clases distintas de socios. Por primera vez se van a admitir abonados de la localidad de General, que pagarán 10,15 pesetas mensuales (7,15 señoras y 5,15 niños) pero tendrán que acreditar su condición de obreros y se pretende que su número no sea superior a mil. Los precios para las demás gradas son: protectores (son todos socios de tribuna y abonan su cuota de una sola vez y por toda la temporada), 250 pesetas (150 señora y niño); los socios de número pagarán de cuota mensual: tribuna 21,15 (15,15 señora y niño); preferencia, 12,15 (8,15 señora y 6,15 niño).


                            El Marqués de las Torres de Orán


No sigue Emilio Vidal

El entrenador que terminó la temporada anterior, Emilio Vidal, de vacaciones en Castellón, donde reside, había confirmado por escrito su renovación por el Granada para la temporada entrante. Pero apenas una semana más tarde el propio Vidal, por telegrama, comunica al club que no puede ser entrenador del Granada porque sus negocios privados se lo impiden (tenía una ferretería en Castellón), así que a poco más de un mes del comienzo de la competición el Granada no tiene técnico. Emilio Vidal, un buen entrenador, en la media temporada en que fue míster rojiblanco había conseguido que un equipo apático como el de la primera vuelta 44-45 cambiara de actitud en la segunda y reaccionara logrando evitar un descenso directo que parecía cantado, y consiguiendo también que por primera vez un modesto como el Granada llegara a semifinales de Copa. No pudo eludir la pérdida de categoría por un único mal partido, el de promoción, pero todos habían quedado muy contentos con su trabajo desde el banquillo. Parecería que los motivos explicados por Vidal no eran del todo ciertos y que estaba esperando mejores ofertas. Y así fue, porque al poco tiempo fichó por el Castellón, por entonces en primera. En el equipo de La Plana permanecerá toda la temporada 45-46 realizando un gran papel que un año después lo convertirá en míster del poderoso Atlético Aviación.

 

Cholín entrenador

Cuando falta apenas una semana para la fecha fijada para el comienzo de los entrenamientos se recibe en el club el ofrecimiento de Cholín, que la temporada anterior ha entrenado al Alavés. Así lo anuncia Ideal. En Patria quieren darle más misterio y comentan la inminente contratación de un nuevo entrenador del que no revelan su nombre (sólo dicen que tiene seis letras) pero añaden que se trata de un ex jugador norteño que perteneció a nuestro equipo y que es recordado con cariño por los aficionados.

Hubo rápido acuerdo para la contratación de Cholín, quien firmó en blanco, esto es, fiándose de la cantidad de ficha y de sueldo que quisiera fijarle la nueva directiva, y enseguida se vino para Granada (lo primero que hizo al llegar fue visitar a la Virgen de las Angustias), a la que considera su segunda tierra y donde tiene muchos afectos, como el mismo Cholín refiere a la prensa.

Así se estrenaba Cholín como entrenador del Granada, un banquillo que volverá a ocupar en varias temporadas venideras hasta convertirse en el míster que más partidos de segunda ha dirigido al Granada en toda su historia, marca todavía vigente. Nada más llegar y en entrevista para la prensa local dice que el Granada tiene equipo para recuperar inmediatamente la primera, y que hay que volver a la antigua forma de juego que tantos triunfos dio: pase corto y a ras del suelo.

También nada más llegar, Cholín recomienda el fichaje de un extremo izquierdo paisano suyo de Tolosa, equipo en el que juega, tiene 18 años y se llama Pedro Mari Arsuaga y se dice que andan tras él R. Sociedad, Bilbao y Aviación. Una delegación del club viajó hasta Tolosa para traérselo, ofreciéndole una ficha de 55.000 pesetas y sueldo mensual de 1.000, pero no quiso firmar pues sólo le preocupaban sus estudios, dijo. Habría sido sin duda un gran fichaje, pero el Granada no podía competir con esos otros clubes que lo pretendían y fue el R. Madrid quien se lo llevó un año después, y a ese club perteneció ocho temporadas. Andando el tiempo este Arsuaga acabará jugando en el Granada, pero esto ocurrirá ya en la temporada 1953-54, cedido del Madrid.


                          Cholín, entrenador del Granada 45-46 


Empiezan los entrenamientos

Los entrenamientos empezaron el 20 de agosto en un Los Cármenes sin prácticamente hierba por culpa de la pertinaz sequía (se lee en la prensa), que ha impedido su riego regular pues Granada lleva todo el verano sufriendo restricciones. Al primer entreno sólo asistieron siete jugadores (Martí, Floro, Millán, González, Sierra, Melito y García). La directiva se apresuró a publicar una nota diciendo que salvo Trompi, con el que todavía se anda en conversaciones para su renovación, y Nicola, que a última hora se ha subido a la parra económica, todos los demás tienen permiso para incorporarse algo más tarde.

Con el beneplácito de Cholín, las primeras bajas en la plantilla fueron: Martín Pica, Llano y Marín. Este último andaba ya por los 39 tacos y su última temporada no había sido tan buena como las otras tres anteriores, de ahí que se hubiera pensado en darle la baja, pero la dirección técnica se lo pensó mejor y decidió renovarle otra temporada más.

 

Caso Nicola

Nicola no se incorporó hasta bastantes días después de empezar los entrenamientos. Desde su Barcelona mandó una carta al club diciendo que no venía si previamente no se le ingresaba una determinada cantidad, y la directiva contestó fijando un plazo para su incorporación o de lo contrario se le declararía en rebeldía. Hay que aclarar que por aquellos años y hasta bastantes después existía en el fútbol profesional español el llamado derecho de retención, por el cual cualquier futbolista podía ser obligado a quedarse en el club al que perteneciera aunque ya su contrato hubiera cumplido, o sea, podía ser retenido y bastaba con aumentarle un pequeño porcentaje, y si el futbolista no estaba de acuerdo y se negaba a reintegrarse era declarado en rebeldía, lo que significaba que no podía fichar por ningún otro club. Nicola, con contrato hasta 1947, uno de los mejor pagados de la plantilla, tras su negativa a incorporarse fue efectivamente declarado en rebeldía.

Finalmente, a falta de una semana para el comienzo de la liga, el delantero catalán pareció dar su brazo a torcer y se avino a renovar su contrato, aunque para cuando se dejó caer por Granada faltaban ya sólo tres días para el partido de la primera jornada. Pero una vez ya por estos andurriales tuvo la salida de insistir en su demanda crematística y pidió 40.000 pesetas en el acto y 30.000 más por cada año, cifras que estaban muy por encima de lo que cobraban los mejor pagados de la plantilla, a lo que el club naturalmente contestó que ni hablar del peluquín. Por fin la víspera del estreno liguero hubo reconciliación y Nicola volvió, ahora sí, a la disciplina rojiblanca, pero su larga inactividad aconsejó que no se alineara en ese primer partido frente a la Real Sociedad. Reapareció en la segunda jornada en Córdoba, pero fue una figura decorativa (en otro lugar común gacetillero muy de la época) por encontrarse falto de entrenamiento y mermado en su condición física al haber estado todo el verano enfermo. Por esa misma razón, por estar muy lejos de su mejor forma, volvió a la suplencia en la tercera jornada, en la que el Granada venció en Los Cármenes (3-1) al Zaragoza. Reapareció en la jornada cuatro, segunda salida del calendario, a Ferrol (1-0 perdimos), donde parece ser que jugó algo mejor. Y ahí se acabó Nicola. Fue su último partido como rojiblanco.

Tras algo más de una semana de negociaciones y después de jugada la jornada quinta, a finales de octubre, Nicola fue traspasado al Hércules, recién ascendido a primera, que pagó al Granada 80.000 pesetas por el delantero catalán. La muy preocupante situación económica del Granada y el hecho de haber fichado otro delantero, Portilla, decidieron a la directiva a desprenderse de Nicola, que acababa de empezar su cuarta temporada como rojiblanco.

Nunca llegó Nicola a conectar plenamente con la grada ni a ser un verdadero ídolo, sin embargo, sus números como granadinista no son nada malos: 49 goles en 70 partidos, que lo convierten en el sexto en la clasificación de goleadores de toda su historia (sólo Rafa, Trompi, Morales, Miguel y Mas están por delante), y que si atendemos a la clasificación por promedio le hace subir un puesto más, el quinto. La temporada anterior fue la que mejores registros presentó, un total de 22 goles entre liga y copa, pero sus grandes números anotadores no volvería a repetirlos lejos de Los Cármenes ya que en su nuevo club sólo intervino en diez encuentros y nada más que dos goles consiguió, pasando posteriormente al Murcia donde también fueron muy discretos sus números.


                                                                                                 Nicola


Millán, González, Sosa y Trompi pueden irse

El descenso también ha traído la muy preocupante situación en que quedan sus jugadores más cotizados: Millán, González, Trompi y Sosa, que tienen ofertas y no quieren renovar. No obstante Sosa fue el primero en firmar su nuevo compromiso con el Granada por un año, y lo hizo a primeros de julio, antes de marcharse de vacaciones a su tierra canaria. Respecto de González, en Patria apareció publicado que se había descolgado pidiendo 250.000 por renovar, cantidad que por entonces significaba un capitalazo y además estaba muy por encima de lo que venía cobrando normalmente cada temporada (unas 5.000 pesetas de ficha) y de lo que ingresaban los futbolistas de los equipos grandes, y encima, por si fuera poco -se dijo- exige también la carta de libertad al terminar la temporada, de lo contrario se niega en redondo a firmar. Millán por su parte también se ha subido a la parra, aunque algo menos alta, y exige 150.000 por tres temporadas más, aunque alternativamente ofrece jugar gratis este año a cambio de obtener también la libertad al finalizar junio. 

En entrevista con Saucedo para Patria pocos días después, el propio González desmiente que haya pedido esa cantidad tan enorme y también que exija la carta de libertad al finalizar la temporada, pero se reitera en que quiere cambiar de aires y añade que está cansado de Granada y hasta de la Alhambra, y que pretende ser traspasado porque hay ofertas por él del Barcelona (que pagaría al Granada 75.000 y al jugador 20.000 por año) y del Sevilla (dispuesto a dar casi el doble). Para concluir dice que, para quedarse, el Granada tendría que pagarle 60.000 pesetas por temporada, que sigue siendo una cantidad astronómica para las posibilidades del club.

El acuerdo para la renovación de González se alcanzó al fin unos días antes de comenzar los entrenamientos mediante una entrevista personal en el domicilio del recién nombrado presidente Manuel Fernández de Prada, de la que existe un testimonio sabroso en la Historia del Granada CF Entrala-Ramos (página 135) por el cual nos enteramos de que González consiguió renovar con una ficha de 25.000 pesetas anuales y 1.500 de sueldo, una considerable mejora en su contrato. El mismo día renovó también Millán en las mismas condiciones económicas que su más famosa pareja, aunque lo hizo por tres temporadas con derecho a retención por parte del club. Fueron las dos primeras gestiones llevadas a cabo por el flamante presidente Fernández de Prada.

A Trompi costó algo más convencerlo, pero por fin también firmó, por dos años en su caso, cuando ya se llevaba una semana de entrenamientos, y lo hizo en las mismas condiciones económicas que González, Millán y Sosa.

 

Corta pretemporada

Dos semanas antes de empezar la liga jugó el Granada su primer encuentro de pretemporada, en un Los Cármenes prácticamente sin hierba y lleno de hoyos, frente a la Olímpica Jienense, que militaba en tercera pero puso las cosas muy difíciles, acabando el partido 5-4 a favor de los nuestros. Según las crónicas, el Granada estuvo horroroso y los jiennenses fueron mejores y merecieron la victoria. Ante la rebeldía de Nicola hubo que improvisar delantero centro, posición en la que actuó de inicio Rey, que dejó claro que ése no era su puesto, y después le sustituyó Sosa (recién vuelto de las islas), que ya había actuado otras veces en esa demarcación, pero no mejoró el papel de Rey. El cronista no salva de la quema ni a Millán, que desde que se lesionó de gravedad en su única presencia como internacional, en febrero, no se le había vuelto a ver vestido de corto. La impresión general que sacaron los asistentes fue que el equipo estaba todavía muy falto de forma (algunos de los alineados acababan de incorporarse) y que hacía falta urgentemente reforzarse, de lo contrario sería muy difícil volver a primera.

Con un segundo amistoso en Los Cármenes se cerró la pretemporada. El Granada jugó frente a una selección de jugadores sevillanos improvisada para la ocasión en la que venían un ex rojiblanco, Acedo (autor del gol forastero), el delantero centro cedido del Sevilla la temporada anterior y vuelto a su club en la presente; y un futuro granadinista seis años más tarde, el defensa Japón, por entonces en el Ceuta. Ganaron los rojiblancos 2-1 pero fue otro pésimo encuentro de los nuestros caracterizado por el peloteo insulso que presidió el juego de unos y otros, por usar ese término al que tanto recurría la prensa de la época para decir que el partido había resultado aburrido. De rojiblanco actuaron a prueba tres granadinos que habían destacado la temporada anterior en el llamado Trofeo de Tercera, que disputaban sólo conjuntos locales y no tenía carácter federado; uno de los tres era Cepillo, medio de la tierra que ya había pertenecido al club antes y después de la guerra y que siempre apuntó buenas maneras pero una gravísima lesión de menisco que se produjo en el partido Granada-Gerona de la temporada del ascenso, 40-41, lo había apartado del deporte más de dos años. Ninguno de los canteranos a prueba llegó a fichar.


Manuel López Font, nuevo presidente del Granada CF

Se va el Marqués. López Font nuevo presidente   

            A falta de poco más de una semana surge la sorpresa en el seno del Granada CF: cuando nadie lo esperaba, el presidente, Manuel Fernández de Prada, presenta su dimisión. Poco más de un mes llevaba en el cargo el marqués, como se le conocía. Era un viejo aficionado de los de primera hora, pero nunca antes había tenido protagonismo en la vida interior del club. Sin duda acabaron de desanimarlo los mil problemas económicos y de organización que vivía en esos momentos nuestro GCF.

Reunida de urgencia la directiva, decidieron por unanimidad proponer nuevo presidente en la persona del hasta ese momento vocal, Manuel López Font, comandante de intendencia en activo, que aceptó y enseguida recibió el beneplácito de la Federación Sur. López Font apenas tocó la directiva que ya existía, sólo nombró un nuevo vicepresidente, Pablo Acosta Medina, y un nuevo tesorero, Joaquín Sánchez Sanjuán. No entró con mal pie la nueva directiva ya que a los pocos días de tomar posesión se puede leer en la prensa que el Granada ha saldado con sus futbolistas todas las deudas que con ellos mantenía.

 

CALLEJEANDO

 

Teatro Gran Capitán. Demolición del palacio de los Córdova

En el ámbito ciudadano destaca el re-estreno del teatro Gran Capitán. Volvió a las carteleras el 30 de mayo de 1945, con Granada iniciando sus fiestas del Corpus. Se trataba de un local al aire libre situado en la calle Sierpe Alta, esquina a plaza de las Descalzas, justo detrás de la casa de Correos en su antiguo emplazamiento, en terrenos que en la actualidad ocupan en parte la plaza de Isabel la Católica y el mamotrético edificio Banco de Santander. Fue en su día muy polémica la construcción de este teatro porque para llevarla a cabo hubo que previamente demoler el palacio de los Córdova.

Casi a la vez que el camarada Miguel Primo de Rivera y Sáenz de Heredia, a la sazón ministro de Agricultura, inauguraba oficialmente en el Camino de Ronda el campo de deportes del SEU o del Frente de Juventudes (el Estadio de la Juventud) a medio hacer, se re-inauguraba esta sala que para su vuelta se estrenó con el espectáculo “Relieves de España”, con Gloria Romero y Pepe Blanco, más las Hermanas Irene y Charito Jara, el caricato Sepepe, y la Orquesta “Mihúras de Sobré”, destacada agrupación musical-cómico-excéntrica. A partir de esta fecha e ininterrumpidamente funcionará cada verano como teatro-cine al aire libre hasta 1953 y por su escenario desfilarán de junio a septiembre primeras figuras del teatro, la zarzuela y las varietés.

Como queda dicho, el local se re-inauguró en el Corpus 1945, pero ya tenía a sus espaldas una larga historia, y esa historia toca de forma indirecta a la del GCF ya que su propietario, Ricardo Martín Flores, era el padre de Ricardo Martín Campos, en esos momentos ex presidente del club rojiblanco (volverá a serlo en 1947) y presidente honorario.

 La primera noticia que del teatro tenemos consiste en un pequeño recuadro de El Defensor, marzo de 1919, donde se lee que el gobernador civil de la provincia ha recibido un telegrama del ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes, ordenándole que prohíba la demolición de la casa de los Córdova, que perteneció a Gonzalo Fernández de Córdova, el Gran Capitán. En realidad, el propietario y el que levantó el palacio en el siglo XVI fue Luis Fernández de Córdova, sobrino-nieto del Gran Capitán. Pero para cuando se recibe la orden de Madrid ya de la casona apenas queda nada. Su propietario era en esos momentos Martín Flores, también propietario del teatro-cine Regio, en la calle Escudo del Carmen, el primer local estable construido expresamente para exhibición de cine que se levantó en Granada, que llegó hasta los años 80. Don Ricardo, industrial muy conocido en Granada y a quien apodaban “Merengue”, no por ser madridista sino porque también había sido dueño de la confitería Los Alpes, en Reyes Católicos esquina calle del Príncipe, recurrió a lo que se conoce como política de hechos consumados y en un tiempo récord demolió el palacio. De esa forma consiguió evitar que le pasara lo mismo que un año antes, en 1918, cuando tropezó con la negativa de las autoridades para cometer la barbaridad que pretendía: demoler el Corral del Carbón (también por entonces en manos privadas) y levantar en su solar un nuevo teatro. Don Ricardo fue más rápido y para cuando los poderes públicos entraron en acción ya no cabía más actuación que obligar al dueño a conservar aquellos elementos del edificio derribado que se consideraran de «utilidad para el arte».


                        Patio de butacas del teatro Gran Capitán

En 1919 el palacio de los Córdova todavía no había sido declarado monumento nacional e incluso un intelectual de la época como Francisco de Paula Valladar en su revista quincenal de artes y letras, La Alhambra, calificó a la parte exterior del palacio como exponente de un renacimiento de bastante mal gusto, y dijo del conjunto que tenía un mayor interés histórico que artístico, pero sin que esto pudiera justificar su derribo ya que en su interior albergaba numerosos elementos arquitectónicos dignos de preservarse, en especial las lacerías mudéjares de sus techos y los capiteles y zapatas de su patio. Afortunadamente casi todos esos componentes de valor se salvaron y al menos se consiguió que no se perdiera por completo esta notable construcción.

Martín Flores, con los despojos de la casa de los Córdova una vez derribada, confeccionó un catálogo indicando el precio de cada pieza y de todo el lote, y montó en una finca de su propiedad, situada en lo que hoy es Almanjáyar, una suerte de exposición con columnas, rejas, artesonados, mármoles, zapatas y otros muchos elementos interesantes desde el punto de vista artístico, incluida la curiosa columnilla de la esquina izquierda de la fachada principal en la que se ve esculpida una especie de serpiente (sierpe) que fue la que dio nombre a la calle con la que hacía esquina el palacio cuando todavía se mantenía en pie.

Casi milagroso es que el palacio de los Córdova pueda ser hoy admirado en un paraje granadino, aunque ya no sea exactamente como era y esté en un sitio distinto de su primitivo emplazamiento. Perfectamente podría haber ocurrido que algunos de sus elementos de valor (o todos) acabaran adornando la mansión de algún ricacho o que hubiera que ir hasta Hollywood para poder verlo, como sucedió con otras muchas casas nobles repartidas por toda España. Esto ocurrió gracias -al parecer- a que no se encontró un comprador que estuviera dispuesto a desembolsar lo que Martín Flores pedía. Ya en la segunda mitad de los años sesenta los duques de Montellano, descendientes del Gran Capitán, compraron el conjunto y reconstruyeron el palacio en su emplazamiento actual, en la orilla derecha del río Darro, con acceso por la cuesta del Chapiz, en una finca de su propiedad. En 1980 fue declarado monumento nacional. Hoy pertenece al Ayuntamiento, que lo adquirió en 1983 y lo destinó a archivo histórico de la ciudad.


            Un combate de boxeo en el teatro Gran Capitán hacia 1927

Sólo tres meses después de la total demolición del palacio de los Córdova, 19 de junio de 1919, en pleno Corpus, abrió sus puertas por primera vez al público granadino el teatro-circo-parque-cine de verano Gran Capitán. Tras sus tapias y bajo el cielo granatensis se desarrollaron toda clase de espectáculos escénicos, también algunos de tipo deportivo, como combates de boxeo, e incluso mítines políticos. A los pocos días del estreno, en la primera página de El Defensor podía leerse una columna sin firma titulada “Barraca molesta” que empezaba tal que así: «Para mayor jocosidad, con el nombre gloriosísimo de El Gran Capitán, se ha inaugurado una barraca de espectáculos de género ínfimo, en el sitio donde estuvo situada la grandiosa artística casa del insigne Gonzalo Fernández de Córdova….». Pocos días después el mismo diario publicaba una carta de réplica firmada por Ricardo Martín Flores en la que dice que el teatro-parque Gran Capitán no es una barraca, al contrario, está montado con lujo, comodidad y gusto artístico, y nada de cultivar el género ínfimo sino que sobre su escenario están actuando primeras figuras como Dora la Cordobesita o Adelita Lulú (las dos fueron muy famosas en su tiempo y ambas quintaesencian lo más racial del carpetovetonismo: tonadillera que casa con torero, la primera con Chicuelo, la segunda con un diestro llamado Joselito, pero no el famoso), y que allí se cultiva el arte, no la chocarrería; asimismo, que la instalación del teatro de verano es provisional y las obras para la construcción del coliseo definitivo ni se han suspendido ni se suspenderán.

El propósito del propietario del teatro Gran Capitán era construir un recinto moderno, con los adelantos técnicos y el confort de la época y, por supuesto, techarlo todo. Pero se ve que no pudo realizar al completo el proyecto porque el negocio nunca fue lo suficientemente rentable, como lo prueba que en largos periodos de su existencia permaneciera sin actividad: de 1920 a 1922 estuvo cerrado; volvió a abrir entre 1923 y 1929 para volver a quedar cerrado y sin actividad de 1930 a 1944. Desde 1945 hasta 1953 funcionó con regularidad cada año del Corpus a la Virgen. Después ya no volvió a abrir sus puertas al público hasta que a principios de los 60 fue demolido junto con la casa de Correos para que se pudiera hacer la plaza de Isabel la Católica. Lo que su dueño pretendía que fuera un gran coliseo no pasó de sala de verano al aire libre.

 

Los Sucesos de Febrero de 1919

Sólo un mes antes de que empezara toda la polémica por el derribo del palacio de los Córdova, en febrero de 1919, el nombre del promotor de la misma como propietario que era de la casona y del local que sobre su solar se construyó, Ricardo Martín Flores, tuvo cierto protagonismo pasivo (como víctima) en unos sucesos muy graves que acontecieron en nuestra ciudad y que han quedado para los anales de la pequeña historia local englobados bajo el nombre genérico de “Sucesos de Febrero”. En el domicilio de Martín flores no quedó un cristal sano y su negocio, el popular teatro-cine Regio, fue asaltado y sufrió grandes estragos que le obligaron a permanecer varios días cerrado.

El año 1919 y los inmediatamente anteriores en Granada fueron bastante movidos. Huelgas y manifestaciones mil (que a menudo acababan como el rosario de la aurora) se produjeron en abundancia. El principal caballo de batalla de las muchas movilizaciones sociales que vivieron las calles granadinas era lo que en la prensa del momento se denominaba la crisis de las subsistencias, es decir, los productos de primera necesidad y el coste elevado de los mismos, todo en una situación de gran recesión económica y la consiguiente penuria para los más humildes, sin ninguna clase de subsidios por desempleo ni prestaciones sociales de ningún tipo. Recién terminada la I GM, en España el paro obrero era enorme y los precios se habían multiplicado hasta por tres respecto a los que regían antes del conflicto, pero los salarios apenas habían aumentado. Entre los muchos enfrentamientos callejeros que tanto abundaron ese año destacan los hechos violentos que tuvieron lugar en Granada entre los días 9 al 13 de febrero de 1919, los llamados Sucesos de Febrero. Los precios por las nubes y el ya insufrible caciquismo, todo en conjunción, fue el detonante de las interminables jornadas de enfrentamientos callejeros con la fuerza pública, que culminaron en un motín callejero y la muerte de tres inocentes.


                       Los hermanos La Chica, caciques de Granada

Al caciquismo «compadre y aparcero del favoritismo», se le acusaba, entre otras muchas maldades, de ser también la causa, con sus corruptelas, de la miseria y el desabastecimiento que sufría la población. Los caciques de cada provincia, cada comarca, cada ciudad, cada pueblo, imponían su santa voluntad y amañaban elección tras elección pues las urnas por entonces para lo único que servían en España era para dar una apariencia de democracia que estaba muy lejos de ser real. Los caciques gobernaban en beneficio propio y de sus clientes comarcas enteras. En 1919 los caciques máximos en Granada eran los hermanos La Chica: Felipe, el alcalde, y Juan Ramón, diputado a Cortes, ambos pertenecientes al partido dinástico liberal-prietista.

Lo más grave ocurrió el martes 11 de febrero, Jornada Sangrienta, como titula El Defensor. De buena mañana comenzaron los incidentes, protagonizados en un principio por contingentes de universitarios pidiendo ante su domicilio y a grito pelado la cabeza del cacique, el alcalde Felipe la Chica, en las inmediaciones de la Universidad, que por entonces tenía todas sus facultades excepto la de medicina en lo que hoy es solamente la parte de la facultad de derecho que da a la plaza de la Universidad. A los estudiantes se unieron los obreros y así continuaron los saltos a lo largo de toda la jornada y por toda la ciudad hasta bien entrada la noche. Tres personas muertas y numerosos heridos fue el muy lamentable balance: un estudiante de medicina, un obrero ferroviario y una dependienta. Los tres fallecidos lo fueron por disparos de la Guardia Civil contra los manifestantes, que por entonces la Benemérita no disponía de más medios antidisturbios que sus máusers y sus sables. Fueron unos sucesos muy graves que dieron mucho que hablar también lejos de nuestra tierra, y en varias capitales hubo huelgas y manifestaciones de protesta. La sesión del Congreso de Diputados del día 12 fue dedicada en exclusiva a debatir los sucesos de Granada. El mismo día, el presidente del Consejo de Ministros, Conde de Romanones, destituyó al gobernador civil y al alcalde, y con él se marcharon, al dimitir, todos los concejales de la mayoría liberal, entre ellos Ricardo Martín Flores y Federico García Rodríguez, el padre de Federico García Lorca.

«Los moros perpetúan su imperio sobre Darro y Genil. El siglo XV sobrevive. Sólo la dinastía ha cambiado. Pasaron los Nazaritas, con su romántica pompa, su aire de zambra y de rabel. Los ha sustituido otra dinastía soez e inelegante, sin turbante y sin gumía, con hongo y con navaja. A Boabdil El Chico sucede Boabdil La Chica. El señor La Chica es rey incircunciso de Granada la bella.» […] «Arrojemos el hecho al rostro de los que se llaman pedantescamente “hombres de orden”. Para ellos el orden es esto: que el señor La Chica ejerza su vampirato sobre la amada ciudad andaluza contra la voluntad de ésta, que manipule los fondos municipales, que trafique y negocie con los intereses públicos, que conceda actas, que persiga a los ciudadanos, que amenace al liberto y apriete al humilde. Tras el moro La Chica garantizan el “orden” los moros mayores de Magerit. En cambio es esto “desorden”: el pueblo, exasperado, se incorpora. La conciencia de la dignidad civil da un latigazo en los lomos de la ciudad. Todos: ricos y pobres, fieles e infieles, derechas e izquierdas, zegríes y abencerrajes forman un tropel vengativo contra el audaz opresor...». (El Sol, de Madrid, 13-02-1919; firma Esquivel).


                                 Los sucesos de febrero en la prensa nacional

Una huelga general fue convocada para el día siguiente, el 12, y por esa razón faltan en la hemeroteca los ejemplares del día 13 de febrero de los cuatro diarios locales: La Publicidad, Gaceta del Sur, Noticiero Granadino y El Defensor de Granada. A este último alcanzaron también los desmanes de la jornada de huelga y fue atacada su redacción, en Reyes Católicos 8, así como sus talleres e imprenta, en la calle Paco Seco de Lucena, en el Realejo, y estuvo sin publicarse dos días más, reapareciendo el 16 de febrero. Los revoltosos acusaban al diario de dar informaciones tendenciosas en apoyo de los caciques. El 12 de febrero de 1919 el seguimiento de la huelga fue de casi el cien por cien y Granada amaneció sin actividad alguna, sin circulación de tranvías y con prácticamente todo el comercio cerrado, en protesta por la brutal reacción de la fuerza pública, sólo con el tañer de las campanas de los templos en duelo por los fallecidos mientras las principales calles eran patrulladas por soldados a caballo del regimiento de Lusitania.

Ricardo Martín Flores, Merengue, apodo con el que en Granada se le conocía, era concejal del Ayuntamiento de Granada por la facción lachiquista, esto es, del alcalde que gobernaba en mayoría, Felipe la Chica y Mingo, y como tal fue víctima de los disturbios durante la jornada de huelga: los mismos exaltados que acababan de destrozar la imprenta de El Defensor, en el camino de vuelta hacia el Ayuntamiento hicieron una parada en su domicilio, en calle Jesús y María, y éste fue apedreado, y un automóvil de su propiedad, aparcado en la puerta, quedó volcado y para el arrastre. No contentos con eso, los descontrolados siguieron su peregrinar y asaltaron también su negocio, el salón teatro-cine Regio, que quedó asimismo destrozado y con parte de su mobiliario arrancado, sin que se salvara el piano con el que se acompañaban las películas en tiempos de cine mudo. Todo fue transportado a la vecina plaza del Carmen junto con algunas cintas de celuloide que se exhibían, para servir de combustible a una improvisada hoguera en el centro de la plaza.


                Hoguera en la plaza del Carmen con el mobiliario del cine Regio

 Todos los cristales de las ventanas que dan a la plaza del Carmen acabaron hechos añicos, también la cristalera de colores de su escalinata principal, que da a Escudo del Carmen. De ahí –y tiro porque me toca- se fue la turbamulta al puente del Genil y nueva hoguera, ahora con la caseta que albergaba a los empleados recaudadores del Impuesto de Consumos, odiada exacción municipal cuya concesión arbitraria por la corrupción caciquil estaba muy en candelero en aquellos momentos, aunque esto de quemar los fielatos era por lo visto un deporte local y ya habían sido estas casetas víctimas de las muchedumbres exaltadas en sucesos de lucha callejera ocurridos en años anteriores. Y, sigue la ronda –ya puestos…-; después le tocó el turno al chalé que en los jardines del Salón tenía como sala de baile el Casino Principal y que la República reconvirtió en 1931 en biblioteca pública, pero para entonces ya se había presentado la Guardia Civil dando cargas y esto evitó daños mayores. Ya por la tarde hubo tiros (sin víctimas) en plena Puerta Real, al parecer procedentes de los locales del Círculo Liberal, que estaba en el primer piso del edificio del Suizo.

Ese mismo día 12, al atardecer, fue declarado el estado de guerra en Granada. Fuerzas del regimiento de infantería Córdoba 10 salieron de su acuartelamiento en el ex convento de la Merced y a golpe de tambor y trompeta fue leído de viva voz el bando que firmaba el gobernador militar de la plaza, general Manuel Prieto Valero, y que establecía el imperio de la ley marcial, quedando prohibidas las reuniones de más de cuatro personas.

El día 13, toda Granada quedó nuevamente paralizada y sin actividad para asistir al entierro de las tres víctimas mortales que, previa autorización, subió al cementerio de San José atravesando los bosques de la Alhambra. «Puede decirse que cuanto vale y tiene marcada significación en la ciudad figuraba en el grandioso acto fúnebre de ayer tarde» (Gaceta del Sur). Toda Granada, incluidos varios cientos de pobres [sic] portando velas, incluido el arzobispo Meseguer, figuró en el cortejo, si bien éste último y los que le acompañaban se despidieron en la Puerta de las Granadas. El día 14 todo volvió por fin a la normalidad.

Los Sucesos de Febrero, que tanta difusión tuvieron en toda España, en especial entre los estudiantes madrileños, y provocaron una campaña nacional en contra del caciquismo, supusieron el fin de las carreras políticas de los hermanos La Chica. El diputado a Cortes, Juan Ramón La Chica, en Madrid, fue perseguido hasta el hotel Palace donde se alojaba, apedreado y descalabrado por decenas de estudiantes a la salida del Congreso en aquellos días convulsos de febrero. En las siguientes elecciones generales, el 1 de junio de 1919, no se presentó como candidato y quien más votos consiguió por la circunscripción de Granada capital fue el socialista catedrático de Derecho Político Fernando de los Ríos, que por primera vez se convertía en parlamentario.

Pero las movilizaciones por todo el país no consiguieron extirpar de la piel de toro el fenómeno del caciquismo, sus corruptelas y su clientelismo. Ya estaba dando sus últimas boqueadas, igual que el periodo histórico de la Restauración y el turnismo político, en la cual tuvo su apogeo, pero aún le quedaban largos años de seguir pimpante, sobre todo en la España rural.

 

Amelia-Agustina

 En muchas de las numerosas acciones de protesta que tanto abundaron en Granada por entonces, destacan las crónicas de aquellas algaradas callejeras el protagonismo desempeñado en ellas a menudo por una mujer joven, la activista Amelia la llaman. Bandera roja en ristre, podía vérsela al frente de los huelguistas y manifestantes o arengándolos, ya fueran éstos estudiantes, albañiles, dependientes, panaderos..., y sin arredrarse cuando los guardias de Seguridad o la Benemérita repartían a diestro y siniestro. Ver a una mujer en medio de los fregados era algo del todo insólito, pero esta mujer no es otra que la combativa Agustina Mercedes González López, conocida por el nombre de Amelia con el que firmaba sus cuadros, y también por el de “la zapatera”, porque su padre tenía un comercio de zapatería en el número 6 de la calle Mesones. Intelectual, escritora y pintora, también hizo Agustina sus pinitos políticos fundando años después el Entero (partido no, entero) Humanista Internacional, cuyo lema era Alimento y Paz y cuya doctrina ella misma definía como comunismo blanco, y al frente de esa candidatura llegó a presentarse a las elecciones constituyentes de la República de 1931, obteniendo 16 votos, aunque, que sepamos, los carnés de militante de su Entero Humanista nunca llegaron ni siquiera al número dos. En cualquier caso, fue Agustina-Amelia una adelantada a su tiempo: era feminista, vestía pantalones, entraba sola a los cafés y se permitía tener sus propias opiniones, improvisando mítines en los que exponía ideas revolucionarias a la menor ocasión. Pero sobre todo fue un espíritu libre e independiente.

Todas esas cosas que cuentan que hacía y decía Agustina-Amelia eran demasiado para la pacata sociedad granadina de aquellos años (¡dónde vamos a llegar, una mujer comportándose como un hombre, y encima difundiendo doctrinas subversivas!). En Granada no se la tomaba en serio y se la tenía por loca, y era para muchos sólo uno más de esos personajes extravagantes o majaretas que en todas las épocas han callejeado por la ciudad y a los que se les coloca un mote y suelen ser el centro de las burlas de la chiquillería. Pero es el caso que sus rarezas y su presunta vesania no la libraron del paseo en Víznar en 1936, casi a la vez y en el mismo sitio que García Lorca, y también de mano de los mismos sanguinarios verdugos.


               La activista Agustina-Amelia, “la Zapatera”, en una imagen de 1928

 

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