Cartel del partido Valencia-Granada, jugado en Mestalla
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Alberty no es infalible
La mejor racha de toda la liga,
cuatro partidos sin perder, con victorias sobre Alicante y Madrid y empates a
domicilio ante Español y Celta, acabó en la jornada 16, tercera de la segunda
vuelta, en Mestalla, con la mayor derrota de toda la temporada, 5-0 a pies del
Valencia, aunque era una derrota previsible porque se trataba de un gran
Valencia que luchaba por los primeros puestos y que acabaría campeón de liga. Además, los resultados de los rivales
directos dejaron al Granada en la misma posición en la tabla y por esa razón no
dolió demasiado la paliza.
Según las
crónicas, esta vez Alberty, que había sido duda toda la semana por un golpe
frente al Madrid, dio la de arena. En Patria e Ideal, con firma de periodistas
valencianos (que siguen llamando a nuestro equipo Recreativo) lo culpan de al
menos dos de los goles ches.
Chiste de Miranda sobre Alberty y su actuación en el 5-0 |
Por fin puede jugar
Conde
Para el
siguiente partido, en casa frente a un rival directo, R. Sociedad, el Granada
se vio reforzado con Antonio Conde. Era un futbolista veterano (32 años),
nacido en Sagunto, cuyos mejores momentos los había dado en el Valencia de
antes de la guerra. En el Granada había firmado a principios de la anterior
temporada, la 40-41, en Segunda, para poco tiempo después quedar su contrato suspendido
al alcanzarle de lleno la que se conoció como Ley Moscardó. Desde entonces
había estado inactivo e inédito para el granadinismo.
Las nuevas
autoridades, en su afán por controlarlo todo y por derrotar no sólo
militarmente a sus oponentes, habían dispuesto un conjunto de normas
depuradoras o purgativas de elementos desafectos (o sospechosos de serlo) al nuevo
régimen político, que se inició con la Ley de Responsabilidades Políticas,
dictada cuando el fin de la guerra era inminente y ya se sabía su desenlace, y
se perfeccionó con un sinfín de normas menores para alcanzar hasta el último de
los sectores de la sociedad, como esta Ley Moscardó, que impedía a los
deportistas dedicarse a su profesión si durante la guerra o antes de la misma
se habían significado como integrantes de organizaciones de izquierda o del
ejército de la República, una norma que estaba redactada en unos términos tan
ambiguos que podía afectar a cualquiera que simplemente hubiera permanecido en zona
roja durante la guerra, aunque nunca se hubiera involucrado en nada
político. Antonio Conde Aja, mucho más por razón de donde le sorprendió el alzamiento
contra la República (su Valencia natal) que por razones ideológicas, pasó la
Guerra Civil en las filas del ejército republicano, donde llegó a ser oficial
de Intendencia. Después de la contienda había jugado en el Hércules, y ya había
tenido problemas con esta ley represora e incluso había pisado la cárcel. En el
verano de 1940 el Granada lo había fichado como refuerzo para intentar el
ascenso a Primera, pero hasta el momento que narramos, esto es, enero de 1942,
cuando por fin quedaron aclarados los cargos que contra Conde existían y fue
autorizado, sólo los ociosos que acudían a los entrenamientos habían tenido
oportunidad de apreciar sus magníficas dotes de medio centro organizador o
interior en punta.
Antonio Conde |
Casi por
sorpresa llegó la autorización puesto que poco más de un mes antes se había
publicado en prensa que su recurso ante el Comité Nacional de Deportes había
sido nuevamente desestimado. Martín Campos y otros directivos afectos al
Glorioso Movimiento Nacional, como exigía la legislación, habían avalado la
declaración jurada de Conde de ser persona de orden y no haber participado en
actos perseguibles, requisito indispensable para obtener la licencia
federativa. El caso es que año y medio de trámites le había costado al valenciano
el perdón de su pasado rojo.
Conde fue un
oportuno e importante refuerzo. El Granada derrotó 3-1 al equipo donostiarra,
el farolillo rojo, con el concurso de este veterano todo terreno, que se alineó
de medio izquierdo en detrimento de Sierra. Su actuación fue buena, aunque
acusó el mucho tiempo inactivo, según
las crónicas. En la siguiente jornada volverá al banquillo, pero a
partir de la 19 se convertirá en insustituible por todos los partidos que
quedan hasta el final más los seis de Copa que se jugarán a continuación,
titularidad que continuará las dos siguientes temporadas.
La victoria
ante los vascos fue muy importante, distanciándolos ya en siete puntos, lo que
unido a la derrota del Barcelona frente al Madrid supuso establecer un colchón
de cuatro sobre los dos puestos de descenso, aunque todavía estábamos
inmersos en los de promoción.
El Granada que derrotó 3-1 a la R. Sociedad, 25 de enero de 1942. De pìe: Sosa, Alejandro, Alberty, Bonet, Conde, Liz, Bachiller y César; agachados: Millán, Trompi y Marín |
Atlético Aviación
La siguiente
jornada, la 18, toca jugarla nuevamente en casa. Es una prueba de fuego porque
el rival es el equipo de moda de la época, el At. Aviación de Ricardo Zamora,
el míster del verdadero equipo del
régimen, campeón de las dos últimas ligas, título que este año no pudo
convalidar. En Granada y provincias limítrofes creció una expectación como
nunca se había visto por estas tierras y desde el mismo lunes anterior al
partido se anunciaron trenes y autobuses botijos fletados desde Málaga, Almería
y Jaén. El recibimiento dado a los uniformados militarmente jugadores
colchoneros provocó atascos en la estación de Andaluces y en la puerta del
hotel donde se alojaron.
Con
Los Cármenes repleto a reventar, el día de San Cecilio de 1942, domingo 1 de
febrero, se jugó este histórico encuentro que sin embargo para nada respondió a
la gran expectación concitada en cuanto al juego desarrollado por granadinos
(de blanco entero) y madrileños, aunque sí que resultó un partido emocionante
que pudo ganar cualquiera pero que se decidió a favor de los aviadores por un
único gol de Campos, protestado por los locales por entender que hubo una mano
previa del colchonero.
El míster aviador Ricardo Zamora conversando con los granadinistas Alejandro, Liz y Bonet |
Alberty triunfador en
San Mamés
A la jornada
siguiente, un nuevo desplazamiento lleva al equipo a San Mamés. Es la primera
vez en la historia que el Granada comparece en la Catedral y, como era
tradicional para los visitantes primerizos, en los prolegómenos los rojiblancos
granadinos (fueron los locales los que vistieron otra indumentaria, como era la
costumbre de la época) depositaron un ramo de flores ante el busto de Pichichi.
Después,
sobre el barrillo de San Mamés, los
nuestros jugaron un bastante aceptable partido pero no pudieron evitar caer
derrotados por un único gol de Zarra, por entonces un prometedor ariete, en un
barullo ante la meta de Alberty, que completó la que quizás sea su mejor
actuación de los únicos catorce partidos en que defendió la portería
granadinista. El entendido público bilbaíno dedicó al húngaro una enorme
ovación al terminar el encuentro.
Gran goleada al
Barcelona
Las dos
derrotas consecutivas ante los dos Atléticos no escocieron demasiado porque los
dos eran equipos punteros. Pero el siguiente rival ya sí que era de nuestra liga, el Barcelona -quién lo diría-, que se presentaba por primera
vez en Granada viviendo la que es la peor competición liguera de todo su
palmarés, y que marchaba en la clasificación justo detrás del Granada, a dos
puntos y ocupando la primera de las dos plazas de descenso directo. Por eso era
importantísimo anotarse una nueva victoria que restaurara la cómoda diferencia
de cuatro puntos sobre los catalanes anterior a las dos jornadas recién
disputadas, y así los profesionales granadinistas quedaron concentrados en el
hotel Suizo desde tres días antes del choque.
Estamos
ante otra cita histórica, la de 15 de febrero de 1942, jornada 20. El Barça
opuso a: Miró; Anguera, Benito; Franco, Rosalench, Llácer; Valle, Gracia,
Martín, Balmanya y Bravo. Alberty; Millán, Alejandro; Sosa, Bonet, Sierra;
Marín, Conde, César, Bachiller y Liz jugaron de rojiblanco. Un palizón de 6-0
fue lo que se llevó de Granada el Barcelona en su primera visita a nuestra
tierra, gran victoria rojiblanca que no debe minusvalorarse aunque llegara
sobre el peor Barça, un Barcelona que alcanzó su más baja clasificación
liguera, 12º (de 14), y tuvo que salvar la categoría en promoción frente al
Murcia. El caso es que no sería tan malo este Barcelona ya que este mismo
equipo azulgrana apenas tres meses después de su partido en Los Cármenes se
proclamó campeón de Copa del Generalísimo 1942.
Fue un partido
no muy bueno del Granada a pesar de la goleada. Lo que más destacó , como es
norma en esta temporada, fue el gran acierto del adelante rojiblanco, el mejor de toda su historia, aun con la
ausencia del pequeño gran Trompi, suplido por Conde. Era la cuarta goleada en
lo que iba de liga; faltaban todavía otras cinco, tres en liga y dos en copa.
Liz, Bonet (cigarrillo en ristre) y Alberty entretienen el aburrimiento de la concentración pre partido frente al Barcelona en el hotel Suizo escribiendo a sus familias |
«Con
unas pocas quisquillas / y unas copas de aguardiente / va a deciros dos
cosillas / tan claras como sencillas / el que es vuestro presidente.»
La goleada
sobre el equipo culé fue celebrada por todo lo alto por directiva y jugadores
con una cena en el mismo hotel de concentración. El presidente Ricardo Martín
Campos improvisó un brindis rimado y festivo que empezaba con la quintilla que
va por delante y continuaba con párrafos como: …«¡Sí!, ¡sí! Igual que el
comendador, / con cuchillo y tenedor, / dispuesto a todo, amigazos: / a comerme
un asador, / a beberme un botellazo / y a fumarme un gran purazo. / Ya sabéis
que todavía / nos quedan duras jornadas. / Tan duras como el alón / de este
pollo solterón / que destroza el medio Sosa.» […] «Y otros domingos jugando /
en nuestro campo esplendente, / si ganamos ¿cómo no? / nos aplaudirá la gente.
/ En fin, ¿a qué más hablar? / Habéis venido a cenar / y no es cosa de amargaros
/ este jamón tan salado / que Moisés ha regalado… / por el precio estipulado. /
Alegraos, sí, alegraos / porque es noche de alegría. / De vosotros es el día. /
Comeos hasta mi ración. / Pero si alguno queda / con algo de corazón / que me
guarde en un cartucho / siquiera un melocotón. / Mirad el vino con lupa, /
bebedlo con regadera / y el que escupa ¡por Dios!/ que no lo haga en la estera.
/ Un brindis por el Granada, / el equipo que se empeña / en no viajar en
segunda. / ¡Vivan nuestros jugadores! / ¡Vivan los goleadores / que saben jugar
horrores / contra equipos de cartón! /
¡Y viva el jamón con habas / y los dátiles de postre, / y las copas de
coñac / que, por cosas de la vida, / he dejado de tomar!».
Desde luego,
no puede decirse que ese brindis jocoso y ripioso de D. Ricardo tuviera alguna
pretensión lírica, pero nos ha parecido que viene aquí a cuento referir una
faceta no muy conocida de Ricardo Martín Campos como es la de su vena poética
de juventud. Así, sabemos que en 1918 en unión de otros fundó una revista
literaria (Idearium se llamaba; se
llegaron a publicar unos pocos números) en la que Martín Campos hizo sus
pinitos líricos.
Concurso de pronósticos
El diario Ideal junto a su hermano mayor Ya, de la Editorial Católica, puso en
marcha para la segunda vuelta de la liga un concurso semanal de pronósticos
para los siete partidos de Primera División de cada jornada en el que había que
acertar el resultado de cada encuentro y el número total de goles, con premios
de 500, 300 y 100 ptas. para quienes más se aproximaran. En la jornada 20, que
se jugó el 15 de febrero de 1942 y en la que el Granada apalizó al Barcelona,
el tercer premio lo consiguió Juan Herrera Catena.
Seguramente
este nombre no dirá nada a la mayoría de los que puedan leer estas semblanzas,
pero sí significa algo para el que suscribe y también para varias generaciones
de abogados granadinos ya que ese nombre corresponde a alguien que fue muchos
años profesor de Derecho Civil en nuestra Universidad. A don Juan, que era muy
futbolero, seguro que los veinte duros le vinieron fenomenalmente en sus
tiempos de estudiante en la facultad. En esta ocasión le acompañó la suerte.
Suerte que no tuvo años después, en agosto de 1988, poco tiempo después de
jubilarse, en que le sorprendió una muerte absurda y muy peculiar, cuando
participando en las fiestas de su pueblo, Mengíbar, la explosión de un cohete
descontrolado en pleno rostro le causó unas terribles heridas de las que no
pudo recuperarse.
Empieza a gestarse la
tragedia
Como el siguiente partido era en La Coruña, el portero Alberty
pidió permiso -y se le concedió- para viajar por su cuenta a Vigo con objeto de
atender sus negocios y estar con su familia, y para allá se fue el lunes
siguiente a la victoria ante el Barcelona. Desde Vigo tenía previsto
incorporarse a la expedición ya en La Coruña. Estaba empezando a gestarse la
gran tragedia y la leyenda de este portero-mito en la historia del Granada CF.
Alberty |
El domingo 22 de febrero de 1942 es otra fecha
histórica granadinista en esta temporada tan pródiga en momentos para el recuerdo. Ese día consiguió el Granada su primera victoria a
domicilio en máxima categoría, en La Coruña, donde venció 1-4. El Coruña era en
esos momentos equipo de la zona templada de la clasificación, pero acabaría la
liga en un más que meritorio -para un debutante- cuarto puesto y además contaba
con varios internacionales, como el portero Acuña, que acababa de debutar con
la selección. No obstante, parece que Acuña no tuvo una buena tarde y las crónicas lo culpan de los tres primeros goles rojiblancos.
Alberty;
Millán, Alejandro; Sosa, Conde, Sierra; Marín, Trompi, César, Bachiller y Liz,
fueron los once rojiblancos que hicieron historia, con tres goles de César y
uno de Bachiller y con arbitraje de Álvarez Corriols en un partido en el que
pusieron gran entusiasmo y en el que, según Hoja del Lunes de La Coruña, «…los
delanteros rojiblancos eran cinco saetas hacia el gol contrario…». El semanario
gallego también destaca a los “viejos” Alberty, Alejandro y Marín, en especial
éste último, del que dice que parece que por él no pasa el tiempo y que está
ahora mejor que hace diez años.
La victoria
dejaba al Granada el décimo y a seis puntos ya de los puestos de descenso
directo faltando sólo cinco jornadas para terminar la liga, aunque todavía la promoción seguía siendo una amenaza.
A sus 35 años Marín fue el mejor fichaje de esta temporada
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Pilar Primo de Rivera en Granada
Este consejo o congreso de la cosa falangista en su versión femenil convocó a las delegadas de todas las provincias de España y se desarrolló durante una semana, del 2 al 9 de enero de 1942, en lo que se conocía entonces como palacio de Santo Domingo (actual colegio mayor Santa Cruz la Real) con sesiones encaminadas a hacer balance de lo conseguido en el año ido y plantear estrategias de cara al entrante en cada una de las facetas que abarcaba la organización mujeril: auxilio social, servicio social, coros y danzas, cátedras ambulantes, granjas escuela, vacunaciones, hospitales, etc. La ceremonia de clausura, presidida por el Ministro Secretario General de FE, José Luis Arrese, se llevó a cabo en el Santuario de la Virgen de la Cabeza, en Andújar.
El
año 1942 se inició con la celebración en nuestra ciudad del VI Consejo Nacional
de la Sección Femenina. Para tal evento viajó el día primero de enero a Granada
Pilar Primo de Rivera y Sáenz de Heredia, Delegada Nacional de la Sección
Femenina de Falange Española Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva
Nacional Sindicalista (todo eso). Las crónicas detallan cómo para recibir a la
hermana de José Antonio Primo de Rivera y su séquito, el alcalde Gallego Burín
se desplazó hasta la cuesta de las Cabezas y luego condujo a toda la expedición
directamente a la basílica de las Angustias, donde fueron recibidas por el
párroco, señor Fernández Arcoya, y allí asistieron a una salve cantada bajo la
dirección del maestro Valentín Ruiz Aznar. Con una breve visita al camarín de
la Virgen concluyó la bienvenida.
Al
día siguiente, día de la Toma, la camarada Primo de Rivera presidió los actos
solemnes conmemorativos de tan señalada fecha. Ya saben, la procesión cívica
que cada año recorre la distancia entre el Ayuntamiento y la Capilla Real y
tras las ceremonias religiosas ante la tumba de los Reyes Católicos, vuelta a
la plaza del Carmen con la consiguiente tremolación del Pendón, pero sin
disidentes que chiflen ni clac que aplauda mientras ambos grupos se cruzan
insultos, que eso son cosas modernas y por entonces sólo se permitían las
adhesiones inquebrantables a todo lo oficial. Ese mismo día pero ya por la
tarde tuvo lugar la apertura del congreso de la Falange femenina en los salones
recién habilitados del palacio de Carlos V, en esos momentos y por bastantes
años más en continuas obras de reforma y restauración tras siglos de abandono.
Pilar Primo de Rivera en el VI Consejo de la SF |
Este consejo o congreso de la cosa falangista en su versión femenil convocó a las delegadas de todas las provincias de España y se desarrolló durante una semana, del 2 al 9 de enero de 1942, en lo que se conocía entonces como palacio de Santo Domingo (actual colegio mayor Santa Cruz la Real) con sesiones encaminadas a hacer balance de lo conseguido en el año ido y plantear estrategias de cara al entrante en cada una de las facetas que abarcaba la organización mujeril: auxilio social, servicio social, coros y danzas, cátedras ambulantes, granjas escuela, vacunaciones, hospitales, etc. La ceremonia de clausura, presidida por el Ministro Secretario General de FE, José Luis Arrese, se llevó a cabo en el Santuario de la Virgen de la Cabeza, en Andújar.
Es de destacar
en el desarrollo de las jornadas la presencia como conferenciantes de algunos
intelectuales y teóricos del fascismo español, como Pedro Laín Entralgo, quien
habló de la revolución nacional y
proletaria pendiente, una revolución que debía conciliarse con la idea
católica del hombre y la vida, de lo contrario de nada habrían servido ni los
muertos del 18 de julio ni los de ahora mismo en Rusia -dijo-; y también estuvo
Juilán Pemartín, amigo personal que fue de José Antonio Primo de Rivera,
flamencólogo, poeta y escritor (es autor del cuento “Garbancito de la Mancha”),
que habló sobre el concepto falangista de jerarquía y dijo que vendría a
ser algo así como el busilis de la cosa nacionalsindicalista. También estuvo e
intervino en las sesiones Alfonso Lafuente Chaos, que en sus tiempos, años
veinte, fue medio del Atlético de Madrid y en los cincuenta ocupó la
presidencia de la Federación Española de Fútbol. Y otro interviniente fue José
Luna Meléndez, encargado de pronunciar el discurso de apertura de las sesiones
del Consejo, que sólo unos meses después de estos actos sería expulsado de FE
por su implicación en los famosos incidentes de Begoña, en una más de las
ocasiones en que falangistas y sus socios a la fuerza, los requetés, acabaron a
palos porque los segundos daban gritos tal que: ¡Viva el Rey!, ¡Abajo la Falange!,
¡Abajo el socialismo de estado!, incluso ¡¡¡Muera Franco…!!!
Leyendo las
crónicas de las distintas sesiones del congreso se puede extraer que casi todas
ellas fueron en general de un azul mahón subido de tono. Estábamos a principios
de 1942 y todavía no se intuía la derrota de los fascismos ni habían apenas
empezado las grandes purgas que se llevaron a cabo poco después dentro del
partido único del franquismo. La mayoría de los intervinientes, camisas
viejas (bolcheviques de camisa azul, se les consideraba en las filas
tradicionalistas), fueron en sus exposiciones muy joseantonianos y en sus discursos abundaron términos como revolución pendiente, proletarización y justicia social. Después los acontecimientos irán atenuando
bastante las fogosas ideas, y desde el poder (o sea, Franco) se irá quitando de
en medio a todo aquel que no se avenga a atemperar su discurso y su proceder,
que aquí y entonces la única revolución admitida era la de la obediencia.
La hermanísima
Pilar Primo de Rivera y Sáenz de Heredia también fue camisa vieja. Ocupó la
dirección de la Sección Femenina cuarenta años, es decir, todos los de su
existencia, desde que ésta echó a andar, en 1937, hasta su desmantelamiento en
1977 junto con todos los otros organismos que se encuadraban en lo que se llamó
el Movimiento. La Sección Femenina de Falange fue la versión española de la NSF
nazi y su rama juvenil BDM, y se creó en plena Guerra Civil para encuadrar a
todas las mujeres que, como tales, no eran miembros de pleno derecho en FE. Y no
era la SF, al menos en sus comienzos, sino una traslación carpetovetónica de la
Nationalsozialistische Frauenschaft (Organización de Mujeres
Nacionalsocialistas) y de la Bund Deutscher Madel (Liga de Muchachas
Alemanas), eso sí, con pololos (puchos en granaíno) -nada de practicar deporte
como esas nibelungas que van casi
desnudas- y camisa azul, pero con prácticamente las mismas consignas y
objetivos de aquéllas, o sea, las tres K con las que el nazismo resumía el
papel destinado a la mujer en su concepción de la sociedad: Küche, Kirche,
Kinder (cocina, iglesia y niños). Las mujeres, excluidas de cualquier
ámbito militar o político, debían dedicarse exclusivamente a eso, a lo que les
era propio, a cuidar de sus maridos y de los niños, y a cumplir con los preceptos
de la Santa Madre Iglesia. Dos perlas de Pilar: «Nosotras atendamos solamente a
lo nuestro y dejemos a los hombres que sean los llamados a resolver todas las
complicaciones que en sí lleva el gobierno de la nación»; y «Las mujeres nunca
descubren nada, les falta el talento creador reservado por Dios para
inteligencias varoniles».
Coros y Danzas de la Sección Femenina |
El franquismo
acabó con cualquier atisbo de las libertades y los derechos civiles de la mujer
que ésta había disfrutado mal que bien durante los años de la República,
incluido el derecho a voto (bueno, éste fue suprimido para todo quisque), y
sólo concebía a la mujer como eterna menor de edad, siempre sometida a un varón
(otra perla de Pilar: «La vida de toda mujer, a pesar de cuanto ella quiera
simular, o disimular, no es más que un eterno deseo de encontrar a quién someterse»; sin embargo,
ella bien soltera que se quedó toda su larga vida). En casa y con la pata quebrá, que diría un castizo, sumisa y
contenta era como el régimen las quería, y la Sección Femenina cumplió su labor
de adoctrinamiento de la mujer española buscando su total sumisión a través de
numerosos mecanismos. Uno de ellos era el Servicio Social, la mili de las mujeres, obligatorio hasta
1978 para toda soltera entre 17 y 35 años que quisiera acceder a un puesto de
trabajo, obtener un título académico, conducir o simplemente viajar al
extranjero; duraba seis meses y en ellos, aparte de tener que trabajar
gratuitamente en comedores sociales, hospitales, oficinas del Estado o
similares, se les proporcionaba a las reclutas
la formación necesaria como futuras madres de familia: labores de hogar,
cuidado de los niños, atención al marido y más. En ese sentido, ya en los años
cincuenta, les era repartido a las “socializantas”
un folleto denominado “Guía de la buena Esposa; 11 reglas para mantener a tu
marido feliz”, todo un yacimiento perlífero en el que se leen cosas como: “Si tu marido te pide prácticas sexuales
inusuales, sé obediente y no te quejes"; o "Si él siente la necesidad de dormir, no le presiones o estimules la
intimidad"; o "Si sugiere
la unión, accede humildemente, teniendo siempre en cuenta que su satisfacción
es más importante que la de una mujer. Cuando alcance el momento culminante, un
pequeño gemido por tu parte es suficiente para indicar cualquier goce que hayas
podido experimentar".
Desde luego,
muy feminista no era la organización femenina de Falange, no al menos en el
sentido actual del término. Pero no hay que perder de vista que, por grotesco
que hoy pueda parecer, ese cuasi decálogo de la buena esposa pertenece a una
mentalidad dominante y a unas circunstancias muy distintas a las actuales, y se
podría asegurar que en aquel tiempo serían muy pocas las mujeres a las que este
tipo de cosas les parecieran fuera de lugar. Por otro lado, aunque la Sección
Femenina como organización pueda hoy parecer una especie de museo
paleontológico y una secta destructiva que anula la libertad de las personas,
tampoco habría que olvidar que, pese a ese afán típico de los totalitarismos de
querer dirigir la vida de sus súbditos hasta cuando están en la intimidad, la
SF desempeñó un importante papel desasnador y de auténtica utilidad
social -sobre todo en sus dos primeras décadas de existencia- en una España
rural analfabeta y hambrienta, en ruinas, misérrima y con una alta tasa de
mortandad infantil. Y a la vez consiguió rescatar y salvar del completo olvido
bastantes costumbres y usanzas, danzas y cantos, integrantes del acervo
cultural español que quizás sin su labor se hubieran perdido para siempre.
Hernán Pérez del Pulgar, un Cid Campeador penibético |
El Triunfo del Ave
María
Las asistentes al Consejo Nacional de la Sección
Femenina, como las buenas hormiguitas hacendosas que eran (según sus
consignas), durante su estancia en Granada se dedicaron, claro está,
principalmente a aquello que aquí las había traído, pero fuera de las
maratonianas sesiones de mañana y tarde en que consistió fundamentalmente el
evento, también hubo tiempo para lo social, como el reparto de más de cien
canastillas a parturientas pobres que llevó a cabo la delegada nacional. Y
tampoco faltaron sus ratos de ocio, con visitas a monumentos y algún sarao en
forma de zambra sacromontana.
Entre
sus esparcimientos estuvo, el mismo 2 de enero pero ya por la noche, la
concurrencia de todo el mujerío falangista, con su jefa nacional al frente,
Pilar Primo de Rivera, y toda la Granada azul empingorotada, incluidas jerarquías locales o de paso, al teatro Cervantes,
adornado con tapices y numerosas banderas nacionales y del Movimiento, para
asistir a la representación de El triunfo del Ave María, puesta en
escena por el cuadro artístico de Educación y Descanso local en función de
gala, con una banda amenizando los entreactos y con actuación de coros y danzas
regionales, para terminar la velada con el cántico de himnos patrióticos. Para
la ocasión se trajeron expresamente trajes de época del Teatro Nacional, de
Madrid, y hasta un caballo de verdad anduvo entre los asientos del patio de
butacas para darle más ambiente a la cosa.
Lo
de organizar una función de teatro cada 2 de enero con El Triunfo del Ave
María o la Toma de Granada (que
ése es su nombre completo) como plato fuerte, era una tradición en Granada tan
puntual como la de representar el Tenorio cada primero de noviembre en toda
España. Todos los años, cada día de la Toma se representaba sin falta esta
“Comedia Famosa de un Ingenio de la Corte”, de autor anónimo, función de moros
y cristianos en verso que tiene como tema central la más sonada de las muchas
hazañas del caballero Hernando del Pulgar (Hernán Pérez del Pulgar, conocido
como “el de las hazañas”, un Cid Campeador penibético), quien en el asedio a la
Granada nazarí de Boabdil entró con quince de los suyos de noche a la ciudad
sin ser visto y siguiendo el curso del Darro llegó hasta la mezquita mayor (en
el lugar en que hoy se levanta la iglesia del Sagrario) para incendiarla junto
con la Alcaicería, en una acción de comando digna de Hollywood, pero al ser
descubierto y no poder llevar a cabo su primer propósito, clavó con su daga en
las mismísimas puertas del templo sarraceno un pergamino que traía con las
palabras Ave María y una declaración
por la que se proclamaba rendida Granada a la católica causa, volviendo después
al campamento de Santa Fe escapando de la morisma a uña de caballo él y los que
le acompañaban. También eran personajes de la representación los Reyes
Católicos, Garcilaso de la Vega (no el célebre poeta sino un militar, su
padre), el Conde de Cabra, el moro Tarfe (en el rol del villano que acaba
derrotado y decapitado) y otros muchos.
Nunca
tuve oportunidad de asistir a una de estas funciones, pero recuerdo oír hablar
(y no acabar) a los mayores sobre aquellas veladas festivas en el Isabel la
Católica de antes de la guerra. Muchas personas recitaban párrafos enteros de
versos ripiosos pertenecientes al libreto de la obra que se sabían de memoria
(…Penacho de ricas plumas / de nácar le
daba al viento, / que en su cimera eran alas / y en su coraje ardimientos…),
y siempre me llamó la atención una larguísima letanía de nombres que formaba
parte del recitado y que terminaba tal que así: Lunas, Zúñigas, Mirandas, /
Aragones y Cardonas / Palafoxes y Moncadas..., los apellidos de los nobles
caballeros que participaron en el asedio. Navidad, vacaciones escolares,
cercanía de Reyes. Los niños solían ocupar gran parte de las butacas del
desaparecido teatro y, aunque no parece que el propósito del anónimo autor
fuera componer una obra cómica, El Triunfo del Ave María o la Toma de Granada
vino a ser cada año una especie de La venganza de Don Mendo a la granaína, y
cuentan las crónicas que las funciones transcurrían entre las grandes risas y
los comentarios en voz alta de la concurrencia, que a menudo interrumpía los
parlamentos cuando apreciaba la introducción de alguna “morcilla” por los
actores, porque muchos se sabían los versos de memoria y hasta se dice que
algunos de esos versos se convirtieron en dichos o refranes populares
granadinos castizos, hoy olvidados y en desuso, como la misma costumbre de
representar esta comedia cada 2 de enero.
Cartelera de la función, cortesía de Eladio Fdez Nieto |
Que
el día de la Toma en algún teatro granadino se representara El Triunfo del Ave
María fue una tradición muy popular y con más de un siglo de solera, en su
tiempo una usanza tan granadina como la de tremolar el pendón de los Reyes
Católicos o subir las mozas casaderas a tocar la campana de la Vela. Pero en
1942 era ya algo que pertenecía al pasado. No se puede decir que el contenido
de la obra pudiera molestar a las nuevas autoridades, sin embargo, fue otra de
las cosas que se acabaron con la Guerra Civil. Puede ser ésta la última vez que
se cumplió la tradición granatensis, al menos en la forma en que se hizo en
esta fecha, en el teatro principal y en función de gala. En 1935, la compañía
madrileña de Carlos Díaz de Mendoza, que estaba en Granada de bolo de Pascuas,
aprovechó el final de temporada para declararse en quiebra el 31 de diciembre y
suspendió sus actuaciones, incluida la de la Toma de Granada que tenía
anunciada, y así, por primera vez en muchísimos años, los granadinos se
quedaron sin una de sus distracciones favoritas. En 1936 volvió a representarse
en el teatro Isabel la Católica por la compañía del Teatro Fontalba de Madrid,
en tres sesiones (5, 7 y 10,30) al precio de un duro en butaca, una peseta en
general y 0,75 en paraíso. La reseña de El Defensor destaca sobre las demás la
actuación del actor granadino Paquito Fuentes, en el rol del gracioso Calabaza.
Después, en los tres años que duró la guerra, es de suponer que no estaba el
horno para funciones de moros y cristianos, y menos cuando por las calles
granadinas se veían a diario no pocos magrebíes de turbante y chilaba, pero de
los de verdad, no de guardarropía, y como éstos eran amigos e, ironías de la
historia, ahora se habían convertido en cruzados, imaginamos que no se
consideró apropiado un espectáculo público en el que cristianos decapitan
musulmanes. Después de terminada la guerra -que sepamos- hasta esta ocasión de
1942, representada por aficionados, no hubo función. Y en los años siguientes
tampoco tenemos noticia de que volviera a escenificarse en Granada, al menos
por actores profesionales.
Con
la que cae cada año en la plaza del Carmen el 2 de enero y adyacentes sobre la
fiesta de la Toma, y con ese odio maurófobo de ahora mismo que algunos se
empeñan en avivar y, sobre todo, que ya no se llevan este tipo de espectáculos,
no parece que pueda volver esta inocente tradición que tanto divirtió a muchas
generaciones de paisanos.
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