Llega el Granada a principios de marzo de 1973 a la jornada doce de la Copa de Andalucía, que trae al Sevilla. Queda pendiente por jugarse todavía el partido de la jornada nueve y último de la primera vuelta, con visita del Cádiz. El Sevilla, militaba en Segunda desde que descendiera la temporada anterior, pero en el campeonato andaluz en esos momentos no había perdido todavía ni un solo encuentro, igual que el líder, el Betis, y por eso marchaba en el tercer puesto de la clasificación, justo por detrás del Granada aunque a tres puntos.
Fue un partido más bien atípico con respecto a lo que estábamos acostumbrados a ver en la liga andaluza. Con menos de media entrada Granada y Sevilla aburrieron de lo lindo sobre un césped en bastante mal estado por la lluvia que cayó en abundancia. Por los nuestros actuó el once que más o menos venía siendo habitual en esta competición: Navarro; Martos, Aguilera, Moreno; Rico (Monchín), Pla; Gruart, Santi, Dueñas (Paco), Echecopar y Garre. El tal Rico era otro oriundo a prueba en el que estuvieron puestas todas las miradas y que nada demostró, teniendo que ser sustituido en la segunda parte. El partido en sí resultó malísimo, con muy pocas cosas destacables a excepción, una vez más, cómo no, del trabajo de Echecopar, pero en esta ocasión ceñido en exclusiva a la primera parte del choque que es cuando consiguió el único gol rojiblanco, en una acción individual. Este era el gol catorce del argentino en liga andaluza. La segunda parte del partido contra el Sevilla resultó soporífera y en ella llegó el empate a uno que sería definitivo.
La siguiente salida del Granada en liga oficial depara otra fecha para señalar en la historia del Granada, la de 11 de marzo de 1973. El Granada en Casa Rabia, el campo de Sarriá, hizo un buen partido en el que mereció -y a punto estuvo de conseguirlo- algo positivo, pero se vino de vacío por culpa del árbitro de turno, el gallego Orellana, otro nombre más para sumar a la lista de “perjudicadores” rojiblancos. Este árbitro en su anterior visita a Sarriá había provocado otro escándalo, pero en esa ocasión había sido en contra de los blanquiazules, por lo que parece que iba dispuesto a congraciarse.
El Español acababa de derrotar a domicilio al eterno rival Barcelona y en ese momento era líder en esta temporada en la que por la primera posición de la tabla pasaron numerosos inquilinos. El choque empezó con saque de honor a cargo del tenista granadino Manuel Orantes y con las gradas de Sarriá pobladas de motivos rojiblancos de los muchos granadinos emigrados a Cataluña que animaron bastante. Lo que mejor sabía hacer el Granada de Pasieguito era defender su puerta, y en este sentido se estaba dando muy bien el partido. Y aún mejor se puso cuando Chirri en el minuto 67 culminó con un zambombazo desde fuera del área una jugada de Vicente y Dueñas y puso por delante a los nuestros. Pudo llegar el segundo a continuación, pero no hubo acierto.
Así hasta que a falta de algo más de cinco minutos se produce un golpe franco contra la portería del Granada en la frontal del área. La defensa granadinista, en jugada ensayada, da un paso adelante y deja claramente en fuera de juego a los españolistas Roberto Martínez y Amiano, y así lo indica el juez de línea, banderín en alto. Defensas y portero rojiblanco se quedan quietos y Amiano manda el balón a la red, pero el árbitro Orellana hace caso omiso del línea y da validez al tanto. Y ahí es donde se lía la gorda porque el colegiado es rodeado e incluso zarandeado por jugadores de ambos equipos, cada uno en defensa de lo suyo. Y en medio del tumulto Ñito da un codazo al capitán españolista, el internacional José María, a quien revienta los labios, que le cuesta la expulsión. De nada sirven las protestas y el empate sube al marcador.
Ñito, que había recuperado la titularidad desde que Izcoa saliera lesionado de Valencia, tuvo en este partido una muy destacada actuación y había sido clave para aguantar los embates españolistas y mantener su puerta a cero. Pero con esta acción dejó al equipo en inferioridad. Cuatro partidos fue la sanción que le cayó y ya nunca más volvió a alinearse con el Granada en un partido de liga, a pesar de que todavía perteneció al club una temporada más. El joven portero Pepe Navarro, el titular del Recreativo y también en la liga andaluza, debutó así en sustitución de Dueñas.
A partir de ese momento, un partido que venía siendo de guante blanco se convirtió en los cinco minutos que quedaban en una especie de pista de coches de choque, con numerosísimas y aparatosas acciones antideportivas por unos y otros que el colegiado, perdidos los papeles del todo, no supo atajar. Y cuando sólo faltaba el pitido final el españolista Solsona cazó un rechace al borde del área y acertó con la portería de Navarro que, tapado, nada pudo hacer. Así terminaba, en derrota, un partido bien planteado y bien jugado defensivamente por el Granada pero que por culpa del infausto Orellana se perdió injustamente. Total, nuevamente veíamos acercarse peligrosamente los puestos de descenso, de los que sólo dos puntos nos separaban.
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