EL ONCE FANTASMA

Pedro Escartín bautizó al Granada CF (el Recreativo Granada) con el apodo de "Once Fantasma" cuando este club era un recién llegado a la competición pero ya andaba codeándose con equipos de solera y aspiraba a lo máximo.
En este libro se narran las vicisitudes por las que atravesó el Recreativo en sus cinco primeros años de existencia y también se recogen los sucedidos ciudadanos más impactantes de aquella época revuelta que fue la de la II República.
En la foto de cabecera se ve al Recreativo que se enfrentó al Gimnástico de Valencia en el campo madrileño de El Parral, 21 de febrero de 1934. De pie: Sosa, Tomé, Calderón, Luque, Itarte, Carrera, Victorio y Tabales; agachados: Gomar, Morales y Herranz.
Para adquirir un ejemplar firmado y dedicado por el autor (20 €), dirigirse a
jlramostorres@gmail.com


Historia del Granada CF



miércoles, 1 de agosto de 2018

MEJORÍA EN LA RECTA FINAL



El Granada en Chamartín. Posan, de pie: Sosa, Rey, Melito, Mas, Acedo y Martí; agachados: Trompi, González, Sierra, García y Galvany, antes de ser apalizados 6-2

Copa en Castellón
La liga 44-45 se caracterizó por la gran cantidad de veces que el desarrollo de su calendario quedó interrumpido, bien para jugar la copa o para que nuestra selección celebrara algún amistoso. Así, después del empate casero del Granada ante el Gijón en la jornada 21, cuando sólo faltaban cinco jornadas para terminar, un nuevo parón liguero al domingo siguiente, 1 de abril de 1945, se llenó con la disputa de los partidos de ida de cuartos de final de Copa del Generalísimo. El Granada viajó a Castellón, rival también de máxima categoría y donde ya habíamos sido derrotados en liga, 2-0, poco más de un mes atrás. Según las crónicas de periodistas locales, en esta segunda visita a La Plana el Granada causó bastante mejor impresión que en la anterior y dominó durante gran parte del partido pero, la ilógica del fútbol, del Sequiol sólo se trajo una nueva derrota, ahora por 3-0, un resultado que suponía casi la eliminación y así se consideró por plumillas y afición, toda la temporada instalados en el pesimismo. Sin embargo nada estaba perdido como podrá verse casi dos meses después de jugarse este partido de Castellón, una vez terminada la liga, que será cuando se dispute la vuelta de los IV de Copa, una competición en la que el Granada conseguirá un hito histórico al llegar hasta semifinales por primera vez en su historia.

A pesar de no jugar mal, el Granada cayó 3-0 en Castellón en la ida de IV

Paliza en Chamartín
Las tres últimas visitas del Granada al estadio merengue de Chamartín habían terminado con resultados favorables para los nuestros, que en ese escenario sólo habían sido derrotados en su primera comparecencia, a principios de octubre de 1941, cuando el Granada era un recién ascendido y disputaba su segundo partido en Primera División y primero de su historia a domicilio como equipo de máxima categoría, en la jornada 2 de la 41-42, ocasión en la que salió goleado 5-2. En la 42-43 y en la 43-44 se trajo sendos empates a dos goles, pero en la última comparecencia, la temporada anterior, se permitió incluso el lujo de derrotar a todo un R. Madrid en su propio feudo, con un 0-2 que daba el pase a IV de final en Copa del Generalísimo.
Hasta este momento podía decir nuestro equipo que Chamartín se le daba bien, pero en esta quinta visita, jornada 22 de liga, un domingo después de la derrota en Castellón, se rompió la racha y lo hizo con estrépito, con un escardón de 6-2. Está visto que la ausencia de Millán, lesionado desde su debut como internacional hace un mes en Lisboa, la está acusando demasiado el equipo. Así, el pesimismo que se había apoderado de la hinchada no hizo sino aumentar, sobre todo tras leer las crónicas que retratan la lamentable imagen ofrecida por los rojiblancos en Madrid, que vuelven a caer a puesto de descenso directo. Para colmo González fue expulsado por agredir al madridista Alsúa. Al menos no volvimos al farolillo rojo, que seguía siendo para el Sabadell, empatado a puntos pero con el golaveraje perdido.
                Las crónicas madrileñas subrayan que el Granada abusó de la dureza y que la expulsión de González fue justa. En la anterior visita a los merengues la expedición granadina fue despedida a pedradas por la hinchada local, pero en esta ocasión no hubo loscos pero sí coros de: ¡A segunda! ¡A segunda!, según la crónica de El Alcázar, que añade que era lo merecido por el Granada por «…el fútbol incorrecto e innoble que desplegó descaradamente toda la segunda parte». No obstante para Arriba el Granada no merece estar tan bajo en la clasificación. El árbitro de este partido, Fombona (¡otra vez!), fue sancionado por el Comité de competición con un mes de suspensión (de nevera) por «no castigar con la necesaria energía el juego violento y agresivo practicado en el partido Real Madrid-Granada C.F.».      


Ipiña y González, capitanes de Madrid y Granada, cruzan saludos en Chamartín ante la mirada
                                                         del árbitro Fombona 



Renace la esperanza
Quedan por jugarse ya sólo cuatro jornadas, pero las dos próximas son ante rivales directos (Español en Los Cármenes y Coruña a domicilio), y un resultado positivo daría de nuevo la oportunidad de abandonar puesto de descenso. Después habrá que jugárselo frente a rivales mucho menos asequibles como Valencia y Bilbao en los dos último partidos. Son cuatro finales, la primera en casa ante el Español, con el importante hándicap de tener que formar una defensa totalmente nueva ya que González ha sido sancionado con un encuentro. Para la derecha, desde la lesión de Millán viene actuando y más o menos cumpliendo en ese puesto Rey; para la izquierda se recurre a Martín Pica, que jugará así su segundo partido (y último en liga) como rojiblanco.
                La primera de esas cuatro finales arrojó una victoria rojiblanca con la que abandonamos los dos puestos de descenso directo subiendo al 12º aunque nuevamente en triple empate a 16 con Sabadell y Coruña. El Granada ganó 2-0 al Español, que quedó en el puesto inmediato superior y a sólo un punto. Ese único punto era lo que separaba al Granada de la permanencia a salvo de todo, porque esta temporada promocionaba sólo el tercero por la cola, el 12º. Más arriba, a tres puntos, el Murcia, luego nada estaba todavía perdido.
La tarde empezó con el homenaje a Pepe Millán por su internacionalidad. El presidente Pérez de Haro y el redactor de Patria Saucedo Aranda le hicieron entrega sobre el mismo césped de Los Cármenes de un reloj de oro, comprado por suscripción popular, más una pitillera y un billetero regalo del bar Los Cármenes. Los goles de Nicola y Acedo en un partido práctico hicieron renacer la esperanza de permanencia en Primera. La nota negativa fue la multa de 1.500 ptas. al club por haberse arrojado almohadillas durante el choque.

En los prolegómenos del Granada-Español, Millán recibe el homenaje de la afición por su internacionalidad

Empate en Riazor y nuevo parón liguero
En La Coruña el Granada arrancó un punto al empatar a un gol que además suponía superar en el golaveraje particular a un rival directo. Saucedo Aranda viajó con el equipo a tierras gallegas y en su crónica para Patria dice que el Granada jugó un buen partido, pleno de tesón y coraje, y que mereció ganar. De todas maneras, el empate fue un excelente resultado para los rojiblancos que así veían como más posible escapar del descenso cuando ya sólo quedaban por jugarse dos jornadas. El Granada, todo parecía indicarlo, había llegado a la recta final en el que quizá fuera su mejor estado de forma en una campaña deficiente. Lo malo es que un nuevo parón, ahora por dos semanas (para la devolución de visita de la selección portuguesa), podría cortar la buena racha. Y es que, para un equipo modesto como el Granada, no deja de ser una desventaja tanta interrupción liguera como caracterizó la 44-45.

El pesimismo preside el ambiente futbolero esta temporada. Miranda lo ve así

Para tratar de mantener la buena forma se contrataron dos amistosos con el Córdoba, que acababa de proclamarse campeón del grupo andaluz de tercera y poco después ascendería a segunda. El primero se jugó en el estadio América de la capital cordobesa, un campo de triste recuerdo para nuestro equipo pues en la temporada 39-40 allí se perdió un posible ascenso a Primera y además el granadinista Timimi resultó gravísimamente lesionado y tuvo que abandonar el fútbol. Los cordobeses ganaron 1-0, gol del ex granadinista Leal. La anécdota la protagonizaron el míster Vidal en unión de Manolo Ibáñez como masajista y los jugadores Floro, Safont, González, Rey y García, que viajaban en uno de los dos taxis con los que se hizo el desplazamiento y se quedaron tirados hasta el martes en Rute, al averiarse el vetusto vehículo que los traía.
La devolución de visita de los cordobeses a Granada coincidió, 6 de mayo de 1945, con otra devolución de visita, la de la selección portuguesa, partido que se jugó en el Riazor coruñés, que se había inaugurado sólo unos meses antes.
Casi simultáneamente llegaba la noticia de la muerte en Berlín de Adolf Hitler, que se suicidó quizá para evitar que le ocurriera lo mismo que a su socio Mussolini; sólo dos días antes del suicidio del Führer, el Duce acabó sus días de peor manera, fusilado y su cadáver linchado por una muchedumbre. La rendición de Alemania ponía fin a la guerra en Europa, pero Japón, con la que España acababa de romper relaciones diplomáticas, todavía no se había rendido.
España derrotó a los lusos 4-2 en La Coruña mientras en Los Cármenes el Granada, con arbitraje de Morales, venció sin esfuerzo 6-0 al Córdoba y se llevó una copa que estaba en juego. Lo más positivo fue constatar la plena recuperación de alguien de la importancia para el Granada como Luis Marín, que fue el mejor y que a partir de este partido volvió a la titularidad.   

Manolo Ibáñez era entonces el masajista del equipo  

La victoria sobre el Valencia evita el descenso directo

Sigue la liga tras dos semanas parada. Faltan por jugarse sólo dos partidos. El primero es en casa frente al Valencia, el vigente campeón aunque a estas alturas anda muy descolgado y tiene claro que no renovará su título. No obstante, la directiva acordó fijar el partido como día del club, y lo hizo dando a la prensa una nota oficial de tintes dramáticos en la que expone que la situación económica  es calamitosa debido al bajón de público asistente a los partidos, que ha sido la nota predominante en todo lo que va de temporada, agravado porque muchos socios se han dado de baja recientemente, lo que ha motivado que los ingresos del club se hayan reducido a la mitad de lo que era habitual, de modo que para poder realizar los últimos desplazamientos y atender las nóminas de los futbolistas no ha habido más remedio que recurrir a aportaciones de los directivos. Recordemos que la gran mayoría de hinchas que eran socios del Granada lo eran “de número”, es decir, no pagaban su abono de una vez y por toda la temporada como ahora es lo normal, sino que venían obligados a desembolsar una cantidad mensual (21 ptas. los de tribuna y 15 los de preferencia o fondos), así que cuando el equipo iba mal, como en esta 44-45, que transcurrió entera con el Granada en puestos de descenso o rondándolos, las bajas de socios eran abundantes, y esas bajas consistían de dejar de pagar las cuotas mensuales.
De cara al partido contra el Valencia nos llama la atención el acuerdo de la Comisión Municipal permanente de 27 de abril de 1945, que libró 2.000 ptas. para el Granada CF como donativo del Ayuntamiento en el Día del Club.

Nicola, Aparicio y Sosa
Frente al Valencia, en un gran partido de los rojiblancos, éstos lograron evitar el descenso directo que tan de cerca se vio a lo largo de la temporada. La victoria 2-1 sobre los ches unida a las derrotas del Sabadell y el Coruña, que descendieron a falta de una jornada, y unida a la derrota del Murcia dejó todo de cara y la posibilidad más que real de huir incluso de la promoción, porque esta temporada estaba previsto que sólo el tercero por la cola o 12º jugaría la promoción por la permanencia. El Murcia, el 11º, quedó empatado a 19 puntos con el Granada, pero con el golaveraje particular superado. Ésa fue la única nota negativa de la jornada porque obligaba al Granada a depender de terceros y a sumar al menos un punto en la última jornada, en Bilbao, y esperar que el Murcia fuera derrotado en el campo del Español. 
                El partido frente al Valencia fue dramático como es fácil imaginar. Cualquier resultado distinto de la victoria, casi con seguridad hubiera mandado a nuestro equipo a segunda de forma automática, si no en esta jornada sí en la siguiente puesto que en esa última  había que ir a jugársela nada menos que a Bilbao. Fútbol elaborado en Los Cármenes no hubo, pero sí que hubo emoción a raudales, y entusiasmo y entrega de los rojiblancos, que confirmaron el buen momento de forma en que habían llegado al final de la liga. Acedo inauguró el marcador para el Granada en la primera parte y a poco de empezar la segunda empató Gorostiza para los forasteros hasta que a falta de un cuarto de hora Galvany provocó el delirio en las gradas con el 2-1 que sería definitivo de un trallazo desde fuera del área.   

Marín, Floro, Melito y González en una colección de cromos troquelados

De las hambres…
Si por aquellos años hubieran existido las grabadoras no es descabellado aventurar que, aparte de la muy abundante literatura y testimonios de que disponemos y que nos retratan los tristes y míseros primeros años cuarenta, podríamos completar el negro cuadro escuchando una banda sonora a base de los borborigmos que a todas horas producían los intestinos del paisanaje llenos sólo de aire, continuamente en movimiento y reclamando algo que procesar. Los estómagos despoblados y las tripas yermas de la inmensa mayoría de la población lanzando al aire su lamento no debía ser algo agradable de oír, desde luego, pero ése era el “no pan” nuestro de cada día por entonces, el hambre, la gazuza calagurritana que le dicen, que es lo que más recuerdan los que tuvieron la mala suerte de sufrirla en propias carnes. Hambre…, de elefante, de diez semanas, de carpanta. Hambre que no dejaba pensar en otra cosa más que en acabar con ella como fuera.         
                Los años del hambre se denomina a esta negra etapa histórica española. La irracional política autárquica que practicó el franquismo de primera hora, que pretendía una muy imposible autosuficiencia nacional por nuestros propios medios, sin recurrir a  importaciones de mercancías ni de capitales extranjeros, todo agravado por la ruina y la devastación de industrias y campos, consecuencias directas de las guerras, desencadenaron en España un desabastecimiento y una hambruna sin precedentes. Ante la escasez se implantó en todo el territorio nacional, por decreto de mayo de 1939, el racionamiento de productos de primera necesidad y paralelamente se fijaron unos precios máximos para esos mismos productos, pero la medida de muy poco sirvió para aliviar las hambres, al contrario, su efecto inmediato fue potenciar el estraperlo al entrar en juego la proverbial picaresca hispana y desviarse hacia el mercado negro todo tipo de productos básicos para la subsistencia. Su resultado más sangrante fue agravar la ya precaria situación de las clases menos pudientes, sin capacidad para comprar alimentos de estraperlo pagando por ellos tres y cuatro veces más de lo normal.

Una cartilla de racionamiento, icono de los años del hambre

Así aparecieron las cartillas de racionamiento, que duraron hasta 1952, una para la carne y otra para el resto de alimentos. Primero fueron familiares y a partir de 1943 individuales. Consistían en una especie de álbum en cartulina en el que los cromos eran los cupones (colecciones de cupones se les llamó años después) que previamente se adquirían en las oficinas destinadas a tal efecto y que señalaban los productos racionados y la cantidad de los mismos que se podía adquirir, fijando también el precio de esos productos. Con la cartilla debidamente rellena se acudía a los comercios designados para la venta, que estampaban una marca inutilizando los cupones o directamente cortándolos. Podían ser de primera, segunda o tercera categoría, en función del poder adquisitivo de las personas, su edad, su profesión o su estado de salud; bajo el franquismo hasta entre los famélicos seguía habiendo clases ya que las distintas categorías daban derecho a mayor o menor cantidad de alimentos racionados. El color tirando a rosa de las cartillas constituye otro de los iconos más representativos de esta triste época.
Existía además otra clase de cartillas de racionamiento, también a base de cupones, pero –en teoría- eran sólo para los fumadores ya que el tabaco, de pésima calidad por cierto, también era escasísimo. Era la Tarjeta de Fumador y se expedía exclusivamente a varones mayores de 18, porque en la España nacionalcatólica sólo las no decentes fumaban. Daba derecho cada diez días más o menos a obtener uno o dos paquetes de 20 cigarrillos Caldo de Gallina o similar, o lo mismo pero en picadura poblada de estacas. A finales de abril de 1945 hay buenas noticias para los enviciados y se anuncia que las raciones van a ser aumentadas el mes siguiente. En aquellos años fumaba todo el mundo, hasta los muertos; otra vez la picaresca. Los no fumadores se apuntaban también para la obtención de la tarjeta porque el tabaco, llegado el caso, podía utilizarse como moneda de cambio o la propia tarjeta podía ser vendida (de extranjis) a terceros. Partida de nacimiento o cédula personal (el DNI de por entonces), cartilla de racionamiento, declaración jurada de ser fumador (con lo que los perjuros eran legión), certificado de buena conducta, reconocimiento de firma, certificado (en su caso) de estar exento del servicio militar, instancias y un centón de pólizas, timbres y firmas, todo eso había que presentar. La obtención de la tarjeta de fumador conllevaba tal inacabable sucesión de trámites burocráticos y documentos que es frecuente ver en la prensa reiterados y diarios anuncios de Gestión Granada, Gran Vía 34 (la primera gestoría moderna de nuestra ciudad), ofreciendo ocuparse de los papeleos.

Tarjeta de fumador con sus cupones

En Granada, como en todas las capitales españolas (en los pueblos se sufrían bastante menos las hambres) no había de casi nada que llevarse al puchero. Con el racionamiento, después de colas interminables para el pan, para las patatas, para la carne…, colas hasta para hacer cola, colas hasta para derrumbarse sobre el pavimento por estar esmallaíco vivo, cuando por fin tocaba el turno (si es que mientras tanto no se habían acabado los víveres) se podía comprar por persona un cuarto de litro de aceite, cien gramos de arroz, cien gramos de un pan negro negrísimo y, si acaso, medio kilo de patatas jubiladas o cien gramos de lentejas u otras legumbres bien pobladas de piedras y bichos. Total, ni para empezar había con tan magra cesta de la compra. La carne era un lujo asiático, y otros productos básicos como huevos, leche o azúcar casi siempre sólo era posible adquirirlos de estraperlo en plena calle y en lugares que todo el mundo conocía, también las autoridades (que hacían la vista gorda): plaza Nueva, Bib-Rambla, la Mariana, pero a unos precios que podían multiplicar hasta por veinte los fijados como oficiales por la Comisaria General de Abastecimientos y Transportes, que era el organismo competente en estas cuestiones. Después de acabar con todos los gatos del Darro y todos los perros callejeros, y de masticar hasta los jaramagos de los tejados, el resultado era que sólo los muy pudientes no sufrían el martilleante acoso de las hambres mientras que el pueblo llano, el de alpargata y vestido de andrajos, se moría literalmente de necesidad.
Esto referido al estraperlo a pequeña escala, practicado por todo el que tuviera una gallina, un queso, un jamón, una vaca suministradora de leche, un marjalillo donde criar algo con que comerciar, y que apenas daba para ir tirando. Hasta los jugadores del Granada CF, muy lejos todavía de acercarse en sus emolumentos a las cantidades que fueron normales poco después para pagarles a los futbolistas profesionales, en bastantes ocasiones aprovecharon sus desplazamientos al norte peninsular para completar sus ingresos con la venta bajo cuerda de unos pocos litros de aceite, que en esas tierras escaseaba más aún y se pagaba muy bien, tal como le contó Pepe Millán a José Luis Entrala. Nada que ver ese estraperlo de menudeo con el que se llevaba a cabo al por mayor desde despachos, muchos de ellos de la propia Administración franquista y regidos por personajes que solían vestir camisa azul orlada de condecoraciones. Éste sí que era un negocio productivo por el que determinados jefazos y jefecillos de la cosa falangista y comerciantes sin escrúpulos amasaron capitales de fábula.

Colas hasta para hacer cola con la cesta de la compra

…Y del ocio
            A finales de abril de 1945 una nueva sala de cine y teatro aumenta la oferta cultural al inaugurarse el Albayzín Cinema, el primer cine de barrio que hubo en Granada. Se anuncia como una nueva y cómoda sala de espectáculos enclavada en la albaicinera plaza de Aliatar, con 768 localidades de aforo. Sus propietarios, unos jóvenes y animosos granadinos, no han omitido en su construcción ningún detalle ni requisito para que el nuevo local llame poderosamente la atención del público y se convierta, por derecho propio, en uno de los mejores de nuestra ciudad, comenta Ideal. La empresa que lo va a gestionar es de Madrid y tiene en explotación otras salas de espectáculos por todo el país, y promete que se exhibirá cine y también teatro siempre a precios económicos.
                El nuevo cinema, proyecto del arquitecto Francisco Robles Jiménez, se estrenó el sábado 28 de abril de 1945, en funciones de 8 de la tarde y 11 de la noche, con la revista musical de varietés “Caravana”, con la máxima estrella de la canción cómica, Luisita Esteso, y con Pepe Blanco, el aristócrata de la canción española. Dos artistas de primera línea. Luisa Esteso había sido muy popular como cupletista en la España de los años 20 y 30, y autores de la talla de Jardiel Poncela y Muñoz Seca escribieron para ella alguna vez, pero ya andaba algo de capa caída; y él, Pepe Blanco, aunque ya no era un jovenzuelo todavía no había alcanzado la gran popularidad que le llegó poco tiempo después formando pareja artística con la cantante Carmen Morell. Pasados los dos días que la compañía de la Esteso tenía contratados, se estrenó la sala como cine con la proyección al precio de una peseta de la película La Blanca Paloma, con Juanita Reina, film de tres años atrás, y es que, como buen cine de barrio que era, lo que más proyectaba eran películas de reestreno.

Plaza de Aliatar en la actualidad. Todo el frontal de la izquierda lo ocupaba el Albayzín Cinema, hoy centro municipal de Actividades Comunitarias del Albaicín

             Además del local recién estrenado ya estaban de antes en Granada otros como el Salón Nacional, el popular Regio, esquina Escudo del Carmen con Piedra Santa, que cambió su nombre con el advenimiento de la República pero siguió usando su nueva denominación hasta por lo menos los años cincuenta, cuando recuperó su antiguo nombre: Regio. En este local, del que es propietario el ex presidente rojiblanco Ricardo Martín Campos, se exhibe “Vuelo de Águilas”, una bélica de la Paramount con muchos aeroplanos y con la nueva y sugestiva estrella Veronica Lake. Como aperitivo, se pasa el Nodo número 121 A, en el que sale fugazmente el gobernador civil de Granada, Fontana, como capitoste falangista, haciendo entrega de una condecoración en un acto en la ciudad de Cuenca, que celebra el sexto aniversario de su liberación, es decir, del día en que entraron las tropas de Franco. El muy joseantoniano y muy activo José María Fontana Tarrats acaba de ser nombrado presidente de la Sociedad Sierra Nevada y también acaba de ver publicado el primero de los nueve ensayos políticos que dio a imprenta en toda su carrera; se titula Destino y Constitución de España, del que dice Patria que el mismo Fontana explica que es el fruto de seis años de trabajos y que está escrito a trozos, sobre las cajas de municiones en el frente de Teruel unas veces y como descanso de una agotadora tarea política otras. No para el camarada Fontana. Hace pocos días ha publicado uno de sus artículos en la última página del diario Patria bajo el seudónimo Juan Darro, éste titulado “Alianza del orden y la justicia”, donde dice –una vez más- que toda una generación europea nació con el designio de aliar la justicia social con el orden, frente a doctrinas que queriendo elevar la antorcha de la justicia social sólo lograban encender la tea del desorden.
En el teatro Cervantes de plaza de la Mariana pasan cine de estreno, último día, la zarzuela de Ruperto Chapí llevada al cine que se titula “La Tempestad”, y también, en los prolegómenos, el Nodo 121 B. A partir del día siguiente habrá cambio y darán la película “Antes de medianoche”, protagonizada por Jean Arthur y Joel Mc Crea, una comedia americana; debe tratarse de una obra muy menor puesto que en Wikipedia no aparece esta película dentro de la filmografía de los dos actores, quizá por eso duró en cartel sólo dos días y fue sustituida por el western “Sendas siniestras”. Por su parte, en el Coliseo Olympia de Gran Vía también empiezan la función con el Nodo 121 B y a continuación ponen un reestreno, “El hombre que vendió su alma”, un melodrama. Y el más moderno, el Aliatar, de plaza de San Antón, tras el Nodo 121 A exhibe un musical, “Ciudad del Oro”.
Con el nuevo, son ya cinco cines para una población que roza los 162.000 habitantes. Granada es todavía una ciudad muy manejera y provinciana donde además hay otros actos culturales, como el que se celebra en los salones de la Agrupación Álvarez Quintero, en la calle de la Colcha, sesión infantil en la que triunfa el niño cantor Marianito Ortega. Precisamente sainetes de los Álvarez Quintero es lo que se representa por unos actores aficionados en los salones del Liceo, en el mismo edificio que el teatro Cervantes. Para los poderosos y los pocos turistas que hay en la ciudad, el Alhambra Palace anuncia que todos los días en su sala de fiestas actúa Rodri-Mur (ex galán de Conchita Piquer) y su ritmo, y se cierra el anuncio con la frase “precios de costumbre”. Simultáneamente, en la plaza del Carmen se levanta una cruz erigida por el Ayuntamiento, que está fuera de concurso y no compite por las 500 ptas. de premio que se han previsto para la que resulte la mejor entre las pocas que van a levantarse por los barrios más típicos de cara a la fiesta de la Invención de la Santa Cruz, para la que faltan pocos días. Fútbol no hay este domingo porque el Granada juega en Córdoba un amistoso al estar la liga parada ya que Portugal devuelve la visita de febrero y juega contra España en el nuevo Riazor de La Coruña (ganó España 4-2), campo del que el domingo anterior se trajeron los rojiblancos un empate a un gol que les da muchas posibilidades de eludir el descenso. Sí hay toros en la plaza del Triunfo, todavía en servicio, novillada a base de Cambil Chico, Pepe Calabuig y Luis Rivas (otro Luis Rivas, claro; éste era cordobés), los dos primeros, de Granada.

Tres aspectos de la plaza de Alonso Cano, las dos primeros fotos, de antes de la reforma de Gallego Burín, y la tercera con la estatua recién instalada
Aparte y siguiendo con la crónica ciudadana, muy cerca de la puerta de la iglesia del Sagrario acaba de instalarse el monumento a Alonso Cano obra de otro Cano, el escultor Antonio Cano Correa, discípulo que fue de Navas Parejo. Las plazas de Las Pasiegas y de Alonso Cano (junto con la calle Oficios y el Zacatín), apenas dos años antes habían sido objeto de los trabajos de adecentamiento y mejora muy al gusto de Gallego Burín, y acababan así de completar el aspecto que tienen en la actualidad. El mismo 28 de abril de 1945, se colocaba esta estatua en piedra de Sierra Elvira y mármol (en cabeza y manos) que, años después, éste que suscribe, como niño que fue de ese barrio granadino céntrico, confiesa que en más de una ocasión sometió a la efigie del ilustre artista del Barroco a vejámenes tales como colocarle un gorro de esos de cotillón que se sujetan con una gomilla o pegarle una colilla en sus labios de piedra. También el pedestal de la estatua sirvió en más de una ocasión a una turbamulta de chaveas, de aquellos largos veranos sin veraneo de mi infancia, para jugar a pilla-pilla encaramados a su primer reborde.
Una Granada que hace muy pocos días ha sido visitada oficialmente por el ministro de Obras Públicas, el camarada Alfonso Peña Boeuf, que ha venido a ver cómo van las obras de prolongación del tranvía de la Sierra y que ha sido delirantemente (sic) aclamado por el vecindario de Güéjar-Sierra, Pinos-Genil y Canales, y por el de todos los puntos del recorrido. Acompañado de toda la Granada azul hizo el viaje no en el tranvía sino en automóvil hasta el Maitena, y pudo pisar el puente ya construido que salva el río del mismo nombre, y también ver que han comenzado los trabajos de explanación y los túneles que llevarán el ferrocarril hasta el Barranco de San Juan y de ahí, en una fase posterior, hasta el Guarnón, donde están las minas de la Estrella, a 1.500 metros de altitud, proyecto este último que no pasó de eso, igual que el funicular hasta los Campos de Otero que ascendería desde el Barranco de San Juan. El regreso de toda la comitiva ya si fue en el tranvía, que tuvo que enganchar dos jardineras para que pudiera viajar todo el séquito, y al llegar a la capital hubo nuevas delirantes aclamaciones del vecindario mientras la comitiva se dirigía a las instalaciones de la Real Sociedad de Tennis (todavía se escribía así), en el Violón, donde hoy se levanta el Palacio de Congresos, para un almuerzo íntimo. Con una recepción vespertina y una cena de gala en el Ayuntamiento, rematada con una fiesta andaluza en el Carmen de los Mártires terminó la visita a Granada del ministro Peña Boeuf.
Mientras, no llueve ni por casualidad y el cielo no se da por enterado de las frecuentes procesiones de rogativas por las calles granadinas. Y las hambres y la miseria siguen siendo un insufrible castigo para la población por más que en primera página de Patria haya podido leerse hace pocos días que la economía de España acaba de recuperarse por completo y ha llegado ya a los niveles anteriores a la Guerra Civil, titulares triunfalistas que están muy lejos de ser verdad pues para que los españoles recuperen el nivel de vida de 1936 tendrán que pasar todavía muchos años y muchísimos sufrimientos y calamidades. Al menos la II GM está a punto de terminar en Europa, aunque su desenlace no va a ser el que hace apenas dos años aseguraba una entusiasta prensa progermana, que aún sigue confiando en un giro de los acontecimientos a pesar de que los soviéticos están en ese momento luchando ya en las calles del mismo Berlín.

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