Millán en Lisboa, 11 de marzo de 1945, luciendo la camiseta azul de la selección española absoluta |
Millán preseleccionado
Tras el último
parón liguero para que se jugaran los octavos de la copa, en la que el Granada
casi dejó resuelto su pase a cuartos derrotando 3-0 a la R. Sociedad en el
partido de ida en Los Cármenes, volvía la liga un domingo después, a mediados
de febrero, jornada 18, que llevaba al Granada a Castellón, equipo de la mitad
de la tabla. Se había especulado en la previa sobre la muy posible ganancia en
La Plana para los nuestros habida cuenta de que el míster Emilio Vidal conocía bien
a los locales ya que esta misma temporada la empezó entrenando a los
blanquinegros, pero una nueva derrota, 2-0, fue el resultado con el que los
rojiblancos se reafirmaban en el farolillo rojo, ahora ya a dos puntos del
penúltimo, el Sabadell, y a tres de la única plaza de promoción que estaba esta
temporada prevista. En La Plana, en noventa minutos de peloteo insulso (otra vez este término tan en boga en aquellos años
para designar un partido aburrido) el Granada causó una muy pobre impresión y
mereció las críticas negativas de la prensa castellonense, especialmente
Millán, centro de todas las miradas ante los rumores de su debut en la selección
española. Significativa resulta la crónica de Patria que firma un plumilla del
diario castellonense Mediterráneo, en la que dice en titulares que el Granada
«…se dejó vencer por un Castellón al que cualquier equipo principiante le
hubiese marcado cuatro o cinco goles».
Por
lo menos no se vinieron del todo de vacío los rojiblancos de Castellón, sino
que cada uno de los expedicionarios volvió con un par de flamantes zapatos
Segarra bajo el brazo, regalo de sus anfitriones vallenses, porque el desplazamiento
fue aprovechado para recaudar algún dinerillo y así al día siguiente al partido
de Castellón, lunes 19 de febrero, el Granada disputó un amistoso en Vall de
Uxó, cuyo equipo militaba en segunda regional e inauguraba un nuevo campo de
fútbol. Tampoco aquí se impusieron los rojiblancos, que sólo pudieron empatar
2-2.
A pesar de que
no ofreció un buen partido en Castellón y decepcionó a sus observadores, en la
misma página en la que viene la reseña del encuentro se da a conocer que Millán
acaba de ser convocado por el nuevo seleccionador, Jacinto Quincoces, para un
partido de entrenamiento en el Metropolitano, a celebrar al día siguiente,
miércoles 21 de febrero, y así ir preparando el amistoso frente a Portugal, de
manera que el excelente defensa granadino marchó directamente a Madrid desde
Castellón. En ese partido, celebrado a puerta cerrada frente al At. Aviación y
que acabó con empate a dos tantos, Millán formó pareja con el aviacionista
Aparicio, y ambos fueron destacados por la prensa.
Acedo, delantero cedido por el Sevilla que consiguió esta temporada 14 goles entre liga y copa |
Suplementos
En estos
momentos, cuando se han jugado ya dieciocho jornadas y sólo faltan ocho para el
final y el Granada es colista, la directiva da a conocer que ha ofrecido a los
futbolistas una prima de 2.000 ptas. por cabeza si son capaces de acabar la
liga fuera de los puestos de descenso y de promoción, pero como no hay un duro
en caja, a partir del próximo partido y para los cuatro que quedan en Los
Cármenes, todos los socios: de tribuna, de número, protectores, y también todos
los que gozan de pases de favor, vendrán obligados a abonar un suplemento de
una peseta para poder acceder al campo, boleto que podrán retirar en la secretaría del club, Recogidas 4, o en
el bar Jandilla, junto al Corral del Carbón. Además de tener que pagar el
suplemento impuesto por la directiva, todos los asistentes están también
obligados a desembolsar unos pocos céntimos para adquirir el emblema de Auxilio
Social y llevarlo prendido y bien visible en la ropa, sin el cual no se puede
acceder a espectáculos ni al cine o las cafeterías o restaurantes, como venía
siendo habitual cada domingo desde hacía varios años.
Ante
otro rival directo y con arbitraje de Melcón, jornada 19, el Granada consiguió
la quinta y más amplia victoria de la temporada, 5-0 al Sabadell, al que endosó
el farolillo. Lo malo fue que los dos puntos no dieron para abandonar los
puestos de descenso directo, al subir al 13º, pero sí que supuso un
considerable alivio porque ya a esas alturas se habían desatado todos los
pesimismos. La prensa deportiva local dijo que a pesar de la goleada no mejoró
apreciablemente el juego de los rojiblancos. El triunfador fue el ariete
Nicola, en vena de aciertos, que marcó cuatro de los cinco goles (Mas hizo el
otro), una marca, la de que un futbolista del Granada consiga cuatro goles en
un partido, que sólo se ha repetido en la historia del Granada tres veces más:
en la 53-54, Rius (6-2 al Badajoz); en la 66-67, Miguel (6-2 al Zaragoza); y en
la reciente 2010-11, Geijo (4-1 al Barcelona B). Otros granadinistas
consiguieron cinco goles en un partido: Juanele Castillo, Luis Sosa, Nin y
Morales; y hay dos más con hasta seis, récord absoluto en el palmarés
granadinista: Pepe Carmona y César.
Clasificado para IV de
Copa
Al siguiente
domingo de la victoria sobre el Sabadell, ya metidos en marzo, hubo nuevo parón en la Liga y volvió la
Copa, con devolución de visita a R. Sociedad. En el
partido de vuelta de VIII el Granada fue derrotado 2-1 en Atocha, pero se
clasificó para IV por el 3-0 de la ida. En San Sebastián los rojiblancos se
adelantaron en el marcador a los veinte minutos con un nuevo gol de Nicola y el
resto de partido quisieron que fuera de control en defensa y procurando el
mínimo desgaste, pero los donostiarras a base de empuje pusieron cerco a la
meta de Martí, quien en una de sus mejores actuaciones como granadinista
impidió que los locales pudieran darle la vuelta a la eliminatoria.
Las crónicas
de la prensa donostiarra resaltan que el Granada jugó ultradefensivo en Atocha,
donde el medio centro Rey se incrustó entre Millán y González y fue un defensa
más, al mismo tiempo que los interiores Trompi y Acedo se desenvolvían por la
zona ancha. Es ni más ni menos que el esquema fundamental de la WM (que tanto
se criticó en Granada a Platko por ponerla en práctica la temporada anterior)
que pasados sólo unos pocos años todos los equipos españoles sin excepción
utilizarán, el primero de todos precisamente la R. Sociedad, cuyo míster en
esos momentos, Benito Díaz, ha quedado para la historia como el introductor en
España de este posicionamiento futbolero. El diario easonense de la Prensa del
Movimiento Unidad, en crónica que
firma Erostarbe, dice que defensa y portero rojiblancos son excepcionales, pero
que el caballo de batalla del Granada es la línea media, y añade a continuación
«…bueno, mejor que caballo, un penco…». También coinciden los periodistas
vascos en señalar que el centro de las miradas fue Millán, pero tal como ocurrió
en Castellón, quizá reservándose para la
importante cita portuguesa, actuó en un tono menor mientras que su más famosa
pareja, González, cuajó un sensacional partido.
Millán, centro de todas las miradas al saberse su convocatoria |
Millán internacional
absoluto
Al siguiente
domingo de la cita copera en San Sebastián hubo nuevo parón liguero para que
nuestra selección, con Millán de defensa derecho, disputara el amistoso contra
Portugal a celebrar en Lisboa el domingo día 11. Se trata de un importantísimo
hito histórico único en la vida de este modesto y todavía muy joven club. Es la
primera vez que un futbolista
perteneciente a la plantilla del Granada CF se convierte en internacional. Para
volver a ver a otro jugador rojiblanco vistiendo la camiseta nacional absoluta
habrá que esperar casi treinta años, hasta 1972 y 1974, cuando respectivamente
De la Cruz y Castellanos debuten como internacionales mientras pertenecen a la
plantilla del Granada. Desde entonces hasta la fecha ningún otro granadinista
ha vuelto a ser convocado para la selección española A. Y aún tiene más
importancia la internacionalidad de Millán porque, aunque otros granadinos de
nacimiento también vistieron la camiseta nacional absoluta, a día de hoy sigue
siendo el único granadino que alcanzó esa muy honorífica distinción mientras
pertenecía al Granada CF.
La
confirmación de la presencia de Millán con la azul (nada de roja) se conoció el mismo día que el
Granada partía camino de San Sebastián para disputar el partido de vuelta de VIII
de Copa. A la vuelta Millán se quedará en Madrid, desde donde todos los
seleccionados viajarán a Lisboa en el Lusitania
Exprés. Otro que va a debutar en el amistoso ante Portugal será el gran
César.
Eran
otros tiempos, está claro. Tanto en lo que se refiere a la vida cotidiana, con
una guerra civil de aperitivo y otra mundial de telón de fondo, como en lo que
atañe al fútbol de competición a nivel de selecciones nacionales. El último
partido con carácter oficial disputado por nuestra selección se había celebrado
once años antes, en 1934, con ocasión del Mundial de Italia (de Mussolini), y para que se jugara el
siguiente todavía tendrían que transcurrir otros cuatro años más, 1949, hasta
la fase de clasificación para el Mundial de Brasil 1950. En todo ese periodo
intermedio la selección española de fútbol sólo jugó unos pocos partidos
amistosos, que no estaban aquellos belicosos tiempos para muchos
esparcimientos, y además la mayoría de esos partidos internacionales de nuestra
selección se habían disputado frente a países de “nuestra órbita”: el Portugal
del Estado Novo, la Francia de Vichy, la Alemania nazi, la Italia fascista o la
neutral Suiza. Amistoso era también este partido de Lisboa, así como la
devolución de visita, prevista para dos meses después en La Coruña.
En
la previa del partido internacional se pudieron leer en la prensa opiniones
acerca del papel que podían desempeñar los debutantes y, en ese sentido,
abundaron los comentarios elogiosos hacia nuestro único representante, de quien
todos aseguraban que no iba a defraudar. Dentro de esos comentarios merece
destacarse lo que manifestaba alguien de la importancia de José Samitier, a la
sazón entrenador del Barcelona, para quien Millán se ha merecido sobradamente
su presencia en la selección, pero es un error que Quincoces se haya olvidado
de González; para Samitier el dúo Millán-González es a día de hoy la mejor
pareja defensiva de España, y de haber sido él el seleccionador tenía muy claro
que los dos formarían en Lisboa.
Portada de Marca con las dos selecciones |
Cita en Lisboa
A
las cuatro de la tarde, hora española (15,00 en Portugal), en el flamante
Estadio Nacional de Portugal (o do Jamor),
orgullo del Estado Novo y que acogía por primera vez un partido de fútbol, con
presencia del jefe de estado portugués, general Carmona y todo su gobierno en
pleno (Antonio de Oliveira Salazar incluido, dictador y primer ministro, que
era en realidad el máximo mandamás del país vecino), y del general Moscardó
(Delegado Nacional de Deportes) y el embajador en Lisboa, el hermanísimo
Nicolás Franco, ambos representando al estado nacionalsindicalista español,
empezó este partido en el que jugaron por España: Eizaguirre; Millán, Aparicio;
Moleiro, Germán, Ipiña; Epi, Escolá, Zarra, César y Gainza (aparte de Millán y
César, también debutaban como internacionales: Ignacio Eizaguirre, Aparicio,
Moleiro, Gainza y Zarra). Jacinto Quincoces, en su primer partido al frente de
la selección, se estrenó poniendo en práctica la WM, por entonces toda una
novedad, aunque el míster granadinista Platko ya la había ensayado la temporada
anterior las diez primeras jornadas (hasta que fue obligado a volver a lo
tradicional por el presidente Becerra), al retrasar al medio centro Germán y
hacerlo jugar entre los dos defensas, encargándose de la vigilancia del
peligroso as portugués Peyroteo, y retrasando también a los interiores. Por
utilizar esta gran novedad, la WM, Quincoces recibió muchas críticas, pero a
Ricardo Zamora, columnista de difusión nacional, la táctica de nuestra
selección le pareció maravillosa. Por Portugal jugaron: Azevedo; Cardoso,
Marques; Barroso, Ferreira, Serafín; Espirito Santo, Cuaresma, Peyroteo,
Cabrita y Rafael. Sesenta mil almas (y cuerpos) abarrotaban las gradas del moderno
estadio al principio del choque, pero se calcula que cuando se llegó al final
eran más de ochenta mil los espectadores ya que la gran muchedumbre que se
encontraba en las inmediaciones fue entrando paulatinamente y se fue acomodando
en la pista de ceniza que rodeaba el rectángulo.
A
los pocos minutos de iniciarse el choque, Pepe Millán, tratando de frenar al
extremo Rafael resultó lesionado en su rodilla izquierda. El juego quedó
detenido varios minutos para atender al granadinista, que cojeando se reincorporó.
Así transcurrió el partido, con Millán mermado pero sin retirarse del terreno,
hasta que mediada la segunda parte volvió a sufrir un golpe en su rodilla que
acabó de dejarlo fuera de combate, pero sin que el bravo defensa abandonara el
césped en ningún momento. Total, una lesión grave de la que tardó más de seis
meses en recuperarse. Quienes más lo sintieron fueron los hinchas granadinistas
porque a partir de este domingo ya no volverá a jugar Millán hasta la temporada
siguiente. Pero eso será ya en Segunda División
El
propio Millán le contó a José Luis Entrala, en entrevista para la serie Hicieron historia en el deporte,
publicada por Ideal en 1985, cómo ocurrió su lesión cuarenta años atrás: «Yo marcaba a Rafael, extremo izquierdo de
Portugal, porque Quincoces, que era el seleccionador, puso tres defensas en
aquel partido. Se internó Rafael y yo iba corriendo con él, hasta que ¡pum!, me
tiré al suelo para darle a la pelota y echarla a falta. Rafael cayó encima de
mí ¡pam!... y me partió el tendón lateral de la rodilla. Como entonces no se
podía cambiar me pusieron novocaína ¡pum! ¡pum!, y seguí jugando. Por eso me
dieron la medalla al Mérito Deportivo». Era un amistoso pero se había
pactado que no se harían cambios, como en los partidos oficiales. La larguísima
recuperación de la lesión y el descenso de categoría hicieron que ya nunca más
algún seleccionador se acordara del gran Pepe Millán y esa fue su única
presencia internacional en toda su carrera.
César, el
mejor de los seleccionados, abrió el marcador para España en la primera parte y
Epi hizo el 0-2 a poco de iniciarse la segunda mitad, pero los portugueses, que
pusieron tanto ardor como si estuviera en juego el honor nacional (era la 15ª
vez que las selecciones de España y Portugal se enfrentaban y de las catorce
anteriores Portugal sólo había conseguido empatar en tres ocasiones, saliendo
derrotada todas las demás), apretaron de lo lindo y faltando veinte minutos
acortaron distancias para poco después establecer el empate a dos que sería
definitivo, ambos goles portugueses del ariete Peyroteo. En el primero de los
tantos lusos tuvo gran importancia la “invalidez” de Millán, que no pudo ni
siquiera estorbar al delantero portugués, que remató a placer.
Las
crónicas coinciden en que si no hubiera sido por la lesión de Millán España
hubiera derrotado una vez más a Portugal. Todas destacan el enorme pundonor del
defensa para aguantar los noventa minutos a pesar de su grave lesión. José
María Úbeda, de Pueblo dice: «Un jugador que hizo honor a su condición de
español: Millán. Con un desgarro dolorosísimo a los cinco minutos de juego,
soportó todo el partido y hubo plazos en que parecía estar fresco como una rosa
de los cármenes granadinos.»
Al
finalizar el partido los veintidós contendientes subieron a la tribuna
presidencial donde el general Carmona, presidente de Portugal, entregó una copa
a Ipiña, como capitán de nuestra selección, y otra al equipo local. Millán tuvo
que subir en brazos del seleccionador Quincoces ya que no podía por sus propios
medios.
Millán en cromo de la época |
El
miércoles siguiente al partido regresó en triunfo a Granada Millán en coche
cama que le permitiera viajar recostado, trayendo en su equipaje varias
botellas de vino de Oporto, un frasco de buen café portugués y otros recuerdos,
más la camiseta azul que vistió en su debut internacional y dos mil pesetas en
su cartera, mil de prima y otras tantas de dietas. Numerosos homenajes al gran
Pepe Millán se celebraron. El gremio de pescaderos organizó un almuerzo en el
Alhambra Palace al que podía sumarse todo aquel que quisiera previo pago de 40
ptas. y al que acudió el presidente honorario Ricardo Martín Campos. La peña
Los Monteros en un acto íntimo le entregó unos gemelos y una medalla de la
Virgen de las Angustias grabada con la fecha del partido de Lisboa. Un mes
después, en los prolegómenos del partido Granada-Español, el presidente Pérez
de Haro y el redactor de Patria Saucedo Aranda entregaron a Millán un reloj de
oro adquirido por suscripción popular más una pitillera y un billetero obsequio
del bar Los Cármenes.
Al
principio se creía que la lesión (esguince de rodilla, informaba la prensa)
sufrida por Millán sólo le tendría apartado quince o veinte días de los
terrenos, pero, para desgracia de Millán y del equipo rojiblanco, ya no pudo
volver a ser utilizado hasta la temporada siguiente y sin su importantísimo
concurso nos quedamos cuando más falta hacía. Fue la más seria e
inoportuna lesión de su larga carrera futbolística.
Mientras
la selección empataba en Lisboa, en Los Cármenes se organizó un partido de
entrenamiento con taquilla entre dos equipos del Granada, dando también entrada
a varios futbolistas de los modestos locales con objeto de probarlos. Estaba
previsto que actuara Manolo Almagro, que entonces despuntaba en el Alhambra,
equipo al que se podía considerar filial del rojiblanco, pero finalmente no
intervino en este informal partido al que acudió bastante público que pudo
seguir por los altavoces instalados a propósito cómo iba desarrollándose el
partido que simultáneamente jugaba España en Lisboa. Quien sí jugó en este
partido después de más de dos años de ausencia de toda actividad deportiva fue
Cepillo, aquel medio granadino que apuntaba grandes cualidades hasta que una
gravísima lesión de rodilla ocurrida en 1940 cortó su trayectoria.
Millán se lesionó en su partido internacional y ya no pudo jugar hasta la temporada siguiente |
Derrota en Murcia y
otra vez linterna
Vuelve la liga a continuación tras
dos semanas sin disputarse y el Granada tiene que viajar a Murcia, partido para
el que ha solicitado jueces de línea neutrales. Sólo dos días antes del
importante partido ante este rival directo nos enteramos de que, a pesar del
relevo en la dirección técnica del equipo, el vestuario rojiblanco está lejos
de ser un balsa de aceite: hay varias camarillas enfrentadas y dos jugadores
(no se citan nombres) han fingido lesiones para no viajar a Murcia.
En
tierras pimentoneras el Granada recuperó el nada honroso puesto de farolillo
rojo al sumar una nueva derrota 2-0. El defensa Llano, que vino cedido del
Sevilla a principio de temporada y sólo se había alineado en algún amistoso, debutó
cubriendo la muy sentida ausencia de Millán y a pesar de que las crónicas lo
destacan junto al meta Martí como los mejores granadinistas en La Condomina, ya
no volvió más a vestir de rojiblanco.
No era costumbre por entonces que los plumillas
deportivos locales acompañaran al equipo en sus desplazamientos, mucho más
costosos e incómodos que en la actualidad, pero tenemos lo que dice la prensa
murciana, la cual es unánime en resaltar el pésimo partido de los rojiblancos y
lo justo y corto del resultado para lo exhibido por los nuestros. La revista
Murcia Deportiva en crónica que firma Anyl se acuerda del partido de ida en Los
Cármenes, donde dice que los rojiblancos dieron mucha leña y que la afición apedreó el autobús murciano y la prensa trató muy mal a los
pimentoneros; y también dice que el Granada es malísimo y que de no ser por el
árbitro Azón, quien ignoró ¡cinco! penaltis del Granada y además anuló mal un
gol del Murcia y no vio otro en que el balón sobrepasó la línea, el partido
habría terminado 8-0, que hubiera sido lo justo. Y termina la forofística
crónica con el siguiente “Comentario del director de este semanario”: «…y ello nos permite en el día de hoy asegurar
que, según nuestra opinión, el equipo de Granada y la afición al fútbol en
dicha capital es de reciente creación y sin historial alguno, es lógico que su
potencialidad sea relativa, y si el factor suerte le acompañó para su elevación
a Primera División, hoy su capacidad se demuestra a lo largo de la competición
al avanzar a pasos agigantados hacia la cola de la misma, en la que descenderá
a la Segunda División, sitio que verdaderamente le pertenece y de donde no
debió salir».
Recorte de Marca con la derrota en La Condomina |
Un punto que sirve para
abandonar la cola
Una nueva oportunidad de abandonar el
farolillo rojo se presentaba a la jornada siguiente con la visita de otro rival
de nuestra liga, un debutante en la categoría, el Gijón, tres puntos por encima
en la tabla. Como algo revolucionario se anunció en la prensa la alineación del
Granada prevista para este partido, con la vuelta de Melito a la media y la
inclusión en el extremo derecho de Marín, y sobre todo con la bajada del medio
centro Rey a la defensa para ocupar la plaza dejada libre por Millán al
lesionarse. A partir de este partido siempre se alineará Rey de 2 hasta
terminar la temporada.
Una
oportunidad que también se dejó pasar ya que, con arbitraje de Escartín, un
nuevo resultado negativo fue lo cosechado, un único punto de un empate sin
goles en Los Cármenes en otro pésimo partido jugado bajo una descomunal
granizada en sus primeros minutos y un diluvio después, en el que, según
Saucedo, de Patria, en el Granada jugaron sólo cinco (Martí, Rey, González,
Sosa y Melito, los cinco primeros de su formación) de los once que se
alinearon, el resto (Sierra, Marín, Acedo, Nicola, Safont y Mas) vistió la
camiseta roja de la segunda equipación, pero sólo eso, porque fueron auténticas
nulidades. Al menos el puntillo sirvió para abandonar el último puesto de la
tabla y subir al 12º, aunque empatados en el farolillo rojo con Coruña y
Sabadell.
Ideal,
por primera vez desde que se puso en circulación en 1932, no incluye en su
edición del martes una crónica detallada del partido del Granada y se limita a
insertar un breve comentario bajo el título «El Granada en la pendiente»,
apenas unas pocas líneas que no recogen las alineaciones de los equipos ni
incluyen un enjuiciamiento acerca de la labor del referí de turno, limitándose
a decir que nuestros delanteros no hicieron nada por ganar el partido. La
parquedad futbolera de este diario granadino obedecía a una razón de espacio. Y
es que en aquellos años de todo tipo de escaseces, en esos momentos lo que
faltaba más que de costumbre era el papel y los dos diarios locales aparecieron
varios días de esta semana constando solamente de dos páginas, es decir, un
único pliego de papel prensa, frente a las cuatro páginas en dos pliegos que
venía siendo lo habitual.
Melito recuperó la titularidad tras varias semanas en el ostracismo |
Fontana vs Gallego
En
la Granada de mediados de los cuarenta coincidieron como máximas autoridades
provinciales dos personajes de mucha talla política, el gobernador civil, José
María Fontana Tarrats, y el alcalde, Antonio Gallego Burín. Los dos son
considerados grandes intelectuales que dejaron un considerable legado literario
y una durable huella de su paso por las instituciones granadinas, y ambos
vistieron camisa azul, pero prácticamente ahí se acaban las concomitancias. Un reciente
trabajo titulado “Fontana Tarrats: un economista falangista en el Gobierno
Civil de Granada (1943-1947)”, que firma Manuel Martín Rodríguez, pone de
manifiesto que ambas figuras nunca fueron amigos y que chocaron en más de una
ocasión durante los tres años y medio en que el primero habitó el palacete de
los Muller en la Gran Vía. Y es que, en lo político, estaban en las antípodas
el uno del otro.
Fontana ya era
fascista antes del nacimiento de FE, cuando, muy joven, abrazó el jonsismo allá
en su Reus natal, en los primeros años de la República. Con veintipocos, en
plena Guerra Civil, abril de 1937, intervino junto a los hedillistas (anticapitalistas) frente a los legitimistas (ultra conservadores) en los llamados Sucesos de
Salamanca, en aquella mini guerra civil dentro de la de verdad, con sus
víctimas mortales y todo, entre dos facciones en lucha por el liderazgo vacante
de FE de las JONS, y que zanjó drásticamente Franco con el Decreto de Unificación
que vino a dejar claro que a partir de entonces el único ismo que se permitía en España era el suyo, el Franquismo. Fue
precisamente ese decretazo de Franco
el causante de que Antonio Gallego
empezara a dejarse ver vistiendo el proletario azul mahón, ¡él!, todo un señor
que como regeneracionista que era siempre creyó en la revolución desde arriba y que nunca renunció al uso del cuello
duro, para entonces ya demodé, pero que caracterizaba al burgués, al señorito.
Caricatura aparecida en ABC. En la parte superior están representados el arzobispo Parrado, el gobernador Fontana, el alcalde Gallego y el capitán general Lafuente |
Fontana
combatió en la guerra en el frente, y fue herido. Gallego, diecisiete años
mayor, nunca abandonó la retaguardia aunque también prestó ayuda a la causa
franquista militando en ”Defensa Armada de Granada” en la ciudad sitiada de los
primeros meses de contienda, una organización paramilitar de voluntarios en la
que se encuadraban personas que por su edad o profesión no podían guerrear y
cuya misión era la vigilancia de los distintos barrios y la delación de
personas sospechosas de colaboración con el enemigo. El Decreto de Unificación
de 19 de abril de 1937 integró esta organización en el partido único nacido en
ese momento, FET y de las JONS. Gallego cambió así el brazalete verde de la
milicia ciudadana por la camisa azul, y consta que nunca se sintió cómodo
dentro de ella.
Fontana era un joseantoniano convencido y luchaba por que,
dentro del Movimiento, la parte de la
doctrina del fascismo español que se refiere a la justicia social (con orden,
eso sí) debía de primar sobre cualquier otra y, en ese sentido, no paró de
promover -y conseguir- importantes mejoras sociales y económicas para la
provincia en los tres años y medio en que ocupó el cargo. Gallego por el
contrario, muy de derechas, monárquico y muy católico, tenía una concepción
elitista de la política y una aversión enorme al sindicalismo y a la «atroz y
salvaje barbarie de nuestro obrerismo», que traería sin duda, si no se le
refrenaba desde arriba, la anarquía y el bolcheviquismo
(sic). Fontana quería que el Ayuntamiento estuviera al servicio del partido
único y que la universidad se sumara a la causa nacionalsindicalista, pero ni
Gallego Burín ni Marín Ocete estaban por la labor. Tanto al alcalde como al
rector magnífico la camisa azul les había llegado de rebote, cuando Franco
decidió unificar bajo su mando todas las fuerzas políticas que luchaban contra
la República, y ninguno de ellos estaba muy imbuido –que digamos- del espíritu
revolucionario que rezumaba Fontana en todos sus actos y en todos sus escritos. Por eso, a raíz del primer discurso del
catalán a poco de llegar a esta tierra, dirigido a la milicia universitaria, y
de su primer artículo en la revista Norma (del SEU), comenzaron las disputas
más o menos larvadas con estas dos figuras, sobre todo con Gallego. Las
desavenencias del gobernador con el alcalde no aflojaron nunca, y éste veía con
preocupación cómo Fontana le robaba el protagonismo político de la ciudad desde
la ortodoxia falangista y con grandes realizaciones económicas, dice Manuel
Martín Rodríguez en el trabajo citado más arriba. El propio Fontana decía,
siguiendo al mismo autor, que su enemistad con Gallego tenía una clara raíz: «No soy un gobernador civil a quien se
maneja, y vendría provocada (la
enemistad de ambos) por una actuación
gubernativa que por sus frutos daña intensamente el prestigio de su cacicato
personal».
El camarada Gallego
Burín con todo el aparataje nacionalsindicalista
Fontana Tarrats en sus años
granadinos, como ya había hecho en su Tarragona natal, desde cuyo gobierno
civil pasó al de Granada, publicó varios artículos en la prensa local (bajo el
seudónimo de Juan Darro) poniendo el
acento en la necesaria justicia social
con orden, como primer objetivo nacionalsindicalista, y a la vez elevó
continuamente a sus superiores informes sobre la necesidad de acometer reformas
en la sociedad y economía provinciales, siendo crítico con el Movimiento e
incomodando cada vez más a las altas jerarquías del partido único. Pero para
entonces ya se veía que Alemania iba a ser derrotada sin remisión y eran
tiempos en que el Régimen (o sea, Franco) tenía claro que había que ir desfalangelizando el régimen y apartando
de la política de primera fila a los muy concienciados de nacionalsindicalismo
por lo que pudiera venir cuando los aliados terminaran de aniquilar el fascismo
europeo, no fuera a ser que quisieran también hacer lo propio en estos predios.
Al final, la pequeña guerra
alcalde-gobernador la ganó el primero, pero esto ocurrió ya a mediados de 1947,
cuando Fontana fue relegado a un cargo burocrático. Gallego Burín continuó como
alcalde hasta julio de 1951.
Merece destacarse lo que Martín Rodríguez
recoge a pie de página y que vendría a ser la biografía política de Gallego
Burín descrita por el propio Fontana como pliego de descargo poco antes de ser
despachado a una sinecura desde la que no importunara demasiado: «Debutante antes de la Dictadura como
candidato a concejal regionalista; amigo de Fernando de los Ríos y típico
representante de las juventudes de El Sol durante la Dictadura; próximo a
Cambó y Ventosa durante el gobierno Berenguer para fundar el Partido Centrista
Regionalista; líder y creador del Estatuto Andaluz durante la República y, en
la etapa azañista, muy próximo al Partido Radical, del que intentó ser jefe en
Granada pidiendo la intervención de Natalio Rivas cerca de Lerroux, sin
conseguirlo; detenido por el gobernador Valdés después del triunfo del
Movimiento y salvado en última instancia del fusilamiento gracias a la
intervención de un policía amigo, Romero Funes, asesinado por la guerrilla;
delegado de Prensa y Propaganda, alcalde de Granada y gobernador civil de la
provincia después de la guerra civil, aprovechando la ingenuidad de los falangistas
y de Narciso Perales, delegado extraordinario de Falange en Granada; y, cuando
el Eje comenzaba a perder la guerra, de nuevo próximo a Ventosa y firmante del
manifiesto de los procuradores en favor de la restauración monárquica. Por otra
parte, su labor como alcalde de Granada durante siete años ha sido
catastrófica, contrayendo empréstitos fabulosos, elevando las exacciones
municipales desorbitadamente e invirtiéndolas en lujos y decoraciones urbanas
del centro de la ciudad, con escuelas inmundas abandonadas, sin preocupación
sanitaria o social, con legiones de mendigos que pululaban huérfanos de
asistencia, sin apenas limpieza pública, sin servicio de incendios, sin casas
de socorro, con unos mercados infectos, sin servicio de aguas potables, con
unos suburbios huérfanos de toda asistencia municipal y sin una sola vivienda
construida hasta que, por presión suya, había iniciado un grupo de 75
habitaciones».
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