EL ONCE FANTASMA

Pedro Escartín bautizó al Granada CF (el Recreativo Granada) con el apodo de "Once Fantasma" cuando este club era un recién llegado a la competición pero ya andaba codeándose con equipos de solera y aspiraba a lo máximo.
En este libro se narran las vicisitudes por las que atravesó el Recreativo en sus cinco primeros años de existencia y también se recogen los sucedidos ciudadanos más impactantes de aquella época revuelta que fue la de la II República.
En la foto de cabecera se ve al Recreativo que se enfrentó al Gimnástico de Valencia en el campo madrileño de El Parral, 21 de febrero de 1934. De pie: Sosa, Tomé, Calderón, Luque, Itarte, Carrera, Victorio y Tabales; agachados: Gomar, Morales y Herranz.
Para adquirir un ejemplar firmado y dedicado por el autor (20 €), dirigirse a
jlramostorres@gmail.com


Historia del Granada CF



domingo, 15 de julio de 2018

MILLÁN INTERNACIONAL

Millán en Lisboa, 11 de marzo de 1945, luciendo la camiseta azul de la selección española absoluta


Millán preseleccionado
Tras el último parón liguero para que se jugaran los octavos de la copa, en la que el Granada casi dejó resuelto su pase a cuartos derrotando 3-0 a la R. Sociedad en el partido de ida en Los Cármenes, volvía la liga un domingo después, a mediados de febrero, jornada 18, que llevaba al Granada a Castellón, equipo de la mitad de la tabla. Se había especulado en la previa sobre la muy posible ganancia en La Plana para los nuestros habida cuenta de que el míster Emilio Vidal conocía bien a los locales ya que esta misma temporada la empezó entrenando a los blanquinegros, pero una nueva derrota, 2-0, fue el resultado con el que los rojiblancos se reafirmaban en el farolillo rojo, ahora ya a dos puntos del penúltimo, el Sabadell, y a tres de la única plaza de promoción que estaba esta temporada prevista. En La Plana, en noventa minutos de peloteo insulso (otra vez este término tan en boga en aquellos años para designar un partido aburrido) el Granada causó una muy pobre impresión y mereció las críticas negativas de la prensa castellonense, especialmente Millán, centro de todas las miradas ante los rumores de su debut en la selección española. Significativa resulta la crónica de Patria que firma un plumilla del diario castellonense Mediterráneo, en la que dice en titulares que el Granada «…se dejó vencer por un Castellón al que cualquier equipo principiante le hubiese marcado cuatro o cinco goles».
                Por lo menos no se vinieron del todo de vacío los rojiblancos de Castellón, sino que cada uno de los expedicionarios volvió con un par de flamantes zapatos Segarra bajo el brazo, regalo de sus anfitriones vallenses, porque el desplazamiento fue aprovechado para recaudar algún dinerillo y así al día siguiente al partido de Castellón, lunes 19 de febrero, el Granada disputó un amistoso en Vall de Uxó, cuyo equipo militaba en segunda regional e inauguraba un nuevo campo de fútbol. Tampoco aquí se impusieron los rojiblancos, que sólo pudieron empatar 2-2.
A pesar de que no ofreció un buen partido en Castellón y decepcionó a sus observadores, en la misma página en la que viene la reseña del encuentro se da a conocer que Millán acaba de ser convocado por el nuevo seleccionador, Jacinto Quincoces, para un partido de entrenamiento en el Metropolitano, a celebrar al día siguiente, miércoles 21 de febrero, y así ir preparando el amistoso frente a Portugal, de manera que el excelente defensa granadino marchó directamente a Madrid desde Castellón. En ese partido, celebrado a puerta cerrada frente al At. Aviación y que acabó con empate a dos tantos, Millán formó pareja con el aviacionista Aparicio, y ambos fueron destacados por la prensa.

 Acedo, delantero cedido por el Sevilla que consiguió esta temporada 14 goles entre liga y copa
   

 
Suplementos
En estos momentos, cuando se han jugado ya dieciocho jornadas y sólo faltan ocho para el final y el Granada es colista, la directiva da a conocer que ha ofrecido a los futbolistas una prima de 2.000 ptas. por cabeza si son capaces de acabar la liga fuera de los puestos de descenso y de promoción, pero como no hay un duro en caja, a partir del próximo partido y para los cuatro que quedan en Los Cármenes, todos los socios: de tribuna, de número, protectores, y también todos los que gozan de pases de favor, vendrán obligados a abonar un suplemento de una peseta para poder acceder al campo, boleto que podrán retirar en la        secretaría del club, Recogidas 4, o en el bar Jandilla, junto al Corral del Carbón. Además de tener que pagar el suplemento impuesto por la directiva, todos los asistentes están también obligados a desembolsar unos pocos céntimos para adquirir el emblema de Auxilio Social y llevarlo prendido y bien visible en la ropa, sin el cual no se puede acceder a espectáculos ni al cine o las cafeterías o restaurantes, como venía siendo habitual cada domingo desde hacía varios años.
                Ante otro rival directo y con arbitraje de Melcón, jornada 19, el Granada consiguió la quinta y más amplia victoria de la temporada, 5-0 al Sabadell, al que endosó el farolillo. Lo malo fue que los dos puntos no dieron para abandonar los puestos de descenso directo, al subir al 13º, pero sí que supuso un considerable alivio porque ya a esas alturas se habían desatado todos los pesimismos. La prensa deportiva local dijo que a pesar de la goleada no mejoró apreciablemente el juego de los rojiblancos. El triunfador fue el ariete Nicola, en vena de aciertos, que marcó cuatro de los cinco goles (Mas hizo el otro), una marca, la de que un futbolista del Granada consiga cuatro goles en un partido, que sólo se ha repetido en la historia del Granada tres veces más: en la 53-54, Rius (6-2 al Badajoz); en la 66-67, Miguel (6-2 al Zaragoza); y en la reciente 2010-11, Geijo (4-1 al Barcelona B). Otros granadinistas consiguieron cinco goles en un partido: Juanele Castillo, Luis Sosa, Nin y Morales; y hay dos más con hasta seis, récord absoluto en el palmarés granadinista: Pepe Carmona y César.
                
Clasificado para IV de Copa
Al siguiente domingo de la victoria sobre el Sabadell, ya metidos en marzo, hubo nuevo parón en la Liga y volvió la Copa, con devolución de visita a R. Sociedad. En el partido de vuelta de VIII el Granada fue derrotado 2-1 en Atocha, pero se clasificó para IV por el 3-0 de la ida. En San Sebastián los rojiblancos se adelantaron en el marcador a los veinte minutos con un nuevo gol de Nicola y el resto de partido quisieron que fuera de control en defensa y procurando el mínimo desgaste, pero los donostiarras a base de empuje pusieron cerco a la meta de Martí, quien en una de sus mejores actuaciones como granadinista impidió que los locales pudieran darle la vuelta a la eliminatoria.
Las crónicas de la prensa donostiarra resaltan que el Granada jugó ultradefensivo en Atocha, donde el medio centro Rey se incrustó entre Millán y González y fue un defensa más, al mismo tiempo que los interiores Trompi y Acedo se desenvolvían por la zona ancha. Es ni más ni menos que el esquema fundamental de la WM (que tanto se criticó en Granada a Platko por ponerla en práctica la temporada anterior) que pasados sólo unos pocos años todos los equipos españoles sin excepción utilizarán, el primero de todos precisamente la R. Sociedad, cuyo míster en esos momentos, Benito Díaz, ha quedado para la historia como el introductor en España de este posicionamiento futbolero. El diario easonense de la Prensa del Movimiento Unidad, en crónica que firma Erostarbe, dice que defensa y portero rojiblancos son excepcionales, pero que el caballo de batalla del Granada es la línea media, y añade a continuación «…bueno, mejor que caballo, un penco…». También coinciden los periodistas vascos en señalar que el centro de las miradas fue Millán, pero tal como ocurrió en Castellón,  quizá reservándose para la importante cita portuguesa, actuó en un tono menor mientras que su más famosa pareja, González, cuajó un sensacional partido.

Millán, centro de todas las miradas al saberse su convocatoria

Millán internacional absoluto
Al siguiente domingo de la cita copera en San Sebastián hubo nuevo parón liguero para que nuestra selección, con Millán de defensa derecho, disputara el amistoso contra Portugal a celebrar en Lisboa el domingo día 11. Se trata de un importantísimo hito histórico único en la vida de este modesto y todavía muy joven club. Es la primera  vez que un futbolista perteneciente a la plantilla del Granada CF se convierte en internacional. Para volver a ver a otro jugador rojiblanco vistiendo la camiseta nacional absoluta habrá que esperar casi treinta años, hasta 1972 y 1974, cuando respectivamente De la Cruz y Castellanos debuten como internacionales mientras pertenecen a la plantilla del Granada. Desde entonces hasta la fecha ningún otro granadinista ha vuelto a ser convocado para la selección española A. Y aún tiene más importancia la internacionalidad de Millán porque, aunque otros granadinos de nacimiento también vistieron la camiseta nacional absoluta, a día de hoy sigue siendo el único granadino que alcanzó esa muy honorífica distinción mientras pertenecía al Granada CF.
                La confirmación de la presencia de Millán con la azul (nada de roja) se conoció el mismo día que el Granada partía camino de San Sebastián para disputar el partido de vuelta de VIII de Copa. A la vuelta Millán se quedará en Madrid, desde donde todos los seleccionados viajarán a Lisboa en el Lusitania Exprés. Otro que va a debutar en el amistoso ante Portugal será el gran César.                   
                Eran otros tiempos, está claro. Tanto en lo que se refiere a la vida cotidiana, con una guerra civil de aperitivo y otra mundial de telón de fondo, como en lo que atañe al fútbol de competición a nivel de selecciones nacionales. El último partido con carácter oficial disputado por nuestra selección se había celebrado once años antes, en 1934, con ocasión del Mundial de Italia (de Mussolini), y para que se jugara el siguiente todavía tendrían que transcurrir otros cuatro años más, 1949, hasta la fase de clasificación para el Mundial de Brasil 1950. En todo ese periodo intermedio la selección española de fútbol sólo jugó unos pocos partidos amistosos, que no estaban aquellos belicosos tiempos para muchos esparcimientos, y además la mayoría de esos partidos internacionales de nuestra selección se habían disputado frente a países de “nuestra órbita”: el Portugal del Estado Novo, la Francia de Vichy, la Alemania nazi, la Italia fascista o la neutral Suiza. Amistoso era también este partido de Lisboa, así como la devolución de visita, prevista para dos meses después en La Coruña.
                En la previa del partido internacional se pudieron leer en la prensa opiniones acerca del papel que podían desempeñar los debutantes y, en ese sentido, abundaron los comentarios elogiosos hacia nuestro único representante, de quien todos aseguraban que no iba a defraudar. Dentro de esos comentarios merece destacarse lo que manifestaba alguien de la importancia de José Samitier, a la sazón entrenador del Barcelona, para quien Millán se ha merecido sobradamente su presencia en la selección, pero es un error que Quincoces se haya olvidado de González; para Samitier el dúo Millán-González es a día de hoy la mejor pareja defensiva de España, y de haber sido él el seleccionador tenía muy claro que los dos formarían en Lisboa.

Portada de Marca con las dos selecciones

Cita en Lisboa
                A las cuatro de la tarde, hora española (15,00 en Portugal), en el flamante Estadio Nacional de Portugal (o do Jamor), orgullo del Estado Novo y que acogía por primera vez un partido de fútbol, con presencia del jefe de estado portugués, general Carmona y todo su gobierno en pleno (Antonio de Oliveira Salazar incluido, dictador y primer ministro, que era en realidad el máximo mandamás del país vecino), y del general Moscardó (Delegado Nacional de Deportes) y el embajador en Lisboa, el hermanísimo Nicolás Franco, ambos representando al estado nacionalsindicalista español, empezó este partido en el que jugaron por España: Eizaguirre; Millán, Aparicio; Moleiro, Germán, Ipiña; Epi, Escolá, Zarra, César y Gainza (aparte de Millán y César, también debutaban como internacionales: Ignacio Eizaguirre, Aparicio, Moleiro, Gainza y Zarra). Jacinto Quincoces, en su primer partido al frente de la selección, se estrenó poniendo en práctica la WM, por entonces toda una novedad, aunque el míster granadinista Platko ya la había ensayado la temporada anterior las diez primeras jornadas (hasta que fue obligado a volver a lo tradicional por el presidente Becerra), al retrasar al medio centro Germán y hacerlo jugar entre los dos defensas, encargándose de la vigilancia del peligroso as portugués Peyroteo, y retrasando también a los interiores. Por utilizar esta gran novedad, la WM, Quincoces recibió muchas críticas, pero a Ricardo Zamora, columnista de difusión nacional, la táctica de nuestra selección le pareció maravillosa. Por Portugal jugaron: Azevedo; Cardoso, Marques; Barroso, Ferreira, Serafín; Espirito Santo, Cuaresma, Peyroteo, Cabrita y Rafael. Sesenta mil almas (y cuerpos) abarrotaban las gradas del moderno estadio al principio del choque, pero se calcula que cuando se llegó al final eran más de ochenta mil los espectadores ya que la gran muchedumbre que se encontraba en las inmediaciones fue entrando paulatinamente y se fue acomodando en la pista de ceniza que rodeaba el rectángulo.
                A los pocos minutos de iniciarse el choque, Pepe Millán, tratando de frenar al extremo Rafael resultó lesionado en su rodilla izquierda. El juego quedó detenido varios minutos para atender al granadinista, que cojeando se reincorporó. Así transcurrió el partido, con Millán mermado pero sin retirarse del terreno, hasta que mediada la segunda parte volvió a sufrir un golpe en su rodilla que acabó de dejarlo fuera de combate, pero sin que el bravo defensa abandonara el césped en ningún momento. Total, una lesión grave de la que tardó más de seis meses en recuperarse. Quienes más lo sintieron fueron los hinchas granadinistas porque a partir de este domingo ya no volverá a jugar Millán hasta la temporada siguiente. Pero eso será ya en Segunda División

El once azul en Lisboa poco antes de dar comienzo el partido. De pie: Eizaguirre, Aparicio, Zarra, Millán, Ipiña, Martorell (portero suplente) y Germán; agachados: Epi, Escolá, César, Gainza y Moleiro

                El propio Millán le contó a José Luis Entrala, en entrevista para la serie Hicieron historia en el deporte, publicada por Ideal en 1985, cómo ocurrió su lesión cuarenta años atrás: «Yo marcaba a Rafael, extremo izquierdo de Portugal, porque Quincoces, que era el seleccionador, puso tres defensas en aquel partido. Se internó Rafael y yo iba corriendo con él, hasta que ¡pum!, me tiré al suelo para darle a la pelota y echarla a falta. Rafael cayó encima de mí ¡pam!... y me partió el tendón lateral de la rodilla. Como entonces no se podía cambiar me pusieron novocaína ¡pum! ¡pum!, y seguí jugando. Por eso me dieron la medalla al Mérito Deportivo». Era un amistoso pero se había pactado que no se harían cambios, como en los partidos oficiales. La larguísima recuperación de la lesión y el descenso de categoría hicieron que ya nunca más algún seleccionador se acordara del gran Pepe Millán y esa fue su única presencia internacional en toda su carrera.            
         César, el mejor de los seleccionados, abrió el marcador para España en la primera parte y Epi hizo el 0-2 a poco de iniciarse la segunda mitad, pero los portugueses, que pusieron tanto ardor como si estuviera en juego el honor nacional (era la 15ª vez que las selecciones de España y Portugal se enfrentaban y de las catorce anteriores Portugal sólo había conseguido empatar en tres ocasiones, saliendo derrotada todas las demás), apretaron de lo lindo y faltando veinte minutos acortaron distancias para poco después establecer el empate a dos que sería definitivo, ambos goles portugueses del ariete Peyroteo. En el primero de los tantos lusos tuvo gran importancia la “invalidez” de Millán, que no pudo ni siquiera estorbar al delantero portugués, que remató a placer.
                Las crónicas coinciden en que si no hubiera sido por la lesión de Millán España hubiera derrotado una vez más a Portugal. Todas destacan el enorme pundonor del defensa para aguantar los noventa minutos a pesar de su grave lesión. José María Úbeda, de Pueblo dice: «Un jugador que hizo honor a su condición de español: Millán. Con un desgarro dolorosísimo a los cinco minutos de juego, soportó todo el partido y hubo plazos en que parecía estar fresco como una rosa de los cármenes granadinos.»
                Al finalizar el partido los veintidós contendientes subieron a la tribuna presidencial donde el general Carmona, presidente de Portugal, entregó una copa a Ipiña, como capitán de nuestra selección, y otra al equipo local. Millán tuvo que subir en brazos del seleccionador Quincoces ya que no podía por sus propios medios.

Millán en cromo de la época
                El miércoles siguiente al partido regresó en triunfo a Granada Millán en coche cama que le permitiera viajar recostado, trayendo en su equipaje varias botellas de vino de Oporto, un frasco de buen café portugués y otros recuerdos, más la camiseta azul que vistió en su debut internacional y dos mil pesetas en su cartera, mil de prima y otras tantas de dietas. Numerosos homenajes al gran Pepe Millán se celebraron. El gremio de pescaderos organizó un almuerzo en el Alhambra Palace al que podía sumarse todo aquel que quisiera previo pago de 40 ptas. y al que acudió el presidente honorario Ricardo Martín Campos. La peña Los Monteros en un acto íntimo le entregó unos gemelos y una medalla de la Virgen de las Angustias grabada con la fecha del partido de Lisboa. Un mes después, en los prolegómenos del partido Granada-Español, el presidente Pérez de Haro y el redactor de Patria Saucedo Aranda entregaron a Millán un reloj de oro adquirido por suscripción popular más una pitillera y un billetero obsequio del bar Los Cármenes.

                Al principio se creía que la lesión (esguince de rodilla, informaba la prensa) sufrida por Millán sólo le tendría apartado quince o veinte días de los terrenos, pero, para desgracia de Millán y del equipo rojiblanco, ya no pudo volver a ser utilizado hasta la temporada siguiente y sin su importantísimo concurso nos quedamos cuando más falta hacía. Fue la más seria e inoportuna lesión de su larga carrera futbolística.
                Mientras la selección empataba en Lisboa, en Los Cármenes se organizó un partido de entrenamiento con taquilla entre dos equipos del Granada, dando también entrada a varios futbolistas de los modestos locales con objeto de probarlos. Estaba previsto que actuara Manolo Almagro, que entonces despuntaba en el Alhambra, equipo al que se podía considerar filial del rojiblanco, pero finalmente no intervino en este informal partido al que acudió bastante público que pudo seguir por los altavoces instalados a propósito cómo iba desarrollándose el partido que simultáneamente jugaba España en Lisboa. Quien sí jugó en este partido después de más de dos años de ausencia de toda actividad deportiva fue Cepillo, aquel medio granadino que apuntaba grandes cualidades hasta que una gravísima lesión de rodilla ocurrida en 1940 cortó su trayectoria.

 Millán se lesionó en su partido internacional y ya no pudo jugar hasta la temporada siguiente

Derrota en Murcia y otra vez linterna
Vuelve la liga a continuación tras dos semanas sin disputarse y el Granada tiene que viajar a Murcia, partido para el que ha solicitado jueces de línea neutrales. Sólo dos días antes del importante partido ante este rival directo nos enteramos de que, a pesar del relevo en la dirección técnica del equipo, el vestuario rojiblanco está lejos de ser un balsa de aceite: hay varias camarillas enfrentadas y dos jugadores (no se citan nombres) han fingido lesiones para no viajar a Murcia.
                En tierras pimentoneras el Granada recuperó el nada honroso puesto de farolillo rojo al sumar una nueva derrota 2-0. El defensa Llano, que vino cedido del Sevilla a principio de temporada y sólo se había alineado en algún amistoso, debutó cubriendo la muy sentida ausencia de Millán y a pesar de que las crónicas lo destacan junto al meta Martí como los mejores granadinistas en La Condomina, ya no volvió más a vestir de rojiblanco.    
                No era costumbre por entonces que los plumillas deportivos locales acompañaran al equipo en sus desplazamientos, mucho más costosos e incómodos que en la actualidad, pero tenemos lo que dice la prensa murciana, la cual es unánime en resaltar el pésimo partido de los rojiblancos y lo justo y corto del resultado para lo exhibido por los nuestros. La revista Murcia Deportiva en crónica que firma Anyl se acuerda del partido de ida en Los Cármenes, donde dice que los rojiblancos dieron mucha leña y que la afición apedreó el autobús murciano y la prensa trató muy mal a los pimentoneros; y también dice que el Granada es malísimo y que de no ser por el árbitro Azón, quien ignoró ¡cinco! penaltis del Granada y además anuló mal un gol del Murcia y no vio otro en que el balón sobrepasó la línea, el partido habría terminado 8-0, que hubiera sido lo justo. Y termina la forofística crónica con el siguiente “Comentario del director de este semanario”: «…y ello nos permite en el día de hoy asegurar que, según nuestra opinión, el equipo de Granada y la afición al fútbol en dicha capital es de reciente creación y sin historial alguno, es lógico que su potencialidad sea relativa, y si el factor suerte le acompañó para su elevación a Primera División, hoy su capacidad se demuestra a lo largo de la competición al avanzar a pasos agigantados hacia la cola de la misma, en la que descenderá a la Segunda División, sitio que verdaderamente le pertenece y de donde no debió salir».

Recorte de Marca con la derrota en La Condomina

Un punto que sirve para abandonar la cola
            Una nueva oportunidad de abandonar el farolillo rojo se presentaba a la jornada siguiente con la visita de otro rival de nuestra liga, un debutante en la categoría, el Gijón, tres puntos por encima en la tabla. Como algo revolucionario se anunció en la prensa la alineación del Granada prevista para este partido, con la vuelta de Melito a la media y la inclusión en el extremo derecho de Marín, y sobre todo con la bajada del medio centro Rey a la defensa para ocupar la plaza dejada libre por Millán al lesionarse. A partir de este partido siempre se alineará Rey de 2 hasta terminar la temporada.
                Una oportunidad que también se dejó pasar ya que, con arbitraje de Escartín, un nuevo resultado negativo fue lo cosechado, un único punto de un empate sin goles en Los Cármenes en otro pésimo partido jugado bajo una descomunal granizada en sus primeros minutos y un diluvio después, en el que, según Saucedo, de Patria, en el Granada jugaron sólo cinco (Martí, Rey, González, Sosa y Melito, los cinco primeros de su formación) de los once que se alinearon, el resto (Sierra, Marín, Acedo, Nicola, Safont y Mas) vistió la camiseta roja de la segunda equipación, pero sólo eso, porque fueron auténticas nulidades. Al menos el puntillo sirvió para abandonar el último puesto de la tabla y subir al 12º, aunque empatados en el farolillo rojo con Coruña y Sabadell.
                Ideal, por primera vez desde que se puso en circulación en 1932, no incluye en su edición del martes una crónica detallada del partido del Granada y se limita a insertar un breve comentario bajo el título «El Granada en la pendiente», apenas unas pocas líneas que no recogen las alineaciones de los equipos ni incluyen un enjuiciamiento acerca de la labor del referí de turno, limitándose a decir que nuestros delanteros no hicieron nada por ganar el partido. La parquedad futbolera de este diario granadino obedecía a una razón de espacio. Y es que en aquellos años de todo tipo de escaseces, en esos momentos lo que faltaba más que de costumbre era el papel y los dos diarios locales aparecieron varios días de esta semana constando solamente de dos páginas, es decir, un único pliego de papel prensa, frente a las cuatro páginas en dos pliegos que venía siendo lo habitual.

Melito recuperó la titularidad tras varias semanas en el ostracismo

Fontana vs Gallego

                En la Granada de mediados de los cuarenta coincidieron como máximas autoridades provinciales dos personajes de mucha talla política, el gobernador civil, José María Fontana Tarrats, y el alcalde, Antonio Gallego Burín. Los dos son considerados grandes intelectuales que dejaron un considerable legado literario y una durable huella de su paso por las instituciones granadinas, y ambos vistieron camisa azul, pero prácticamente ahí se acaban las concomitancias. Un reciente trabajo titulado “Fontana Tarrats: un economista falangista en el Gobierno Civil de Granada (1943-1947)”, que firma Manuel Martín Rodríguez, pone de manifiesto que ambas figuras nunca fueron amigos y que chocaron en más de una ocasión durante los tres años y medio en que el primero habitó el palacete de los Muller en la Gran Vía. Y es que, en lo político, estaban en las antípodas el uno del otro.
Fontana ya era fascista antes del nacimiento de FE, cuando, muy joven, abrazó el jonsismo allá en su Reus natal, en los primeros años de la República. Con veintipocos, en plena Guerra Civil, abril de 1937, intervino junto a los hedillistas (anticapitalistas) frente a los legitimistas (ultra conservadores) en los llamados Sucesos de Salamanca, en aquella mini guerra civil dentro de la de verdad, con sus víctimas mortales y todo, entre dos facciones en lucha por el liderazgo vacante de FE de las JONS, y que zanjó drásticamente Franco con el Decreto de Unificación que vino a dejar claro que a partir de entonces el único ismo que se permitía en España era el suyo, el Franquismo. Fue precisamente ese decretazo de Franco el causante  de que Antonio Gallego empezara a dejarse ver vistiendo el proletario azul mahón, ¡él!, todo un señor que como regeneracionista que era siempre creyó en la revolución desde arriba y que nunca renunció al uso del cuello duro, para entonces ya demodé, pero que caracterizaba al burgués, al señorito.

Caricatura aparecida en ABC. En la parte superior están representados el arzobispo Parrado, el gobernador Fontana, el alcalde Gallego y el capitán general Lafuente

Fontana combatió en la guerra en el frente, y fue herido. Gallego, diecisiete años mayor, nunca abandonó la retaguardia aunque también prestó ayuda a la causa franquista militando en ”Defensa Armada de Granada” en la ciudad sitiada de los primeros meses de contienda, una organización paramilitar de voluntarios en la que se encuadraban personas que por su edad o profesión no podían guerrear y cuya misión era la vigilancia de los distintos barrios y la delación de personas sospechosas de colaboración con el enemigo. El Decreto de Unificación de 19 de abril de 1937 integró esta organización en el partido único nacido en ese momento, FET y de las JONS. Gallego cambió así el brazalete verde de la milicia ciudadana por la camisa azul, y consta que nunca se sintió cómodo dentro de ella.

                Fontana era un joseantoniano convencido y luchaba por que, dentro del Movimiento,  la parte de la doctrina del fascismo español que se refiere a la justicia social (con orden, eso sí) debía de primar sobre cualquier otra y, en ese sentido, no paró de promover -y conseguir- importantes mejoras sociales y económicas para la provincia en los tres años y medio en que ocupó el cargo. Gallego por el contrario, muy de derechas, monárquico y muy católico, tenía una concepción elitista de la política y una aversión enorme al sindicalismo y a la «atroz y salvaje barbarie de nuestro obrerismo», que traería sin duda, si no se le refrenaba desde arriba, la anarquía y el bolcheviquismo (sic). Fontana quería que el Ayuntamiento estuviera al servicio del partido único y que la universidad se sumara a la causa nacionalsindicalista, pero ni Gallego Burín ni Marín Ocete estaban por la labor. Tanto al alcalde como al rector magnífico la camisa azul les había llegado de rebote, cuando Franco decidió unificar bajo su mando todas las fuerzas políticas que luchaban contra la República, y ninguno de ellos estaba muy imbuido –que digamos- del espíritu revolucionario que rezumaba Fontana en todos sus actos y en todos sus escritos. Por eso, a raíz del primer discurso del catalán a poco de llegar a esta tierra, dirigido a la milicia universitaria, y de su primer artículo en la revista Norma (del SEU), comenzaron las disputas más o menos larvadas con estas dos figuras, sobre todo con Gallego. Las desavenencias del gobernador con el alcalde no aflojaron nunca, y éste veía con preocupación cómo Fontana le robaba el protagonismo político de la ciudad desde la ortodoxia falangista y con grandes realizaciones económicas, dice Manuel Martín Rodríguez en el trabajo citado más arriba. El propio Fontana decía, siguiendo al mismo autor, que su enemistad con Gallego tenía una clara raíz: «No soy un gobernador civil a quien se maneja,  y vendría provocada (la enemistad de ambos) por una actuación gubernativa que por sus frutos daña intensamente el prestigio de su cacicato personal».


                  El camarada Gallego Burín con todo el aparataje nacionalsindicalista


                Fontana Tarrats en sus años granadinos, como ya había hecho en su Tarragona natal, desde cuyo gobierno civil pasó al de Granada, publicó varios artículos en la prensa local (bajo el seudónimo de Juan Darro) poniendo el acento en la necesaria justicia social con orden, como primer objetivo nacionalsindicalista, y a la vez elevó continuamente a sus superiores informes sobre la necesidad de acometer reformas en la sociedad y economía provinciales, siendo crítico con el Movimiento e incomodando cada vez más a las altas jerarquías del partido único. Pero para entonces ya se veía que Alemania iba a ser derrotada sin remisión y eran tiempos en que el Régimen (o sea, Franco) tenía claro que había que ir desfalangelizando el régimen y apartando de la política de primera fila a los muy concienciados de nacionalsindicalismo por lo que pudiera venir cuando los aliados terminaran de aniquilar el fascismo europeo, no fuera a ser que quisieran también hacer lo propio en estos predios.

                Al final, la pequeña guerra alcalde-gobernador la ganó el primero, pero esto ocurrió ya a mediados de 1947, cuando Fontana fue relegado a un cargo burocrático. Gallego Burín continuó como alcalde hasta julio de 1951.

                Merece destacarse lo que Martín Rodríguez recoge a pie de página y que vendría a ser la biografía política de Gallego Burín descrita por el propio Fontana como pliego de descargo poco antes de ser despachado a una sinecura desde la que no importunara demasiado: «Debutante antes de la Dictadura como candidato a concejal regionalista; amigo de Fernando de los Ríos y típico representante de las juventudes de El Sol durante la Dictadura; próximo a Cambó y Ventosa durante el gobierno Berenguer para fundar el Partido Centrista Regionalista; líder y creador del Estatuto Andaluz durante la República y, en la etapa azañista, muy próximo al Partido Radical, del que intentó ser jefe en Granada pidiendo la intervención de Natalio Rivas cerca de Lerroux, sin conseguirlo; detenido por el gobernador Valdés después del triunfo del Movimiento y salvado en última instancia del fusilamiento gracias a la intervención de un policía amigo, Romero Funes, asesinado por la guerrilla; delegado de Prensa y Propaganda, alcalde de Granada y gobernador civil de la provincia después de la guerra civil, aprovechando la ingenuidad de los falangistas y de Narciso Perales, delegado extraordinario de Falange en Granada; y, cuando el Eje comenzaba a perder la guerra, de nuevo próximo a Ventosa y firmante del manifiesto de los procuradores en favor de la restauración monárquica. Por otra parte, su labor como alcalde de Granada durante siete años ha sido catastrófica, contrayendo empréstitos fabulosos, elevando las exacciones municipales desorbitadamente e invirtiéndolas en lujos y decoraciones urbanas del centro de la ciudad, con escuelas inmundas abandonadas, sin preocupación sanitaria o social, con legiones de mendigos que pululaban huérfanos de asistencia, sin apenas limpieza pública, sin servicio de incendios, sin casas de socorro, con unos mercados infectos, sin servicio de aguas potables, con unos suburbios huérfanos de toda asistencia municipal y sin una sola vivienda construida hasta que, por presión suya, había iniciado un grupo de 75 habitaciones».

  En la puerta del Ayuntamiento en un homenaje al arzobispo Parrado. A la izquierda, con chaqueta blanca, el gobernador Fontana. En primer término, también con chaqueta blanca, la oronda figura de ex presidente del Granada CF Ricardo Martín Campos

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