EL ONCE FANTASMA

Pedro Escartín bautizó al Granada CF (el Recreativo Granada) con el apodo de "Once Fantasma" cuando este club era un recién llegado a la competición pero ya andaba codeándose con equipos de solera y aspiraba a lo máximo.
En este libro se narran las vicisitudes por las que atravesó el Recreativo en sus cinco primeros años de existencia y también se recogen los sucedidos ciudadanos más impactantes de aquella época revuelta que fue la de la II República.
En la foto de cabecera se ve al Recreativo que se enfrentó al Gimnástico de Valencia en el campo madrileño de El Parral, 21 de febrero de 1934. De pie: Sosa, Tomé, Calderón, Luque, Itarte, Carrera, Victorio y Tabales; agachados: Gomar, Morales y Herranz.
Para adquirir un ejemplar firmado y dedicado por el autor (20 €), dirigirse a
jlramostorres@gmail.com


Historia del Granada CF



domingo, 1 de abril de 2018

GRAN SEGUNDA VUELTA ROJIBLANCA 43-44

 Floro; Millán González; Sosa, Melito, Ramos; Marín, Trompi, Nicola, Safont y Mas, la alineación titular del Granada de la segunda vuelta 1943-44




¿Trompi al R. Madrid?
Al comienzo de la segunda vuelta 43-44, después de una buena racha de tres victorias seguidas que sacaron al Granada de los puestos de descenso, truncada por una derrota en Oviedo en el primer partido de la segunda ronda, la siguiente jornada, la quince, se saldó con una nueva victoria rojiblanca, 2-1 sobre el Sabadell, debutante en máxima categoría y que marchaba en la tabla inmediatamente después del Granada aunque empatado a puntos. La diferencia con los anteriores partidos fue que pareció haberse agotado el buen juego y el entusiasmo, y al Granada le costó muchísimo trabajo hacerse con los dos puntos en un partido muy malo y aburrido (Saucedo en Patria confiesa que se durmió) a pesar de que desde los diez minutos los catalanes actuaron en inferioridad por lesión de su jugador Navarro. Con esta victoria la distancia con los puestos de descenso aumentó a cinco puntos.
            El siguiente rival, el Madrid, igual que la temporada pasada era también hogaño de “nuestra liga” -quién lo diría-, situado en la clasificación en el puesto inmediatamente anterior al Granada, octavo, a dos puntos. Los rojiblancos repitieron en Chamartín el resultado de la última vez que allí comparecieron, empate a dos goles (el mismo resultado del partido de la primera vuelta en Los Cármenes), y como si de un deja vu se tratara, igual que ocurrió en los dos choques anteriores entre los mismos equipos, también ahora el Granada mereció (y pudo) haber ganado el partido si no hubiera sido por un gol muy a última hora de los blancos que determinó la igualada final. La diferencia con los dos últimos partidos frente a los blancos fue que en esta ocasión no se pudo culpar al árbitro del empate madridista.
Justo a partir de esta fecha, el periódico Patria empezó a lanzar diariamente dos ediciones, mañana y tarde, y pasó a publicarse también los lunes, con un amplio contenido de información futbolera. En la sección de deportes del lunes 24 de enero de 1944 se lee en letras grandes: «El Gr recuperó en Chamartín el punto que arrebató Cruella», es el titular de Patria de la crónica del partido en Madrid, en alusión a lo que ocurrió en la primera vuelta en Los Cármenes, cuando el veterano árbitro Cruella anuló al Granada el tanto que le hubiera dado la victoria frente al Madrid. Ideal por su parte, ya el martes 25, abre su crónica con: «El Granada perdió un punto en Chamartín», y añade que los rojiblancos fueron superiores al Madrid en clase, fondo y entusiasmo. Para la prensa madrileña (ningún plumilla local viajaba), durante gran parte de los noventa minutos sólo existió un equipo, el Granada, pero las lesiones de Millán, González, Sosa y, sobre todo Conde (que ya sólo pudo jugar dos partidos más en toda la temporada) dejaron a los nuestros a merced de los locales, que lograron el empate a falta de sólo tres minutos para el final. De esta forma conseguía el Granada dejar a cero su cuenta de negativos, que llegó a estar en -5 después de la derrota en Los Cármenes frente al At. Aviación, seis jornadas atrás.

 Recorte de Marca sobre el R. Madrid 2 Granada 2

Nuevamente Marín y, sobre todo, Trompi estuvieron sensacionales y también nuevamente la prensa madrileña volvió a lamentar haberlos dejado marchar, haciéndolo extensivo a Sierra, otro ex madridista y también destacado. Así leemos en Pueblo que “el Trompi” «…es un artista genial. Subir con el cuero en los pies en regates llenos de gracia y soltura, servirlo a derecha e izquierda y tirar, todo eso hizo el fenomenal interior». Para Hoja del Lunes de Madrid, Trompi fue la figura del encuentro, el mejor de los 22. Para otros medios  Trompi no tiene nada que envidiar a auténticas figuras míticas del fútbol español como Luis Regueiro y Chus Alonso.
En Patria el propio Trompi, en entrevista con Saucedo, manifiesta que en Madrid le dijeron al finalizar el partido que la directiva merengue, que desde el comienzo de esta misma temporada presidía Santiago Bernabéu, ya había decidido ficharlo para la temporada siguiente. Su fichaje por el Madrid podría haber sido el broche de oro de una carrera futbolera sobresaliente como la del Trompi, por entonces en lo mejor de toda su trayectoria, pero nada se concretó y el pequeño y genial jugador, a pesar de su gran calidad y su enorme popularidad en todo el país, permanecerá en el Granada prácticamente toda su carrera, hasta 1950.

Trompi visto por López Sancho

 
Recaudación récord frente al Bilbao
Para el siguiente partido, visita a Los Cármenes del At. Bilbao, la directiva decretó día del club. Era el vigente campeón de liga y copa, pero con prácticamente la misma plantilla de la anterior, esta temporada no pudo repetir el doblete y aunque terminó revalidando su título de campeón de Copa del Generalísimo, anduvo toda la liga en puestos medios de la clasificación para acabar 10º, dos plazas por detrás del Granada. El buen momento granadinista unido a que en aquellos años el Bilbao era el equipo preferido de casi todas las aficiones de España, aseguraban el lleno en Los Cármenes.
                El Granada, vestido de camiseta azul con cuello blanco, consiguió un empate sin goles ante el Athletic  que supo a victoria en un partido muy bien jugado por los dos contendientes. Según la prensa fue el mejor partido del Granada en todo lo que iba de liga, pero -el  único pero- le faltó contundencia en el remate y además el portero bilbaíno Barrie estuvo sensacional y lo paró todo. La lesión de Conde en el anterior partido dio por fin ocasión de debutar a Melito, lesionado desde la pretemporada e inédito todavía, que junto a Sierra fue el mejor del Granada y que le hace escribir a Saucedo en Patria que en los medios, una línea soberbia, hubo viril energía, entusiasmado con los pases largos y precisos del canario, recuperado por completo de su lesión e importantísimo refuerzo del Granada para lo que quedaba de liga. El estadio se llenó a reventar y la recaudación fue de récord, 100.000 ptas., cifra por entonces muy sustanciosa.

 Melito, importante refuerzo en el centro del campo para la segunda vuelta

Entre el público asistió el míster de las dos temporadas anteriores, Paco Bru, a la sazón entrenador del Málaga, de Tercera División, para el que el Granada mereció la victoria. Y en el palco presidencial estuvo presenciando el partido José Antonio Elola Olaso, de visita oficial en nuestra tierra, Delegado Nacional del Frente de Juventudes, cargo en el que había sustituido al legitimista Sancho Dávila, y que ocuparía hasta 1955, cuando en un homenaje en el Escorial a José Antonio Primo de Rivera en el aniversario de su muerte surgió de entre las miles de camisas azules el grito anónimo «¡No queremos reyes idiotas!», dirigido al Generalísimo, acto de insubordinación que hizo rodar algunas cabezas de jerarcas de la cosa azul Mahón, entre ellas la del muy franquista Elola.

 Fontana (a la izquierda), gobernador civil, y Elola Olaso, delegado del Frente de Juventudes, en el palco presidencial de Los Cármenes

 
Magnífica segunda vuelta
Ahora tocaba visitar al líder destacado, el Valencia, que acabaría ganando la liga. En Mestalla el Granada, muy inferior a los locales, sólo pudo cosechar una concluyente derrota 3-0 jugando bastante mal, según las crónicas. Lo bueno fue que ya sólo perdería el Granada un partido más de los nueve que faltaban, en una segunda vuelta sensacional y que le llevará a conseguir al final su mejor clasificación histórica por los siguientes 28 años. 
                Una racha de cuatro partidos sin perder (tres victorias y un empate) vino a continuación y dejó prácticamente asegurada la permanencia del Granada en máxima categoría. La primera victoria de esa racha es de las de recordar siempre pues fue otro extraordinario partido de los rojiblancos y llegó frente al Barcelona en Los Cármenes (2-0), segundo clasificado a la estela del Valencia, aunque ya a cuatro puntos de los ches. El Granada jugó con más entusiasmo y rapidez que sus oponentes (un fútbol “rápido y profundo” y sin florituras, que dice Saucedo en Patria), guardando su área y lanzando veloces contras que se tradujeron en los dos goles de Marín y Nicola, para lo cual resultó fundamental la recuperación de otro hombre básico en su plantilla: Paco Mas volvía a ocupar la banda izquierda, ausente por lesión desde pretemporada, desde los amistosos en el campo del Europa en agosto. Un pase medido suyo supuso el segundo gol rojiblanco. Con Mas y Melito resultó muy reforzado y fue otro, mucho mejor, el Granada de la segunda vuelta 43-44. 
El añorado César es uno de los culés destacados en las crónicas de aquel partido, aunque no marcó gracias al excelente trabajo defensivo de González y Millán. Sin embargo, en las declaraciones pospartido que recoge Patria, el míster azulgrana Nogués lo acusa de no querer rendir en Granada «por los motivos que fueren», y añade que le ha impuesto al ex granadinista una sanción económica por bajo rendimiento.
Siete jornadas faltaban por jugarse y el Granada había llegado a la fase decisiva en magnífico estado de forma. De esta manera la salida a La Coruña de la siguiente jornada supuso borrar el único punto negativo que arrastraba desde la visita del Bilbao y alcanzar un empate a dos goles que tenía que haber sido una nueva victoria pero un gol en propia puerta de González impidió traerse los dos puntos. Para Hoja del Lunes de La Coruña, Marín, a sus 37  largos, corre como hace veinte años y le da al balón mejor que entonces.

 El gran Paco Mas portada del extra  de Marca

 
Marín-Trompi, pareja de moda
Después del partido en La Coruña hubo parón en la liga, aprovechado para que se jugara la primera eliminatoria de Copa del Generalísimo, que disputaban sólo los equipos de Tercera División, por lo que fue una jornada de descanso para el Granada. Muchos clubes aprovecharon para organizar amistosos, como el Madrid, en homenaje a su ex jugador Sauto, que estaba a punto de retirarse, y para dicho amistoso solicitó del Granada la cesión de la pareja granadinista de moda y en su mejor momento de forma, Marín y Trompi, a los que se unió Bachiller, al que el Gijón había dejado en libertad desde hacía un mes y que al poco fichó por el R. Madrid. El combinado merengue perdió frente al Sevilla en Chamartín 2-3 y según cuentan los diarios madrileños, lo mejor del improvisado once merengue fue el ala Marín-Trompi. Como aperitivo al amistoso se celebró un partido de viejas glorias en el que también intervino otro ex madridista y ex granadinista (ex recreativista en este caso), Fidel del Campo, que no actuó de portero sino de delantero centro.

Se firma la paz con el Sevilla
El siguiente partido de liga, ya la jornada 21 (de 26), traía al potente Sevilla a Los Cármenes a primeros de marzo de 1944. Con tiempo, más de un mes antes, a mediados de enero, el presidente Becerra envió un telegrama a su homónimo del Sevilla, marqués de Contadero, rogándole que la expedición sevillista adelantara su viaje a Granada en un día con el fin de asistir a un homenaje al club blanco que el presidente recién estrenado en el cargo había tenido la buena idea de organizar para de esta manera tratar de echar pelillos a la mar y que se olvidaran las rencillas que venían presidiendo los enfrentamientos entre los dos equipos desde hacía dos temporadas, desde que en noviembre de 1941, en el año del debut rojiblanco en máxima categoría, en Nervión, González y el stuka Berrocal tuvieron algo más que palabras, resultando expulsado el delantero sevillista, contencioso que alcanzó su punto álgido a la vuelta, cuando Alberty, en el último partido de su vida en Los Cármenes, acabó para el arrastre ante las muy duras y aparatosas entradas del sevillista Campanal, a quien erróneamente muchos hinchas rojiblancos culparon por esa causa de la muerte del gran portero húngaro poco tiempo después. Con la intención de tratar de moderar el excesivo ambiente tenso que había caracterizado los choques entre el Granada y el Sevilla de las dos temporadas anteriores y de esta misma en la ida en Sevilla, se organizaron por parte de la directiva granadina unos actos de confraternización para antes y después del partido consistentes en visitas a nuestros monumentos y una fiesta en el Alhambra Palace, actos a los que estaban también invitados el presidente de la Federación Regional Sur, Antonio Calderón, toda la directiva del Sevilla y el secretario general de la Federación Española de Fútbol, Sánchez Ocaña. 
Después de varios meses de estar prohibido, otra vez volvieron a alquilarse almohadillas de la Cruz Roja en Los Cármenes, aunque fueron pocas las vendidas porque las gradas estaban muy mojadas como para sentarse. La directiva lo comunicó a la afición en nota oficial previa al encuentro, advirtiendo de paso que aquellas personas que arrojaran almohadillas u otros objetos al terreno de juego podrían ser castigadas con internamiento en un campo de concentración, como se había dispuesto por las autoridades poco tiempo antes.

 El Sevilla FC años 40

                En medio del temporal de lluvia que venía durando ya más de una semana y que había dejado muy embarrado el terreno de Los Cármenes, el Granada logró una importante victoria, 2-1, con la que dejó casi asegurada la permanencia en Primera a falta ya de sólo cinco jornadas para el final, aumentando a cinco puntos la distancia tanto con los puestos de descenso como con los de promoción.
La anécdota del Granada-Sevilla la protagonizó el defensa sevillista Berridi, quien ingenuamente usó las dos manos dentro del área para detener el balón centrado desde la banda por Marín, por entender que había salido fuera y sin esperar a que el árbitro, Escartín, hiciera sonar su silbato. La acción del sevillista costó a su equipo un penalti en contra, pero el granadinista Sierra (que no era el que habitualmente lanzaba los penaltis), derrochando caballerosidad, envió fuera a propósito su lanzamiento desde los once metros, a pesar de que el marcador en ese momento señalaba una mínima diferencia de 2-1 a favor de los rojiblancos y faltaba poco para el final. Esto, lo de fallar adrede un penal, es algo que hoy suena a inconcebible para la hinchada de cualquier equipo, por muy meridianamente injusta que se considere su señalización y aunque se trate de un amistoso, sin embargo en aquellos años y en los anteriores era relativamente frecuente que en situaciones similares, bien motu proprio o a petición del respetable, el delantero lanzador prefiriera no aprovecharse de lo que se consideraba una injusticia. Eran otros tiempos, no cabe duda.
El árbitro de aquella tarde, el internacional y prestigioso Pedro Escartín, el mismo que acuñó aquello de Once Fantasma para referirse al Recreativo Granada de 1934, que además de trencilla era también ya por entonces considerado una autoridad en la materia de interpretación y aplicación de las reglas futboleras (era miembro de la Comisión de Reglas de la FIFA, además de columnista deportivo muy leído), como ya venía siendo tradicional cada vez que visitaba Granada, tuvo una actuación con algunos lunares de bulto, el que más el de no ver -y no conceder por tanto- un gol del Granada que hay que catalogar como “fantasma”. Con el marcador todavía a cero, en una contra rapidísima del Granada, el remate del extremo Mas traspasó la línea de gol en más de medio metro, sacando un defensa blanco el balón de dentro, pero al cuarentón Escartín, que venía jadeante y con la lengua fuera después de atravesar a la carrera todo el verde, le pilló la acción muy lejos y no vio el gol. Días después, en declaraciones a Patria reconocerá su error y pedirá perdón.
El partido comenzó con el intercambio de ramos de flores entre los capitanes González y Félix, y al terminar, los dos equipos con sus directivas en pleno más el árbitro Escartín, el presidente honorario Martín Campos, el gobernador civil y jefe provincial del Movimiento Fontana, y las autoridades federativas, se fueron a agasajarse en el hotel Alhambra Palace. Como remate presenciaron una zambra gitana.

Recorte de Ideal del Granada-Sevilla

 
Victoria ante R. Sociedad
Para dejar virtualmente asegurada la permanencia, a la siguiente jornada, nuevamente en Los Cármenes, dos puntos más cayeron en el zurrón rojiblanco, con la victoria 1-0 sobre la R. Sociedad, en lucha por huir del descenso. No obstante, no fue nada fácil la victoria ni el Granada dio sensación alguna de poder anotársela, sólo el magnífico trabajo del trío Floro-Millán-González y el acierto de Trompi, que marcó el único gol a falta de cinco minutos, impidieron el enfado final de la parroquia ante el mal partido del Granada.
                Tras disputarse esta jornada 22, Ideal publicó por primera vez las clasificaciones de Primera y Segunda haciendo indicación de los negativos o positivos de cada equipo. En la novedosa e ideal tabla vemos al Granada cómodamente clasificado en noveno lugar, el mismo que ocupaba en la realidad, y con 22 puntos y 0 (ni positivos ni negativos, único equipo de máxima categoría con esa puntuación), a cinco de los puestos de promoción y a siete de los de descenso directo cuando sólo faltaban por disputarse cuatro jornadas.   

  Sólo circula una bicicleta

Ni para un mechero
La gasolina hacía varios años que era un bien escasísimo y estaba muy racionada, pero a principios de 1944 se puede hablar de su total volatilización. En las mismas páginas de Ideal en que se muestran varias fotos de la gran victoria granadinista sobre el Barcelona, en la sección La Calle, última página, podemos ver esta foto tomada a mediodía del domingo 15 de febrero de 1944, en Puerta Real, en la que como toda muestra del tráfico rodado aparece una bicicleta. Y es que las restricciones de gasolina han alcanzado a las tres cuartas partes del parque automovilístico granadino y sólo pueden circular sin trabas los vehículos que se muevan a base de gasógeno.
A principios de febrero los periódicos publicaban una circular de la Comisaría de Carburantes líquidos en la que, apelando al espíritu patriótico de aquellos que han de sufrirlas para que las soporten con resignación, se anuncian nuevas y más drásticas restricciones en el suministro a la población civil, por culpa -dice el comunicado oficial- de las dificultades de abastecimiento y la supresión de cargas de productos petrolíferos motivados por la situación de guerra internacional. En consecuencia, queda suprimida durante el mes de febrero la circulación de turismos y motocicletas, a los que no se les facilitará cupo alguno; sólo podrán circular libremente aquellos vehículos que utilicen gasógenos. Los vehículos destinados a servicio público y a transportes sí tendrán cupo de gasolina y gas-oil, pero muy restringido respecto de lo que venía siendo habitual, circulando los taxis en días alternos según sus matrículas sean pares o impares.

 Viejos amigos

Nuestro país atravesaba en esos momentos por la que se llamó “batalla del wolframio”. La II Guerra Mundial seguía su curso y desde principios de 1943, España (es decir, Franco) había cambiado su posición oficial de “potencia no beligerante”, pero amiga del Eje Berlín-Roma-Tokio, por la de neutral a todos los efectos. Pero esa pretendida neutralidad, más que verdadera era un intento de lavado de cara hacia el exterior por la razón de que para entonces ya habían dejado de irle las cosas rodadas en la guerra a la que parecía invencible Alemania y se temía por la propia continuidad del Régimen en caso de ser derrotado Hitler. A pesar de su proclamada neutralidad, España (es decir, Franco), de tapadillo seguía suministrando wolframio (o tungsteno) a Alemania, mineral escaso pero abundante en Galicia y León y de gran valor estratégico, imprescindible para que las acerías alemanas pudieran seguir produciendo blindados y armamento; además todavía quedaban grandes contingentes de soldados españoles luchando en las estepas rusas encuadrados en la Wehrmacht, sin que se hubiera cumplido del todo la retirada, proclamada oficialmente, de la que se llamó División Azul; y, por si fuera poco, la Península era un nido de espías y saboteadores alemanes que disponían de carta blanca para moverse y actuar a sus anchas. Un incidente diplomático en octubre anterior, cuando el régimen franquista reconoció de facto al gobierno títere impuesto por los japoneses en Filipinas, sirvió de pretexto a Estados Unidos para decretar un nuevo embargo, más restrictivo, de petróleo a España (que se mantendrá hasta mayo) si no suprimía por completo sus exportaciones de wolframio a Alemania. Como Franco hizo caso omiso a las presiones aliadas, nuevas penalidades vinieron a unirse a las ya muchas que soportaba la población, éstas en forma de falta total de combustible, que dejó a España sin gasolina ni para un mechero de aquellos de martillo.
La controlada prensa nada informó acerca del verdadero motivo del embargo, pero sí que se sucedieron durante todo febrero los editoriales periodísticos proclamando la neutralidad de España “voluntariamente adoptada”. Finalmente, a finales de abril de 1944, haciendo de tripas corazón por lo que significaba de traición a un país amigo que tanto había ayudado al régimen y por tener que renunciar a la muy sustanciosa inyección económica que significaban las masivas exportaciones de wolframio, España (es decir, Franco), no tuvo más remedio que reducir al mínimo las ventas del mineral a Alemania y así acabó la llamada crisis del wolframio, ya en mayo.

Granada volvía a ser sede de una Capitanía General

Se crea la IX Región Militar
El 1 de marzo de 1944 nacía oficialmente la IX Región Militar, con sede en Granada y un ámbito territorial que comprendía las provincias de Granada, Málaga y Almería. 
Si nada había dicho la prensa nacional acerca de la verdadera causa de la gran carestía de combustibles del momento, mucho menos se comentó que en esta encrucijada histórica, principios de 1944, el Caudillo atravesaba por los que quizás sean los momentos más comprometidos desde su subida al poder, cuando Estados Unidos, no totalmente conforme con el embargo de petróleo a España como única medida de castigo, presionaba a sus aliados para acabar definitivamente con el Caudillo y su régimen fascista (¡perdón!, nacionalsindicalista). Algunos tratados de historia cuentan que los yanquis, como despectivamente se refería a ellos la prensa española, tenían ya más que madurado su plan para una invasión de la Península que habría de llevarse a cabo por el sur. Sólo la proximidad de otro desembarco mucho más grande e importante que se preparaba, el del día D, habría determinado la postergación del plan yanqui. Una ley orgánica de 1942 había previsto la creación de la IX Región Militar, pero la coyuntura bélica y el temor a que los USA hicieran en la piel de toro lo mismo que ya habían hecho en la bota Italiana aceleró el proceso y así, a primeros de marzo de 1944, Granada volvió a ser sede de una Capitanía General para una mejor administración de los efectivos militares y para prevenir la defensa de un posible desembarco aliado en las costas andaluzas.
Durante varios siglos, desde el mismo momento de la Reconquista, había sido Granada sede de una Capitanía General con ámbito territorial idéntico al de la recién creada IX Región: las provincias de Granada, Málaga y Almería, es decir, los territorios que formaron el histórico Reino de Granada. Su principal función fue la defensa de las costas mediterráneas andaluzas del peligro que pudiera proceder de África en forma de una nueva invasión o de incursiones de los temidos piratas berberiscos, así como ejercer mayor control sobre la importante población morisca que se quedó por estas tierras después de que Boabdil y los suyos fueran derrotados. La Capitanía creada en 1492 recayó como cargo vitalicio y heredable en Íñigo López de Mendoza, conde de Tendilla y marqués de Mondéjar. Cuatro siglos, hasta 1893 duró la Capitanía granadina, en ese año una reforma militar la suprimió. Después de la Guerra Civil, 1939, España se organizó en lo castrense con la creación de ocho Regiones Militares, quedando Granada encuadrada en la II, que incluía toda Andalucía, con sede en Sevilla. Así hasta que en 1944 se segregaron las provincias andaluzas mediterráneas constituyendo la IX Región, aunque a la recién nacida se le dio un rango de segundo orden y podía estar a su frente un general de división. Así hasta que tiempo más tarde, en 1959, su jurisdicción se amplió incluyendo también la provincia de Jaén y se dispuso que el Capitán General tenía que ser obligatoriamente teniente general, y la IX Región adquirió el mismo rango que las otras ocho.
El pleno del Ayuntamiento de 3 de marzo de 1944 acordó mandar cartas de agradecimiento al Generalísimo y al ministro del Ejército por la recuperación de esta institución que tanto peso tuvo de siempre en la vida de la ciudad.
Cuarenta años después de su creación, en 1984, una nueva organización de la defensa suprimió la Capitanía IX y Granada volvió a depender de Sevilla en lo militar.
Cuando la Capitanía general granadina fue suprimida en 1984, que sepamos, ni una sola voz de protesta se alzó entre nuestros paisanos, cosa que contrasta fuertemente con lo que ocurrió casi un siglo antes, cuando en 1886 se anunció que el gobierno central iba a suprimir la Capitanía de Granada para trasladarla a Córdoba. Todas las fuerzas vivas penibéticas finiseculares, desde el arzobispo Messeguer, pasando por el alcalde Mariano Zayas y llegando a los  representantes de todos los gremios, se movilizaron inundando de cartas y telegramas de protesta el despacho del liberal Sagasta, presidente del Consejo de Ministros (presidente del gobierno), poniendo el acento en que la supresión de la Capitanía no era sino un nuevo castigo a esta «desdichada provincia», pues estaban muy recientes el terremoto de Alhama de 1884 y la gran epidemia de cólera de apenas un año antes, que tantas vidas de paisanos se llevaron por delante. Además, el 24 de noviembre de 1886 fue un auténtico día granadino de lucha ya que cerró el comercio y una gran manifestación de 40.000 almas  recorrió toda Granada (por entonces una ciudad de apenas 70.000 habitantes) y acabó en la puerta del Ayuntamiento. Hasta una comisión de damas de la nobleza granadina marchó a Madrid a entrevistarse con la reina regente María Cristina. El caso es que pocas semanas después el gobierno de Madrid se volvía atrás y decretaba que no se suprimía la Capitanía granadina, decisión que fue festejada en nuestra tierra por todo lo alto y con repique general de campanas. Siete años duró la felicidad porque en 1893, con D. Práxedes Mateo Sagasta nuevamente de presidente por aquello del turnismo, casi con nocturnidad y alevosía, sin que nadie tuviera conocimiento de lo que se preparaba, de un día para otro se reorganizó la distribución de las fuerzas armadas en España y Granada perdió su tetracentenaria Capitanía sin que diera tiempo siquiera a organizar una mínima protesta. Sólo un editorial en el diario El Defensor de Granada criticó la decisión una vez ésta ya consumada. Por cierto que el editorial de protesta del Defensor casi le cuesta a su director y propietario, Luis Seco de Lucena, un duelo a pistola (con sus padrinos y todo) con el duque de Abrantes y marqués de Sardoal, que había sido ministro de Fomento con Alfonso XII, a quien molestaron los términos usados en el suelto del diario granadino y se tomó la cuestión como una ofensa a su honor. Por entonces todavía se resolvían a tiro limpio o con florete en un descampado estas cosas de la honra. Todo lo cuenta en primera persona Luis Seco de Lucena en su sabroso libro Mis memorias de Granada.

Dibujo de la manifestación contra la supresión de la Capitanía granadina, 24 de noviembre de 1886


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