Tira de
humor del gran dibujante Antonio López Sancho con su personaje “José
el Gitano”
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El
Malacitano gana en Los Cármenes por primera vez
A principios de
diciembre de 1940 el Granada es líder del grupo sur de Segunda
División tras ganar en Badalona. No obstante, es un liderato “no
pacífico”, o sea, según el medio deportivo que se consulte, en
unos aparece el Granada como líder y en otros como segundo tras el
Castellón (con los mismos puntos), ya que los primeros aplican el
golaveraje general y los segundos el particular, dado que el Granada
perdió 1-0 en su visita a La Plana. Y es que a las alturas de 1940
no acababa de estar muy claro cuál de los dos criterios era el
correcto para resolver los empates. Sea una u otra cosa, liderato o
cuasi liderato a fin de cuentas, el hinchismo anda eufórico y está
asegurado el lleno a reventar para el siguiente partido, el de la
jornada 11 con el que concluirá la primera vuelta. Además nos visita el Malacitano, el eterno rival, cuya presencia
dejará muy pequeño Los Cármenes con los miles de boquerones que se
prevé vengan acompañando a su equipo en tren botijo.Pero, como tantas veces
ocurre en el mundillo hinchístico, la euforia pronto se volvió
pesimismo.
La cosa ya desde el primer momento empezó a torcerse. La madrugada del día en que había de jugarse el partido, 8 de diciembre, ardieron unos cuatro mil cojines en una caseta de madera que en la explanada de acceso a la tribuna de Los Cármenes estaba destinada a que la Cruz Roja guardara las almohadillas para alquiler. Un centinela de la vecina cárcel dio la voz de alarma, pero nada se pudo hacer, y con la caseta y las almohadillas que guardaba también ardieron dos motores eléctricos para el riego del césped y los dos juegos de redes de las porterías que había en el mismo local, así que hubo que pedirlas prestadas para que el partido se pudiera jugar. Después, en un pésimo encuentro, el Granada fue vencido con justicia por el Malacitano (0-1), de manera que el liderato granadinista por segunda vez quedó como algo visto y no visto y de nuevo fue para el Castellón dejando al Granada segundo.
La cosa ya desde el primer momento empezó a torcerse. La madrugada del día en que había de jugarse el partido, 8 de diciembre, ardieron unos cuatro mil cojines en una caseta de madera que en la explanada de acceso a la tribuna de Los Cármenes estaba destinada a que la Cruz Roja guardara las almohadillas para alquiler. Un centinela de la vecina cárcel dio la voz de alarma, pero nada se pudo hacer, y con la caseta y las almohadillas que guardaba también ardieron dos motores eléctricos para el riego del césped y los dos juegos de redes de las porterías que había en el mismo local, así que hubo que pedirlas prestadas para que el partido se pudiera jugar. Después, en un pésimo encuentro, el Granada fue vencido con justicia por el Malacitano (0-1), de manera que el liderato granadinista por segunda vez quedó como algo visto y no visto y de nuevo fue para el Castellón dejando al Granada segundo.
Cromo
de la colección de Almacenes Losada sobre el Granada 0 Málacitano 1
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Los
dos periódicos granadinos destacan en titulares que es la primera
vez que el Malacitano gana en Granada en el ya largo historial de
visitas de los vecinos. Zubeldia en Patria sólo salva a Trompi y a
Maside, y dice que el mal juego del Granada podría ser disculpado si
sus jugadores fuesen biseños [sic], pero nunca tratándose
como se trata de futbolistas experimentados. Arbitró el sevillano y
muy veterano Ocaña, que además era presidente del colegio de
árbitros de la Federación Sur y que fue una de las bestias negras
de aquel reportero de antes de la guerra (murió en ella defendiendo
a la República), todo vehemencia y amor a los colores
recreativistas, que desde las páginas de El Defensor tanto bregó en
favor de nuestro equipo y que firmaba como Martinenc. Según
Zubeldia, Ocaña estuvo falto de autoridad y escamoteó un penalti en
el área malacitana. Fernández de Burgos en Ideal dice que fue un
partido muy feo y que ganó el que jugó de modo más práctico.
Los
Cármenes estuvo abarrotado de personal. Vinieron más de dos mil
malagueños y durante el partido reinó el buen ambiente. A su
finalización parece ser que unos mozalbetes descontrolados lanzaron
alguna pedrada contra el autobús forastero, lo que provocó una
protesta formal ante la Federación de la directiva malacitanista y
la apertura de un expediente informativo que finalmente quedó en
nada.
Victoria
sobre el Castellón que da nuevamente el liderato
La
derrota en casa ante el Malacitano hizo al Granada perder el
liderato, pero pronto se recuperó el optimismo
porque las siguientes ocho jornadas
significaron cinco victorias y tres empates, y el equipo fue
alternativamente siempre líder o segundo, es decir, en todo momento
ocupó ya hasta el final del campeonato puesto de liguilla de
ascenso.La
lucha por los dos puestos de liguilla (no había este año ascensos
directos) fue a partir de ese momento exclusivamente cosa de dos,
Granada y Castellón, y con un tercero en discordia a poca distancia,
el Gerona.
Así, cuando a primeros de febrero nos visita el Castellón, la oportunidad para abrir brecha es única. Y no se deja pasar porque el Granada vence 3-0 en un sensacional partido en Los Cármenes que lo deja líder en solitario y a cuatro puntos de los de La Plana cuando sólo faltan por jugarse cuatro jornadas.
Así, cuando a primeros de febrero nos visita el Castellón, la oportunidad para abrir brecha es única. Y no se deja pasar porque el Granada vence 3-0 en un sensacional partido en Los Cármenes que lo deja líder en solitario y a cuatro puntos de los de La Plana cuando sólo faltan por jugarse cuatro jornadas.
El
pequeño gran Trompi
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El
triunfo ante el Castellón lo consiguieron: Floro; Millán, González;
Maside, Bonet, Sosa; Guijarro, Trompi, Cholín, Bachiller y Liz. Es
el once de gala de esta temporada. Éstos más el míster Victoriano
Santos y los suplentes Benítez y Lolo Martínez, se concentraron
desde tres días antes del partido en una fonda de la calle Real de
la Alhambra, de donde bajaron para ir directos a Los Cármenes el
domingo 2 de febrero de 1941.
En
una fría y lluviosa tarde invernal y con el campo nuevamente a
reventar, el Granada ofreció un gran espectáculo a sus seguidores.
El trío que formaba la media granadinista fue lo mejor, pero los más
floridos párrafos en las crónicas los merecieron el cerebral
Bachiller y, sobre todo, Trompi, más artista que de costumbre, que
ofreció una de aquellas sobresalientes tardes suyas para la
antología del mejor fútbol que se había visto en Granada. “Z”
(Zubeldia) dice de él en Patria: «Con él [con Bachiller],
haciendo pareja, la movilidad y alegría del juego de
Trompi. Juego técnico también, pero con la gracia del maestro que
crea una cosa personal e inimitable. Con bullanguería que grita y
alborota al sonido monorrítmico de sus pisadas y el toque preciso de
pases inverosímiles». Trompi, además de entusiasmar al
granadinismo con sus fintas y regates y con sus precisos pases, fue
autor del primero de los goles al filo del descanso, Cholín y Liz
completaron el tanteo en la segunda mitad.
Otro
cromo de la colección de Almacenes Losada, ahora sobre el Granada 3
Castellón 0
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Empate en
Gerona
Si
trascendental era el partido frente al Castellón, una semana después
tocaba visitar al tercer clasificado, el Gerona, a cinco puntos de
los nuestros. De traerse algo positivo prácticamente quedaría
certificada la clasificación para liguilla pues sólo faltarían por
disputarse seis puntos de los tres partidos pendientes para completar
el calendario. Y así fue. El Granada se trajo un empate a un gol del
Vista Alegre gerundense y dejó casi sentenciada su participación en
liguilla.
Años atrás,
concretamente en 1934, nuestro equipo, el Recreativo Granada que
merecería de Escartín el apelativo de “Once Fantasma”, por
primera vez en su historia salía de los confines andaluces para
disputar un partido oficial y se desplazaba, como en esta ocasión, a
Gerona. En 1934 se perseguía un ascenso a Segunda División y
también se arrancó un empate (2-2), y además el regreso a Granada de la
expedición recreativista dio lugar a otro hito histórico que era la
primera vez que ocurría, el de la
celebración callejera de un éxito (aunque bien modesto fuera)
conseguido en tierras forasteras. Cientos de hinchas encabezados por
la banda de música del Ave María llevaron a hombros en triunfo a
los futbolistas desde la estación de Andaluces hasta la sede del
club, por entonces en un bar de la calle Sierpe Alta (hoy plaza de
Isabel la Católica). No ocurrió lo mismo en este febrero de 1941
pese a que ya se intuía un posible ascenso a Primera, porque,
aparte de que se podría decir que la hinchada rojiblanca estaba
bastante más curtida y había perdido la “inocencia”, la hora de
regreso, una de la madrugada ya del miércoles 12, más la lluvia y
el mucho frío, no invitaban precisamente a lanzarse a la intemperie invernal granadina, por lo que apenas se concentraron unos pocos hinchas.
El
9 de febrero de 1941 en Gerona este once rojiblanco consiguió
empatar a un gol. Guijarro, Maside, Sosa, Bonet, Bachiller, Cholín,
Liz y Floro; agachados: Trompi, González y Millán
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Tropiezo
en Sevilla
Después
del empate en Gerona tocaba jugar otra vez fuera, en el campo del
Betis. En un Heliópolis convertido en una laguna tocó caer
derrotado 3-0, los tres del ariete bético Paquirri. Llevaba el
Granada sin perder desde el último partido de la primera vuelta,
cuando el Malacitano se llevó los dos puntos de Los Cármenes, pero
la derrota no supuso perder el liderato aunque sí dejar reducida la
distancia sobre el Castellón a un único punto. En Sevilla, según
las crónicas granadinas (no las sevillanas) gran parte de la culpa
de la derrota la tuvo el árbitro Eguino, sevillano, viejo conocido
de la afición recreativista que ya lo sufrió en un partido frente
al Sevilla en el Regional de 1935. Eguino concedió un gol en
offside, anuló al Granada el tanto que hubiera supuesto el empate
por no aplicar la ley de la ventaja, y encima expulsó a Millán.
Clasificado
para liguilla de ascenso a falta de una jornada
En
la penúltima jornada, en Los Cármenes, el Granada apaliza 8-0 al
débil Badalona, farolillo rojo junto con el Córdoba, ambos muy
descolgados. Con esa victoria el Granada se clasificó
matemáticamente para liguilla de ascenso una jornada antes de
terminar la liga.
Que
no hubo color lo certifica el dato de que ya al descanso se llegó
con el resultado de 7-0. Lo curioso fue que toda la segunda parte se
desarrolló entre una casi generalizada pita de la afición hacia los
rojiblancos por entender que no se empleaban a fondo y que debían
marcar más goles. Fueron apenas dos mil los hinchas que acudieron a
este encuentro, pero como no paró de llover este 23 de febrero, es
de suponer que resultaba mucho más fácil chiflar que aplaudir, que
para lo primero no hay que soltar el paraguas.
Trámite
en Málaga
Después
del palizón al Badalona sólo quedaba visitar al Malacitano para
terminar la liga regular. Como el Granada tenía asegurado acabar al
menos segundo, a Málaga viajó con un equipo entero de reservas a
excepción de Maside y Guijarro. En el campo de Baños del Carmen, en
un atípico y descafeinado derbi entre eternos rivales, en medio de
un peloteo insulso (un término muy de la época), aburrieron
malagueños y granadinos, que nada se jugaban, si acaso los nuestros
el honor de acabar como campeón del grupo, posición que no otorgaba
ventaja material alguna sobre el segundo clasificado.
La
derrota (3-0) del Granada y la victoria del Castellón determinaron
que en la última jornada acabaran los nuestros en el segundo puesto,
a un punto del Castellón. Ambos junto a R. Sociedad y Coruña,
primero y segundo del grupo 1º, empezarían a disputar al siguiente
domingo la liguilla de ascenso a Primera; los dos primeros
clasificados en la liguilla ascenderían sin más trámite, y los que
acabaran tercero y cuarto todavía gozarían de una última
oportunidad en promoción a partido único en campo neutral frente a
los dos últimos clasificados de Primera División (Zaragoza y
Murcia).
Millán,
Floro y González, trío defensivo menos goleado de 1ª y 2ª, ya
empezaban a sonar
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Equipo
menos goleado
Una
vez jugados todos los partidos de primera y segunda, resulta que el
Granada es el equipo menos goleado de ambas categorías, sólo 21
goles ha encajado el trío Floro, Millán, González, que ya empieza
a ser conocido y cotizado en toda España. En 1955 volverá el Granada a conseguir
este honorífico galardón.
Se muda
el Pilar del Toro
En
el ámbito de la vida cotidiana de Granada lo que más destaca es que
la ciudad está inmersa en una constante labor de reforma y
embellecimiento de su centro urbano, todo obedeciendo al plan
diseñado por su alcalde Gallego Burín. Una de sus características
es que varios de sus monumentos y fuentes públicas cambian de sitio
y pasan a ubicarse en espacios distintos a los que llevaban ocupando,
en algunos casos, desde siglos atrás. La fuente de los Gigantones
recientemente se había mudado desde el paseo de la Bomba hasta plaza
Bib-Rambla, desplazando a su vez al monumento a Fray Luis de Granada
a la plaza de Santo Domingo, también objeto de reforma. Poco tiempo
después le tocará el turno a la Fuente de las Batallas, del Salón
al Embovedado. Y también al pilar conocido como Fuente Nueva que
desde su emplazamiento en la calle (más bien camino) de su nombre
pasará a ocupar el sitio en el que sigue en la actualidad, al
principio de la cuesta del Realejo. También por estos años se mudó
desde el cementerio hasta la plaza de los Tiros la columna monumento
al actor Máiquez.
Miranda
hace un juego de palabras a propósito de la mudanza del Pilar del
Toro
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En
octubre de 1940 le toca mudarse al pilar del Toro (o de los
Almizcleros, que ése fue su nombre antiguamente), obra que algunos
autores atribuyen a Berruguete pero que es de discípulos de Diego de
Siloé, según Gómez Moreno en su guía de 1892. La magnífica fuente monumental abandonará en breve el lugar que desde el siglo XVI
ocupa en la calle Elvira, en la esquina de la desembocadura de
Calderería Nueva, para situarse en la plaza de Santa Ana, que acaba
de ser remozada plantando cipreses en su lateral cercano a la
iglesia del mismo nombre, donde se han construido dos escalinatas
laterales para salvar el desnivel con el inicio del barrio de la
Churra. Justo delante de la casa natal del alcalde se ubicará el
pilar del Toro, lugar donde lucirá bastante mejor y que sigue
ocupando en la actualidad.
Relevo en
la alcaldía
El
19 de octubre de 1940, simultáneamente a la ofrenda de una corona de
flores ante la tumba provisional de José Antonio Primo de Rivera, en
El Escorial, del Reichsführer Heinrich Himmler, comandante en jefe de las SS de visita oficial en España,
hay relevo en la alcaldía granadina. El camarada Antonio
Gallego Burín es ascendido a gobernador civil de la provincia, así
que cesa como alcalde, cargo que ocupaba desde 1938, y es relevado
por el primer teniente de alcalde, camarada Rafael Acosta
Inglott, catedrático en nuestra Universidad de Derecho Romano.
Convertido
en primera autoridad provincial, sustituirá al camarada
Esteban Samaniego Rodríguez, que llevaba en el cargo desde 1937. «La
Falange de España ni rehúye responsabilidades, ni mengua sus
ambiciones ante la dificultad», dice Gallego en el discurso que
sigue a su toma de posesión. A los pocos días, la corporación
municipal, a propuesta de Ricardo Martín campos, presidente del
Granada CF, acuerda por unanimidad que una de las nuevas calles que se
abran en la Manigua lleve el nombre del alcalde saliente.
También
se muda el reloj de Puerta Real
Al
mismo tiempo, con obras comenzadas a finales de junio, se sigue
adelante con la demolición de la Manigua. Una de las casas
expropiadas en Puerta Real y que habrá que derribar para la apertura
de una nueva calle que la conecte con el Campillo Alto y con el
Realejo a través de la cuesta del Progreso, es muy popular porque en
su fachada hay un reloj de buen tamaño, publicidad de la joyería
Regente, que ocupa los bajos de dicha casa, y su función principal
es regular el horario de los tranvías, comenta el diario Patria.
Este reloj decide adquirirlo la corporación que preside Rafael
Acosta Inglott en una de sus primeras decisiones, para que no se
destruya y sea trasladado al alto Albaicín, donde no hay ningún
cronómetro oficial y el sonido del reloj de la Catedral no llega.
Se
barajaron distintos emplazamientos: en la plaza Larga, en la recién
abierta calle Pagés, en el cuartel de la Guardia Civil en las Cuatro
Esquinas, en el Salvador... Finalmente quedó instalado en la torre
de la iglesia del Salvador (donde todavía hoy puede verse, siempre
parado en las 8), destruida en 1936 y que está a su vez siendo
reconstruida.
Antes
y después del reloj del Salvador. Ahora luce siempre parado en las 8
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Cita histórica
La
expedición granadinista que en febrero acababa de conseguir un
empate en el campo del Gerona fue testigo de excepción de un hecho
histórico aunque sus integrantes no fueran conscientes de ello ya
que era secreto lo que presenciaron.
Cuando
los rojiblancos se disponían a tomar el tren que desde Gerona les
devolviera a Granada el lunes siguiente al partido, 10 de febrero de
1941, en la estación gerundense hacía su entrada otro tren, pero
éste era muy especial. Franco en persona y gorro isabelino,
acompañado del cuñadísimo Serrano Súñer, flamante ministro de Exteriores, y de su amplio
séquito viajaba en ese tren camino de Italia. Así, en la primera
página en que Patria de 13 de febrero de 1941 publica varias fotos
del recibimiento a los rojiblancos que vienen triunfantes de tierras
catalanas, se informa también del histórico encuentro del Caudillo
de España con el Duce de Italia en Bordighera, en la Riviera
italiana. Era febrero de 1941 y las cosas bélicas no iban demasiado
bien para los transalpinos, recién vapuleados en los Balcanes y el
norte de África, que de alguna manera querían cobrarse su ayuda a
Franco en la guerra española. Era la segunda (y la última) salida
fuera de España del general en todo su reinado, desde que
cuatro meses antes, en octubre, viajara a Hendaya («a cierto lugar
de Francia», comentó en su día la prensa), para verse con su otro
socio, Hitler, y tratar parecidas cuestiones.
De
lo que hablaron los dos viejos colegas nada trascendió, como era de
esperar, pero de aquella reunión en Bordighera, como antes ocurriera
con la de Hendaya, no salió una España nuevamente embarcada en un
conflicto bélico, porque antes que nada había que solucionar el muy
serio problema de los suministros, de los que apenas tenía España
para unos pocos días.
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