Sólo diez días antes de que empezara todo, el 8 de julio de 1936, ajenos
a lo que estaba trágicamente a punto de desencadenarse, los integrantes de la
junta gestora o comisión ejecutiva que acababan de hacerse cargo del Recreativo
cuando nadie quería saber nada de él (Martín Campos, Paco Cristiá y Jerónimo
Vida), pensando en la planificación de la temporada venidera, la 36-37, hacían
público un largo comunicado a la afición en el que daban a conocer entre otras
cosas, que se habían visto obligados a licenciar a la práctica totalidad de la
plantilla (sólo quedaban dos jugadores) y que en el club no había nada más que
deudas, pero aseguraban que el Recreativo no iba a desaparecer, al contrario,
pronto volverían los días de esplendor y en esos momentos se estaba estudiando
la ampliación de Los Cármenes.
Aunque algo
pudieran barruntar de lo que se venía encima, puesto que el pronunciamiento que
se preparaba era casi un secreto a voces, lo que no podían saber esos escasos
directivos que le quedaban al Recreativo era que no habría temporada 1936-37 ni
tampoco las dos siguientes.
Ricardo Martín Campos en caricatura de Antonio López Sancho
Desde esa última nota deportiva
aparecida en un periódico granadino el 8 de julio de 1936, los diarios no
vuelven a hablar de deporte alguno hasta tres años después, excepción hecha del
partido que se jugó en Los Cármenes en 1938, en plena guerra y con fines más
propagandísticos que deportivos, en el que un equipo improvisado bajo el nombre
de Recreativo jugó contra una selección de la zona franquista.
Es el 14 de mayo de 1939, poco más de
un mes después de acabada la guerra, cuando en Patria se puede leer en la
sección Mundillo Deportivo que el
Ayuntamiento que preside Gallego Burín prepara para las cercanas fiestas del
Corpus la celebración de varias competiciones deportivas y entre ellas un
partido de fútbol, como venía siendo costumbre cada Corpus desde hacía
bastantes años. Se enfrentarán el Sevilla y el Ceuta (finalmente quien vino fue
el Betis en lugar del Sevilla). El Recreativo no desaparecerá, dice la misma
noticia, al contrario, es este club el que organizará el partido de las fiestas
y además está en esos momentos realizando obras de acondicionamiento de Los
Cármenes. Recordemos que el Recreativo había licenciado a todos sus jugadores
(excepto dos) poco antes del comienzo de la guerra, así que en estos momentos
no tiene futbolistas. Por esa razón son dos equipos forasteros los que disputan
la Copa Granada.
Recorte de Patria con el anuncio de la celebración de la Copa Granada 1939
El partido
de las fiestas se jugó el viernes 9 de junio y lo ganó 2-1 el Ceuta Sport, de
segunda, al Betis, que militaba en Primera División pero no se empleó. Arbitró
Bombillar. Poco público acudió a Los Cármenes y según las crónicas el partido
fue bastante aburrido.
Pero a pesar de asegurarse en la
prensa la no desaparición del Recreativo, tendrán que pasar todavía dos meses de
incertidumbres, hasta primeros de agosto de 1939, en que se pueda leer en Ideal la noticia que se abre
con el encabezamiento: «El Recreativo de
Granada gestiona su incorporación al deporte nacional». En el cuerpo del
breve de Ideal se dice que próximamente se van a reunir los antiguos directivos
para cambiar impresiones y llegar a las soluciones más beneficiosas para el
fútbol en Granada. Han pasado tres años y las circunstancias son muy distintas.
Al menos algo positivo tuvo el conflicto, gracias al parón no desapareció el
Recreativo como parecía irremediable en el verano de 1936.
Esa reunión se llevó a cabo el lunes
7 de agosto y de ella salió una comisión para gestionar soluciones ante el
importante capítulo económico pendiente (las deudas de los terrenos y de la
construcción de Los Cármenes) y otra comisión, ésta deportiva, encargada de
confeccionar una plantilla para participar en los campeonatos regionales que
darían comienzo en apenas un mes. Los objetivos son en principio modestos para
evitar que vuelva a ocurrir lo de antes, cuando el club apenas podía hacer
frente al pago de nóminas. A los pocos días un anuncio en la prensa local
(Ideal y Patria son los dos únicos diarios) cita en Los Cármenes a todos los
futbolistas granadinos interesados, que deben acudir provistos de equipo
deportivo completo, a fin de jugar un partido de entrenamiento que sirva para
ir seleccionando a los jugadores que integrarán el Recreativo.
La sede del club está en calle San
Sebastián 15, en los altos del café Granja Nacional, donde se espera que acudan
los interesados en ser socios recreativistas, aunque los que ya lo eran en 1936
sólo tendrán que abonar el recibo del mes de agosto (y los siguientes, claro) a
los cobradores que les visitarán a domicilio. Hay hambre de fútbol y ya van
varios cientos de nuevos abonados.
Visitantes ilustres
Mientras
poco a poco vuelve la normalidad (futbolera y de la otra) y dentro de la
crónica ciudadana que -junto a la futbolística- pretendemos que sea objeto de
este trabajo, hay que destacar la profusión de visitantes ilustres que se
dieron cita en Granada en la primavera de 1939.
A los pocos
días de terminada la guerra, Granada recibió la visita del llamado Virrey de Andalucía, el general Gonzalo
Queipo de Llano en unión de José Millán Astray y sus muchos remiendos. Ambos
participaron en la salida extraordinaria de la Virgen de las Angustias (el
segundo, que había venido a inaugurar las nuevas viviendas para mutilados de
guerra, sólo participó como espectador al encontrarse algo pachucho) que se
celebró el domingo 9 de abril en agradecimiento a la Patrona por haber
preservado a Granada de la destrucción de la guerra «y del yugo infernal del
marxismo», y en la que participaron todas las autoridades locales y
provinciales y también desfiló la banda de música de la Legión.
La Virgen de las Angustias pasando bajo un arco de triunfo levantado en la Gran Vía para la visita a Granada de Franco
Después de ser nombrado en la
Catedral caballero decano honorario del Cuerpo de Horquilleros de la Virgen de
las Angustias, desde el balcón del Ayuntamiento saludó al pueblo una vez
terminada la procesión un Queipo ducho en esto de hablar para el público e
improvisar frases ocurrentes «…desde esta verdadera casa del
pueblo, no casa de bandidos como era antes…». Empezó su discurso alabando las bellezas de Granada
y de sus mujeres «…que le quitan el hipo a cualquiera como me lo quitan a mí, a pesar de
ser viejo, hasta el extremo de que me han hecho cambiar de nombre y ser, en vez
de Queipo de Llano, Que de Llano.» (...) «Habéis pasado una tarde
deliciosa con motivo del paseo triunfal de vuestra Patrona por las calles de la
ciudad y ahora que venga Queipo de Llano a divertiros, y yo lo hago con mucho
gusto». Al día siguiente continuó viaje a distintos pueblos de la provincia y a
Almería. Pronto volvió a nuestra ciudad, el 20 de abril, acompañando a Franco
en su visita oficial a Granada. Y aún hizo una tercera visita, el 29 del mismo
mes, y nuevamente saludó a la población desde el Ayuntamiento aunque en esta
ocasión no estuvo tan dicharachero.
Otro ilustre
visitante, en su caso sólo como turista, fue el mariscal Petain, el héroe de
Verdún, que estuvo en Granada visitando sus monumentos el domingo 7 de mayo y
su presencia pasó prácticamente desapercibida para la población.
Y
también como turista estuvo en Granada a finales de mayo el Gran Visir del
Marruecos español, Sidi Ahmed Gamnia, acompañado de un amplio séquito y
luciendo la Laureada de San Fernando que Franco le concedió por su intervención
en Tetuán a favor de los sublevados en julio de 1936.
Franco en Granada
Hasta el
mismísimo Franco en persona, brazo incorrupto de Santa Teresa y Guardia Mora
nos visitó al poco de terminar la guerra. El 20 de abril de 1939, a las 13,15
horas hacía su entrada en la ciudad el Generalísimo proveniente de Motril,
siendo recibido en la Cruz Blanca por el alcalde Gallego Burín. La ciudad
entera, engalanada con colgaduras, banderas, mantones, colchas, salió a la
calle para aclamar al Caudillo, y hasta se levantó en la Gran Vía, en su
confluencia con Reyes Católicos, un arco de triunfo de cartón piedra y con
adornos florales. En coche descubierto y acompañado de los generales Queipo de
Llano, jefe del Ejército del Sur, Fidel Dávila, ministro de la Guerra, y Martín
Moreno, jefe del Estado Mayor, Franco se dirigió al Ayuntamiento y desde el
balcón central dirigió unas palabras al gentío que dejaba la plaza del Carmen
más pequeña que nunca y que se desbordaba por las calles adyacentes, todo entre
reiterados ¡franco, franco, franco! y cánticos de caralsoles y oriamendis,
y entre océanos de brazos en alto.
Franco y Queipo de Llano en el balcón del ayuntamiento el 20 de abril de 1939
Por la
tarde, con ritmo frenético, visitó la Catedral y la Capilla Real (siendo aquí
cumplimentado, entre otros, por el capellán real Francisco Fonseca, que puede
ser el que da nombre al fonsecámetro
de Ladrón de Guevara) y después la Alhambra, para bajar a la ciudad y entrar
bajo palio en la basílica de la Virgen de las Angustias y sin apenas detenerse
continuar con la visita a las casas
baratas recién construidas a la entrada de la carretera de la Sierra.
Vuelta a los coches que a toda pastilla lo condujeron a la cuesta de las
Cabezas, en las inmediaciones del pantano de Cubillas, para visitar las
fortificaciones del cinturón defensivo de la ciudad durante la guerra, y de ahí
otra vez a Granada, a la casa del Chapiz para visitar la escuela de Estudios
Árabes. Otra vez a la entrada de la carretera de la Sierra, ahora para
depositar una ofrenda ante la cruz de los Caídos. Por fin terminó su agotadora
jornada con una visita a la casa de Falange, en la plaza del Campillo, desde
cuyos balcones saludó al gentío que lo aclamaba. Pero no había terminado ahí la
cosa, todavía le faltaba recibir en audiencia en su residencia granadina, los
salones del Ayuntamiento, a una comisión
municipal presidida por el alcalde, que regaló al Caudillo unos pendientes de
oro y esmeralda para su señora y una medalla de nácar y brillantes de la Virgen
de las Angustias para su Nenuca. Todavía le quedaba recibir a un grupo de damas
granadinas. Acto seguido cenó junto a los generales de su séquito y las
primeras autoridades granadinas civiles, militares y eclesiásticas. Por fin, a
las 23,15 pudo el Generalísimo retirarse a sus aposentos. Desde luego, no se
puede decir que no aprovechara bien el tiempo. A las ocho de la mañana del día
siguiente abandonó nuestra ciudad camino de Córdoba.
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