El 30 de agosto de 1971, acompañado del intermediario Epifanio Rojas, del presidente del Estudiantes y de un jugador paraguayo llamado Ferreira que venía a probar (y que no fichó), ponía pie en Granada por primera vez Ramón Alberto Aguirre Suárez y estampaba su firma al pie del contrato que por dos años le ligaba al Granada CF por cuatro millones según la prensa, pero que en realidad fueron siete. Era el fichaje más caro de la historia granadinista hasta ese momento.
Tras una espera de más de cinco horas podía por fin ser entrevistado. En Ideal manifestaba a Gave, entre otras muchas cosas: «Tengo todos mis papeles en regla y nunca he sido internacional»; «Soy persona humilde y trato de ayudar a los demás. Me gusta ser responsable de mis actos y pienso entregarme por entero al Granada»; «Dentro del campo no tengo problemas y he salido de él menos veces de las que se dice»; «Yo soy del Paraguay pero de muy pequeño me fui. Nací el 2-11-46»; «Mis padres son de acá, nacieron en Pamplona»; «Me gusta jugar fuerte y leal. Pienso que a un colega no se le puede jugar traicionándolo».
¡Hombre!, excepto en lo que se refiere a entregarse por entero al Granada, después de leer lo que va delante ya duda uno hasta de si en realidad era su nombre auténtico el que dijo.
Desde luego, eran otros tiempos. En los campos de fútbol apenas había por entonces una cámara (cuando la había) que registrara lo ocurrido sobre el terreno. Y para qué hablar de algo parecido siquiera remotamente a Internet. De ahí que no haya en la entrevista para Ideal ni siquiera una mínima referencia a la batalla de La Bombonera de menos de dos años atrás.
Al día siguiente ponía el argentino nuevamente rumbo a La Plata para ultimar detalles y traerse a la familia. Y más de dos semanas después volvía por fin a Granada para con sólo dos sesiones de entrenamiento (entrenamiento al que acudieron más de diez mil hinchas) debutar en la tercera jornada ante el Español con Los Cármenes a reventar. Aquel 19 de septiembre de 1971se vio un partido más bien malo que acabó en empate a cero (fue el primero de los únicos cuatro puntos que el Granada dejó escapar de su terreno aquella memorable temporada) y Aguirre Suárez, cuyos gestos y movimientos eran especialmente seguidos por todos, no brilló y evidenció falta de preparación, teniendo que ser sustituido por Barrenechea mediada la segunda mitad.
Así fueron los primeros pasos granadinos de esta figura legendaria del fútbol mundial. A partir de este momento y durante tres temporadas va a convertirse el Granada en un hueso muy duro de roer por los mejores equipos del momento mientras que se irá tejiendo la negra leyenda en torno a todo lo rojiblanco que desembocará en aquello de «jugar en Granada es como ir a la guerra».
miércoles, 16 de diciembre de 2009
EMPIEZA LA GUERRA
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario