17/10/08
Si en los casi ya setenta y ocho años de vida del Granada CF hay una temporada destacable sobre las demás, ésa es sin duda la 71-72. Y lo es por varios motivos: mejor clasificación histórica hasta ese momento; primera temporada de las de división de honor en las que el equipo acababa con positivos; ningún equipo ganó en Los Cármenes, de donde todos los grandes salieron derrotados; el Pichichi de Porta; De la Cruz debutó como internacional absoluto y otros granadinistas vistieron también la camiseta de la selección, aunque en categorías inferiores; campeón de la I Liga Andaluza; primer partido internacional oficial en Granada. Y todo bien regado con estadios a rebosar, abundante buen fútbol y goles.
Y también es memorable esa temporada porque el club pasó a disponer de unos locales propios donde exhibir sus modestos pero muy honradamente ganados trofeos y donde atender todo lo relacionado con la necesaria burocracia. A finales de 1971 se inauguraba la flamante sede situada en el piso primero derecha de la granadina calle de Recogidas, número 35, en un bloque de viviendas recién levantado justo enfrente del palacio de Los Patos, en terrenos que no demasiados años antes constituían el primer encuentro con la Vega en una Granada tristemente ya irrecuperable.
Hasta ese momento había ocupado el club distintas sedes. Que uno sepa y tirando del amigo y maestro Entrala, desde la carpintería de Julio López, que estaba en la estrechísima calle Portería de Santa Paula, pasando por el bar Alegría, en la calle Tinajilla, y el cine Regio propiedad de Ricardo Martín Campos, en el Escudo del Carmen, hasta distintos pisos: en la propia calle Recogidas o en la calle Mariana Pineda. Y en los primeros sesenta José Jiménez Blanco adquirió en propiedad un piso en la calle Ganivet, piso que dos o tres años después, ya con José Bailón en la presidencia, se vio el club obligado a dejar y mudarse a otro local más modesto en la calle Lepanto. Excepto los pocos años de la sede de Ganivet todos esos locales, cuyas paredes si pudieran hablar nos contarían sabrosos pasajes de la historia rojiblanca, vieron pasar a las personas que en distintas épocas manejaron las interioridades del club como meros inquilinos. Cuando a poco de iniciarse la triunfal temporada 1971-72 el Granada CF dejaba atrás su condición de arrendatario y se mudaba como propietario a la zona más pudiente de la ciudad, todo indicaba que el Granada ya no era un segundón y había que considerarlo un club puntero, consolidado en primera y aspirante a pasear su nombre y sus símbolos por Europa.
Treinta y siete años después la cruda realidad es muy otra. Tras malbaratar su inmovilizado mayor, todavía conservaba el club ese mini patrimonio, último vestigio de un esplendor ya demasiado lejano.
En la pérdida del piso de Recogidas, si llega a consumarse (porque todavía hay esperanzas), quiere ver uno retratado un pasaje más en la historia de esa especie de indolentes Batuecas que son estos andurriales, un pasaje más de la historia de despojos de este paraíso para mandamases incompetentes, con su paisanaje, que no pía y asiste impasible a éstas y a otras pérdidas –y más importantes, y no sólo futboleras- que le llevan a tener que desalojar la zona pija en la que estaba acomodado y verse obligado a volver al alquiler y a las afueras de la vecindad.
¿Lucharemos los granadinos alguna vez por nuestras cosas o seguiremos indefinidamente «ESPERANDOLADELCIELO»?
Y también es memorable esa temporada porque el club pasó a disponer de unos locales propios donde exhibir sus modestos pero muy honradamente ganados trofeos y donde atender todo lo relacionado con la necesaria burocracia. A finales de 1971 se inauguraba la flamante sede situada en el piso primero derecha de la granadina calle de Recogidas, número 35, en un bloque de viviendas recién levantado justo enfrente del palacio de Los Patos, en terrenos que no demasiados años antes constituían el primer encuentro con la Vega en una Granada tristemente ya irrecuperable.
Hasta ese momento había ocupado el club distintas sedes. Que uno sepa y tirando del amigo y maestro Entrala, desde la carpintería de Julio López, que estaba en la estrechísima calle Portería de Santa Paula, pasando por el bar Alegría, en la calle Tinajilla, y el cine Regio propiedad de Ricardo Martín Campos, en el Escudo del Carmen, hasta distintos pisos: en la propia calle Recogidas o en la calle Mariana Pineda. Y en los primeros sesenta José Jiménez Blanco adquirió en propiedad un piso en la calle Ganivet, piso que dos o tres años después, ya con José Bailón en la presidencia, se vio el club obligado a dejar y mudarse a otro local más modesto en la calle Lepanto. Excepto los pocos años de la sede de Ganivet todos esos locales, cuyas paredes si pudieran hablar nos contarían sabrosos pasajes de la historia rojiblanca, vieron pasar a las personas que en distintas épocas manejaron las interioridades del club como meros inquilinos. Cuando a poco de iniciarse la triunfal temporada 1971-72 el Granada CF dejaba atrás su condición de arrendatario y se mudaba como propietario a la zona más pudiente de la ciudad, todo indicaba que el Granada ya no era un segundón y había que considerarlo un club puntero, consolidado en primera y aspirante a pasear su nombre y sus símbolos por Europa.
Treinta y siete años después la cruda realidad es muy otra. Tras malbaratar su inmovilizado mayor, todavía conservaba el club ese mini patrimonio, último vestigio de un esplendor ya demasiado lejano.
En la pérdida del piso de Recogidas, si llega a consumarse (porque todavía hay esperanzas), quiere ver uno retratado un pasaje más en la historia de esa especie de indolentes Batuecas que son estos andurriales, un pasaje más de la historia de despojos de este paraíso para mandamases incompetentes, con su paisanaje, que no pía y asiste impasible a éstas y a otras pérdidas –y más importantes, y no sólo futboleras- que le llevan a tener que desalojar la zona pija en la que estaba acomodado y verse obligado a volver al alquiler y a las afueras de la vecindad.
¿Lucharemos los granadinos alguna vez por nuestras cosas o seguiremos indefinidamente «ESPERANDOLADELCIELO»?
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