Descenso consumado al empatar con el Linense
Tras estar parada una semana, volvió
la liga el primer domingo de abril y el Granada en su último partido en casa de
esta aciaga temporada, jornada 29, empató en Los Cármenes con el Linense a un
gol. El mismo día en que el club celebraba su 21 cumpleaños y el onceavo
aniversario de su mayor logro hasta ese momento, el ascenso a primera en
Castellón (también era Domingo de Ramos como en esta ocasión), el 6 de abril de
1952 se convertía oficialmente en equipo de tercera, categoría por la que, en
todos los años de su existencia, había militado fugazmente sólo una temporada,
y que no había ostentado desde 1934. Para hacer aún más grande la herida
histórica, la puntilla del descenso, el gol de la Balompédica, se la dio al
Granada Vázquez II (Juan Vázquez), futuro granadinista.
El empate casero dejaba al Granada en
el puesto once de la clasificación, pero los dos puntos de desventaja con el
equipo que lo precedía y que marcaba el último de los puestos de liguilla por
la permanencia, el At. Baleares, con el que tenía perdido el golaveraje
particular, lo condenaban ya sin remisión a ser uno de los seis equipos que,
sin más, perdían la categoría.
Las crónicas dicen que fue un partido
que no valió dos reales, con un
fútbol más propio de una plazuela que de la categoría que ostentaban los dos
equipos. Hasta ese momento, porque el oponente de los rojiblancos, el Linense,
también con ese resultado estaba matemáticamente descendido. La victoria
todavía habría dejado una mínima esperanza de salvación, pero los rojiblancos
completaron una actuación calamitosa y apática que fue causa de las iras de los
pocos espectadores. ¡Qué lejos aquellos tiempos de Floro-Millán-González!
Se lamenta en el comentario final de su crónica Fernández de Burgos para Ideal.
Como consuelo menor cabe anotar que
la cosa podía haber sido peor si se llega a perder este partido. Con el punto
obtenido el Granada se aseguraba no descender dos categorías porque recordemos
que los dos últimos clasificados tendrían que jugar una eliminatoria entre
ellos, cayendo a regional el que la perdiera; gracias a ese punto el Granada se
aseguraba que en caso de igualar con el 14º, el Levante, y con el 15º, el
Alicante (el 16º, el Cartagena ya no podía alcanzar al Granada), el triple
empate favorecía al Granada, y en caso de que la igualada fuera con cualquiera
de esos dos, a ambos les superaba en el golaveraje particular.
A los 21 años exactos desde su
fundación, celebrando sus “bodas de roble”, el Granada CF había consumado el segundo
descenso de categoría de su historia, pero éste era mucho peor que el otro, el
de 1945.
No pudo nuestro equipo allegar una
ayudita de los cielos a pesar de que al comienzo de la semana previa a este
partido había incorporado a su organigrama un nuevo elemento: Enrique Morente
se llamaba, pero no cantaba nada de flamenco (que sepamos), su oficio era el de
canónigo de la Catedral. Era el nuevo capellán del club. Enrique Morente
Sánchez-Barahona era su nombre completo y antes del partido frente al Linense
había dirigido un ciclo de conferencias cuaresmales en la iglesia de San Antón
a las que concurrieron las plantillas del Granada y del Recreativo, con sus
respectivas directivas y personal no deportista. “Entrenadores y futbolistas en
relación con el rendimiento deportivo y la moral” y “Medicina y moral
deportivas”, fueron algunos de los temas desarrollados. A pesar del
cumplimiento cuaresmal, los poderes divinos no se pusieron de parte de los
nuestros. Negros nubarrones y vientos de defunción se cernían sobre la entidad,
que tras el descenso consumado quedaba en una situación de la que se dudaba mucho
que pudiera recuperarse.
Empate del Recreativo en Tetuán
Por su parte, el Recreativo
desplazado a Tetuán en su última salida esta liga, se trajo un 1-1 del estadio
Varela, donde se enfrentaba al Español, otro de los pocos que tenía por debajo
en la clasificación, salvado del descenso gracias a la no reestructuración de
la categoría. El Recreativo ofreció un gran partido, según las crónicas, pero
no pudo traerse los dos puntos que, por otra parte, tampoco lo hubieran salvado
del descenso. Garrido se estrenó en el puesto de defensa central y en la punta
del ataque debutó en liga Espada, hermano del míster del primer equipo, que
sólo había actuado en Copa Aficionados.
Embargados los trofeos del GCF
Por si el descenso a tercera podía
parecer poca cosa, el miércoles siguiente al partido frente al Linense, en
plena Semana Santa, el Granada se vio desposeído de sus pocos pero honrados
trofeos. Un directivo del Recreativo, José Huertas Hernández, había presentado
demanda de embargo al club por 5.484,45 pesetas (más 74 de los gastos de
protesto), cantidad que se le adeudaba como parte del pago por la construcción
de una pista de baloncesto en la explanada de Los Cármenes y también por algunos
trabajos de reparación y mejora en el mismo recinto. En razón de esa demanda,
agentes judiciales se personaron en el local social de Recogidas 6 y se
llevaron lo poco de valor que encontraron: los trofeos y algunos de los enseres
que en la sede había. La construcción de la pista databa del último verano y
fue encargada por el entonces presidente, Joaquín Serrano, para que allí jugara
sus partidos la sección de baloncesto del GCF, creada la temporada anterior. En
el club, en los libros de contabilidad, no había constancia alguna de la citada
deuda.
Los agentes ejecutivos se llevaron 29
copas, es decir, todas las que había, entre ellas la que el municipio regaló al
Granada cuando el ascenso a primera, y además la propia vitrina en que los
trofeos estaban colocados, y también un tresillo compuesto de un sofá y dos
sillones, una mesa baja de centro y un perchero de los llamados de árbol. Todo
fue cargado en una camioneta y trasladado al domicilio del padre del
demandante.
La comisión gestora se reunió
inmediatamente y redactó una nota oficial, publicada por la prensa al día
siguiente, en la que censuraba el proceder de Huertas, agravado por su
condición de directivo, quien actuó –decían- sin avisar previamente de lo que
pensaba hacer ni requerir el pago de lo que se le debía. Por si eso fuera poco,
podía haber optado el demandante por dejar en depósito todo lo embargado en la
sede del club, como autoriza la ley, en lugar de llevárselo. El Granada
asesorado por su abogado, Francisco Javier Cabezas Molina, acordó oponerse
judicialmente al embargo y, tras poner el caso en conocimiento de la Federación
regional, decidió excluir como socio a Huertas, inhabilitándolo además como
directivo de su club filial.
Las peñas Unión Velocipédica y San
Juan de Dios reaccionaron iniciando al día siguiente del embargo una
suscripción popular para reunir la cantidad adeuda y recuperar los trofeos. La
segunda de ellas, radicada en el bar Iborra, en la esquina con San Jerónimo,
cursó telegramas a ex granadinistas ilustres como César, Millán, Floro, González
y otros, pidiéndoles aportaciones que permitieran recuperar lo arrebatado al
club. Por su parte, la directiva del filial acordó poner entre todos y de su
bolsillo la cantidad requerida.
Pero todo se resolvió en menos de una
semana y Huertas Hernández, que publicó en la prensa una carta abierta diciendo
que por sus trabajos en Los Cármenes, por importe total de casi 18.000 pesetas,
aceptó tres letras con distintos vencimientos de las que sólo la primera le
había sido satisfecha y le seguían debiendo 10.400 pesetas, una cantidad que
había intentado cobrar por todos los medios, incluido el diálogo amistoso con
los obligados al pago, pero sin resultado; terminaba su misiva diciendo que,
como buen aficionado que es, nunca permitiría que los trofeos salieran a subasta,
estando dispuesto a devolverlos al Recreativo, al que consideraba la
representación más caracterizada del fútbol granadino. Al día siguiente retiró
la demanda de embargo y trofeos y mobiliario volvieron al lugar que ocupaban,
quedando zanjada la cuestión y Huertas sumado a la larga lista de acreedores
del club.
Las cosas para el Granada / no
marcharon viento en popa. / Huyen a la desbandada / y al final de la jornada /
se quedó sin una copa. Es el texto de una caroca que pudo
leerse en plaza Bib-Rambla en el Corpus 1952, año en que volvió esta tradición,
ausente desde 1936.
Paliza en La Rosaleda como despedida
Para cerrar una desdichada temporada,
el Granada en su último partido se despidió de la categoría a mediados de abril
encajando una paliza en la Rosaleda, 5-1. Para los nuestros el partido era de
trámite pues ya estaban matemáticamente descendidos desde el domingo anterior,
no así para el Málaga que, después de haber ocupado casi ininterrumpidamente el
liderato del grupo Sur, algunos resultados adversos le habían llevado en los
últimos compases de la liga a hacer peligrar su clasificación, llegando a la última
jornada empatado a puntos con el segundo, el Mestalla, de manera que necesitaba
vencer para proclamarse campeón y ascender a primera, cosa que consiguió en
unión del Oviedo, el campeón del grupo I. Fue un descafeinado derbi
granadino-malagueño en el que el campo no se llenó a pesar de estar en juego un
ascenso, y es que no paró de llover todo el día en la ciudad vecina y el
Granada viajó en completa soledad, que no estaba el horno para ninguna clase de
panes entre la afición rojiblanca.
El periodista de Hoja del Lunes, Seudónimo,
desplazado a Málaga, inicia su crónica lamentándose del gris partido de los
rojiblancos, triste colofón a la que considera la peor temporada de la historia
del Granada y dice que está justificado su descenso pues termina la temporada
igual que la inició: sin equipo, con una plantilla sobredimensionada, de muy
mediocre calidad y excesivamente cara. Pero con ser eso malo, lo peor es que su
futuro es muy incierto, con una deuda astronómica (cercana al millón y medio) que
amenaza su continuidad si no se remedian pronto los grandes males que lo
lastran.
El Málaga sólo jugó la primera parte,
a cuyo final se llegó con el resultado de 5-0. En la segunda se dedicó a
contemporizar y no quiso hacer más sangre mientras sus hinchas se lo
recriminaban porque querían asistir a una goleada apabullante ante el odiado rival, y lo que empezó como una
fiesta con cohetería acabó entre palmas de tango y pitos. Un partido pésimo de
los rojiblancos, el último en una categoría que no se sabía cuándo se volvería
a recuperar.
En el Málaga jugó de defensa
izquierdo Méndez y de derecho Becerril, y tres de sus goles llevaron la firma
de su astro Bazán, que sigue ostentando en la actualidad y desde 1948 el récord
absoluto de toda la historia del fútbol español de goles en un solo partido:
nueve (u 8, según las fuentes consultadas).
El Granada terminó la liga en el
puesto 13º o cuarto por la cola, con 24 puntos y 6 negativos, empatado en
puntuación con el Levante y el Alicante, sus dos inmediatos perseguidores y a
los que superaba en el golaveraje general. Ambos en unión del Cartagena,
colista descolgado, fueron finalmente los únicos clubes del grupo que perdieron
la categoría, pero ese detalle no se conocía al llegar al final del campeonato
de liga y tuvieron que pasar dos meses para que la vuelta atrás de la decisión
de reducir el número de equipos de segunda y tercera salvara al equipo de un
descenso ya consumado. Al final valió su peso en oro el empate arrancado en
Alicante en la jornada 28. El Granada fue con 32 goles, los mismos que el
Lucense, colista del grupo Norte, el equipo que menos tantos consiguió de la
categoría.
Paliza también en el mini-derbi, pero a favor
En el mini-derbi granadino-malagueño,
jugado el mismo día en un Los Cármenes casi vacío por la gran cantidad de agua
que cayó de las nubes, entre el Recreativo y el Malagueño, también hubo
goleada, pero ésta a favor de los nuestros, 6-0 (5-0 al descanso) ganó el Recreativo
despidiendo así una liga en la que empezó muy mal para acabarla francamente
bien, y si no hubiera sido por el lastre de la primera vuelta seguramente
hubiera aspirado a mejores metas. Granadinos y malagueños también se despedían
de la categoría que ostentaban al quedar respectivamente 11º y 14º, y también
en este caso fue la no reestructuración de la categoría lo único que los salvó
del descenso.
Atando a los mejores canteranos
Terminada la temporada oficial para
el Granada y el Recreativo a mediados de abril ya que este año la Copa del
Generalísimo la disputaban sólo los clubes de primera y el Recreativo había
sido eliminado de la Copa Aficionados, aun no perteneciendo a sus funciones, la
comisión gestora quiso atar a los mejores elementos del filial dado que se
sabía que distintos patrones de pesca
andaban tras sus pasos. Citados los recreativistas Cuerva, Vicente, Rafa y
Guerrero para suscribir ficha profesional con el primer equipo sólo el primero
de ellos se avino a firmar, y los otros tres manifestaron que preferían
buscarse las habichuelas en otras geografías. Las condiciones propuestas era
que ficharan por tres temporadas a razón de 10.000 la primera, 20.000 la
segunda y 30.000 la tercera, aparte 1.500 pesetas de sueldo mensual y aparte
también primas y dietas. Se rumoreaba que tras Guerrero y Vicente andaba el
Jaén, recién ascendido a segunda, y que Rafa tenía una oferta del Mestalla.
Pocos días después los tres
recreativistas que no querían fichar, Vicente, Guerrero y Rafa, eran
entrevistados por Ideal y manifestaban que sí que querían fichar, pero
preferían esperar a que hubiera una directiva formalmente constituida y además
tres temporadas les parecían excesivas y para ellos mejor serían sólo dos.
También dijeron, Vicente y Guerrero, que no tenían ningún acuerdo con el Jaén,
y Rafa que efectivamente había tenido conversaciones con el Mestalla, pero sin
acordar nada en concreto. Tanto Rafa como Vicente acabaron firmando poco
después como profesionales de la primera plantilla.
Quien más pegas puso fue Guerrero,
que llegó a fichar por el Jaén por tres temporadas y 50.000 de ficha. Ni el
club ni la prensa parecieron haberse dado por enterados del fichaje del pequeño
Guerrero por el club vecino, pero fue significativa la ausencia del canterano
en el penúltimo de los partidos de la Copa Delegación sin que nadie pudiera
explicar la razón, se lee en Ideal. Habrá que esperar hasta agosto para que
Guerrero se avenga y estampe su ficha por la primera plantilla rojiblanca, no
respetando el acuerdo alcanzado con el Jaén, lo cual le originará algún
problema.
Ofrecimiento de un entrenador húngaro
A finales de abril se recibió en la
secretaría del club una carta por la que el húngaro Vilmos Halpern se ofrecía
como entrenador del Granada asegurando poseer los conocimientos y la capacidad
para devolver a nuestro equipo a primera, y comunicando que no tenía
inconveniente en venir a prueba. En dicha carta decía que había jugado como
profesional en el Hungaria y en la selección húngara, y que los últimos años
había entrenado a diversos equipos belgas, luxemburgueses, suecos y holandeses,
entre ellos el Ajax.
Ignoramos si el club llegó a
contestar la misiva, pero nos inclinamos más bien por pensar que no se tuvo en
cuenta la propuesta del húngaro, no ya por no tener todavía el Granada
directiva en esos momentos, que también, sino porque estaba muy viva la mala
experiencia que dejó en el Granada el fichaje de otros húngaros del Hungaria
que también afirmaban estar capacitados para conducir a nuestro equipo a lo más
alto.
Copa Delegación
Desde la terminación de la liga a
mediados de abril, la actividad futbolera en Granada quedó por completo en
suspenso, marchándose a sus lugares de procedencia la práctica totalidad de los
profesionales de la primera plantilla, y los diarios granadinos se puede decir
que dejaron de incluir en sus páginas noticias del fútbol local. Así hasta que
a primeros de mayo echó a andar una competición no oficial que se bautizó con
el nombre de Copa Delegación de Granada y en la que se inscribieron cuatro
equipos granadinos (Recreativo, Alhambra, Motril y Arenas), uno de Jaén (Úbeda)
y otro de Málaga (Antequerano).
En el primer partido el Recreativo
venció al Úbeda, campeón de regional preferente, por 5-1 en Los Cármenes. En el
segundo ganó en Motril 2-3 y hubo palos para todos, con varios sancionados y
con el árbitro suspendido por tres meses por no reprimir las violencias.
Especial mención merece el partido de la cuarta jornada, en el que el Recreativo
apalizó 9-1 a su filial Alhambra, y eso que en éste jugaban hasta cinco
componentes de la primera plantilla rojiblanca, cedidos ex profeso para la
disputa de este campeonato: Malia, Requena, Pérez, Cea y Mas, y además también
jugaron los futuros recreativistas Lopera y Olallla, y tres ex recreativistas:
Montilla, Almagro II y Esturla.
Casi ya metidos en julio seguía en
danza el Recreativo y para recibir al Antequerano se decidió que el partido
fuera nocturno. Con la experiencia de hacía cuatro temporadas, cuando se
celebró otro nocturno entre el Recreativo y el Écija correspondiente a la Copa
Primavera, el primero del que tenemos noticia que se jugara en Granada, se
instalaron 17 reflectores en distintos puntos del estadio, cuidando que la luz
fuera siempre proyectada hacia abajo y de esta manera no provocar el
deslumbramiento de los espectadores. Se utilizó un balón pintado de blanco con
fósforo. El Recreativo ganó 7-1 la noche del sábado 28 de junio, a las 22,30
horas, y de las crónicas se extrae que hacen falta más reflectores porque la
visión dejaba mucho que desear.
El siguiente partido del Recreativo,
ya la jornada 9, fue también en Los Cármenes y también nocturno, pero el primer
filial actuó como visitante ya que era ante el segundo filial, el Alhambra.
Para tratar de paliar las deficiencias observadas en el primero de los
nocturnos, se añadieron seis reflectores más y se retrasó la hora de comienzo
hasta las 23,15 del sábado 5 de julio. Hubo entrada gratis para las mujeres que
acudieran acompañadas. El partido lo ganó el Recreativo 1-4 y de esa forma se
proclamó campeón de esta competición no oficial faltando todavía por jugar la
última jornada ya que su inmediato perseguidor, el Motril, había disputado las
diez jornadas y estaba un punto por detrás. A pesar de la mejora lumínica,
volvieron a quedar en completa penumbra algunas áreas del terreno de juego y la
visión dejó bastante que desear.
Para completar la competición, le
faltaba al Recreativo sólo jugar la jornada 10 de esta competición menor, con la
visita a Los Cármenes del Arenas. Era un partido de trámite para los
blanquiazules (que en los tres partidos nocturnos actuaron de blanco),
proclamado campeón desde la anterior jornada, pero el Recreativo no se durmió y
ganó nada menos que 9-2 a los armilleros ya casi a mediados de julio, en otro
partido jugado bajo los focos y que tuvo como colofón la entrega al Recreativo
por el delegado de la Federación Andaluza, José Carmona Ros, de la copa que
estaba en juego.
Asamblea en mayo que no resuelve la crisis institucional
La comisión gestora tenía previsto
cesar en sus funciones tras la celebración de la asamblea de socios convocada
para el sábado 10 de mayo, de la que se suponía que saldría un presidente
electo y una nueva directiva, pero llegada esa fecha y celebrada la asamblea en
los salones en la calle de la Colcha de la Agrupación Álvarez Quintero, a la
que acudieron más de trescientas personas, no salió de ella nada en ese sentido
porque se extendieron tanto en otras cuestiones previas que les dieron las
tantas de la noche y la reunión se disolvió sin siquiera haber abordado el
relevo en la presidencia. Por otra parte, tampoco existía ningún candidato
conocido, de forma que acordaron dejar ese tema para una segunda reunión a
celebrar más adelante. La comisión gestora recibió un voto de confianza de la
asamblea para continuar en sus funciones y realizar gestiones de cara a
encontrar a las personas que quisieran dar el paso de ponerse al frente de la
nave rojiblanca.
Aparte de la aprobación de memorias
contables, una de las pocas cosas que se acordaron en la junta de socios fue la
de invalidar la autorización dada por otra asamblea anterior a la directiva que
entonces presidía Joaquín Serrano para que ésta pudiera realizar, si así lo
estimaba necesario, algún tipo de operación financiera con la garantía del
campo de Los Cármenes, completada con el acuerdo de oponerse a cualquier tipo
de operación similar que pudiera plantearse en el futuro, así como manifestar
un voto de censura a la directiva que comenzó la temporada 1951-52 recién
terminada, por su muy desacertada gestión.
Una de las cosas que ocupó gran parte
de la asamblea fue el informe rendido por el entrenador de la temporada recién
terminada, José Espada. A los pocos días fue entrevistado por Ideal para que
fuera más explícito acerca del contenido de su informe y, entre otras cosas,
dijo que la plantilla había adolecido de exceso de veteranía y que de todos los
futbolistas del Granada él se quedaría sólo con Mompeán, Cea y Chaves, el resto
no sirven, y que en absoluto se sentía responsable del descenso. También acusa
veladamente a la directiva de Serrano de querer inmiscuirse en el terreno del
técnico.
Asamblea en junio. El alcalde Ossorio Morales nuevo presidente
Con la idea firme de que el Granada
no desapareciera, las gestiones de la comisión para formar la nueva directiva
continuaron durante mayo y junio, y se habló de posibles integrantes de la
nueva junta y del ofrecimiento al alcalde Juan Ossorio Morales del cargo de
presidente, pero éste rehusó en principio ocupar el sillón. Al mismo tiempo se
iniciaron gestiones ante la Federación nacional para estudiar la forma con la
que liquidar el aproximadamente medio millón adeudado a la plantilla, principal
freno para que alguien quisiera dar el paso de ponerse al frente del club,
proponiendo la fórmula de que de las taquillas de la temporada 52-53 se
retrajera cada jornada un porcentaje destinado a pagarle a los futbolistas de
la 51-52. A finales de junio y con la intermediación del gobernador civil y
presidente de honor, Fernández-Victorio, fue aprobado por la Federación el plan
propuesto por el club para liquidar a sus ex jugadores, la mayoría de los
cuales habían denunciado el impago de sus haberes, y de esta manera quedó
desbloqueada la formación de una nueva directiva y volvió a ser ofrecida la
presidencia al alcalde. Una amplia representación de clubes modestos granadinos
dirigió una carta a Ossorio pidiéndole que aceptara el cargo.
Por fin, el lunes 30 de junio, se
pudo continuar la asamblea interrumpida casi dos meses atrás. Dos únicos puntos
del día hubo: elección de presidente y ruegos y preguntas. A los pocos minutos
de iniciada la sesión ya había sido dilucidada la primera de las cuestiones
pues nada más pronunciar el nombre de la persona propuesta para la presidencia,
el alcalde Juan Ossorio Morales, por aclamación unánime de los presentes
(algunos portaban pancartas con su nombre), fue aprobada la moción, aunque,
naturalmente, todo quedó pendiente de la aceptación del edil, quien no se
encontraba presente. Al día siguiente Ossorio aceptó el cargo de presidente, «Constituye para mí un deber, sin que pueda
hablarse de sacrificio», dijo y así lo publicó la prensa local.
La nueva junta directiva quedó
integrada por tres vicepresidencias: primero y encargado de la comisión
deportiva, José María Dávila Valverde; segundo y de la parte económica, el ex
presidente Manuel López Font, tercero José Bailón Verdejo, futuro presidente
rojiblanco; el incombustible Francisco Cristiá López ocupó la secretaría, y
como vice el ex jugador y entrenador Antonio Conde Aja; y además una larguísima
lista de vocales entre los que figuraba el presidente de honor Ricardo Martín
Campos; como delegado de campo se integró otro futuro presidente, Luis Rivas
Gálvez.
Terminaba así la profunda crisis desatada
en enero en la que tan de cerca se vio la más que posible disolución de la
sociedad Granada CF. Volvía a palparse en la calle el ambientillo futbolero y
se despejaban dudas sobre la continuidad de la entidad, aunque fuera en la
ínfima categoría del tercer nivel del fútbol español.
Anulado el descenso del Granada y del Recreativo
Pero la mejor noticia, la bomba casi
se podía decir, fue que cuando todos estaban resignados a ver al Granada en
tercera, al día siguiente de la primera reunión de la nueva junta directiva se
conoció que el Granada finalmente y a pesar de todos los sufrimientos no
descendería. El pleno de la RFEF del día 10 de julio decidió dejar sin efecto
el acuerdo de hacía un año por el cual se reducían los componentes de segunda y
tercera, por lo que en segunda volvería a haber dos grupos de 16 equipos,
ampliando la tercera, que seguiría formada por seis grupos, pero de 18 equipos
cada uno y, en consecuencia, tampoco el Recreativo descendía. Sensacional
noticia que trajo la felicidad a la sufrida hinchada.
Finalizaba así definitivamente, ya
bien metidos en el mes de julio, la que hasta ese momento podía ser considerada
con todo fundamento la peor temporada de toda la historia rojiblanca. Con este
afortunado final feliz (ya era hora de que la suerte favoreciera al club alguna
vez) terminaba también un ciclo rojiblanco que hemos querido englobarlo todo
bajo la fórmula del Once del Racionamiento, un fenómeno de enorme repercusión
social en toda España que fue a terminar también –afortunadamente- casi
simultáneamente a los siete años aquí historiados. A partir de ahora el club de
nuestros amores será muy distinto en bastantes aspectos al que habíamos
conocido.
CALLEJEANDO
Adiós a las cartillas de racionamiento
El día primero de junio
de 1952 fueron suprimidas las cartillas de racionamiento en toda España. En
realidad, cuando se adoptó esta medida se puede hablar de que ya casi no
existían o no eran necesarias las cartillas porque los únicos productos de
primera necesidad que todavía estaban sometidos a racionamiento eran el azúcar
y el café, que dejaron de estarlo el día anterior, el 31 de mayo. Todos los
demás productos habían sido declarados de venta libre escalonadamente durante
los dos últimos años.
El mismísimo Franco en persona había
anunciado ante las Cortes, dos semanas antes, que el 1 de junio pasarían a
mejor vida las cartillas de racionamiento, en un larguísimo discurso, reproducido
con puntos y comas por todos los medios nacionales, en el que además abordó
otros muy variados asuntos y dejó esbozado que pronto vendrían los yanquis (así
se refería a los estadounidenses reiteradamente la prensa nacional) a instalar
sus bases. Como el propio Franco dijo, así se liquidaba el pasado y nos
preparábamos para encarar el futuro. Esto ocurrió en la sesión que abría la
cuarta etapa legislativa de las Cortes Españolas de la democracia orgánica,
inauguradas en un solemnísimo acto al que también asistieron más de una
veintena de diplomáticos extranjeros, entre embajadores, ministros y encargados
de negocios. Y es que ya sí que se podía decir que el largo aislamiento a que
estuvo sometido el Régimen por las democracias desde el final de la II Guerra
Mundial había llegado a su fin. Pocos días después España era por primera vez admitida
en un organismo internacional: la UNESCO.
Aunque desaparecieran las cartillas,
no había que tirarlas a la basura, así lo publicaron los diarios, sino que
había que conservarlas porque serían exigidas junto con las tarjetas blancas (una
parte identificativa de las propias cartillas) para la obtención del Documento
Nacional de Identidad, que en esos momentos empezaba a extenderse a todos los
españoles.
Las cartillas de racionamiento
surgieron nada más terminar la Guerra Civil, en mayo de 1939, junto con el
sometimiento a tasa de toda clase de artículos esenciales, ante la escasez
generalizada de los mismos. En plena guerra y en el Madrid asediado ya se había
decretado el racionamiento para su población y habían existido cartillas, pero
al terminar la contienda se extendió a todo el territorio nacional. Paulatina y
lentísimamente, determinados productos de primera necesidad habían ido dejando
de estar racionados, y ahora, en 1952, tras trece interminables años de
penurias, hambres y miserias en las que los españoles tuvieron que recurrir a
toda clase de sucedáneos, por fin empezaba a verse un horizonte despejado. Quienes
más sintieron el fin del racionamiento fueron sin duda los estraperlistas.
Pero esa supresión de las cartillas no
significo que de pronto ya se nadara en la abundancia, porque el nivel de
consumo alimenticio de antes de 1936 no alcanzó cotas equiparables en España
hasta mediados de los cincuenta, y en lo tocante al PIB, para que éste llegara
a los niveles de 1936 habrá que esperar hasta después de la muerte del
dictador, décadas después que gran parte de los países que sufrieron en su
propio territorio la devastación de la II GM.
Inauguración del teatro Isabel la Católica
Con ese mismo nombre de
Isabel la Católica ya existió en Granada en el pasado un teatro. Estaba en la
Plaza de los Campos Elíseos (hoy de los Campos, a secas) y fue inaugurado en la
década de los sesenta del siglo XIX. Más de setenta años existió en ese lugar hasta
que el martes 10 de marzo de 1936, en un clima guerracivilista extremo, ese
teatro realejeño fue destruido por el fuego, igual que les ocurrió a los cafés
Colón y Royal, las oficinas y talleres del diario Ideal, la fábrica de
chocolates San Antonio, las iglesias albaicineras de El Salvador, San Gregorio
Alto, San Gregorio Bético y San Cristóbal, y unos cuantos edificios más. Dos
días antes había tenido lugar en el campo de Los Cármenes un macro mitin del
Frente Popular, reivindicando la anulación -por fraude- de los resultados de
las elecciones generales del 16 de febrero anterior, que dieron en la provincia
de Granada la victoria a la coalición de derechas. Al mitin siguió una
manifestación por las calles céntricas y a su terminación se desencadenaron
unos gravísimos sucesos, con enfrentamientos armados entre pistoleros de
Falange y militantes izquierdistas por toda la ciudad que continuaron durante
toda la jornada del día siguiente, lunes 9 de marzo. Ésa fue la causa de la
convocatoria para el martes 10 de una huelga revolucionaria que arrojó el balance
a que nos hemos referido más arriba; los de la tea arremetieron contra todo lo
que aun de lejos sonara a derechista, como el teatro Isabel la Católica, donde
no hacía mucho había tenido lugar un mitin cedista.
Construido en parte del
solar que ocupaba el desaparecido Casino Principal (también quemado por
anarquistas, pero en 1932, cuando la “Sanjurjada”) y después el cine y teatro
al aire libre “Palermo”, el viernes 6 de junio de 1952 a las 11 de la noche fue
inaugurado solemnemente el nuevo teatro Isabel la Católica con la
representación de la ópera de Bizet, Carmen, en función de gala
patrocinada por la Asociación de la Prensa. Al acto asistieron las primeras
autoridades (gobernador civil, capitán general, alcalde, rector…) y toda la
aristocracia local: «Las damas vestían trajes de noche y los caballeros de etiqueta», se lee en la
crónica del evento. Un inmenso gentío copó la Acera del Casino para ver llegar
a los asistentes a la inauguración, y todas las miradas persiguieron, los
breves momentos que tardara en introducirse en el nuevo teatro, a la actriz de
Hollywood Joan Fontaine, también invitada a la función junto con su compañero
de rodaje, el actor francés Louis Jordan y el
director argentino Hugo Fregonese, quienes estaban en esos días rodando en
Granada una película.
«El local está bien costeado y es lujoso. Se vio asistido de una
distinguida concurrencia que le dio el tono de elegancia y esplendor, propio de
estos actos de alta sociedad y grandes manifestaciones artístico-musicales.», dice Becuadro
en la reseña del acto aparecida al día siguiente en Ideal, quien también alaba
la acústica de la sala y su belleza decorativa.
Ocho millones largos de pesetas costó
la puesta en marcha del teatro, proyecto del arquitecto Miguel Olmedo Collantes
y con capacidad para 1.200 personas (que después se quedaron en 900), que se
acomodaban en sus tres niveles de butacas, todas iguales, en nogal y forradas
de terciopelo rojo, con la gran novedad de que el número de cada fila va en
unos receptáculos que se iluminan y así pueden ser vistos en la oscuridad de la
representación. Destacan las pinturas al temple de paredes y techo de la sala y
del hall, obra del joven pintor granadino Manuel Rivera, representando
alegorías de las bellas artes y reproduciendo en los personajes rostros de sus
amigos (Manuel Gallego Morell, Antonio Moscoso, Manuel Maldonado, Joaquín
Serrano). El escenario, de 8 metros de fondo por 14 de ancho y 15 de altura,
puede albergar hasta 75 telones, y puede montarse y desmontarse fácilmente y,
si la ocasión lo requiere, podría transformarse en una piscina. También destaca
el rico telón en terciopelo rojo con el escudo de la reina Isabel bordado a
mano en oro en su centro, obra de artesanos granadinos que ha costado 25.000
pesetas. La luminotecnia y la climatización del local también incorporan los
últimos avances. Cuatro puertas dan a la calle de las Moras, que es por donde
acceden los espectadores del gallinero. La empresa que lo explota se denomina
Organización Española Mercantil SA (OEMSA). No se han escatimado medios en un
teatro que es de primera categoría, dignísimo sucesor del que llevaba ese mismo
nombre y desapareció en 1936. Era lo que necesitaba Granada para que vuelva por
sus fueros de su pasado esplendor teatral, dice la información aparecida en
Hoja del Lunes.
La ópera del estreno corrió a cargo
de la compañía de Esteban Leoz, con dirección musical de José Luis Lloret y con
la orquesta Bética de Sevilla. Los dos días siguientes hubo más ópera y la
misma compañía representó Rigoletto y Lucia di Lammemoor, y
después y durante todas las fiestas del Corpus se puso en escena la comedia de
Víctor Ruiz Iriarte Juego de niños, a cargo de la compañía
Gascó-Granada, del actor paisano Fernando Granada y señora. Una vez terminadas
las fiestas sería inaugurada la temporada de cine en el nuevo coliseo.
El primer teatro que hubo en Granada
fue el llamado Casa de Comedias, en Puerta Real, entre las calles Reyes
Católicos (por entonces cauce abierto del rio Darro) y del Milagro, que databa
de finales del siglo XVI y llegó hasta principios del XIX. A comienzos de ese
mismo siglo, 1810, nació bajo la dominación francesa el teatro Napoleón, en la
actual plaza de Mariana Pineda, después llamado Cervantes, que existió hasta
ser derribado en 1966. En 1863 echaba a andar el teatro Isabel la Católica de
la Plaza de los Campos al que ya nos hemos referido. Por tanto, este nuevo
Isabel la Católica era ya el cuarto que se inauguraba en Granada y durante
catorce años compitió con el Cervantes, muy deteriorado ya éste a comienzos de
la década de los cincuenta del siglo pasado. Aparte, también se podían
considerar teatros, aunque no era ésa su función principal, tanto el Salón
Nacional (antes y después Regio) como el Coliseo Olympia. Y también estaba el
teatro al aire libre Gran Capitán, pero éste se dedicaba mucho más a las varietés
que al arte dramático y sólo funcionaba los veranos.
El nuevo Isabel la Católica, con sus
tres arcos de entrada de orden toscano en su fachada principal, coronada con
una escultura gigante de la reina Isabel, obra del artista granadino Nicolás
Prados López, era en esos momentos uno de los mejores y más modernos de España,
y tenía y tiene la particularidad frente a sus antecesores de que no ocupaba en
exclusiva un edificio, sino que éste era (y es) compartido con viviendas y
locales ajenos a la actividad artística. Según Juan Bustos en un artículo
aparecido en Ideal en 2000, se cometió un grave error al trazar la disposición
de la sala, que tendría que haberse hecho justo al revés y de esa forma evitar
que la entrada del público se realizara por la parte delantera, con lo cual los
que van entrando molestan la visión del escenario de los que ya se hallan
acomodados.
Este teatro es de propiedad municipal
desde 1986 en que lo adquirió el Ayuntamiento, y estuvo cerrado durante más de seis
años (entre 1992 y 1998) al ser sometido a una profunda reforma y
rehabilitación que no desvirtuó en nada su aspecto y disposición, aunque sí
redujo en algo su aforo. Ya no se proyecta cine en su local, y es en la
actualidad el único gran teatro que le queda a una ciudad de la importancia de
Granada (aparte de otras pequeñas salas de titularidad privada), y quien sabe
si no tendríamos que hablar de él en pretérito de no haber pasado a manos
públicas.
Érase una vez
El 28 de mayo de 1952
los dos periódicos granadinos publicaban en sus páginas interiores un pequeño
recuadro en el que se leía: «Para película. Se necesitan varios loros y personas de color que sean
fuertes. Llamad al teléfono 3505», todo en letras de regular tamaño.
La película para la que
se necesitaban los loros y los forzudos llevaba por título “Érase una vez”, y
la componían cuatro historias sin conexión entre ellas, basadas en otros tantos
cuentos del Decamerón, de Bocaccio, y para uno de ellos los exteriores se
localizaban en la Alhambra, según declaró a la prensa su director, el argentino
Hugo Fregonese. Las cuatro historias las protagonizaba la actriz de Hollywood
Joan Fontaine, famosísima por su amplia trayectoria en un sinfín de películas
muy conocidas y admiradas, en especial Rebeca y Sospecha, en
ambas como “rubia” de Hitchcock (en su caso, teñida). La diva no quiso al
principio ser entrevistada ni fotografiada para la prensa local aduciendo que
se encontraba destrozada por el larguísimo viaje hasta este rincón penibético. Louis
Jordan era el protagonista masculino del film.
El rodaje en escenarios
granadinos empezó al día siguiente ante la Puerta de la Justicia, convertidos
sus aledaños en un zoco oriental, para lo que fue contratado un buen número de
extras a razón de 50 pesetas por día de rodaje; diez durillos de 1952 no era
una cantidad despreciable ni mucho menos. El repórter de Ideal comenta con
sorna que bajo el maquillaje se descubrían varias caras conocidas: casi todos
los vendedores de tabaco rubio de estraperlo de la Plaza de la Mariana se encontraban
disfrazados a la mora, y no dejaba de resultar chocante oír expresarse en
granaíno rajado a tanto embetunado. Cabras y ovejas (y los loros que se
contrataran, es de suponer) pululaban por doquier en aquel maremágnum, haciendo
bulto lo mismo que los extras albaicineros de turbante.
El film, una coproducción
hispano-anglo-americana, se estrenó en España un año después con otro título:
“Tres historias de amor” (“Decameron Nights” en su original), con exteriores
rodados también en Ávila y Segovia. Desde luego, no ha pasado ni pasará está
película al gotha de las selectas producciones cinematográficas, siendo
más bien una rutinaria adaptación del Decamerón que apenas se cita en la
filmografía de la actriz. El comentario más positivo que del film se encuentra
en la Red lo da la reseña de la web filmaffinity.com, donde se lee que
cuenta la cinta con un «desconcertante componente sexual a cargo de Joan Fontaine».
También el acontecimiento social que supuso en
Granada el rodaje de esta película tuvo su reflejo en una caroca del Corpus
1952: «Nutrida comparsería / en nuestra Alhambra abrió brecha / y una extraña
algarabía / la transformó por un día / en Hollywood de vía estrecha».
Las carocas
Tradición granadina
donde las haya es la de las carocas cada Corpus en Plaza Bib-Rambla. Aunque a
un granadino no hace falta explicarle qué cosa son las carocas, el diccionario
define caroca como «Decoración de lienzos y bastidores que ofrece pintadas escenas graciosas,
picarescas o epigramáticas, con que, para regocijo público en determinadas
solemnidades, se adornan ciertas calles o plazas, o que en algún tiempo
ostentaron los teatros ambulantes, sobre todo en fiestas del Corpus».
Los Reyes Católicos
instituyeron la festividad religiosa del Corpus Christie como las fiestas
mayores de nuestra ciudad, y a esa época histórica hay que remontarse para
señalar el origen de esta tradición penibética. En siglos pasados fueron
cuadros ornamentales en los que se representaban personajes históricos,
protagonistas de la Toma de Granada, o bien se trataba de pinturas de contenido
religioso, y solían ir acompañados de una glosa en verso. Fueron durante muchos
años un complemento de los grandiosos altares de arquitectura efímera y motivos
eucarísticos que solían erigirse en el centro de la plaza en cada Corpus. Y es
ya a mediados del siglo XIX cuando las carocas (o cuadros de capricho,
que también por ese nombre se las conoce) se convierten en cuadros burlescos y
se transforman en lo que son en la actualidad: dibujos caricaturescos que
representan los hechos más notables o populares acaecidos en la ciudad,
acompañados de una quintilla satírica y explicativa en versos octosílabos, a
menudo conteniendo una crítica festiva a la labor de los munícipes de turno. Parece
ser que durante un tiempo convivieron los cuadros de contenido sagrado con los
profanos.
La Dictadura de Primo de
Rivera las prohibió, pero volvieron con la “Dictablanda” y siguieron durante
los años de la II República. Después, la Guerra Civil acabó con la tradición y
olvidadas quedaron las carocas, situación que continuó una vez terminada la
contienda. Así hasta que en este 1952 volvieron a colgarse en la que es plaza
mayor de Granada y desde entonces hasta hoy no han faltado ningún año a las
fiestas granadinas. El Ayuntamiento, regido por Ossorio Morales, en febrero de
ese mismo año dio a conocer que en el próximo Corpus volverían las carocas a
Plaza Bib-Rambla. Serían previamente los textos y los dibujos sometidos a
examen por entidades o grupos de personas de responsabilidad absoluta y
solvencia moral, con objeto de evitar que pudieran atentar en lo más mínimo
contra el buen gusto o a la moral, o derivar en alusiones de tipo personal que
pudieran resultar molestas, decía la nota publicada en la prensa.
Para “Z” en Ideal, «…cuando advino
la desdichada segunda República, se convirtieron [las carocas] en algo así
como ganchos de trapero o azadones para revolver pozos negros. Todo lo sucio,
todo lo feo, todo lo innoble, todo lo nauseabundo que podía encontrarse en los
últimos estratos sociales de la ciudad salía a relucir allí, nada menos que
junto al altar monumental elevado para mayor gloria del Santísimo Sacramento.
Por eso, las personas de integridad moral y de buen gusto que gobernaron a
Granada desde nuestro glorioso Alzamiento abolieron la costumbre…».
Manuel
Maldonado, pintor, Antonio López Sancho, caricaturista, y Manuel Parrizas,
dibujante, fueron los encargados de pintar al temple las 20 carocas del Corpus
1952, los mismos que ya habían trabajado juntos en estos menesteres en 1936, la
última vez hasta el momento en que hubo carocas. Tres pesos pesados del arte pictórico
de cuyos pinceles salieron unas carocas de gran mérito artístico para el
reestreno de la tradición penibética. Ideal publicó pocos días antes de su
exhibición en Plaza Bib-Rambla un reportaje sobre el trabajo del trío,
destacando como la más celebrada de las que se iban a exponer, la del “tren de
la malafollá” (de la “malasombra”, dice la noticia, que no eran tiempos de
llamar por su nombre a determinadas cosas), dando así inicio a otra tradición dentro
de la tradición que son de por sí las carocas. Según los artistas, se les
ocurrió un día que estaban sentados en la terraza de un café y pasó por allí un
señor digno representante de esa cosa negativa que dicen que abunda en Granada,
ante lo que uno de los concurrentes hizo el comentario: «Si se formara en
Graná un tren de la mala… sombra, este tío podía ser el maquinista». Según
los entrevistados, ese tren metafórico «será la máxima atracción de nuestras
carocas pues en él irán caricaturizados como viajeros insignes los más clásicos
representantes de esta faceta psíquica de nuestra bien amada patria chica»,
comentan, añadiendo que el tren será larguísimo y que no pueden dar nombres ni
detalles, que ya se verá todo en su día.
La
publicación de ese reportaje una semana antes de que fueran públicas las
carocas levantó en Granada un sinfín de cábalas acerca de quiénes serían los carocarizados
como pasajeros del tren de marras, sin que faltaran los que, como vulgarmente
se dice, se aplicaran el barro antes de que les picara el tabarro y
reaccionaran de muy mala manera ante la sola posibilidad de verse retratados.
El revuelo fue enorme y, por esa razón, la que era la estrella de las
creaciones caroquiles e iba a centrar todos los comentarios de los mirones,
finalmente no fue colgada en Plaza Bib-Rambla cuando llegó el momento y en el
almacén se quedó. Y es que, quieras que no, era una apuesta arriesgada la de
exponer a la mofa pública los rostros de personajes o personajillos locales
suficientemente conocidos en toda la ciudad, y menos si éstos, disponían de algún
tipo de poder o simplemente un garrote (además de mucha malafollá, claro) capaz
de hacer pagar cara la osadía a sus autores, por esa razón éstos optaron por la
autocensura. Ese tren de la malafollá que no salió
de agujas en 1952, sí que lo hizo en ediciones caroquísticas posteriores,
siempre cuidando mucho de que los representados no fueran demasiado
reconocibles.
Consultando a un experto en la
materia como era Ladrón de Guevara, en su “La malafollá granaína” se lee que el
famoso tren, de haber existido en la realidad, sería una supercomposición de
Renfe en la que viajaría rumbo a los madriles la flor y nata de los malafollás
granaínos (unos ochenta y tantos vagones de doble capacidad se necesitarían),
pero el tren de la malafollá, siempre según el mismo autor, se ha quedado en
una especie de convoy fantasma, inviable por ahora, lo mismo que el ferrocarril
a Motril, y que un tren cargado de malafollás descarrilaría inevitablemente en
el túnel de Iznalloz. Ladrón de Guevara en su impagable tratado malafollístico
dice que algunos lectores le han pedido que publique una nómina donde aparezcan
relacionados los malafollás del reino, tanto los nativos como los adoptados,
pero el autor, por la misma razón que los caroquistas autocensurados en 1952, se
niega en redondo porque «Centenares de malafollás asistidos por sus parientes y amiguetes
-multipliquen, por favor- formarían un formidable ejército lanzado a una tenaz
y despiadada ofensiva contra mis indefensas posiciones personales. […] No es cosa
pues, de arriesgarme a recibir una paliza diaria, o palmar de un escopetazo
traicionero».
Llegado el miércoles 11
de junio de 1952, el mismo día que empezaban las fiestas, quedaron expuestas las
carocas en la Plaza Bib-Rambla. Los autores de las quintillas los desconocemos
ya que los diarios no informan de este pormenor, y tampoco sabemos si se
seleccionaron por concurso público. Todas trataban de cuestiones domésticas de
actualidad: los tiros en el Parque de Invierno, los “tranvías de tubo”, los destemplados
“conciertos” en una oficina bancaria, el desastre del Granada CF, una
exposición del pintor Benjamín Palencia que resultó polémica, las parientas
gordas y sus enclenques consortes de los chistes de Miranda en Ideal, el
incendio del cine Albayzín, los “turistas existencialistas”, el rodaje de una
película en la Alhambra, y otros temas. Ninguna de ellas recogió sin embargo el
suceso de gran impacto que fue el reventón del Darro en Puerta Real, dado que
acabó en tragedia. Y, como queda dicho, brillaba por su ausencia la caroca que
todo el mundo esperaba, la del tren de la malafollá. En su lugar los pintores
improvisaron a última hora otra en la que se autocaricaturizan los tres
artistas y de fondo se ve un tren roto y desvencijado, y debajo la quintilla: «Surgió un
nuevo inconveniente; / ¡adiós nuestras ilusiones! / Que la Renfe, insuficiente,
/ no dispone de vagones / para meter tanta gente».
Nace el Festival de Música y Danza
En
diciembre se había dado a conocer una noticia muy importante para nuestra
tierra por el prestigio cultural que añadía a Granada y por el turismo que el
evento arrastraría. En junio próximo, comentó la prensa local, organizado por
las direcciones generales de Bellas Artes y Turismo, se celebrará en Granada el
primer Festival de Música y Danza Españolas (convertido a partir de la II
edición en Festival Internacional de Música y Danza de Granada). Colaborarán en
la organización el Centro Artístico y la Casa de América. En el marco
incomparable de las noches granadinas, dice Ideal, los más famosos conjuntos de
danza, los bailarines españoles que recorren el mundo en triunfo, los más
destacados solistas de la Orquesta Nacional, actuarán en este primer festival
que nace con vocación de perdurabilidad y se quiere que sea equiparable a los
famosísimos de Salzburgo, Lucerna o Bayreuth.
Desde 1883, según los
tratados de historia, cada Corpus se venían organizando en el Palacio de Carlos
V conciertos de música clásica, que son el claro antecedente de la institución
en estas fechas del desde entonces prestigioso Festival Internacional. En la
organización de aquellos conciertos tuvieron un papel destacado entidades
culturales granadinas como el Centro Artístico y otras, y fue siempre la
iniciativa privada la responsable de su realización. A partir de ahora será el
Estado el que auspicie su celebración. Antonio Gallego Burín, que llevaba sólo
unos pocos meses al frente de la Dirección General de Bellas Artes, fue el
principal impulsor del Festival.
El 12 de junio de 1952,
dentro de los festejos del Corpus y como aperitivo al festival en sí, se
representó en el Palacio de Carlos V con gran éxito de público (no de crítica) la
obra teatral “Muerte de un viajante”, de Arthur Miller, a cargo de la Compañía Lope
de Vega, dirigida por el granadino José Tamayo y con actores de la talla de
Carlos Lemos, Mary Carrillo, Francisco Rabal, María Asunción Balaguer y otros,
algunos de los cuales la noche previa estuvieron vendiendo boletos en una
tómbola de caridad montada en la Plaza del Carmen. Los dos días siguientes y en
la Plaza de las Pasiegas, esta misma compañía puso en escena el auto
sacramental calderoniano “El Gran Teatro del Mundo”, cosechando un éxito
apoteósico. Al finalizar, Antonio Gallego Burín, como director general de
Bellas Artes, impuso a José Tamayo la encomienda de la Orden de Alfonso X el
Sabio. Otro aperitivo al festival lo constituyó una fiesta flamenca en la Plaza
de los Aljibes de la Alhambra el domingo 15, con amplia presencia de las
zambras sacromontanas, que fue el colofón a una cena de gala ofrecida por el
Ayuntamiento en sus propios salones a las personalidades invitadas para asistir
al festival, ente ellas varios diplomáticos, críticos musicales y organizadores
de certámenes extranjeros.
El lunes 16 de junio
echó a andar este primer Festival, con la actuación en la Plaza de los Aljibes
alhambreña, llena por completo, de la compañía de baile de Rosario y Antonio,
con lo que se quiso conmemorar los treinta años transcurridos desde la
celebración en ese mismo lugar del mítico concurso de cante jondo. El
repertorio, a base de Granados, Albéniz, Sarasate y otros músicos nacionales,
también incluyó la escenificación de alguna danza española de García Lorca. Los
bailarines repitieron actuación la siguiente noche con un programa similar al
de su estreno.
A partir del miércoles
18 de junio y por cuatro noches consecutivas el protagonismo lo asumió la Orquesta
Nacional, formada por 110 músicos y dirigida por Ataúlfo Argenta, en el Palacio
de Carlos V. La primera noche fue en exclusiva para Manuel de Falla,
interpretándose El Amor Brujo, Noches en los Jardines de España,
el interludio de La Vida Breve y El Sombrero de Tres Picos, con
Ana María Iriarte (mezzosoprano) y José Cubiles (piano) como solistas. La
segunda actuación tuvo en programa obras de inspiración española de Debussy,
Ravel y Richard Strauss, para cerrar con Albéniz, con Gaspar Cassadó (violoncelo)
de solista. La tercera noche sonaron en su primera parte las Diez Melodías Vascas
de Guridi y el Concerto in Modo Galante, de Rodrigo, actuando Gaspar
Cassadó como solista, para continuar con la Rapsodia Portuguesa, de
Ernesto Halffter, y La Nochebuena del Diablo, de Esplá, en la segunda
parte del concierto; Gonzalo Soriano (piano) y Consuelo Rubio (soprano) fueron
los solistas. Y la cuarta noche comenzó con el poema sinfónico de Richard
Strauss, Don Juan, y siguió con distintas composiciones de García Leoz,
Rodrigo y Turina, repitiendo como solista Consuelo Rubio.
Continuó el festival el
domingo 22 de nuevo en la Plaza de los Aljibes, con un recital folklórico
ofrecido por los Coros y Danzas de España, una selección de distintos grupos
encuadrados en la Sección Femenina de todo el país. Y el broche de oro lo puso
los días 23 y 24 Andrés Segovia con sendos conciertos en el recién inaugurado
teatro Isabel la Católica, sobre los que los críticos dicen que fue lo mejor de
todo lo visto y escuchado. Andrés Segovia, que llevaba 18 años sin pisar tierra
española, habló con el sacerdote Pedro Manjón, quien (con los potajicos para
sus niños) fue un habitual columnista del diario Ideal durante muchos años;
esto fue lo que le dijo al sobrino del fundador del Ave María, donde el
universal guitarrista cuasi granadino aprendió sus primera letras: «No me olvido
ni me olvidaré de nuestras escuelas, nos dijo ayer, y, Dios mediante, volveré
en diciembre a mi tierra, a mis queridas escuelas; recordaré tiempos pasados,
tocaré mi guitarra y diré mis paisanos que no dejen de proteger esta obra
grande de don Andrés».
El I Festival resultó
todo un éxito. Los conciertos estuvieron siempre abarrotados de público para
ver a unos intérpretes consagrados y en esos momentos lo mejor que podía
ofrecer el panorama musical español. Sólo faltó el guitarrista Narciso Yepes,
que estaba en principio anunciado. De no haber sido por el patrocinio de los
organismos públicos, los elevados cachés de todos los participantes no podrían
haber sido cubiertos por ninguna institución granadina.
Para las ediciones venideras se
pensaba convertir el certamen en algo de calado más internacional, contratando
músicos extranjeros, es decir, aún más ambicioso. Como dijo Gallego Burín a
modo de balance del I Festival, éste fue un ensayo de un proyecto mucho más
amplio. Así, para la II edición se modificará la denominación del certamen y
pasará a llamarse Festival Internacional de Música y Danza, uno de los
principales referentes en lo cultural y en lo turístico de la ciudad de
Granada, que en la actualidad sigue bien vivo y prestigiando a nuestra tierra.
El Once del Racionamiento
acaba aquí, lo mismo que las cartillas de ídem. Son siete años de la existencia
del Granada CF que hemos tratado de condensar. Siete años que desde luego no
figuran entre los mejores de la entidad, sino que forman parte de la historia rojiblanca
más bien olvidable porque en ellos los hinchas vivieron más amarguras que
triunfos, culminados con un descenso consumado que finalmente, para nuestra
suerte, no se llevó a cabo.
La etapa que transcurre entre 1945 y
1952 la podemos considerar en lo futbolístico como de transición. Del sinsabor
que dejó el primer descenso de la historia se pasó a unos primeros años en los
que se vio como muy posible el regreso a máxima categoría, pero éste finalmente
se escapó de mala manera en más de una ocasión, y después se acabaron las
posibilidades. De los Floro, Millán, González…, Trompi, Marín…, etc, o sea, de
un equipo gallito, devinimos en otro bastante más vulgar y casi sin nombres
reconocibles y recordables que luchaban por no descender.
A partir de la temporada siguiente
variarán mucho las cosas y los planteamientos en nuestro equipo, que será integrado
principalmente por futbolistas de la tierra. Pero ese cambio será para bien.
Por otra parte, la ciudad de Granada, como en realidad toda España, también atravesó en esos siete años por un periodo de transición: del aislamiento y el bloqueo internacional, a una tímida apertura y el fin del repudio. De las hambres y la escasez a la paulatina normalización en materia alimentaria y de bienestar general de la población. La ayuda americana (a cambio de territorios para sus bases, eso sí) y el pleno reconocimiento internacional del régimen franquista abrirán una nueva era más venturosa.