Granada 2 At. Madrid 1
: El partido estuvo a punto de ser suspendido debido a la enorme tromba de agua caída sobre Granada treinta minutos antes de su celebración, que convirtió Los Cármenes en una laguna. En los prolegómenos se hizo entrega a Izcoa del trofeo Hoja del Lunes al granadinista más regular en la liga recién terminada. Jugadores y árbitros lucieron brazaletes de luto por la muerte de Fernando Herrero Tejedor, ministro Secretario General del Movimiento, y del jugador internacional Tonono, del Las Palmas, motivo por el que se guardó un minuto de silencio. Por coincidencia de colores los visitantes vistieron camiseta azul y pantalón blanco
15 de junio de 1975
Estadio Los Cármenes, casi lleno, veinte mil espectadores en tarde-noche muy lluviosa y con abundante aparato eléctrico. Terreno anegado con abundantes y grandes charcos. Partido correspondiente a la vuelta de IV de final de Copa del Generalísimo 1974-75
Granada CF: Izcoa; Sierra, Castellanos (Toni 68’), Falito; Chirri, Ederra; Lorenzo, Grande, Porta, Maciel y Quiles (Dueñas 71’)
C At Madrid: Reina; Melo, Benegas, Laguna; Marcelino, Adelardo; Leal, Irureta, Gárate, Alberto y Becerra
Goles: 1-0, min. 39, Porta; 1-1, min. 76, Leal; 2-1, min. 88, Grande
Árbitro: López Samper, valenciano, sin amonestados
Incidencias
Tras concluir la liga de Primera 1974-75 no hacía ni un mes, en la que el Granada había podido salvar la categoría prácticamente en el último suspiro y sólo gracias a superar el golaveraje particular al Málaga, se iniciaba la copa para nuestro equipo directamente en VIII, con eliminación del Gijón y posterior emparejamiento en IV con el At. Madrid.
Como cuadra a una eliminatoria copera, este partido de vuelta entre granadinistas y atléticos debe comenzar por el relato de lo que ocurrió en el que con los segundos como locales se jugó una semana antes en el Vicente Calderón, partido aquel plagado de incidentes y del que salió el Granada derrotado 2-0. En el Manzanares el Granada había visto cómo el árbitro navarro Juango le anulaba injustamente el gol de Lorenzo que suponía el empate a uno para casi al final tener que soportar la expulsión de Fernández (castigado después por cuatro partidos como autor de agresión a un contrario, según el acta), que sólo chocó con Capón en la disputa de un balón dividido, pero al que su fama, más que sus acciones, condenaban de antemano. Además Izcoa tuvo que salir escoltado por la Policía Armada por haberse encarado con el público que le insultaba. Por otra parte, aunque eran tiempos de leyenda negra rojiblanca, resulta que, según las crónicas, en Madrid, si alguien dio más de la cuenta no fueron los nuestros, sino que en esa tarea los más distinguidos fueron los atléticos Panadero Díaz (que nada más empezar marcó, no a hierro pero sí a aluminio -el de sus seis tacos-, a Quiles) y Capón, a los que el míster atlético, Luis Aragonés, en su primera temporada como entrenador, prudentemente dejó en Madrid.
Con estos antecedentes es fácil imaginar que el ambiente previo al partido estaba bien caliente y predispuesto contra los colchoneros, recibidos con una atronadora pita dirigida en especial contra su portero Reina (coreado con el epíteto de “chivato”), a quien las crónicas habían señalado como inductor de la expulsión en Madrid de Fernández. Pero los ánimos se calmaron tan pronto empezó el balón a rodar, lo cual en este caso no deja de ser un eufemismo porque la impresionante gota fría que cayó sobre Granada poco antes del comienzo del partido dejó el terreno de Los Cármenes impracticable, abundando las jugadas en que el esférico quedaba detenido en cualquiera de los grandes charcos repartidos por todo el rectángulo. Fútbol, lo que se dice fútbol, hubo poquísimo, pero a cambio asistimos a un emocionante espectáculo de lucha y entrega en el que el Granada superó a su rival y a punto estuvo de ganarse el pase a semifinales a pesar de que el último cuarto de hora hubo de jugarlo con sólo diez efectivos al lesionarse Chirri tras haberse efectuado los dos cambios.
En el banquillo rojiblanco se sentaba aquel gran entrenador que fue Errazquin (con el carné de Manolo Ibáñez) porque Joseíto había sido despedido tras el angustioso final de liga. En Copa de España, según la legislación, no podían intervenir los extranjeros Parits y Montero Castillo, y esto hizo que por fin debutara esta temporada el paraguayo oriundo Maciel, futbolista a quien apenas habíamos podido ver pero que siempre evidenció su gran clase; y además volvió a aparecer en las convocatorias Porta, que sólo había intervenido algunos ratos en cinco ocasiones. Porta, en su único partido completo de toda la temporada, fue precisamente el gran protagonista de la lluviosa tarde e intervino en los dos goles rojiblancos, el segundo con asistencia a Grande y el primero realizándolo él mismo a su más puro estilo, aprovechando un balón suelto tras varios rechaces en el área. Incluso tuvo en sus pies el que hubiera significado el 3-1 y la prórroga cuando ya se jugaba el descuento, pero sin suerte.
A pesar de la eliminación el público salió contento y convencido de que en otras circunstancias climatológicas se habría dado otro resultado. Pero lo que no sabíamos era que acabábamos de asistir a la última actuación de rojiblanco del gran Enrique Porta y al último de sus 43 goles para el Granada CF. Justo al día siguiente firmaba Miguel Muñoz su muy sustancioso contrato como nuevo entrenador y una de sus primeras decisiones fue la baja del único Pichichi granadinista. No pudimos despedirnos de Porta como se merecía y de aquí se marchó emocionado y con buenas palabras para todo el mundo. Pero para el recuerdo queda la gran ovación y los gritos de ¡Pooooooorta! ¡Pooooooorta! que por última vez volvieron a sonar en Los Cármenes aquella diluviosa tarde de mediados de junio.
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